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Hace más de 600 años, el 27 de febrero de 1412, se produjo en el Reino de Valencia una batalla realmente decisiva para toda la historia posterior de España, aunque hoy no sea conocida mayormente, más que a nivel de eruditos. Fue la batalla de Murviedro, la actual Sagunto. En ella se enfrentaron los partidarios del príncipe castellano Fernando de Antequera, de la dinastía real castellana de los Trastamara para el trono de la Corona de Aragón con los del conde catalán Jaime de Urgel, que también aspiraba al trono y que, al principio, parecía el candidato con más posibilidades, tras la muerte, en mayo de 1410, sin sucesión del rey Martín el Humano. Con su muerte se había extinguido la dinastía de la Casa de Barcelona, que había reinado en el trono de la Corona de Aragón desde la unión entre el Reino de Aragón y el Condado de Barcelona.

La batalla fue muy dura y sangrienta y finalmente fue una completa victoria para los partidarios de Fernando de Antequera. Esto acabó teniendo inmensas consecuencias. Gracias a ello el Reino de Valencia pudo enviar  delegados “fernandistas” al Compromiso de Caspe, (encabezados por el extraordinario predicador valenciano San Vicente Ferrer) cuyos votos fueron decisivos para decidir la elección entre Fernando de Antequera y Jaime de Urgel, en favor del primero. Si la batalla de Murviedro hubiera terminado en victoria de los urgelistas, con toda probabilidad, la dinastía Trastamara nunca se hubiera sentado en el trono de Aragón, Fernando el Católico, descendiente de Fernando de Antequera, nunca habría sido rey y por tanto, no se hubiera producido la unión de los reinos de España, con el matrimonio de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Así pues, si ha habido en la historia de España unas “elecciones” decisivas, éstas fueron el Compromiso de Caspe.

La muerte del rey Martín el Humano sin sucesión, ya que su hijo, llamado Martín el Joven había muerto en la guerra contra los rebeldes de la isla de Cerdeña, sumió a la Corona de Aragón en una crisis dinástica y “constitucional” muy grave. En un primer testamento entonces, Martín el Humano, designó heredero al conde Jaime de Urgel, que era cuñado suyo. El conde de Urgel era uno de los nobles catalanes más destacados y tenía un gran apoyo en muchos sectores nobiliarios y burgueses de Cataluña. También tenía un considerable apoyo en el reino de Valencia, ya que el Gobernador del Reino era entonces el catalán Arnau de Bellera, que había organizado un fuerte partido en Valencia de partidarios de Jaime de Urgel

Pero Jaime de Urgel era un hombre orgulloso y arrogante. Durante un cierto periodo había ejercido el cargo de Gobernador del Reino de Aragón, que solía implicar el título de heredero del trono. Sin embargo, su autoritarismo, con el que introdujo tropas suyas en el reino e intentó entregar diversos títulos nobiliarios aragoneses y cargos en Aragón a nobles catalanes amigos suyos, acabó provocando una importante sublevación contra él y contra los catalanes en Zaragoza. Esto causó un gran enfado al rey Martín, que decidió revocar su decisión de nombrarle heredero de la Corona. En sus últimos momentos, en su lecho de muerte, el 31 de mayo de 1410, parece que el rey Martín, expresó su voluntad de que el sucesor del trono se decidiera en una controversia pública entre los diversos candidatos, que terminase en una votación. Así empezó el proceso que terminaría en el Compromiso de Caspe. Parece que el rey hubiera querido nombrar heredero a su hijo bastardo Fadrique de Aragón, pero no tuvo tiempo de conseguir suficiente apoyo para ello.

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Los principales candidatos al trono eran Jaime de Urgel, que al principio parecía el favorito. Era cuñado del rey pues su esposa, Isabel de Aragón, era hermana de Martín el Humano. Otros candidatos eran el conde de Prades y también Luis de Anjou, duque de Calabria y sobrino nieto de Martín el Humano. Pero surgió otro candidato, que también reclamó derechos, el príncipe Fernando de Trastamara, regente de Castilla, durante la minoría del rey Juan II. Fernando de Trastamara era conocido como Fernando de Antequera, por haber dirigido la toma de esta ciudad andaluza a los moros en una dura batalla, en 1410. Estaba considerado un gran guerrero y era sobrino de Martín el Humano ya que su madre, Leonor de Aragón, antigua regente de Castilla, era hermana de Martín el Humano. En la práctica iba a ser una pugna entre Jaime de Urgel y Fernando de Antequera

Sobre el papel tenía más derechos Fernando de Antequera ya que era el pariente de sangre más próximo al rey muerto pero su origen castellano hizo que su candidatura fuese recibida con recelo en Cataluña y el conde de Urgel estaba dispuesto a mantener sus pretensiones. Cuenta Zurita, el cronista clásico de la Corona de Aragón, que los aragoneses que vivían en Barcelona huyeron a Zaragoza al saberse la muerte del rey, por temor a Jaime de Urgel y sus partidarios, que dominaban Barcelona.

Las fuerzas de Jaime de Urgel invadieron Aragón, a lo que contestó Fernando de Antequera introduciendo fuerzas castellanas en Aragón para proteger a sus partidarios en este reino. Pero la batalla decisiva iba a darse en el reino de Valencia. En Valencia el gobernador Arnau de Bellera, catalán urgelista, llevó a cabo con métodos autoritarios reclutamientos y forzó a numerosas villas a apoyar a Jaime de Urgel, ante la cual algunas protestaron y desobedecieron. Estalló la guerra civil en Valencia. Esta guerra civil fue también una continuación de la eterna guerra en Valencia entre los clanes nobiliarios de los Vilaragut y los Centelles, los más importantes del reino (el siglo XV será la época por excelencia en España de las guerras civiles nobiliarias, desde Vascongadas, con las luchas banderizas, a Aragón y Valencia y desde Castilla a Andalucía).

Los Vilaragut apoyaban a Jaime de Urgel y los Centelles a Fernando de Antequera. Se formaron dos Parlamentos valencianos diferentes, uno fernandista y otro urgelista El fernandista era mayoritario pero el urgelista tenía los recursos de la ciudad de Valencia. A mediados de febrero de 1412, los delegados catalanes y aragoneses instaron a los valencianos a que enviaran delegados a Caspe, sean cuales fueren sus preferencias, en la llamada Concordia de Alcañiz.  Finalmente la batalla decisiva tuvo lugar el 27 de febrero en Murviedro, la actual Sagunto. Se enfrentaron miles de soldados castellanos, aragoneses y valencianos, partidarios de Fernando de Antequera, contra miles de soldados catalanes y valencianos, partidarios de Jaime de Urgel.

La batalla fue dura y sangrienta y estuvo muy indecisa pero según el “Llibre de Memories de la Ciutat de Valencia” en el momento decisivo parte de los contingentes valencianos urgelistas se pasaron al bando fernandista, lo que decidió la batalla. Murieron 3000 urgelistas, según Zurita. Las crueles costumbres de la época hicieron que el hijo adolescente de Arnau de Bellera fuese obligado por los vencedores a entrar en la ciudad de Valencia con una pica con la cabeza de su padre ensartada. Después de esta batalla, aunque aún siguió la guerra por algún tiempo, la ciudad de Valencia y casi todo el reino se declararon por Fernando de Antequera y Valencia envió delegados fernandistas encabezados por San Vicente Ferrer y su hermano Fray Bonifacio, (muy cercanos a Benedicto XIII, el “Papa Luna”, Papa de los reinos hispánicos y firme partidario de Fernando de Antequera) al Compromiso de Caspe.

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Finalmente en junio de 1412, se produjo la votación definitiva en Caspe por 3 delegados de Aragón, otros tres de Cataluña y otros tres de Valencia. Según los documentos Fernando de Antequera fue elegido por unanimidad, quedando derrotado Jaime de Urgel, que como recordó el gran historiador catalán Jaime Vicens Vives, con su autoritarismo había perdido muchos apoyos, incluso en Cataluña.

 Pero el resultado de esta votación tan decisiva para la historia de España sigue siendo polémico a día de hoy ya que el gran cronista de la Corona de Aragón, Zurita, que escribió a principios del siglo XVII y que tuvo acceso a muchos documentos hoy perdidos, afirma en su obra, que tuvo lugar una votación secreta, que fue la realmente decisiva, antes de la votación oficial. Y en esta votación secreta Fernando de Antequera se impuso a Jaime de Urgel por 6-3.  Urgel obtuvo el apoyo de dos delegados catalanes y un valenciano y Antequera, el de los tres aragoneses, los dos Ferrer valencianos y el de un catalán. Es decir, que si el resultado de la batalla de Murviedro hubiese sido otro y los hermanos Ferrer no hubieran estado en el Compromiso de Caspe, el resultado de la votación decisiva habría sido 5-4 a favor de Jaime de Urgel.

Urgel no aceptó la derrota y poco después se sublevó en Cataluña contra Fernando de Antequera, (animado Jaime de Urgel por su enérgica madre, Margarita de Monferrato, con su famosa frase “fill o, rei o res”) convertido ya en Fernando I de Aragón, pero fue derrotado y capturado por Fernando. Fue llevado a Castilla preso, en Zamora y en el Alcázar de Madrid y finalmente trasladado a Valencia, donde murió en las mazmorras del castillo de Játiva, en 1433.

El nacionalismo catalán ha construido durante el siglo XX toda una mitología alrededor de lo  que ha llamado “La iniquitat de Casp” y  ha creado un mito victimista en torno a la figura de Jaime de Urgel, un personaje por el que el mismo Jordi Pujol, afirmó sentir una profunda admiración. En cualquier caso, el acceso de la dinastía castellana de los Trastamara al trono de la Corona de Aragón, decidida en el Compromiso de Caspe, fue un paso decisivo hacia la futura unificación de España, según todos los historiadores reconocen. (De ahí la aversión que siente por el Compromiso de Caspe el nacionalismo catalán)

Y para el desenlace del Compromiso de Caspe había sido decisiva la batalla de Murviedro, de febrero de 1412.