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Durante 42 años de crueles atentados (1968-2010), ETA asesinó a más de 853  civiles, políticos, miembros de la judicatura, policías, militares y 210 guardias civiles. Consiguió con gran facilidad armas y explosivos que utilizaban sus habilidosos comandos. Durante este tiempo, la gendarmería francesa y la inteligencia del país galo de vez en cuando montaban algunas operaciones-comedia, como estrategia de camuflaje donde detenían coordinadamente con el gobierno español a etarras para cubrir el expediente. Otra parodia fueron las deportaciones de miembros de ETA de mediano-alto perfil como la de Eugenio Etxebeste Arizgurea a países africanos (Argelia, Cabo Verde) o latinoamericanos (República Dominicana, Ecuador, Cuba, Venezuela), después de ser detenidos en Francia. A modo de ejemplo, el topo de las cloacas del Estado Ignacio De Juana Chaos (25 asesinatos) fue encontrado en 2015 en la localidad venezolana de Chichiriviche donde regenta hasta hoy una licorería. En estos países, hacían una relajada vida de turista con gastos pagados de viaje y pensión completa. Tomás Linaza, uno de los etarras que mayor número de veces ha sido detenido por la policía francesa estuvo confinado un tiempo en la isla de Yeu (Francia). Los apoyos internacionales fueron los de la Red Gladio y la retaguardia francesa segura de la que presumía Ignacio Aracama Mendía (la de la calle Tournelle, 27 de París) era la Escuela parisina de idiomas Hyperion (fundada por la CIA y el Mossad en 1976) donde se manejaban los hilos de la estrategia de tensión en Europa, utilizando a los brigadistas ETA (muchos de ellos agentes de la CIA). Allí se replegaban los terroristas después de los atentados. El primer atentado de ETA contra el comisario Melitón Manzanas fue encargado por Jon Oñatibia (PNV) agente de la CIA + FBI.

Además, las relaciones ETA-narcotráfico-capos gallegos-cuartel de la guardia civil de Intxaurrondo en los años 80 aparecen como una parte esencial del negocio sucio del terrorismo post-transición. En 1988, detuvieron a cuatro militantes de Herri Batasuna: Sagarzazu, Txapartegui, Larretxea e Irazoki con más de 1000 kg de hachís. En dicha investigación, se relacionaba a 32 guardias civiles y policías (entre ellos Enrique Rodríguez Galindo) con redes de contrabando y narcotráfico en el norte de España (secuestros-torturas-asesinatos). Los etarras arrepentidos podían beneficiarse de una vía de escape: salir de la cárcel con tal de no contar cómo recibían las órdenes ni de quién. Casi 200 salieron en 1999 con Aznar pero es que iban saliendo por la puerta de atrás de las cloacas. De la comisaría de Irún donde estaba la cocaína decomisada, desaparecieron progresivamente cientos de kilos que entraban de nuevo en el mercado. Asimismo, empezaron a caer bajo las balas de ETA 5 testigos clave que sabían demasiado sobre el narcotráfico en el País Vasco (1994-1995), es decir sobre el informe Navajas (fiscal Luis Navajas) que detallaba vínculos entre narcotraficantes y guardias civiles corruptos del cuartel de Intxaurrondo. Se trató de José Antonio Santamaría, José Manuel Olarte, el sargento Alfonso Morcillo, Gregorio Ordóñez (político del PP) y el policía Enrique Nieto. Por otra parte, existió una conexión entre los capos gallegos del narco como Marcial Dorado (amigo de Alberto Núñez Feijóo) y el blanqueamiento del dinero del narco en Suiza (Arturo Fasana: gestor del rey Juan Carlos I).

Por otro lado, los servicios secretos americanos estuvieron al mismo tiempo detrás de la lucha contra ETA en su Operación Gladio española. Mantuvieron conexiones con el PNV desde que José Antonio Aguirre fue elegido (1936) primer lehendakari del Gobierno Provisional vasco y Consejero de Defensa. Creó su propio servicio secreto: el Servicio Vasco de Información (SVI) en 1937 que tuvo su cuartel general en la Quinta Avenida de Nueva York. Pensaba que la única forma de alcanzar la independencia del País Vasco era consiguiendo el apoyo de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos (donde se exilió) las tres democracias más fuertes frente a Hitler. El FBI contrató a agentes del SVI para llevar a cabo operaciones en Latinoamérica y la OSS (ex CIA) los empleó en España y Francia. En 1945, el SVI  creó Airedale: la unidad secreta de élite, su brazo paramilitar que actuó en toda Europa. Para formar a los  comandos “airedales”, se eligió la abadía de Rothschild de Notre Dame de Vaux en Cernay-la-Ville, a 50 kilómetros de París, donde el Gobierno de Euzkadi tenía su sede. La CIA creada en 1947 ordenó montar el SECED: el servicio de inteligencia franquista de Carrero Blanco. Carl Magnus Torsten Armfelt (1918-2005) fue pieza central de Gladio para tejer una red de intrigas anticomunista a nivel mundial junto a William Colby (director de la CIA).

Quien controló todos los resortes de las diferentes policías fue el general Andrés Cassinello “San Dios”. Se formó en 1966 en la anticomunista escuela de Fort Bragg de Carolina del Norte, especializada en guerrillas y contraguerillas, terrorismo de Estado y escuadrones de la muerte. La misma CIA formó a la Brigadas Político-Social (BPS) con cursos de capacitación, entrenando en Washington durante dos meses en sabotaje al comisario cloaquero Roberto Conesa. Este neofascista que había colaborado con la Gestapo nazi fue jefe de la BPS y encargado de la lucha antiterrorista contra ETA y los GRAPO. Hacía llegar armas de la fábrica Military Armament Corporation de Atlanta. Otros hombres del superagente Conesa fueron Rafael del Río y el comisario José Sainz (director general de la policía a mediados de los 70). Conesa y Sainz fueron los responsables de las pruebas falsas presentadas tras los atentados de falsa bandera de las cafeterías madrileñas de la calle Correo (1974) y California 47 (1979).

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El comisario de la Brigada Político-Social de Barcelona Juan Creix y su jefe Vicente Reguengo también viajaron a los Estados Unidos para recibir cursos de especialización policial sobre anticomunismo por parte del FBI en enero de 1958. Juan Antonio González Pacheco y Claudio Ramos, otros miembros de la BPS fueron conocidos por torturar a miembros de ETA. En cuanto a Pertur, Eduardo Moreno Bergareche, militante donostiarra de ETA de 25 años, se sabe que el “guerrillero urbano” neofascista Pierluigi Concutelli participó en su desaparición en 1976 mediante su organización Ordine Nuovo de la Gladio italiana. Concutelli vivió en España entre 1970-1977, tratando de reagrupar a toda la ultraderecha de Europa. Carl Magnus Torsten Armfelt (1918-2005), pieza central de la Gladio anticomunista a nivel mundial junto a William Colby (director de la CIA) podrian haber participado asimismo en el asesinato de Eduardo.

En cuanto a los Grupos parapoliciales Antiterroristas de Liberación (GAL), practicaron también la guerra sucia contra ETA (entre 1983-1987), guerra que defiende todavía hoy día el comisario José Manuel Villarejo Pérez. De hecho, afirma que sigue existiendo una brigada de agentes encubiertos de ETA. En 1986, La BPS dejó de existir pero se creó la Brigada de Información, una especie de continuación de la misma. Sus miembros siguen activos así como sus métodos con casos de corrupcion y tortura. Villarejo sigue en contacto con Estados Unidos (a través de Trump y Paul Manafort) e Israel: un íntimo de Villarejo fue instigador de la compra a Israel de Pegasus.

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