02/05/2024 07:24
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He acabado por convencerme de que tengo una serie de lectores leales por la correspondencia recibida. Unos me reclaman que vuelva a publicar vídeos en Youtube,  otros,  que no haga pausas  y menos si son largas, en la publicación de artículos y comentarios – ni en los enviados a mis contactos desde hace décadas–. También me piden que escriba más libros. Hay, incluso varios que me informan de su rezo del rosario  en  familia  para que Dios me siga concediendo años y prosiga la lucha.

Por suerte el día solo tiene veinticuatro horas  pero a mí,  siempre me han faltado y lo manifiesto, lo que provoca el enfado de mi mujer al oírme reclamar días de cuarenta y ocho. Pero me sabe muy mal dejar correos sin respuesta – si no solicitan nada—porque para cumplir habría de olvidarme de cosas importantes –por ejemplo, comentar para los lectores el acontecer diario–.

Lo que especialmente lamento es no haber escrito más libros,  cuando tengo varios prácticamente acabados desde hace años –treinta—y me sobran los temas por abordar. Ahora mismo, si pudiese adivinar la demanda me animaría a intentarlo  con este título: “CASI UN SIGLO” y hablaría de lo vivido esos años.

Con mucha frecuencia me veo discurriendo sobre la distinta forma de vivir en las diferentes épocas de mi vida, desde los años treinta del siglo pasado al día de hoy, en este primer cuarto del siglo XXI.

Mis primeros recuerdos son de antes de la proclamación de la II República, — es decir,  desde hace casi un siglo–: exactamente noventa y dos años. Puedo ser tan preciso sobre el inicio de mis recuerdos  porque tengo referencia exacta: Son  anteriores a la muerte de mi abuelo paterno acaecido en abril de 1931. Todavía no tenía tres años. Nací en mayo de mil novecientos veintiocho.

Desde entonces tengo recuerdos indelebles, Los primeros vividos,  lógicamente, como niño, luego como adolescente, joven universitario, etc. Me veo esperando la llegada del diario “El Debate”, al que estaba suscrito mi tío –padre y madre a la vez, además de sacerdote–. Me encantaban las viñetas del “gato Félix” que llevaba en la parte inferior de las primeras páginas. O también yendo a comprarle tabaco al estanco mientras jugaba con los hombres del pueblo a las cartas en casa de uno de ellos…Y mirando por la ventana como jugaban mis amigos, en la calle porque yo tenía limitado el tiempo de corretear suelto y estudiaba o jugaba en casa con “mis herramientas”,  porque con tres y cuatro años como yo disfrutaba copiando lo que veía mesas, sillas, carros… pero con madera, y por eso pedía como juguetes: sierras, martillos, clavos…

A medida que pasan los años la memoria cambia de contenido y  paso a vivir  el “terror en rojo” en Santander y las victorias del Ejercito nacional;  poco después  la Segunda Guerra Mundial, los duros años de nuestra postguerra;  el viaje a Cuba –en  el primero que hizo el Marqués de Comillas una vez acabada la Segunda Guerra Mundial–; los catorce años de paraíso cubano –a pesar de su “locura por la política”, desde niños discutían de política–; la experiencia de los desastres inherentes a la Democracia que ellos no veían — me cansé de predecirles, que iban directos al marxismo—; contemplé con rabia,  la guerra de los “Aliados” contra en la ONU–vivida desde fuera de la Patria–: los estudios de Filosofía  en la Universidad Católica e ingeniería en la Universidad Nacional (éstos, inacabados); los gobiernos “ladrones” de Grau y Prío;  el segundo golpe del General Batista; el engaño de Fidel al pueblo,  que no supo ver lo evidente; mi regreso a España huyendo del previsible gulag  –esperé hasta que vi próximo el cierre de las puertas de salida; los últimos quince años del franquismo triunfal y constructivo;  Fuerza Nueva; la divina Transición y la traición de los “franquistas oficiales,  sus colaboradores”: mis treinta y un años  de ejecutivo y de empresario; los desastrosos gobiernos democráticos han vivido de la grasa acumulada en los riñones de España durante el franquismo; la entrega de la nación a la Sinagoga de Satanás y  nuestro destino;  etc.

Sería de mucha  utilidad a las nuevas generaciones cuyos cerebros son lavados desde los jardines de infancia con remate final en las Universidades con docentes rojos y agnósticos  en su mayoría.

Entra pues en la razón que han motivado todos mis libros y escritos: ayudar a los lectores con mi experiencia. Con menos años ya estaría escribiéndolo. Ahora  no sé si me quedaría tiempo,  ni si tendría fuerzas.

Todo lo vivido en estos noventa y dos años de Historia es probablemente uno de los períodos más aleccionadores de la Historia Universal por varias razones pero la principal es por la velocidad supersónica del avance en los descubrimientos científicos y técnicos. Solamente la época de los grandes filósofos griegos ha pesado algo más en la Historia del Mundo ya que  el nacimiento y desarrollo de la Filosofía es más trascendental y superior al  de los  adelantos científicos al ser aquélla  cimiento y fundamento de éstos. Pero sigue siendo válido atribuirle  importancia suma a este “casi siglo” del que trataría el libro.

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Nací en la edad de los carros, mulas, caballos y burros y me voy a despedir de este mundo en la era de los aviones supersónicos, los satélites, la Informática,  la información al instante, los móviles-computador y la inteligencia artificial. Puedo decir que he vivido en dos mundos diferentes algo fuera del alcance de las jóvenes generaciones.

Precisamente esta experiencia  me permite constatar la gran verdad de que aunque todo evoluciona para bien o para mal,  otra realidad tan cierta permanece inmutable: la absoluta dependencia del hombre ante Dios y  que nuestra felicidad presente y futura es inseparable de nuestra relación con Él según nuestro cumplimiento de sus mandamientos y enseñanzas. Dicho en otras palabras: no importa el lugar  ni el siglo que vivas,   serás feliz o desgraciado según la relación que mantenga  tu alma con el Dios uno y trino que hizo el mundo, nos regaló la vida y nos cuida aunque nos olvidemos de Él.

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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Carlos

Con todo respeto, don Gil, pero usted se repite más que el pepino por la noche…
Lleva toda su vida hablando de la sinágoga de Satán -los judios-, y temas similares, y, la verdad, ya cansa.
Por eso voy a dejar de leerle.
De cualquier forma, deseo, de corazón, que todo le vaya bien, y Dios le de más años de vida.

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