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«La duda ha penetrado de tal modo en los historiadores que apenas hay ninguno entre los extranjeros que admita la tradición, y entre los nacionales son muchos, y ciertamente no los peores, ni los menos bien intencionados, ni los menos amantes de las cosas de España, los que niegan esta creencia». Padre Bernardino Llorca, Historia de la Iglesia Católica (Madrid 1950), T. I, Pag. 123.
Santiago, S. Pablo y Sª Teresa, Panteón Familia Franco, Mingorrubio.
De San Jacobo, el hermano de S. Juan Evangelista, uno de los tres apóstoles preferidos por el Señor, presentes en su Transfiguración en el Monte Tabor y en la Pasión en el Huerto de los Olivos, afirma la tradición, y otras fuentes, que evangelizó en España. Pero también lo niegan los “historiadores” racionalistas.
Para empezar, veamos que hasta su nombre es español: Sanctus Iacobus, en latín, devino en Sant Iaco y Sant Iague (o Yagüe) y terminó en el españolísimo Sant Iago, Santiago, del grito de guerra de la Reconquista “¡Santiago y cierra España!”. De San Iago nació en portugués Tiago, transformándose luego en Diago y, posteriormente en Diego y su variante portuguesa (Diogo en portugués).
Escudriñemos si nuestro Patrón verdaderamente estuvo aquí.
Birreme fenicio-asirio del s.VI a.C. (Palacio de Senaquerib, Nínive)
Humanidad, Judaísmo y Cultura hace 2000 años
Antes de continuar con la aproximación a la historia de Los Plomos, es necesario ponerse en situación, teniendo en cuenta, con relación al mundo antiguo, los requisitos de tiempo y lugar. Especialmente los relativos la distribución sociopolítica en Europa y Oriente Próximo hace dos milenios, y los medios técnicos de la época para los viajes y las comunicaciones a distancia. Y examinar, con particular interés, los datos relativos a esos temas, y los conexos con ellos, contenidos en la Biblia, y, ¿por qué no?, los que nos vienen dados por la tradición y las revelaciones privadas a nuestros santos y beatos.
Respecto a la humanidad que habitaba el Oriente Medio y el Mediterráneo hace dos mil años, quiero resaltar sucintamente que el comercio y las comunicaciones, aunque difíciles, eran bastante corrientes. Como ejemplo, en tiempos del Rey Salomón, casi 1.000 años antes de Cristo, sus barcos viajaban a Tarsis (España) cada tres años siguiendo las rutas trazadas por sus vecinos y aliados fenicios; hasta 23 veces se cita Tarsis en la Biblia como pueblo o localización geográfica, sin duda en relación con Tartesos, protocivilización occidental que existió entre los siglos XII y V a.C. Y tenemos la práctica seguridad de que era lo que hoy es nuestra patria, y no en el Mar Rojo, porque cuando el profeta Jonás (s. VIII a.C.) huyó del mandato del Señor de viajar a Nínive para convertirla, se embarcó en Jope-Jaffa hacia Tarsis.
Sin duda, esas posibilidades de transporte favorecieron un comercio que propició asentamientos judíos por prácticamente todo el orbe conocido en el comienzo de nuestra era. La “esencia” judía -dispersión e infiltración en el poder- es anterior a la era cristiana. En base a ella se asentó el anuncio y la difusión del cristianismo. Y ello está documentado por numerosas fuentes, entre ellas la Biblia:
– Son significativos los casos de José en Egipto, de Daniel y Ester en Babilonia (Ester 14), y el del prosélito (converso) tesorero de Candace, la reina de Etiopía (Hechos 8:26-40; el Reino de Saba se presume que estaba localizado en Etiopía-Yemen, y, según el Corán, la reina de Saba se convirtió al monoteísmo).
– “Recorréis mar y tierra para hacer un prosélito”, dijo Jesús (Mateo, 23).
– Los Hechos de los Apóstoles hablan de judíos diversas procedencias: Pablo (natural de Tarso, Turquía), Lucas (de Antioquia de Siria), José-Bernabé (de Chipre), Aquila (del Ponto), Apolo (de Alejandría), los 12 que “solo conocían el bautismo de Juan” y que encontró S. Pablo en Éfeso. También Timoteo (de Listra, Turquía, hijo de una judía convertida a la fe y de griego), Nicolás, (prosélito de Antioquía, uno de los siete primeros diáconos; Hch: 16), Lidia (griega de Tiatira en Lidia, prosélita, que en Filipos fue la primera persona de origen europeo que se convirtió por la predicación de Pablo; Hch. 16:14–15, 40). El Día de Pentecostés “se encontraban en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la Tierra … Entre nosotros (decían) hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes” (Hch: 2). “… En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban” (Hch: 6). “… Los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar La Palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los helenistas” (Hch: 11).
– Estrabón (64 a.C. – 25 d.C.) escribió en su Geografía: «los judíos han penetrado en todos los países, por lo que es difícil encontrar algún lugar del mundo en el que su tribu no haya entrado y donde no estén poderosamente establecidos (“no se hayan convertido en dominantes” -o- “haya experimentado su poder”)».
– El Emperador Claudio debió fundamentalmente su cetro a Marco Julio Agripa (10 a.C. – 44 d.C., nieto de Herodes el Grande), al que luego elevó a rey como (Herodes) Agripa I; el mismo Claudio decretó luego la expulsión de los judíos de Roma, en el noveno año de su reinado (49 o principios de 50 d.C.), porque, según testimonio de Flavio Josefo, habían convertido a su mujer Agripina al judaísmo; o también, como escribe Suetonio, porque promovían frecuentes sediciones para perseguir a los cristianos. … En aquellos días, “Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma” (Hch:18).
– Diodoro Sículo (hacia 50 a.C.) dijo en su Biblioteca Histórica: “los judíos trataban a las otras gentes como enemigos e inferiores … la usura es su práctica de prestar dinero con excesivas tasas de interés; esto ha causado durante siglos la miseria y la pobreza de los gentiles, y ha supuesto una fuerte condena para los judíos”.
– Cicerón dijo de los judíos en su Oratio Pro Flaco (58 a.C.): “vosotros sabéis cuan considerable es su número, cuan unidos están, cuanta influencia tienen en nuestras asambleas”.
Pues bien, no se sabe con exactitud si los primeros judíos llegados a la Península lo fueron en tiempos de Salomón, como es probable dado los contactos comerciales entonces existentes, o con ocasión de la toma de Jerusalén por el rey Nabucodonosor II en 587/6 a.C., que dio pie a la profecía de Abdías respecto a que “los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad”. Sea como fuere, los sefardíes de la Edad Media tenían por cierto que sus antepasados estaban en nuestro suelo desde aquellas pretéritas épocas.
Los datos aportados dan pie a pensar que, a comienzos de nuestra era, en la Península había grupos de judíos más o menos numerosos, por lo que era del todo lógico que un Apóstol viniera aquí a evangelizar, fuera Santiago, fuera Pablo o fueran los dos.
Libro de Bronce de Jordania (vasija, réplica enmarcada y porciones originales). Libro de Plomo de Jordania.
Y dado que Los famosos Plomos de Granada están unidos a la predicación de Santiago El Mayor en España, tema apasionante para otra ocasión, es obligado hablar de los soportes físicos de los escritos de la antigüedad. Nuestros antepasados más remotos usaron la arcilla y la cera (en tablillas), el hueso, la madera, el papiro, las pieles, la piedra, el cobre/bronce, como en el caso del famosísimo Rollo de Cobre de Qumrán (s. I d.C.), y … el plomo. Quizá esto último nos haya estado más oculto, por ser ese metal muy apreciado, reutilizable y, por lo tanto, causa de que se hayan perdido tantos escritos en ese soporte. Pero su existencia es totalmente cierta y como prueba no hay más que recordar que en 2006 fueron encontrados en Cisjordania los conocidos como Libros de Plomo de Jordania, precisamente datados hace 2000 años.
Fuentes de la presencia de Santiago en España
La historiografía moderna se enreda en el laberinto de las bases documentales de “La Leyenda Jacobea”. Francisco Escribano, en Los orígenes del culto a Santiago en España, lo resume así: “algunas referencias dudosas de los siglos III y IV se convierten el s. VII en breves frases afirmativas aprovechadas ya desde el Beato de Liébana (701- 798) para crear la tradición de mayor importancia de nuestra Edad Media, la misma que llega hasta nuestros días”. Posteriormente, alrededor del año 813, el Obispo Teodomiro halló la tumba del Apóstol y el Rey Alfonso II El Casto mandó luego construir un templo encima del sepulcro, el cual, con el paso del tiempo, se transformó en la Catedral de Santiago de Compostela.
Con independencia de ellas, es importante saber que en 1947 apareció en las murallas de Mérida la lápida fundacional de la Iglesia de Santa María Virgen, consagrada entre los años 601/648 y arrasada por los sarracenos. En ella se da fe que, entre otras importantes reliquias (Lignum Crucis, S. Juan Bautista, S. Pedro, S. Pablo, S. Juan Evangelista y S. Esteban), estaba(n) la(s) de Santiago; reliquias que, a consecuencia de la invasión musulmana, fueron trasladadas a la iglesia de Santa María de Cortecella (Santiago de Compostela). Sin duda algo más que una coincidencia.
Pero el “documento histórico” más importante es el propio Pilar de Zaragoza. Entre el 400 y el 410 d.C. la Catedral de Santa María de Zaragoza custodiaba una venerable columna, presente en ella desde mucho tiempo atrás. Esto lo reflejó el hispano Aurelio Prudencio Clemente, consejero del también hispano Emperador Teodosio , poeta e historiador, quien, en su obra Ditoqueo ó Inquiridion, testimonió la existencia en la catedral cesaraugustana (zaragozana) de “la Columna en que fue flagelado el Señor … al lado (de la catedral) persiste una Columna venerable de la que el templo se encarga”. Esta descripción consagra documentalmente la tradición de que la pequeñísima capilla (edículo de 4’4×2’22 m ) de adobe edificada por Santiago, situada entre el río Ebro y la muralla romana, custodiaba la Columna, y que ambas estaban bajo la autoridad y protección de la inmediata iglesia catedral, la cual estaba adosada a la pared interior de la muralla, pudiéndose pasar de una a la otra por un portillo. La Columna estaba empotrada en la pared opuesta a la entrada de la capillita, con una abertura hacia el exterior para que pudieran besarla los fieles desde fuera.
El Edículo y la Basílica a través del tiempo. El dibujo del s. XVII de la Columna muestra sus dimensiones y las zonas D (antigua) y E (moderna) donde depositaron y depositan sus óculos los fieles a través de dos milenios.
Este edículo aguantó malamente la dominación árabe, como todas las iglesias que no demolieron, pues los sarracenos prohibieron levantar nuevos templos o hacer obras en los antiguos. Tras la reconquista de Zaragoza en 1120, hacia el año 1660 los maños decidieron hacer una gran basílica y empezaron el derribo de la anterior, la muralla y el edículo. En 1754 se derribaron las paredes de barro del edículo, respetando las obras la ubicación de la Columna y su disposición general (empotrada en una pared) pero ofreciendo otro lugar a la veneración (beso), y así ha llegado a nuestros días.
Que Santiago vino a España a predicar lo afirmaron San Antonino; San Isidoro, en su libro Vita et morte Sanctorum; Braulio, Arzobispo de Zaragoza (651); Juliano, Arzobispo de Toledo (690), Beda el Venerable (672-735) y los Papas Calixto II, Pío V, y Sixto V.
Mística Ciudad de Dios, Libro VII, Capítulo 17
Pero los católicos tenemos unas fuentes de conocimiento más importantes que las hasta ahora citadas. La Venerable Sor María de Jesús de Ágreda, O.I.C. – Franciscana, en el mundo María Coronel y Arana (1602 – 1665), una de las más grandes místicas de la Iglesia católica, quien influyó grandemente en nuestro rey Felipe IV y, mediante bilocaciones, ¡evangelizó a los indios de Nuevo Méjico, Arizona y Tejas!, nos dejó la siguiente revelación privada en su obra Mística Ciudad de Dios: Libro VII, Capítulo 17, Párrafo 13 (358 del total):
«Sucedió este milagroso aparecimiento de María Santísima en Zaragoza (Caesaraugusta in Hispania), entrando el año del nacimiento de su Hijo nuestro Salvador de 40, la segunda noche de 2 de enero. Y desde la salida de Jerusalén a la predicación habían pasado cuatro años, cuatro meses y diez días, porque salió el Santo Apóstol año de 35, como arriba dije (Cf. supra n. 319), a 20 de agosto; y después del aparecimiento gastó en edificar el templo, en volver a Jerusalén y predicar, un año, dos meses y veinte y tres días; murió a los 25 de marzo del año 41. … La gran Reina de los Ángeles, cuando se le apareció en Zaragoza, tenía de edad 54 años, tres meses y veinte y cuatro días; y luego que volvió a Jerusalén partió a Éeso, como diré en el libro y capítulo siguiente; al cuarto día se partió. De manera que se le dedicó este templo muchos años antes de su glorioso tránsito, …».
Muchos más detalles añadió la Venerable, pero queden estos por más que suficientes y precisos. Además, la Beata Catalina Enmerich, en sus visiones sobre los Apóstoles, confirma prácticamente los anteriores y añade otros.
La ciencia atea y racionalista no admitirá nunca estos testimonios, pero para los católicos tienen un valor fundamental.
¿Estuvo San Pablo en España?
Calco de la espada que decapitó a S. Pablo según la tradición. Desapareció de Toledo durante el terror rojo en 1936.
S. Pablo y Sª Tecla en Éfeso; a esta se le rinde culto en España en la Catedral de Tarragona y en La Guarda -Pontevedra- (desembocadura del Miño).
En su Epístola a los Romanos (Rm: 15,24) S. Pablo escribió claramente sus intenciones de venir a nuestra Patria. Los apócrifos Hechos de Pablo y Tecla (siglo II) y Eusebio de Cesarea (siglo IV) lo corroboran. Habían pasado una docena de años desde la decapitación de Santiago y era del todo natural que quisiera continuar la labor del mismo, de “Los Siete Varones Apostólicos” y de anónimos comerciantes, colonos y soldados jubilados. Los pocos años de cautividad en Roma, gozó de los privilegios de ser ciudadano romano y estuvo en libertad bajo custodia, por lo que no es extraño que se le aplicara también la pena de destierro/confinamiento y eligiera Tarragona, a muy pocos días de barco desde el puerto de Roma (Ostia).
De nuevo la tradición afirma que el Apóstol de los Gentiles estuvo en nuestra Patria.
Aproximación a la cronología de los primeros años de Cristianismo y los principales Apóstoles
Año. Circunstancias
S. Mateo dice que Jesús nació “en los días del rey Herodes”, quien murió en el año 4 a.C.
Benedicto XVI: el nacimiento de Jesús tuvo lugar entre los años 7 y 6 antes de Cristo.
Publio Sulpicio Quirino, o Cirino, fue dos veces Gobernador de Siria (Lc. 2:2), la 1ª entre el 9 y el 6 a.C.
¿27?: Muerte de Cristo.
Pilato “prefecto” de Palestina entre 26-36.
Conversión: 31 d.C.
35/6-39. Jerusalén.
Pablo se presenta a S. Pedro y Santiago en Jerusalén, tras predicar en Arabia
40. Zaragoza.
Aparición, en vida, de María.
41*/42. Jerusalén.
(*): según la Venerable Sor
María de Ágreda
Liberado de Torre Antonia, tras muerte de Santiago (Hechos 12).
Decapitado por Herodes Agripa I (reinó entre 42-44).
Pudo estar hasta 10 años aquí.
“Trascurridos 14 años” … (Gálatas 2).
46. 1er Viaje de S. Pablo
Fue siete años obispo de Antioquía.
Pablo encuentra a Pedro
(Gálatas 2:11). Controversia de Antioquía.
48/49 (¿51/52?). Jerusalén
Concilio de Jerusalén.
Concilio Jerusalén.
49-50. Roma.
El Emperador Claudio
decreta la expulsión de
Roma de los judíos
En Roma 25 años, discontinuamente (s/. Eusebio de Cesarea y S. Jerónimo).
El Emperador Tiberio ya los había expulsado en el año 19
50-51. 2º Viaje S. Pablo.
Grecia
54-57. 3er Viaje de Pablo.
Éfeso. 55: Carta a Filemón
64-¿67?: Roma.
¿67?: Martirizado durante el mandato de Nerón (54-68).
Según Flavio Josefo, la mujer
de Nerón, Popea, era prosélita
(Ant. 20,195). Alentó la
persecución a los cristianos
Jerusalén 57/60: Detenido. ¿63: Exilio en Tarraco? Martirizado mismo año que Pedro en Roma.
70. Jerusalén
Cerco y destrucción de Jerusalén y Diáspora. Muchos judíos vienen a España.
Lo que va de ayer a hoy
Santiago y San Pablo, significativamente, fueron parte de las primeras festividades suprimidas por el actual régimen. El Gobierno de Suárez, con la excusa de una reducción de las fiestas y consecuente con la anterior Ley 16/1976 de Relaciones Laborales (Gobierno Arias), en marzo de 1977 intentó la supresión o traslado de la Ascensión del Señor, el Corpus, S. Pedro y S. Pablo, y Santiago. Inicialmente se salvaron entonces el Corpus y Santiago (luego caerían), se trasladó la Ascensión y la de los apóstoles Pedro y Pablo fue declarada “no de precepto” por la Santa Sede a petición del Gobierno Español. En apenas un año España había dejado, prácticamente, de ser católica.
Que nuestro santo Patrón nos conceda su intercesión en las angustiosas circunstancias actuales, a pesar de nuestras culpas, en honor a nuestros antepasados que sí le ofrendaron su devoción y agradecimiento.
¡Santiago y Cierra España!
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