08/05/2024 05:44
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Si queremos entender el fenómeno de la estrategia silenciosa del socialismo para conseguir y mantener el poder, debemos remontarnos a las ideas que expuso el socialista Antonio Gramsci en sus “cuadernos de la cárcel” al buscar una vía no violenta para la conquista del poder, y textualmente decía: “Se hace necesario en primer lugar transformar el alma humana, y cuando esto se haga el poder caerá como fruta madura en las manos de la izquierda”. Esta reflexión supuso un cambio en la estrategia de la izquierda, ya que si la imposición violenta del modelo socialista estaba siendo un fracaso, la clave estaría en la modificación de las conciencias a través de la cultura, de los medios de comunicación, de la educación, de la destrucción de los valores culturales de cada uno de los pueblos donde se implante el socialismo, y esto así ha ido ocurriendo poco a poco desde entonces en casi todo el mundo.

            Siempre es más fácil dominar a siervos temerosos que a hombres libres, por eso el socialismo busca la pobreza, aumentar el número de personas dependientes del Estado y destruye a los emprendedores y empresarios.

            Al inicio de la democracia en España el número de empleados públicos, con una administración centralizada, era veinticinco veces inferior al número de funcionarios, sindicalistas liberados y empleados de empresas públicas que en el momento actual. ¿Y para qué? Muy sencillo: para conseguir que más personas dependan del Estado restándolas a la iniciativa privada.

            Las ideas de Gramsci han sido puestas en práctica y mejoradas a lo largo de casi noventa años, a través de un método que se podría resumir en doce reglas de manipulación:

            La primera de ellas es la regla de la simplificación o del enemigo único, que han aplicado continuamente contra los liberales, haciendo pactos con la extrema izquierda radical y fabricando un “cordón sanitario” como ellos lo llaman, inicialmente frente al PP, y cuando este abandonó el liberalismo frente a VOX. Una segunda regla es la del contagio, con la que se asimiló las ideas liberales con las del fascismo, cosa casi imposible si la gente supiera que el fascismo es un movimiento nacido del socialismo italiano.

            La tercera regla es la de la transposición, en la que se debe cargar al adversario los propios errores y defectos ligándola a la anterior, ya que se llama fascistas o nazis a unos partidos surgidos del socialismo en Italia y Alemania, pero una vez demonizado el concepto se carga al adversario.

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            La cuarta regla es la de la desfiguración y la exageración, de forma que cualquier frase o declaración hábilmente sacada de su contexto hace parecer a VOX como un partido de extrema derecha o a la Asociación de Víctimas del Terrorismo y a Ortega Lara como unos insolidarios con la paz en el País Vasco.

            La quinta regla es la de la orquestación, ya que, al tener la mayoría de los medios de comunicación controlados, cualquier noticia desfavorable a VOX será repetida y difundida hasta la saciedad. Ejemplo de ello será la entrevista manipulada, que se hará pública próximamente, de Jordi Évole a Macarena Olona, en la que se repetirá de forma insistente, desde varios puntos de vista y desde diferentes medios de comunicación, que VOX es un partido detestable y Macarena Olona una víctima. Aquí debemos recordar a Goebbels cuando decía “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas repetidas de forma incansable y presentadas desde distintos ángulos, pero siempre confluyendo en el mismo concepto”, ya que si una mentira se repite las suficientes veces, acabará convirtiéndose en verdad.

            La sexta regla es la de la vulgarización, haciendo a través de programas de humor en las diferentes televisiones controladas, la ridiculización de los personajes más destacados de VOX y el desprestigio de sus argumentos al presentarlos como muñecos que se pelean entre sí o como personajes serios, poco flexibles y mucho menos agradables que los simpáticos progres que les ridiculizan.

            Ligada a la anterior regla tendríamos la de la renovación, en la que el PSOE genera continuamente informaciones, noticias y argumentos nuevos a un ritmo tan rápido que hace que cuando VOX responde un argumento este ya está viejo, debiendo responder a un ataque o a una información nueva aunque sea falsa, dando una sensación de caos y confusión en la gestión política de oposición, ya que ninguna de las quejas se termina de resolver y todas ellas quedan como pataletas de alguien que no se conforma con su papel actual.

            La siguiente regla es la del globo sonda, que consiste en el lanzamiento permanente de proyectos o leyes, que luego se reforman o se retiran y que finalmente no se concretan, y que sirven para crear una sensación de que se está gestionando, aunque no sea así. Otra regla es la de la verosimilitud, por la que cualquier globo sonda que se lance se confirma desde diferentes medios de comunicación afines, así como por reputados técnicos o científicos también afines que dan carta de viabilidad a cualquier proyecto, aunque sea descabellado, siendo el ejemplo más ilustrativo el equipo de asesores científicos durante la pandemia, que nunca existió.

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            La décima regla es la de la silenciación, que se aplicó en la investigación de la masacre del 11-M, promovida inicialmente en una comisión parlamentaria por el PSOE y silenciada cuando los hechos empezaron a ser comprometidos para el gobierno socialista, con lo que se ocultó por completo toda la información relativa a la misma y los trenes se desguazaron.

            La penúltima regla Gramsciana aplicada por el PSOE es la de la transfusión, en virtud de la cual se está apelando continuamente a los sentimientos preponderantes de la multitud, cuyos ejemplos más claros son los temas del terrorismo o de la autodeterminación de Cataluña, entendiendo que aquellos que no los comparten, realmente no es que estén en contra del PSOE, sino en contra de todo un pueblo.

            Por último  la regla de la unanimidad, en virtud  de la cual se considera que las opiniones públicas no son más que la suma de conformismos y se sostienen más que por la propia opinión del individuo, por la opinión general que se pueda generar a su alrededor, tal como se aplicó hábilmente en las manifestaciones realizadas con las movilizaciones del “nunca mais”, del “ no a la guerra” y  las manifestaciones frente a las sedes de VOX y del PP el día de reflexión, haciendo ver a través de los medios de comunicación que se trataba de asuntos de tal importancia que cualquier ciudadano de bien debería apoyarlas o al menos respetarlas.

            Con todo ello, quiero explicar que haga lo que haga el PSOE, será muy difícil que los ciudadanos lo entiendan como una estrategia perfectamente diseñada hace muchos años y que solo tiene que ver con cómo se consigue y  mantiene el poder.

 

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José Luis Fernández

El PSOE sigue siendo uno de los principales partidos políticos porque tiene un corpus ideológico consistente mientras que la «derecha cobarde» no tiene convicciones firmes y no defiende ningún principio, excepto el mantra de que hay que reducir los impuestos (a los ricos, por supuesto).

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