15/05/2024 08:12

«Buscad primero la justicia y lo demás se os dará por añadidura», escribió el profeta Mateo rememorando las palabras de Cristo. Es útil, y también pertinente, ahora que estamos a punto de acabar un año políticamente miserable, y que hemos de enfrentarnos al próximo con firmeza y esperanza, mencionar lo imprescindibles que son para la convivencia la rectitud y la ecuanimidad, pero advirtiendo que quien luche en favor de la justicia ha de saber que los sostenedores de la injusticia, al verse atacados, se defenderán; y para defenderse ofenderán a sus opositores de todos los modos y maneras.

Les torturarán el cuerpo y les atormentarán el alma, y les privarán de su libertad y, tal vez, de su vida. Como indicó Giovanni Papini en su Historia de Cristo, «Os acusarán de toda clase de torpezas; y los puercos dirán que sois sucios, los asnos jurarán que sois ignorantes, los cuervos os acusarán de comer las carroñas, los ladrones os denunciarán por hurto, los cabrones os alejarán como a hediondos, los disolutos gritarán escandalizados de vuestra supuesta lujuria». Pero no por ello hay que abandonar la pelea, porque el insulto de los insidiosos significa el triunfo de la verdad y la mugre que arrojan los siniestros constituye la prenda de la razón.

Ninguna sociedad puede sobrevivir a la ausencia de la Justicia ni a la corrupción total de sus gobernantes, como es el caso actual de España. Máxime cuando los más prestigiosos entre sus ciudadanos se niegan a cuestionar cincuenta años de abominaciones o a reconocer las causas de esta masiva degradación política, social, moral, espiritual y educativa, y se limitan en sus tertulias o en sus gacetillas a deplorar, si no a disculpar, los excesos de tal o cual acción menor, o de tal o cual hecho del psicópata de turno, sin darse cuenta de que tienen ante sí al infierno en su versión contingente, representado por los diantres más dañinos, capaces de los fines más viles y de los medios más fraudulentos.

Es entonces, contemplando tanta ceguera, tanta ocultación y tanta hipocresía, cuando comprendemos que la sociedad, por sí misma, carece de salvación. Porque perder el tiempo desmenuzando la fechoría puntual del malhechor que lleva años cometiendo crímenes es como acusar de hurto al genocida que lleva años amordazando, secuestrando y matando a millones de semejantes con leyes, abortos, pandemias y sueros letales planificados, y demás muertes impuestas. Si la sociedad no se convence de que la lucha no consiste sólo en enfrentarse a delincuentes usuales, que se han desviado levemente en sus deberes públicos, sino que combate contra una conspiración plutocrática cuyo objetivo es acabar con la humanidad tal y como la conocemos hasta ahora, y con su correspondiente civilización, la sociedad tiene sus horas contadas.

Y así las cosas, el líder o grupo de líderes que para su regeneración precisa en esta hora la patria, no debe poner su mirada en qué galardón recibirá la conducta justa, sino en comprender y hacer comprender a la ciudadanía que el mayor trofeo está en ser justo; que la importancia de la justicia no se mide por el número de personas que reconocen la justicia de un individuo, sino en hacerla patrimonio de todos, porque, quien pretende que la rectitud individual sea publicada y exhibida no trabaja para la virtud, sino para la gloria.

Los constructores de Estados saben que su primer paso es liberar a la justicia de las cadenas con que la aherrojaron los tiranos. Luchar por alcanzar el día en que, salvándola del encierro donde la maldad de su época la tenía confinada y oprimida, sea mostrada a la luz pública con todos los honores; y luchar por mantenerla así, con milenaria vigencia. Para que los descendientes de los liberadores vean que la verdad y la virtud, principales atributos de la justicia, no mueren jamás; que, aunque la iniquidad les cierre los labios durante un tiempo, otros días llegarán en que se juzgue sin malicia y sin falsas e interesadas indulgencias.

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Se apresura a nacer, mis amables lectores, un nuevo año. Y con su nacimiento, renace la esperanza. Ni España morirá, ni la maldad imperará en el mundo eternamente. Porque los espíritus libres, los hombres y mujeres de bien, permanecen en la lucha. Como siempre. Para ellos va nuestro recuerdo y nuestros mejores deseos, con la mirada puesta en un horizonte de Justicia.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Ramon

Por desgracia en España no hay justicia por lo menos desde el asesinato por la cia-masoneria-kisinguer de Carrero blando, desde la entrada del Sáhara por el traidor principito Juanito que debería haber sido detenido y enjuiciado por traición. Desde el robo a Rumasa, desde la reconversión industrial y agraria. Y si me apura usted, en España no hay justicia desde el asesinato del coronel Gabaldon en el año 1941 quien.imvestigaba la masoneria dentro del ejército nacional. Parece ser que uno de los participantes en el asesinato fue Gutierrez mellado que resultó ser espía de cia y del kgb.

Aliena

Caramba, ignoraba yo todo lo relativo al coronel Gabaldón.

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