07/05/2024 20:14
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Destrucción de la familia, del matrimonio, revalidad entre esposos, enfrentamiento hijos contra padres, guerra intergeneracional, misantropía, aborto a cualquier edad, mutilación infantil, sistema deformativo, indisciplina, anarquía, analfabetismo, incultura, confusión, desigualdad, corrupción y podredumbre, destrucción de la patria, ruptura de la nación, partitocracia….Y detrás de todo esto, la Sinagoga de Satanás.

Pues ya va siendo hora de decirlo. Los culpables de todo esto fueron los que votaron afirmativamente el engendro constitucional salido de las entrañas de la cueva de Almanzor, deificada en los altares del liberalismo, loada en el estrado del socialismo, custodiada por los agentes del compás.

Y que no se me diga que aquellos votantes no sabían hasta donde se iba a llegar. Lo sabían aunque muchos se negasen a reconocerlo y prefiriesen vivir engañados. ¿Acaso no son legión los que prefieren seguir viviendo engañados, queriendo pensar que el problema es Pedro Sánchez o lo que llaman social-comunismo? ¿Acaso no decían lo mismo de Zapatero y de Rajoy? ¿Piensan que el remedio es un gobierno PP o que Vox es la salvación de España?.

¿Acaso todos ellos no han leído, no han escuchado la pastoral de Dom Marcelo, Primado de las Españas, ¡en 1978!? ¿Acaso no han leído, no han escuchado las advertencias de Dom José Guerra Campos, ¡en 1978!? Y Todos ellos han querido y sieguen queriendo estar sordos, ciegos y mudos, mirando hacia otro lado. Y es que para ellos la vida es sueño y prefieren seguir durmiendo mientras nuestra sagrada tierra -por la cual tantos buenos caballeros cristianos derramaron hasta la última gota de su fe- es convertida en constitucional ciénaga de sexualismos y libertinajes, blasfemias y ultrajes, envilecimiento y corrupción, abortos, traiciones, desigualdades, sumisiones y servidumbres, nepotismos, abusos y despotismo; y entrega-regalo al enemigo de la más grande y rica provincia española con los aplausos de los encargados de defender nuestra santa tierra española. Si esos encargados de defendernos lo permitieron una vez ¿por qué no lo van a permitir otra vez provincias? Y ¿por qué no van a a permitir la secesión de algunas provincias?

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Los constructores nos impusieron una nueva columna sobre la que levantaron el Templo a Baal. ¡Alabados sean los constructores! ¡Sean nuestras divinidades Moloc y Astarte, Eros y Hermafrodito, Pachamama y Mamakila! ¡Sea nuestro dios el Gran Arquitecto!

Y eso que llaman Conferencia Episcopal, cada aniversario constitucional se licua en loas al masónico texto: “instrumento de concordia”, “respeta y se asienta en la verdad”, “expresión de la conciencia del pueblo español”, “expresión de la concepción cristiana del hombre y la sociedad”. Conclusión: “los obispos no podemos ser tildados como enemigos de la democracia y contrarios a la Constitución”. Sin duda que no, porque “los obispos” habéis despreciado el ejemplo de los Macabeos. Si hubiese entre vosotros un Matatías, alzaría su voz: ¡se burlan y afrentan nuestra fe, odian el pacto que Dios ha hecho con nuestro pueblo, roban nuestras riquezas y destruyen nuestras ciudades, asesinan a los niños y a los jóvenes les quitan su belleza, perdemos la libertad y somos gobernados por el extranjero, y todas las naciones se burlan de nuestra Patria!. “Pero nosotros seremos fieles al pacto de Dios y no obedeceremos al rey”, “Los que quieran ser fieles al pacto de Dios, síganme!”.

Pero ya no existen los Matatías. Los Lezo y Savalls han sido olvidados. Ya no hay ningún Gran Capitán, ni un cura Merino, ni una María Pita o Francisca Guach.

Aunque, tranquilos, Vox es la Palabra y la Palabra es la Luz que llega a la tierra hispana para nuestras Salvación, con o sin Pp. Vamos ¡todos a votar! ¡viva la fiesta de las solidades!

Hicieron “decretos que obligaban a seguir costumbres extrañas (…) hacían profanar el sábado, el santuario y todo lo que era sagrado (…) prohibieron ofrecer holocaustos, sacrificios y ofrendas en el santuario (…) mandaban construir templos y altares para culto idolátrico (…) destrozaron y quemaron los libros de la Ley de Dios, y si a alguien se le encontraba un libro del Pacto de Dios o alguno simpatizaba con la Ley, se le condenaba a muerte (…) cambiaron los mandamientos (…) cualquiera que no obedeciera las órdenes del rey, sería condenado a muerte” (1Mac1) ¡Oh, dulce España, ahogada por pérfidas manos, sin “médico” ni “cura”!

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El problema es este “Regimen Iniquitatis”, que ha mucho viene padeciendo nuestra santa tierra sin “médico” ni “cura”, y cuya columna cósmica es “La Consti”. Pero para los que no la hemos recibido ni votado tenemos el poder de llamarnos Españoles.

Autor

Antonio R. Peña
Antonio R. Peña
Antonio Ramón Peña es católico y español. Además es doctor en Historia Moderna y Contemporánea y archivero. Colaborador en diversos medios de comunicación como Infocatolica, Infovaticana, Somatemps. Ha colaborado con la Real Academia de la Historia en el Diccionario Biográfico Español. A parte de sus artículos científicos y de opinión, algunos de sus libros publicados son De Roma a Gotia: los orígenes de España, De Austrias a Borbones, Japón a la luz de la evangelización. Actualmente trabaja como profesor de instituto.

 
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José Luis Fernández

Para llegar a definir cuales son las raíces de la Nación española hay que remontarse a la Reconquista, que empezó en Asturias con la batalla de Covadonga, liderada por Don Pelayo, contra los musulmanes y terminó con la conquista del Reino de Granada (el último territorio que poseían los musulmanes en la Península Ibérica) por los Reyes Católicos. La identidad del pueblo español debe estar basada en esa grandiosa gesta histórica que llevaron a cabo nuestros antepasados, durante 800 años años de guerras contra los invasores musulmanes, que nos legaron el territorio que hoy día constituye nuestra Patria y que debemos defender con nuestras vidas. Ese es el pilar fundamental en el que se basa la existencia de España como Nación independiente. Además del amor por nuestra Patria (en eso consiste el patriotismo) los españoles tenemos otras señas de identidad como son un idioma común (el español) y una civilización común (que está basada en la filosofía griega, en el derecho romano y en el Cristianismo), una civilización que compartimos con todos los paises de Europa y de América que constituyen el mundo occidental. El pueblo español debe negarse a que su territorio sea invadido, aunque sea pacíficamente, por inmigrantes que no comparten nuestra civilización y que, incluso, vienen a España con la aviesa intención de apoderarse de nuestro país.

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