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Guillermo Oliveras, nacido en Barcelona en 1907, es considerado en la historia del deporte catalán como uno de los deportistas más completos e innovadores. Además de practicar el fútbol en el R.C.D. Español, club del cual también fue directivo, Guillermo jugaba a cesta punta y también en el muelle de Barcelona participaba en carreras de lanchas «fueraborda».
Pero el principal deporte en el que sobresalió, por encima de los demás deportistas españoles, fue en las carreras de coches, siempre conduciendo su Bugatti de dos litros, fue el ganador en 1929 de la carrera en cuesta de la Rabassada de 4,9 km, alcanzando una media de 74 km/h, carrera que ya contaba con un gran prestigio internacional. Cuentan las crónicas que daba gusto observar a Guillermo al mando de su Bugatti por las pistas de Terramar.
También Guillermo era directivo de la Peña «Rhin» y de la Vasconia. Pero además, Guillermo Oliveras inició su militancia en la Falange desde prácticamente el momento de su fundación. El 19 de julio del 36, Guillermo se lanza a la calle a las órdenes de Luys Santamarina y después de un bravo e infructuoso combate por las calles de Barcelona y cuando el mando militar decide rendirse, Guillermo es de los pocos que consigue huir mezclándose con el populacho.
Pasa casi un mes refugiado en casa de un amigo, hasta que el 18 de agosto junto con los camaradas Benavent, Sentmenat, Márquez y Matos, es detenido por la policía republicana. Una vez comprobada su filiación falangista, de inmediato se ordenó su internamiento en el barco prisión «Uruguay», donde se encuentra con decenas de viejos camaradas que habían sido también presos desde que se frustrara el alzamiento del día 19 de julio.
Sufre como uno más los rigores de la prisión, torturas y palizas que reciben los falangistas de sus captores anarquistas, hasta que por fin es trasladado al Castillo de Montjuich, lo que todos sabían que era la antesala de la muerte, ya que nadie salía vivo de allí. Oliveras junto con otros camaradas pasan un breve periodo de tiempo en esta nueva cárcel, y Guillermo no para de darle vueltas a un plan para intentar la evasión, la que consigue milagrosamente una noche, ayudado por la negligencia en la vigilancia de sus guardianes.
Gracias a la oscuridad, consigue llegar al puerto y de allí a un nuevo escondite del que saldrá para cruzar la frontera hasta Francia y pasar a la España nacional. Ya en San Sebastián, se presenta de inmediato como voluntario a la Legión Española, donde cubre plaza como simple soldado. Pero su experiencia profesional y deportiva es aprovechada al máximo para el combate, por lo que pronto es destinado a la «Bandera de Carros de la Legión», donde fue herido en tres ocasiones. En 1937 se creó la «Bandera Legionaria de Carros de Combate», que pasó en 1938 a denominarse «Agrupación Legionaria de Carros de Combate», dependiente del 2º Tercio.
La Bandera disponía de algunos T-26 capturados al enemigo, así como de carros Renault FT-17 y Panzer 1 alemanes, llegando a contar a finales de 1938 con más de cien carros de combate. Guillermo participó en combates en los frentes de Madrid y de Vizcaya y durante la ruptura del Cinturón de Hierro de Bilbao, en el pueblo de Larrabezúa, combatió con varios carros enemigos, a pesar de estar herido y haber recibido su carro un impacto que lo incendió, logrando salvar el vehículo y a su tripulación, y apagar el incendio.
Tras hacer los cursillos de Alférez Provisional regresa a la Agrupación, donde sigue combatiendo con valor y eficacia. El 9 de noviembre de 1938 recibe orden de romper las defensas enemigas en el frente del Ebro, sector de Venta de Camposines, lo que logrará a pesar del fuego de artillería, sin dejar de disparar con su carro, abriendo brecha en las líneas enemigas. El 11 de noviembre de 1938 y al finalizar la lucha, el Teniente Oliveras volvió a la base y al bajar de su carro de combate recibió el impacto directo de una granada perdida.
La metralla destrozó a aquel gran deportista que cubría siempre su «camisa azul» con el verde de su chaqueta legionaria. Se le concedió a título Póstumo la «Medalla Militar Individual».
Unos meses antes, Guillermo Oliveras había dejado escrito lo siguiente: «Si no voy a formar parte de las gloriosas escuadras de los que estáis ya Presentes, iré con nuestros camaradas al «Uruguay» para sacar nuestra bandera, que escondí antes de salir para Montjuich. Y vosotros marcharéis a nuestro lado, impasible el ademán, para hacer ofrenda de ella y que figure como trofeo de la España una, grande y libre por la que habéis dado todo». Guillermo Oliveras es otro de los grandes deportistas y militantes de Falange prácticamente desconocidos, al cual rescatamos de su olvido.
 
 
(Foto inédita de Guillermo Oliveras de la Riva tomada antes de la Guerra Civil, del Archivo de los Guardianes de la Memoria Azul).

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REDACCIÓN
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