28/04/2024 20:05
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1971. Esta vez porque Sí. Un día por toda una vida. Homenaje a Franco en el 35 aniversario de su exaltación a la Jefatura del Estado.

1971. Uno de octubre. El jefe del Estado Generalísimo Franco recibe la adhesión de los españoles en la plaza de Oriente de Madrid.

El día uno de octubre de 1971, coincidiendo con el treinta y cinco aniversario de la exaltación a la Jefatura del Estado del Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España, Francisco Franco Bahamonde, tenía lugar en la plaza de Oriente de Madrid, ante el palacio Real, una multitudinaria concentración con el único objeto de expresar la adhesión y el agradecimiento del pueblo español a quien por siete lustros había dirigido a la nación.

La idea de la misma había partido del alcalde de Madrid, Carlos Arias, del presidente de la Diputación Provincial madrileña, Carlos González-Bueno y del gobernador civil de la provincia, Jesús López-Cancio. Madrid, crisol, rompeolas de todas las Españas, dedicaba el homenaje; pero al conocerse la convocatoria, comenzaron a llegar adhesiones de todas partes del territorio Nacional, logrando, como se lograría, convocar al reclamo del nombre de FRANCO, a un millón de españoles de todas las clases y condiciones sociales, jóvenes, mayores, hombres y mujeres. E incluso muchos niños, que como rezaba en grandes cartelones y vallas publicitarias, que se colocaron en gran cantidad de calles de Madrid:”…también me gustaría ir…”

1971, Carteles anunciadores de la gran manifestación.

Con las primeras horas de luz, de aquel caluroso día primero de octubre con que amaneció Madrid, la animación en las calles de la capital de España fue extraordinaria, con españoles llegados durante el día y la noche anterior, en trenes, autobuses, aviones y vehículos de todo tipo, desde los puntos más extremos de la geografía patria. De Barcelona, a Almería; de La Coruña a Cádiz, de Santander a Málaga; de Badajoz a Valencia, Canarias, Baleares e incluso del Sahara, con sus banderas y pancartas.

Hoteles, hostales, pensiones, quedaron colapsados por la llegada masiva de viajeros. Incluso una gran cantidad de ellos durmieron en bancos, en jardines y en la propia plaza de Oriente, para asegurarse un buen sito de cara a la concentración del mediodía siguiente. Ricos y pobres, poderosos y humildes, encumbrados y marginados. Pero todos habían llegado movidos del mismo afán: ser protagonistas del homenaje de agradecimiento en vida al jefe Indiscutible, al español providencial, vencedor del comunismo, que había librado durante 35 años a España de constantes peligros y la había llevado a convertirse en la novena potencia industrial del mundo; al hombre que había hecho posible la paz de todos los españoles sin distinción de grupos ni banderías, elevando hasta cotas insospechadas la prosperidad creciente de todos los españoles, cualquiera que fuese la clase a la que perteneciesen: Francisco Franco.

A las nueve de la mañana había ya más de diez mil personas en la plaza y a esa misma hora comenzaban a llegar a las estaciones de Chamartín, Norte y Atocha una veintena de trenes especiales de la Renfe, repletos de manifestantes de toda España. Las entradas por carretera registraban igualmente el paso hacia el centro de la ciudad de centenares de autobuses que rendían viaje en los alrededores de la Plaza de Oriente, que se encontraba llena de mástiles donde ondeaban banderas Nacionales.

Hacia las diez de la mañana, el monumento ecuestre del rey Felipe IV, situado en el centro de la plaza, había sido tomado por un grupo de jóvenes, que desplegarían dos pancartas: “Los Sindicatos con Franco” y “Los madrileños con Franco”. El Rey pasmado y su caballo, se verían asaltados por muchachos que se subirían a su brazo extendido y a su propia cabeza. De igual modo, todas las farolas de la plaza de Oriente las estatuas de los reyes visigodos que ornamentan los jardines, las ramas de los árboles, fueron tomadas por los más madrugadores.

Poco a poco la plaza se fue llenando con la presencia del Ayuntamiento de Madrid y Diputación Provincial en pleno; afiliados a la Organización Juvenil Española con sus camisas azules, llegados de toda España; Consejos Locales y Provinciales del Movimiento; corporaciones de otros ayuntamientos; empresarios, trabajadores, sacerdotes, Vieja Guardia de Falange Española; Guardia de Franco; hermandades de la División Azul, Excautivos, Legión Española; veteranos combatientes del guerra de liberación con sus medallas: agrupaciones del Movimiento, culturales, deportivas, así como miles y miles ciudadanos, sin filiación alguna, que acudían a la plaza a mostrar su adhesión a Franco.

Familias enteras, jóvenes, jubilados, mujeres, hombres, niños iba poco a poco, alegremente, muchos de ellos entonando marchas del Frente de Juventudes e himnos Militares, afluyendo a la plaza desde todas direcciones. Bailen, Arenal, Mayor, plaza de Opera, Arrieta, Cuesta de la Vega y calles aledañas. Las Fuerzas de Policía Armada, a duras penas, podían mantener el cordón de seguridad, formado delante palacio, ante la multitud abigarrada que iba llegando por oleadas a la “plaza mayor del patriotismo, de la dignidad y del decoro Nacionales”, como llamaría a la propia plaza de Oriente, de forma acertadísima, el presidente de Fuerza Nueva Blas Piñar, en noviembre de 1977.

La Cruz Roja había dispuesto numerosos puestos en la plaza y calles cercanas y durante la concentración tendría trabajo a destajo para atender a personas con lipotimias y mareos.

1971. Jóvenes en la plaza de Oriente con sus pancartas de adhesión a Franco.

Desde las diez de la mañana grandes altavoces emitían himnos patrióticos, dando un aire festivo, de las grandes ocasiones a la plaza. TVE y NODO, con cuarenta cámaras situadas en lugares estratégicos de la plaza, grababan para la historia aquella enorme adhesión del pueblo español a su Caudillo. Varios helicópteros de TVE, sobrevolando el cielo de Madrid, dieron puntual y cumplida información de la inmensa cantidad de personas que se habían quedado bloqueadas a medio camino, en calles adyacentes y que tendrían que conformarse con escuchar al Caudillo a través de la megafonía que se había Instalado en la Gran Vía, Alcalá, Arenal y Puerta del Sol, al ser imposible el acceso a la plaza de Oriente.

Igualmente cinco avionetas sobrevolaron la plaza de Oriente, a baja altura, portando carteles con slogans como “Franco, Franco, Franco”, “Arriba España”, “El Pueblo con Franco”, “España con Franco”, “El Movimiento Nacional con su Caudillo”, y lanzando octavillas alusivas al multitudinario acto, entre los grandes aplausos de la multitud.

A las once de la mañana, finalizó un solemne “Te Deum”, celebrado en la basílica de San Francisco el Grande, con ocasión del trigésimo quinto aniversario de la exaltación de Franco a la Jefatura del Estado y que presidiría el Príncipe de España, acompañado por el vicepresidente del Gobierno, Almirante Carrero Blanco, miembros del gabinete, las primeras autoridades madrileñas, junto a numeroso público.

A las doce menos cinco, el Jefe del Estado llegó a la plaza de la Armería del Palacio Real, acompañado de su esposa Carmen Polo. A la puerta de palacio que daba a dicha plaza, el Caudillo, que vestía uniforme de capitán general del Ejército con la Cruz Laureada de San Fernando prendida en su guerrera, fue recibido por el Príncipe de España, que vestía uniforme de general del Ejército de Tierra. Ambos subieron por la escalera de honor en la que a su paso, le rindieron honores alabarderos y lanceros situados en todos los escalones. Acompañaban también al Caudillo los jefes de sus Casas Militar y Civil Teniente general Joaquín González Vidaurreta y José Navarro Morenés, Conde de Casa Loja, respectivamente, así como varios de sus nietos.

El Jefe del Estado, seguido del Príncipe de España, se dirigió al salón rojo donde fue cumplimentado por el Gobierno, Consejo del Reino y cardenal primado de España. Seguidamente pasó al salón azul en el que le cumplimentaron todos los embajadores y jefes de misión acreditados en Madrid, encabezados por el nuncio de su santidad el Papa Pablo VI en España y, finalmente, en el salón de tapices de Tenier, el Jefe del Estado recibió el homenaje de la mesa de las Cortes y del Consejo Nacional, comisiones permanentes de ambos, presidentes de altos organismos y representaciones de los distintos grupos orgánicos de ambas Cámaras. Ese primero de octubre, debido a la manifestación, no se celebró audiencia en el salón del Trono.

Una vez terminada la tradicional recepción que ofrecía el Jefe del Estado, con ocasión de la conmemoración del primero de octubre, el Caudillo Franco saldría al balcón principal del Palacio para recibir un homenaje de adhesión popular sin precedentes.

A las doce y cuarto la multitud, que había logrado romper algunos cordones de seguridad, se había acercado varios metros más al pie del balcón principal de palacio, Al pie del mismo, muy cerca de la puerta principal, se habían concentrado muchas antiguas jerarquías del Movimiento, procuradores en Cortes, Consejeros Nacionales del Movimiento así como varios antiguos ministros, entre los que se hallaban los señores Girón, Díaz Ambrona, Nieto Antúnez y otros.

A las doce y veinticinco se rogó por los altavoces que una vez que los portadores de pancartas saludaran con ellas al Caudillo, las enrollaran, para que no quitasen visibilidad a los demás concentrados. En esos momentos creció el entusiasmo y los gritos reclamando la presencia de Franco. Oleadas de pañuelos, tremolar de banderas nacionales y del Movimiento, pancartas retratos del Caudillo de todos los tamaños se agitaron en el ambiente.

En esos momentos, sobre el cielo de Madrid, sobrevoló una avioneta que, mediante humo, escribió en el cielo el nombre de “Franco”.

Incesantes gritos de “¡Franco, Franco, Franco!”, hacen imposible escuchar la música de ambiente difundida por los altavoces. Tremolan las banderas, sobre la multitud y en miles de pancartas se lee la gratitud y la adhesión de los españoles, procedentes de toda España, a su Caudillo.

Pasaban dos minutos de las doce y media del mediodía, cuando se abrieron los balcones del Palacio Real. Ministros y autoridades aparecieron en los laterales y, en el central, el caudillo de España, Francisco Franco, su esposa y los príncipes de España. El clamor fue indescriptible Los gritos de ¡Franco!, ¡Franco! ¡Franco!, se adueñaron durante minutos del ambiente. El Caudillo y su esposa saludaron varias veces a la multitud.

1971. Una instantánea de aquella gigantesca manifestación.

A duras penas, hecho el silencio, el Caudillo iniciaría su discurso continuamente Interrumpido por los aplausos, vítores, entusiasmo y gritos de ¡Franco! ¡Franco! de la multitud. Gracias a los equipos de megafonía, las palabras del Caudillo, pudieron oírse. En aquella ocasión el Caudillo manifestó a los españoles: “Españoles: Habéis llegado desde todos los confines de nuestra geografía para uniros a la población de Madrid y dar testimonio público de fidelidad en una fecha especialmente significativa para todos. Hace hoy 35 años echasteis sobre mis hombros la responsabilidad de conduciros a la victoria y a la paz y progreso de la nación. Desde entonces venís reiterándome vuestra asistencia y confianza. ¿Cómo expresaros toda la gratitud que siento ante manifestación tan grandiosa y conmovedora? (prolongada aclamación).

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Como he hecho siempre, hablándoos con el corazón y proclamando en breves palabras lo que a todos nos une y lo que a todos importa: España, nuestra España, a cuyo servicio desde entonces se consagró mi vida.

Y en ese lento y continuo caminar, a fuerza más honda, que me ha ayudado a afrontar las dificultades de esa larga entrega, fueron precisamente vuestras reiteradas pruebas de confianza y de lealtad inquebrantables. Todo esto ha podido realizarse porque Dios ha estado a nuestro lado conservándome a través de los años mi salud y clarividencia

Hoy estamos hablando en esta gran plaza abierta a la luz del sol y a la de la historia como podríamos hacerlo en los momentos cumbres de estos 35 años transcurridos. Sabéis que al iniciarse estos siete lustros de mi jefatura nacional partimos de una España físicamente rota y moralmente convulsa. La tarea común fue reconstruir, potenciar al máximo y desarrollar nuestros recursos y valores de todo orden. Así hemos creado una España nueva, con otro rostro y otra piel.”

1971. El Caudillo de España Francisco Franco corresponde con los brazos abiertos, en señal de abrazo, a los miles y miles de españoles que le vitorearon en señal de gratitud y lealtad aquel primero de octubre en la madrileña plaza de Oriente.

El avance de la nación ha quedado de manifiesto en las cifras que registran, nuestras estadísticas, que acusan la elevación efectiva del nivel de vida en la población española, en el aumento de ésta, que pasa de 26 millones de habitantes a 34; en la renta por cabeza, en la producción agraria, en la repoblación forestal, en la producción de carnes y leche, en la transformación en regadíos, en la producción pesquera, en la energía eléctrica, en la flota mercante, en la producción de acero, en la construcción de viviendas, en la producción de cemento, en el aumento de teléfonos, en los embalses construidos, en el seguro de enfermedad y sus grandes instalaciones, en el comercio exterior y el turismo, que creando nuevos puestos de trabajo que alcanzan la cifra de 3.837.000, demuestran el progreso logrado en todos los órdenes.

Pero todo esto no basta. A diario hay que recordar que el enemigo no ha desaparecido, que el peligro continúa amenazando al mundo entero y que esta España de hoy la hemos logrado gracias a la fidelidad a unos principios que proclaman la fe en España como unidad de destino en lo universal y unidad firme entre sus tierras y sus hombres, dirigida a aumentar cada día sus posibilidades y las de sus pueblos en todos los aspectos de la vida social, con un auténtico espíritu de igualdad de oportunidades.

Por el mantenimiento de esos principios que hoy son más actuales que nunca, por esta convivencia nacional, es necesario seguir luchando sin descanso y a la vez con fortaleza y generosidad.

El enemigo intenta dividimos porque sabe que una España dividida sería una España vencida. Eso es lo que no podemos olvidar. Por mi parte quiero, una vez más, aseguraros que mientras Dios me dé vida y claridad de juicio, seguiré empuñando el timón del Estado al servicio de la unidad, la grandeza y la libertad de nuestro pueblo”.

1971. Un aspecto de la plaza de Oriente durante la manifestación de adhesión al Caudillo de España Francisco Franco.

En ese instante se desbordó el entusiasmo de la juventud con una ovación de casi dos minutos, y aclamaciones de “Franco, Franco, Franco”.

Dije y lo he cumplido” –continuó el Generalísimo- “que todo quedaría atado y bien atado para el futuro. La seguridad y continuidad del régimen se ha reforzado no sólo por la adhesión a las personas, sino por el perfeccionamiento sin pausa de estructuras y cauces legales antes. A ellos deben atenerse los españoles todos y decir no y mil veces no a cualquier arbitrismo que pretenda hacemos volver al anárquico punto de partida. No debemos olvidar que el pueblo que no aprende de la historia está condenado a repetirla.

Nuestro sistema representativo es más sincero y fiel que el de los viejos tinglados políticos que venían suplantando la voluntad nacional. En él lo único que no cabe son los partidos políticos. El pueblo se mueve en el área en que vive y que más le interesa: la familia, el municipio y el sindicato, que conoce y en la que discurre. Su integración en las Cortes de la nación, a través de estos cauces, ha demostrado su eficacia en los años transcurridos.

Estad tranquilos, que conforme mi vida futura se reduzca caminan las previsiones de la sucesión de nuestras leyes, encarnada en el Príncipe de España, entregado totalmente a nuestro Movimiento y a las instituciones que continuarán funcionando.

Españoles todos, habéis acudido a dar un sí rotundo a vuestro capitán de estos 35 años de tarea común. Expresemos toda nuestra fe en el presente y el futuro de España con una afirmación que sea el resumen de nuestros afanes de servirla: ¡Arriba España!

Fueron siete minutos de discurso entre constantes aplausos y vivas al Jefe del Estado. Tras ello, el Caudillo, embargado por la emoción abrazándose a sí mismo y saludando con ambos brazos abiertos , iniciaría junto a su pueblo el canto del “Cara al Sol” y su voz emocionada pronunció los gritos de ritual de “¡España, España, España!”, que la multitud respondió una vez más, diciendo “¡Una, Grande y Libre!”

Tras el “¡Arriba España! y el viva final se desató el delirio de aplausos, vítores y cánticos. El Caudillo, que había entrado en el salón, instantes después volvió otra vez al balcón y reiteró el saludo mientras la multitud seguía vitoreándole.

Inmediatamente después y acompañado por los Príncipes, el Jefe del Estado y su esposa bajaron en un pequeño ascensor hasta el coche que les devolvería a su residencia en el palacio de El Pardo.

Con perfecto orden, y mientras los altavoces continuaban emitiendo himnos y marchas militares, la multitud se fue esparciendo por calles y plazas de Madrid, entre continuos vivas a España y a Franco con sus canticos, banderas y pancartas. La Plaza de Oriente, la Plaza del Caudillo como tan bien la definiera en una de sus extraordinarias poesías, el inolvidable José Luis de Santiago y Merás, se fue quedando vacía (1)

Un grupo compuesto por cerca de 20.000 personas se dirigió por la Calle Mayor, pasando por Capitanía General hacia la Puerta del Sol. Este grupo portaba numerosas pancartas con textos alusivos a Franco, a la unidad de España y al Ejército. En el kilómetro cero, se les unió otro enorme grupo encabezado por personas que vestían camisa azul, que provenía también, por la calle Arenal, de la Plaza de Oriente. Delante de la Dirección General de Seguridad entonaron el Cara al Sol, Ese nutrido grupo, portando banderas, pancartas y retratos de Franco y José Antonio Primo de Rivera encabezado por un vehículo con altavoces, continuó por la calle de Alcalá hasta la Secretaría General del Movimiento, disolviéndose en completo orden ante el Ministerio del Ejército.

Más de tres mil personas, en su mayoría jóvenes que vestían camisa azul, también se manifestaban al final de la inmensa manifestación, por la Plaza de España, Gran Vía, Alcalá, Cibeles y Puerta del Sol.

Los manifestantes que portaban banderas españolas y de Falange Española y de las JONS, así como pancartas con Inscripciones como “Franco, sí, comunismo no” y Falange, si, Comunismo, no”, finalizarían su recorrido, tras pasar por delante de la Secretaría General del Movimiento, y el ministerio del Ejercito en la plaza de Cibeles, en perfecto orden, en la Puerta del Sol, concentrándose frente a la Dirección General de Seguridad, donde se entonó de nuevo el “Cara al Sol” y se vitoreó al Jefe del Estado, a España y a las fuerzas del Orden público.

Con motivo de aquella espectacular concentración de adhesión a su persona, el Jefe del Estado concedía indulto general que se publicó al día siguiente en el “Boletín Oficial del Estado”, y que decía textualmente lo siguiente: “Entre las prerrogativas atribuidas al Jefe del Estado es la concesión de gracia con carácter general una de las que se ha hecho uso con mayor generosidad, fiel a la idea de promover la concordia y la convivencia pacífica de los españoles anticipando la reincorporación a la vida familiar y social de aquellos que, por unas u otras causas, cumplen condena.

Esta política seguida a través de una decena de indultos generales, concedidos en ocasiones singulares, se ha manifestado útil a la finalidad preventiva de nuestro sistema penal y compatible con la recta aplicación de la ley por los tribunales de Justicia.

Al cumplir el treinta y cinco aniversario en la Jefatura del Estado, he dispuesto hacer uso, una vez más, de la prerrogativa de la gracia, concediendo un amplio indulto general, que es total para las penas de arresto y las pecuniarias no satisfechas y con la escala que se señala para las restantes penas privativas de libertad, impuestas o que puedan imponerse, por los hechos cometidos desde el veintiuno de julio de mil novecientos sesenta y cinco, fecha del último indulto general, hasta el día veintitrés de septiembre de mil novecientos setenta y uno.

En su virtud, en ejercicio de las facultades que me concede el artículo sexto da la Ley Orgánica del Estado y el apartado segundo de la primera de sus disposiciones transitorias,

Dispongo:

Artículo primero. Se concede indulto de las penas y correctivos de privación de libertad y pecuniarias, Impuestas o que puedan imponerse, por delitos y faltas previstos en el Código Penal ordinario, Código de Justicia Militar y leyes y preceptos penales especiales cometidos desde el día veintiuno de julio de mil novecientos sesenta y cinco hasta el veintitrés de septiembre de mil novecientos setenta y uno, con el alcance que a continuación se expresa:

A) La totalidad en las penas y correctivos de privación de libertad hasta seis meses, y en las pecuniarias cualquiera que fuere su cuantía B) La mitad en las penas de privación de libertad superiores a seis meses, sin exceder de dos años, con reducción mínima de seis meses en todo caso. C) Una cuarta parte de las penas de privación de libertad superiores a dos años, con excepción de aquellas condenas en que se hubiera conmutado la pena capital.

LEER MÁS:  La silenciada Memoria Histórica de un empeño superador de la Guerra Civil. Por Ismael Medina en el Diario Arriba el 31 de marzo de 1959

Articulo Segundo. Quedan exceptuados del indulto a que se refiere el artículo anterior:

Uno). Los que durante el cumplimiento de su condena o condenas hubieran incurrido en una falta muy grave o en dos o más graves, acreditadas en su expediente personal penitenciario, mientras no fueren invalidadas.

A estos efectos, las juntas de régimen de los establecimientos penitenciarios revisarán las notas acreditadas procediendo a la invalidación de aquellas en que fuere procedente, atendida la calificación actual de conducta de los Inculpados y sin sujeción a los plazos reglamentarios.

Dos). Los declarados procesalmente rebeldes que no se presentaren en el término de treinta días, a contar desde el siguiente a la publicación de este decreto en el “Boletín Oficial del Estado”.

Tres). Los condenados por delitos solo perseguibles a instancia de parte, si está en el término de treinta días a partir del siguiente a la fecha de publicación de este decreto manifiesta por escrito ante el tribunal o juzgado competente su oposición a la gracia de indulto.

Este plazo se contará en las causas pendientes desde la fecha del auto de firmeza de la sentencia condenatoria.

Artículo tercero: En las causas en que las penas pedidas en trámite de calificación por el ministerio fiscal y demás partes acusadoras estén comprendidas en el apartado A) del artículo primero, se aplicará la gracia sin necesidad de que se celebre juicio oral ni, en consecuencia, se dicte la sentencia. En tales supuestos, el tribunal, previo dictamen del ministerio fiscal y sin más trámites, dictará el auto de sobreseimiento prevenido en el número tercero del artículo seis cientos treinta y siete de la ley de enjuiciamiento criminal. La responsabilidad civil, en su caso, solo podrá ser exigida mediante el procedimiento de tal clase que corresponda, con aplicación de lo establecido en la disposición adicional segunda A de la ley tres / mil novecientos sesenta y siete, de ocho de abril, para hechos cubiertos por el seguro obligatorio de responsabilidad civil, derivados del uso y circulación de vehículos de motor.

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

Artículo cuarto. Con independencia de lo dispuesto en el artículo primero, a los condenados a penas privativas de libertad por hechos realizados con antelación al día veintitrés de septiembre de mil novecientos setenta y uno, que ininterrumpidamente hayan cumplido o cuando cumplan veinte años de reclusión efectiva, incluida la prisión provisional y sin cómputo de beneficios penitenciarios, se les concede indulto total del periodo que exceda de dichos veinte años, se trata de una o varias condenas y cualquiera que sea la jurisdicción que las hubiera impuesto.

Artículo quinto. Por los ministros de Justicia, Ejército, Marina y Aire, se dictarán las disposiciones complementarias que se requieran para la debida ejecución de lo dispuesto en el presente decreto.

Así lo dispongo por el presente decreto, dado en el Palacio de El Pardo el día veintitrés de septiembre de mil novecientos setenta y uno. Francisco Franco”.

Francisco Franco Bahamonde Jefe del Estado, Caudillo de España y Generalísimo de los Ejércitos.

El indulto alcanzaría a tres mil ochenta y seis de los penados reclusos que saldrían en inmediata libertad. De éstos, setecientos sesenta y dos habían sido condenados a penas de seis meses y un día a dos años; mil trescientos cuatro condenados a otras penas de prisión y presidio menor (de dos años y un día a doce años), y doscientos cincuenta y tres condenados a penas de reclusión (de doce años y un día a treinta años).

Todos los demás reclusos verían disminuida su condena en la medida que les afectase el indulto según la pena, en una mitad, cuarta o una sexta parte. La repercusión del indulto se prolongaría durante cinco años.

En aquellos instantes en las cárceles de España había nueve mil setenta y nueve reclusos que cumplían condena en los distintos establecimientos penitenciarios, de los que ocho mil setecientos trece eran hombres y trescientas sesenta y seis mujeres.

En cuanto a los procesados en prisión, su número total era a primero del mes de septiembre, de cuatro mil cuatrocientos cuarenta y siete, a los que no afectaría, de momento, pues conforme a las leyes procesales españolas, si se encontraban en prisión en espera de ser juzgados era que, en principio, la pena que les correspondería, salvo en casos excepcionales, la de prisión. En todo caso, sería un problema de medidas individualizadas a adoptar por el juez. El indulto les afectaría después de la sentencia al practicarse la liquidación de condena, en la que se les acreditaría.

La plaza de Oriente volvía ser como en diciembre 1946 y diciembre de 1970, el ágora mayor de la Patria de la dignidad y del decoro Nacionales en palabras de inolvidable Blas Piñar.

Notas: (1): Poesía de José Luis de Santiago y Merás.

Plaza Mayor de la Patria

clarín de la lealtad,

la de los pañuelos blancos

que se agitan sin cesar,

al grito de ¡Franco, Franco!

aunque Franco no esté ya.

Mástil de viejas banderas

que sólo saben ganar,

y que exigen para España

la grandeza y la unidad.

En la suerte de la Guerra

o en la Guerra de la Paz.

Fiel testigo de que a España

todos la sienten igual,

orgullo por lo que ha sido

y Fe por lo que será.

Viejas canciones de guerra

que fueron himnos de paz,

endurecen los perfiles

de su corte militar

para doblegar de nuevo

la voz del No pasarán.

Ya no eres plaza de Oriente

no lo serás nunca más,

serás plaza del Caudillo

la historia lo sabe ya”.

P/D: Escribo este artículo, al amparo de la infecta, criminal, malvada, canallesca, mentirosa, llena de odio, de división entre unos españoles y otros; profanadora de cadáveres de héroes de nuestra historia, manchada con la sangre de las víctimas del terrorismo, a quienes desprecia, un auténtico fraude de ley, que ataca la unidad de España, la verdad, la libertad, la historia de nuestra Patria; que pretende por ley obligar a los españoles a pensar lo que quiere este gobierno corrupto, traidor y estulto y que incluso ataca de forma ignominiosa al patrimonio cultural, histórico y artístico de España, siendo su único y malévolo fin deslegitimar un régimen, el del Generalísimo Francisco Franco, que llevo a España a convertirse en la novena potencia industrial del mundo y de él que emanó la actual Jefatura del Estado, -no lo olvide Majestad-, llamada, de forma burda y grosera, ley de “memoria democrática”, de la cual me declaro beligerante y desafiante, recientemente aprobada, que en un párrafo textual de su sectario preámbulo dice: “El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir los errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para la democracia”.

ESTA ES MI MEMORIA Y A ESO ME ACOJO. EN DEFENSA DE LA VERDAD. SIN MIEDO A NADA NI A NADIE. LA MEMORIA NO PUEDE ESTAR SUJETA A NINGUN TIPO DE LEY. ES ALGO CONSUSTANCIAL CON LA PROPIA PERSONA. NO ME VOY A CALLAR Y ME REBELO ANTE ESTE ATROPELLO DE UNA LEY ANTICONSTITUCIONAL, ABERRANTE, SOVIETICA, QUE ATACA LA LIBERTAD PERSONAL, ÚNICAMENTE PROMULGADA PARA MANTENER LA FALSA VERSION DE LA IZQUIERDA -POR ELLO NECESITAN UNA LEY QUE AMENACE CON MULTAS Y ATOSIGUE CON EL TEMOR- PARA DISTORSIONAR, PUES NO PUEDEN REBATIR, EN ABSOLUTO, LA VERDADERA REALIDAD HISTORICA DE ESPAÑA.

Carlos Fernández Barallobre

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Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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Geppetto

La manifestacion de apoyo a Franco de 1971 dejo helados a los enemigos del regimen que jamas se esperaron que toda España en masa fuera en cuerpo y alma a darle las gracias a Franco por sus desvelos por su patria.
Trs 35 años en el poder los españoles seguian partiendose la cara en defensa de Franco

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