11/05/2024 16:57

Bendala

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He visto en este benemérito diario un homenaje a nuestra enseña nacional en La Coruña que me ha impactado porque estaba honrada sólo por… civiles. Algo no cuadraba. A pesar del lustre del acto, de la honra sincera que se adivina en los presentes, comenzando por ir engalanados con tan bellos trajes populares, algo faltaba. ¿Cómo era posible que en un homenaje a nuestra sagrada bandera no hubiera una igualmente honorable y lucida representación militar? Nuestras ordenanzas así lo ordenan. Nuestro honor lo exige. Nuestro patriotismo lo reclama. Nuestro juramento nos obliga. En los días, ya décadas, que corren, es imprescindible que la roja y gualda sea escoltada y se le rindan honores con banda, música y con las armas que tienen que defenderla de los enemigos de fuera, pero más de los de dentro sean quienes sean, estén donde estén y tengan el poder que tengan, a costa de la vida en la guerra, y del cargo en ausencia de ella.

Pues bien, informado del caso, sufro un nuevo impacto. El homenaje lo organizó, como todos los años, la Asociación de Meigas de las Hogueras de San Juan, y con su lustre acostumbrado, sólo hay que ver la fotografía. Pero este año, el encargado de facilitar los efectivos militares y la banda, el Gral. Juan Francisco Arrazola Martínez, jefe del MAM y máximo representante del Ejército en Galicia, Asturias y Cantabria, prometió, pero no cumplió, pues a los pocos días se desdijo sin más explicaciones. Faltó pues a su palabra de honor; la de un militar, como la de un español, lo es, y debe ser, siempre y sólo, de honor. Pero es que no es la primera vez, porque hace un par de meses prometió facilitar un corneta para un sencillo homenaje a un Capitán del Ejército del Aire caído en acto de servicio en 2015 y tampoco cumplió, sin más explicaciones. Faltó, pues, de nuevo, a su palabra de honor.

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Informado de ambos casos, los motivos de tan abyecto como deshonroso, indigno y cobarde proceder fueron dos: en ambos, porque este funcionario de uniforme vive obsesionado con no desairar ni en lo mínimo a la sátrapa, inepta y presunta delincuente que reina en Defensa desde hace algunos años; en el primer caso, el de la bandera, porque consideró que acudir a tal homenaje hubiera supuesto desairar a la por entonces alcaldesa de La Coruña, una imberbe frentepopulista desorejada a la que desde la asociación de Meigas habían puesto a caldo públicamente en alguna ocasión y con toda razón. Por cierto, que el Gral. Arrazola no ha tenido, eso sí, inconveniente alguno en soportar sumisa y cobardemente múltiples desaires de parte de dicha niñata, a pesar de que en realidad no lo fueron contra él como persona, no, sino contra lo que representa, es decir contra el Ejército español y por ende contra España.

He aquí, por desgracia, un ejemplo más, este sobresaliente, de deshonor, indignidad y cobardía de otro General, también los hay de Almirantes, que antepone su cargo y carrera a sus deberes y obligaciones para con España y su enseña, para con el pueblo español, para con la nación y la Patria. Que no tiene el valor que se le suponía, para dar, por todo ello, hasta la última gota… de su cargo, algo mucho más difícil y meritorio en la paz, que la vida en la guerra. Que no posee ni el espíritu militar que aparenta cuando se pone muy tieso ante… la ministro de Defensa que, como los conoce, se ríe de él y de los demás. Que carece del patriotismo que sí tienen las meigas, que no dudan, cada año, en homenajear a nuestra bandera, tan vilipendiada hoy, no tanto por sus enemigos, como por los que mienten cuando proclaman que la aman, y peor aún por los que perjuran cuando dicen estar dispuestos a defenderla.

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Y no me vengan con monsergas, no me salgan con eso de que “¿qué podemos hacer?” o lo de “tengo las manos atadas”, y menos aún con la “disciplina, nunca bien definida ni comprendida…” o lo de la “neutralidad”, porque se puede y debe hacer mucho, las manos están libres conforme a la autoridad y responsabilidad del cargo, la disciplina no significa someterse a procederes que vulneran y socavan nuestra independencia, soberanía, integridad territorial y ordenamiento constitucional, y la neutralidad no puede ser mirar al cielo ante el crimen de lesa patria y la traición. Y no sólo eso, sino más, pues contra todas esas excusas yo les recuerdo: “¿Es que se puede consentir un día más el vergonzoso espectáculo que estamos dando al mundo? ¿Es que podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria, con poder cobarde y traidor, entregándola sin lucha y sin resistencia? ¡Eso no! Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos quienes juramos defenderla”. Y si se la defiende cada día, cada instante, en cada despacho y acto, con ocasión o sin ella, a tiempo y a destiempo, en lo menos y en lo más, se vitan los dos grandes males que nos amenazan históricamente: la desunión que favorece la tiranía y el enfrentamiento fratricida que nos puede destruir una vez más.

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Geppetto

Faltan datos
No se cual es el motivo real por el que este general no ha mandado tropas y oficiales a darle homenaje a la bandera que estas meigas llevan.
Y sin esa premisa poco se debe o se puede decir sin caer en el insulto puro y duro, en la demagogia brutal cuyo fin ultimo es excitar los animos contra el Ejercito.
Porque no sabemos una palabra de lo que es y hace esa asociación de Meigas, no sabemos porque ha hecho lo que según parece ha hecho este general y tampoco sabemos sin ha recibido una orden por conducto reglamentario indicándole que se abstenga de homenajear a la Bandera.
En todo caso este militar deberia dar algun tipo de explicacion porque si no, al final, su figura y su imagen quedaran a la altura del betun

Carmen

Pienso lo mismo que usted, amigo.

antonio parra galindo

MEIGAS HABERLAS HAYLAS Y LA YOLI TIENE TODAS LAS TRAZAS DE SALUDADORA GALAICA CIERTAMENTE EL GENERAL DEBERIA HABER MANDADO A LA TROPA Y DISPERSAR A ESAS FULANAS PERO TENEMOS UN EJERCITO DE ACOJONAOS SU PATRIA Y SU BANDERA SON LA PAGA Y EL ESCALAFON

Pilar

Son funcionarios de uniforme, ni más ni menos.

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