29/04/2024 03:40
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LOS CAPÍTULOS DE LA SERIE SON:

  1. Primera etapa. Málaga.
  2. Segunda etapa. Galicia.
  3. Tercera etapa. Barcelona.

3.4. París: etapa AZUL.

3.5. París: etapa ROSA.

  1. Las señoritas y el Cubismo

4.1. El comunista Picasso

4.2. Autor dramático y poeta.

  1. Las curiosidades del genio.

5.1. «Así fueron mis mujeres».

5.2.  Toros y Toreros.

  1. La guitarra, compañera inseparable.

6.1..  El «Guernica» y España.

  1. La «Plaza de toros PICASSO».

7.1.  La muerte y una herencia envenenada..

  1. LAS SEÑORITAS Y EL CUBISMO

Entre 1907 y 1908, superadas ya la “Etapa Azul” (la de la miseria y la de las necesidades económicas) y la “Etapa Rosa” (la de la supervivencia y el inicio del amor), Picasso se traslada con su amadísima Fernande a la granja ajardinada “La

Rue-des-Bois” que había adquirido en esa localidad al norte de París… y es allí donde, sin descuidar los desnudos y paisajes, “con acertadas y vigorosas pinceladas marrones y naranjas e intensas tonalidades de verdes” (R. Inglada), comienza a realizar los primeros bocetos (más de 500) de la obra que sería el comienzo del Cubismo y la que le lanzaría ya ciertamente a la fama: “Las Señoritas de Avignon” (según los críticos la obra más importante de la pintura Europea del siglo XX).

Fue el comienzo de la etapa más brillante de Picasso, como lo ratifica el contrato que firma el 18 de diciembre de 1912 con el marchante y galerista alemán Daniel-Henry Kahnweiler:

Me comprometo a no vender a nadie más que a usted. Las únicas obras exentas de esta condición son las pinturas y dibujos anteriores que me pertenecen. Tengo derecho a aceptar encargos de retratos y grandes decoraciones destinadas a un lugar concreto. Los derechos de reproducción de las obras que usted adquiera serán de su propiedad. Me comprometo a venderle a precios fijos toda mi producción de pinturas, esculturas, dibujos y grabados, reservando un máximo cinco pinturas al año para mí. Me reservo el derecho de conservar el número de dibujos que estime necesario para mi trabajo. Me permitiré decidir cuándo un cuadro está acabado. Se entiende también que durante estos tres años no tendré el derecho de vender ninguno de los cuadros y dibujos que haya reservado para mí. Por su parte, usted conviene durante los tres años a comprar a precios fijos toda mi producción en forma de cuadros y “gouaches”, así como un mínimo de veinte dibujos al año. Los precios que hemos acordado para el plazo de vigencia de nuestro acuerdo son los siguientes:

Dibujos ……………………………………………………………       100 francos

“gouaches”……………………………………………………..       200 francos

cuadros de hasta el núm. 6 incluido…………       250 francos

de los núms. 8,10,12,15,20………………………….                            500 francos

de los núms. 30,40, 50…………………………………………….. 1.500 francos

del núm. 60 y mayores……………………………………………. 3.000 francos

 

por decidir los precios de las escultura y grabados.

Pero, antes de hablar de “Las Señoritas de Avignon” conviene decir algo de lo que fue el movimiento cubista, que sería el más importante de los “ismos” que vendrían después. Según Gertrude Stein, la norteamericana que había acordado con él comprarle todos los cuadros que pintara para su colección particular, los padres del cubismo fueron Picasso y

Braque (más tarde se sumaron Gris Léger) influidos por “Las grandes bañistas” de Zesanne. La americana decía que el Cubismo era la ruptura con el pasado, ya que ponía punto final a la concepción del Realismo y hasta del Impresionismo y daba tres razones para su creación: “En primer lugar, la composición. Como había cambiado el modo de vida la composición de la vida se amplió y una cosa era tan importante como cualquier otra. En segundo lugar, empezó a disminuir la fe en lo que ven los ojos, es decir, la creencia en la realidad de la ciencia. (…) En tercer lugar, desapareció el marco de vida, la necesidad de que un cuadro exista en su marco, que se mantenga dentro de él. Un cuadro en su marco era algo que siempre había existido, pero los cuadros comenzaron a desear abandonar sus marcos, y también eso creó la necesidad del cubismo”.

‘Las señoritas de Avignon’

Aunque para Picasso el Cubismo (por cierto que al genio malagueño nunca le gustó la palabra Cubismo) sólo era el afán de experimentar que tuvo a lo largo de su vida. Picasso, “dominador del arte del dibujo” como ya había demostrado en obras anteriores, sólo pretende buscar otras dimensiones de lo que tiene a la vista, no se conforma con pintar la cara de un objeto, persona o paisaje (muchos años antes Canova al hacer la escultura famosa de Paulina Bonaparte desnuda no se conformó con presentarla de frente sino que realizó la misma reflejando la espalda vista desde atrás), sino que busca lo que hay detrás o alrededor y entonces surgen las formas geométricas. “En el centro de su discurso artístico aunque se mantiene firme la figura humana, en especial la femenina, sometida a una simplificación, aparece la alternancia de rasgos cóncavos y espacios planos, de entrantes e improvisados contornos lineales, que crea un ritmo y una musicalidad que procede por analogía: las partes del cuerpo remiten unas a otras, constituyendo los signos pictóricos de un lenguaje estético autónomo y haciéndose extremadamente manipulables a partir de la ruptura de la perspectiva” (P. Esteban).

Y ahora vayamos con “Las Señoritas de Avignon”, la obra más pictórica de toda su trayectoria artística (según los críticos muy superior, incluso, al “Guernica” de su madurez). Al parecer el cuadro se llamó en un principio el “Burdel de Avignon”, ya que en realidad las protagonistas de la obra son prostitutas de un burdel que había conocido, precisamente, en la calle Avignon de Barcelona, lo que dio lugar a confundirlo con la ciudad francesa del mismo nombre. También durante el proceso de creación hubo cambios, ya que en el primer proyecto incluía a un muchacho que irrumpía en la escena con una calavera en la mano que después sería sustituido por un marinero y al final en una mujer desnuda. La cesta con frutas del centro de la escena alude al hecho de que las mujeres están a punto de ponerse a comer. “El rechazo total del relieve -“Picasso”, “Paloma Esteban”-, la neta división en superficies planas y cerradas por el contorno, la fragmentación geométrica y la superposición de fondo y figuras son algunos de los rasgos fundamentales de la obra, en la cual Picasso abandona los sombreados para dejar exclusivamente a los nítidos trazos de los contornos y de los tonos la creación del volumen”.

Se dice, por otra parte, que Picasso se inspiró para su obra en “El baño turco” de Ingres y mucho en la “Visión del Apocalipsis” de El Greco, lo cual indica y confirma la gran influencia que tuvo siempre en Picasso el famoso griego ubicado en Toledo.

4.1 EL COMUNISTA PICASSO

Siguiendo el método de las generaciones de Ortega cuando Picasso en 1926 cumple los 45 años no sólo ha entrado en la “Etapa de gestión, predominio y mando”, sino que ha conseguido encumbrarse a la cúspide de la gloria. El malagueño es ya el pintor más famoso del mundo y además un hombre supermillonario. La alta sociedad de París se lo rifa, las mujeres se le rinden, los pintores le envidian y él puede permitirse el lujo de reírse de todos, incluso de sí mismo. El joven que llegó a París sin un duro y que vivió la bohemia con trajes raídos es ya la firma más cotizada de la Historia. Hasta el punto de que la Nobleza, los grandes capitalistas americanos y los museos se vanaglorian de tener un “Picasso”, sin importar muchas veces la calidad de la obra… cosa que el “fenicio” aprovecha para hacer

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caja sin descanso. Según sus críticos en esa etapa llegó a realizar hasta 5 obras diarias.

Pero, hoy vamos a centrarnos un poco en su vida política (esta página no da para más). En su juventud se hizo anarquista (como “Azorín”, Unamuno, Baroja y los hombres salidos del “desastre del 98”), tal vez por el hambre y la miseria que había visto en los alrededores de Barcelona o los pobres que vivían en los barrios pobres de París y su difícil estancia en la capital francesa. “Cuando se es pobre y se pasa hambre -le diría a su biógrafo Antonio D. Olano- y cuando la miseria te rodea uno se hace anarquista, ¿qué sino se puede hacer?”. Luego se acercó al comunismo, quizás porque las ideas de Marx habían conquistado a la intelectualidad francesa y más cuando estalló la Gran Guerra y sus mejores amigos, Braque y Apollinaire y otros, se fueron a luchar en defensa de la libertad. Al terminar la guerra nada fue ya igual para él. El triunfo de la Revolución rusa lo cambió todo. Escritores, pintores, escultores, músicos, artistas, profesores y hasta el clero bajo se enamoraron de Lenin y muchos de ellos engrosaron el incipiente Partido Comunista de Francia. Picasso siguió el mismo derrotero aunque tardaría años en afiliarse. “¿Y cómo fue que al final un hombre como tú, tan independiente siempre, tan rebelde, tan libre acabaste sacándote el carnet comunista, sabiendo lo que estaba pasando en Rusia, tras la muerte de Lenin? -le preguntó un día el joven periodista Olano-. Mira, mi joven galleguiño, yo que no soy tonto ni nunca lo he sido me di cuenta enseguida que ser de izquierdas era lo que se llevaba y que si los comunistas te consideraban amigo se te abrían todas las puertas que llevan a la fama y la gloria y lo contrario era incluirte en una fatal “lista negra”. Así que me hice comunista”.

Su versión “oficial” fue esta: “Mi adhesión al PC es la resultante lógica de toda mi vida, de toda mi obra. Pues me enorgullece decirlo, yo no he considerado nunca la pintura como un simple arte de recreo, de distracción; con el dibujo y el color, esto es, con mis únicas armas, he tratado de penetrar más y más en el conocimiento del mundo y la Humanidad, con el fin de que tal conocimiento pueda liberarnos a todos más cada día. He procurado decir a mi manera lo que yo consideraba más verdadero, más justo, y era, naturalmente, siempre lo más hermoso; eso los grandes artistas lo saben de sobra… He ingresado en el partido sin vacilar, puesto que, en el fondo, yo estaba con ellos desde siempre… Siempre fui un exiliado, y ahora ya no lo soy. En la espera del día en que España pueda acogerme, el Partido Comunista francés me ha abierto los brazos y ahí he encontrado a todos aquellos a quienes más estimo, a los más grandes sabios, los grandes poetas… De nuevo me hallo entre mis hermanos”. (Declaración al biógrafo Pol Gaillard).

Aunque todavía en 1930, al ser preguntado si era monárquico respondería: “Si en España hay una Monarquía y un Rey/ yo soy monárquico./ ¿Y si mañana hay una República?/ Entonces seré republicano”. Tal vez por ello cuando llegó la República el 14 de abril del 31 no mostró demasiado entusiasmo ni la República por él. Las relaciones de ambos entre 1931 y 1936 fueron más bien frías. Se cuenta que el embajador español en París, Madariaga, se quejó de él porque nunca acudía a los actos sociales o culturales que se organizaban en la embajada.

Sin embargo, todo cambió al producirse el alzamiento militar del 18 de julio del 36, porque entonces sí se puso totalmente a favor de la República (quiźas por seguir la corriente de la intelectualidad francesa) y de “motu propio” hizo la serie de grabados que llamó “Sueño y mentira de Franco” (una feroz y humillante serie de 18 viñetas en forma de cómic donde ridiculizaba la figura del que ya era Generalísimo de los Ejércitos y Jefe de Estado de la España Nacional). También la República cambió y se aproximó a él (más por su fama y su prestigio internacional que por su obra) nombrándole, incluso, Director del Museo del Prado… aunque no llegó a tomar posesión del cargo. “¿Y cómo iba a volver a aquel Madrid racionado, armado hasta los dientes y bombardeado -diría Dalí- el burgués millonario que vivía como un dios en sus casas de la Costa Azul y París o en su castillo-palacio de Antibes?

¡Ese era el comunista Picasso!”.

El ‘Guernica’… Todo ocurrió después del 18 de julio

Pero, como la guerra continuaba y la República necesitaba a toda costa la ayuda internacional, y especialmente de Francia, se acercó de nuevo a él para pedirle que participase con una obra que llevase su nombre en la Exposición Internacional de París… Y así nació el “Guernica”. Porque un día de 1937 llamaron a su puerta los miembros de la Delegación española (Josep Renau, el arquitecto Luis Lacasa, y los escritores Juan Larrea,

Max Aub y José Bergamín) que en nombre del Gobierno republicano solicitaba su colaboración. De momento el genio no se comprometió, quizás porque nunca había hecho ninguna obra por encargo o porque no quería comprometerse del todo. El hecho es, sin embargo, que aceptó y llegó a un acuerdo para realizar un Cartel, lo más grande posible (11×4 metros), para situarlo a la entrada del Pabellón español… y aunque Picasso se negó a cobrar el Director General de Bellas Artes, Josep Renau, que presidía la Delegación se comprometió a pagarle, por los gastos de materiales, 200.000 francos (más o menos 30.000 euros de hoy) y como señal se le entregaron en el acto 50.000 francos, el resto lo recibió al terminar la obra.

A pesar del acuerdo el malagueño se pasó unos meses sin saber qué pintar y fue el bombardeo del pueblo de Guernica, por parte de los alemanes e italianos, el que le decidió. Tal vez porque “L’Humanité”, el órgano del PCF (Partido Comunista Francés) daba una versión muy exagerada del bombardeo y sus consecuencias, según el Diario habían perecido más de 2.000 personas y la ciudad había quedado totalmente destruida (en realidad sólo hubo algo más de 100 muertos).

Pero, Picasso hizo en el “Guernica” algo más de lo que pretendían los republicanos, ya que la obra era sobre todo una diatriba feroz sobre los horrores de las guerras y no sólo del bombardeo del pueblo vasco. Sin embargo, el “agtiprop” comunista hizo de la obra, que pasearon después por todo el mundo, un símbolo de lucha contra Franco y el franquismo.

‘Autorretrato’, 1938

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4.2 AUTOR DRAMÁTICO Y POETA

 

Grande es Dios en el Sinaí; el trueno le precede, el rayo le acompaña, la luz le envuelve, la tierra tiembla, los montes se desgajan; pero hay un Dios más grande, más grande todavía, que no es el majestuoso Dios del Sinaí, sino el humilde Dios del Calvario, clavado en una cruz, herido, yerto, coronado de espinas, con la hiel en los labios, y sin embargo, diciendo: “¡Padre mío, perdónalos, perdona a mis verdugos, perdona a mis

perseguidores, porque no saben lo que se hacen!…””.

Estas palabras de Castelar, las más bellas, bellísimas, que se pronunciaron jamás en el Parlamento español (1869) me sirven para recordar que si hubo un Picasso pintor grande, grandísimo, casi divino, hubo otro más humilde, más sincero y menos divino que fue el Picasso escritor. Aunque curiosamente así se vio él mismo cuando en 1934 le preguntó un día José Antonio Primo de Rivera en San Sebastián cómo le gustaría pasar al Diccionario de personajes célebres, porque entonces sin dudarlo le respondió: “Pablo Ruiz Picasso, poeta y autor dramático. Se conservan de él algunas pinturas”. Poco después escribiría su primer poema: “Si yo fuera afuera las fieras vendrían a comer en mis manos y mi cuarto aparecería sino fuera de mi otros sueldos irían alrededor del mundo…” (1935). A partir de ese momento Picasso escribió más de 200 poemas, 2 obras de teatro y miles de cartas (las primeras de éstas están fechadas en junio de 1931 cuando recibió en París la noticia de la quema de iglesias y de conventos de su Málaga natal. “Están locos -le escribe a su amigo Sabartés- si eso es la República, apaga y vámonos”).

Comencemos con el teatro. En 1941, cuando ya París está tomada por los nazis, no tiene más remedio que encerrarse por el miedo y el terror que siembra la Gestapo entre los intelectuales que no han huido y se han quedado en la capital parisina. Son unos años difíciles y llega un momento que Picasso vuelve a ser pobre, tan pobre que apenas si puede comprar las telas para seguir pintando y para no ahogar su imaginación salvaje se refugia en la pluma y en el papel. Así, en estas condiciones, escribió “El deseo cogido por el rabo”, una obra que los críticos consideraron “surrealista”, “esperpéntica”, “esquizofrénica” e “ininteligible”, en que los personajes no son seres humanos, son “el gran pie”, “el cebolla”, “la tarta”, “el silencio”, “el hambre”, “el soñador”,… Pero, tras esa pantalla surrealista hay un canto a la libertad, una crítica feroz a la violencia y una defensa a ultranza del sexo como motor de la vida. Esta obra pasaría a la Historia, más que por su contenido, por la primera puesta en escena que tuvo. No se realizó en un teatro ni con actores profesionales (eso sería años después y en Londres), sino en una de las “Fiestas” que organizaban los intelectuales perseguidos para darse ánimos entre sí y poder hablar de lo que hacían cada uno de ellos. Fue la noche del día 14 de enero de 1941 y en casa del propio Picasso y entre los intérpretes se encontraban Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Jean Cocteau y Dora Maar (una de sus mujeres) y como director Albert Camus.

Seis años más tarde escribiría “Las cuatro niñas” (1947).

Dicen que su madre le dijo un día: “Me dicen que escribes. Te creo capaz de cualquier cosa. Si un día me dijeran que has oficiado una misa, también me lo creería”.

De izquierda a derecha: Lacan, Éluard, Reverdy, Leiris, Picasso, Hugo, Campan, De Beauvoir

y Brassaï; y abajo, Sartre, Camus, Leiris y Aubier.

Sin embargo, donde Picasso se explaya y muestra mejor su faceta literaria es en la poesía. Sus poemas, en verso o en prosa, son fiel reflejo de su mente anárquica y rebelde, porque para él no hay gramática, no hay ortografía, no hay sintaxis, no hay normas poéticas que le frenen, escribe a impulsos y cada palabra es como un rayo, como un relámpago. Tal vez porque no había olvidado lo que su gran amigo Marc Jacob le había dicho en cierta ocasión: “No pintes nunca lo que salga de tu cabeza, pinta lo que salga de tu corazón”. Pues esa norma fue la única que siguió en sus escritos.

Ahora, ya, leamos algunos de sus poemas en verso y en prosa:

Vi salir esta noche del concierto

en la sala Gaveau a la última persona

y después me alejé por la misma calle y fui al estanco a buscar cerillas

***

Espejo en tu marco de corcho – tirado al mar entre las olas – no ves sólo el relámpago – el cielo – y las nubes – con tu boca abierta dispuesta a tragarse el sol – mas si un pájaro pasa – y por un instante vive en tu mirada – al instante se queda sin ojos – caídos al mar – ciego – y qué carcajadas – en ese preciso momento – brotan de las olas.

***

Los cuadros son locas

con el corazón carcomido

por burbujas radiantes

anudados los ojos a la garganta

 del latigazo caramboleador

aleteando

sobre el cuadrángulo de su deseo

***

Gota a gota vivaz muere el

azul pálido entre las garras del

verde almendra en la escala

del rosa

***

La noche arrancada tan brutalmente del cielo evaporador rota de tanto alfiler la palidez de sus prendas

halladas gota a gota exangües hunde su caparazón en el eco de la piedra arrojada al pozo

***

Tampoco golpea el aroma del sabor del amarillo el sonido del verde encanto que suspira el contacto con el rosa de risueños destellos la mirada del perfume desvanecido del azul del vacío moldea la paloma líquida del canto evaporado de la luz cegada por el grito del calor que considera su cuerpo en el aire toca a rebato tan delicado de la ausencia de las horas arrancadas al silencio

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Geppetto

No se… los españoles les interesa mas bien poco la obra pictorica de Picasso, de manera que su vida les importara aun menos
Vida ademas puesta al servicio del PCE que le dio el jabón suficiente para encumbrarlo.
La vid de Pablo Picasso es la vida de un libertino y un rojo de las narices

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