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Polonia es a menudo representada por los medios de comunicación y los partidos liberales como un país ultraconservador en el que las mujeres y las minorías ven limitados sus derechos por un gobierno de fanáticos religiosos. Un régimen patriarcal y opresor en el que las mujeres sufren toda clase de abusos. Una distopía como la representada en la popular serie “El cuento de la criada”, por cierto, una imagen muy utilizada en los actos de protesta de los grupos feministas de extrema izquierda polacos. Sin embargo, toda esta propaganda no es más que una monumental mentira. Polonia es uno de los países más seguros de Europa para hombres, mujeres y niños, y la diferencia con países feministas como Suecia, Alemania o España es sencillamente abrumadora. Ahora, con la llegada de la Navidad, los típicos mercados navideños afloran en las ciudades polacas. No hay soldados armados patrullando por las calles cercanas, están en la frontera precisamente para evitar tener que llegar a eso, ni bloques de hormigón contra los ataques de “enfermos mentales” cada vez más frecuentes en la Europa progresista y multicultural. Tampoco hay veinte clases de semáforos, bancos morados o municipios contra la “violencia de género”, por tanto, tampoco hay cientos de asociaciones y ONG feministas recibiendo cuantiosas subvenciones.

La protección de las mujeres se hace desde la ley. Esta semana se ha cumplido un año desde la entrada en vigor en Polonia de la “Ley antiviolencia”, una ley de violencia doméstica que, a diferencia de las leyes feministas, no discrimina a la mitad de la población y protege eficazmente a las víctimas, sean mujeres u hombres. Esta ley, diseñada en el Ministerio de Justicia, permite a la policía separar de inmediato al supuesto maltratador de la víctima, prohibiéndole la entrada al hogar durante 14 días. Durante estas dos semanas, los tribunales investigan la veracidad del caso y pueden ampliar la orden de alejamiento o tomar otras medidas, y, por supuesto, la persona contra la que se ha dictado la orden de alejamiento tiene derecho a presentar una denuncia contra esta decisión.

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En el año de vigencia de la ley se produjeron 3.200 casos de violencia doméstica en familias polacas. En un 96% de los casos las medidas de alejamiento se aplicaron contra hombres, pero, de nuevo, no se hace ninguna distinción cuando quien maltrata es una mujer. No se aplican medidas distintas en función del sexo del agresor, la ley es igual para todos. El Ministerio de Justicia también ha creado un sistema de asistencia a largo plazo para los que sufren la violencia doméstica. En Polonia hay 336 centros de apoyo a las víctimas de delitos, lugares que ofrecen, entre otras cosas, asistencia psicológica y jurídica gratuita. Desde la entrada en vigor de la ley hasta el 31 de octubre de este año, cerca de 9.000 personas afectadas por la violencia doméstica se presentaron en estos centros. 7.015 eran mujeres.

Los liberales presentan así a Polonia. La realidad es muy distinta.

Esta ley supuso una mejora sustancial a la anterior, sobre todo por la rapidez con la que se toman las medidas. No obstante, como apunta el viceministro de Justicia, Marcin Romanowski, aún hay margen de mejora: “El éxito de las soluciones existentes es un estímulo para seguir actuando. El hecho de que la normativa actual funcione bien no significa que podamos dejar de trabajar. Por lo tanto, estamos trabajando para mejorar las soluciones actuales y supervisando constantemente el funcionamiento de la ley. Sobre esta base, hemos preparado un proyecto de Ley Antiviolencia 2.0, que otorga a los servicios nuevas competencias para proteger a las personas que sufren violencia doméstica”. El nuevo proyecto de ley propone la posibilidad de aplicar la orden de alejamiento no sólo en el ámbito del hogar, una mayor protección a los menores y una defensa frente al acoso en Internet o en las redes sociales.

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Pero que Polonia haya hecho una ley que funciona y que protege eficazmente a las mujeres no es relevante para la maquinaria progresista, que sigue condenando a Polonia por su denuncia del Convenio de Estambul. Peor aún, como señala el viceministro Romanowski, el hecho de que la ley sea eficaz sólo viene a demostrar que toda la narrativa del Convenio no es más que un montón de afirmaciones anticientíficas y denunciarlo no afecta en absoluto a la aplicación de medidas reales para combatir la violencia, porque no tiene ningún valor. “Al fin y al cabo, gracias a la ley antiviolencia aprobada hace un año, estamos demostrando a Europa que una lucha eficaz contra la violencia doméstica pasa por mecanismos reales y efectivos como el aislamiento inmediato del maltratador de las víctimas, y no por la ideología de género que impulsa el Convenio de Estambul. Esto lo mencionó incluso la eurodiputada polaca de extrema izquierda Sylwia Spurek, que dijo que hemos hecho más por las mujeres que la Comisión Europea. Por desgracia, los eurócratas no quieren ver esto y ni siquiera intentan mantener una conversación sustantiva con nosotros. Esta semana hubo una reunión conjunta de las comisiones LIBE y FEMM sobre la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Propusimos la participación de expertas del Ministerio de Justicia que participaron en la creación de la ley contra la violencia. Lamentablemente, el Parlamento Europeo bloqueó su participación. Al menos está claro que el verdadero objetivo para ellos no es el bienestar de las mujeres y la lucha contra la violencia doméstica, sino impulsar la ideología de género”.