10/05/2024 02:46
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Parece ser que a los bilduetarras les parece indigno el grito de que ¡te vote Txapote! y, encima, piden que se respete a las víctimas de la banda asesina ETA. Es el colmo que gentuza como esta pida respeto cuando ellos jamás han mostrado ni siquiera un atisbo de ese respeto para los que asesinaron vilmente con un tiro en la nuca o con una bomba lapa en los bajos del coche.

Fueron muchos los compañeros míos -policías, militares y guardias civiles- masacrados por esta colección de asesinos cobardes malnacidos que jamás mostraron, siquiera, un mínimo de arrepentimiento por tan bellacas acciones y ahora, esos mismos, que celebraron asesinatos y homenajearon a los asesinos, piden respeto para un criminal como Txapote. Hasta ahí podríamos llegar.

Recuerdo a mi compañero Javier Moreno Castro. Durante nuestra fase de formación como Inspectores del Cuerpo Superior de Policía en la vieja Escuela de Miguel Angel, fue mi compañero de pupitre. Javier, se sentaba a mi derecha pues era más antiguo que yo al haber ingresado con mejor número.

Durante el tiempo que duró nuestra formación nos hicimos amigos. Cada día comentábamos el devenir del curso y, en lo que podíamos, nos ayudábamos mutuamente como buenos compañeros.

Javier Moreno era coruñés, creo recordar que nativo de Puentes de García Rodríguez al igual que mi abuela materna, y tras trasladarse a residir en La Coruña, concretamente en la calle Francisco Mariño, cerca de mi Fernando Macías natal, se había ido a Madrid donde residía en el momento de aprobar la oposición.

Había cumplido su Servicio Militar en la Agrupación de Infantería de Marina de Madrid, circunstancia esta que, pasados los años, también nos unió.

Javier era un hombre serio, amable en el trato, buen compañero y con todas las esperanzas puestas en su futuro como policía. Se había esforzado, como todos, en sacar adelante la oposición y, de esta forma, servir a España desde las filas de la gloriosa Policía.

Al concluir el curso y asignar los destinos, a mi correspondió la Jefatura Superior de Bilbao y a él, la Comisaría Local de Eibar. Allí nos separamos con un abrazo y el deseo de suerte para el futuro que se abría para nosotros. Aquel 30 de junio en que nos despacharon como Inspectores de 3ª clase del Cuerpo Superior de Policía nos despedimos y no volví a verlo.

Aquel 11 de diciembre de 1980, el día que unos hijos de mala madre le segaron la vida por el mero hecho de ser policía, me encontraba yo en Granada cumpliendo mi Servicio Militar. Alguien, en el Cuartel de “Miguel de Cervantes” me dijo “la ETA ha matado a un compañero tuyo”. Corrí a enterarme y sentí el dolor, la pena y la tristeza, máxime al saber que aquel compañero era Javier Moreno.

Sin duda, ese dolor y esa pena la sentiría por cualquier otro compañero, lo conociese o no, sin embargo, en el caso de Javier la noticia me afectaba más de cerca ya que las balas asesinas de aquellos canallas malnacidos habían segado la vida de mi compañero de pupitre.

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Por lo que supe, Javier se encontraba en un bar de Eibar aguardando la llegada de su novia y allí, delatado por algún canalla de esos que no merecen vivir, un comando de cobardes asesinos lo habían asesinado por la espalda, no cara a cara, sino con un tiro en la nuca sin darle la mínima posibilidad de defenderse.

En aquel bar se quedaron todas sus ilusiones de futuro, todos sus proyectos, todos sus esfuerzos y todos sus anhelos. Allí se quedó su carrera policial, al igual que el noviazgo con aquella joven a la que, a buen seguro, le faltaron las lágrimas para llorarlo. Allí se quedó la vida de un hombre bueno, en lo mejor de su juventud, simplemente por haber decidido servir a España como policía.

Recuerdo que aquel día no fue igual para mí. Recé una oración al Santo Angel de la Guarda, nuestro Patrón, para que su alma descansase en paz, en los luceros, junto a la de los mejores. Javier Moreno se había ido para siempre.

Estoy seguro de que, aquella tarde, en más de un bar de Eibar y en otros del resto de las Vascongadas, en cualquiera de esos refugios a los que concurría esa caterva de malnacidos asesinos etarras, se celebró, entre risas y brindis con alcohol malo, el asesinato de mi amigo y compañero de pupitre del mismo modo que hacían cada vez que la bala o la bomba asesina segaba la vida de cualquier buen español.

Y ahora, los canallas de Bildu, un partido que, al igual que cualquier otro que ansíe la destrucción de España, debería ser de inmediato ilegalizado, piden que respetemos a sus víctimas. Víctimas ¿de qué?, ¿de su odio?, ¿de su maldad?, ¿de su cobardía asesina?, ¿de sus propios crímenes?

No merecen el mínimo respeto, ni tan quiera una oración por su alma, tan solo merecen vagar por la eternidad penando sus culpas y mortificados por el recuerdo de los que fueron sus víctimas.

Ese mismo respeto, ninguno, merecen los tipos que han pactado con esa banda de filoterroristas por mantenerse en el machito; esos que han bajado la cerviz y vendido a España por seguir mal gobernando nuestra Patria, llevándola a la ruina moral y económica; esos que han pactado, sin importar el precio, con todos los enemigos de España, los que ansían su destrucción. Tipos como esos no merecen más que nuestro desprecio.

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Por tanto, Sánchez y compañía, ¡que os vote Txapote!

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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