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No será porque no lo venía diciendo Federico: esos dos están liados. Su visita a Roma este fin de semana deja al descubierto su compromiso. Y le da la razón al gran Jiménez Losantos. Ojalá no la tuviese tantas veces.
Pero compromiso, ojo al dato. No quiere decir amor. Y me acabaré explicando. O eso espero.
Después de varios meses en los que se puso en tela de juicio, nunca mejor dicho, la independencia del Poder Judicial, se va despejando, por fin, la incógnita.
«El fin justifica los medios»
Tenía sentido aguantar las críticas de aquellos debates sobre la legalidad, sobre la oportunidad, sobre si es o no asumible colocar al frente de la Fiscalía del Estado a una recién ex ministra de Justicia, sin guardar siquiera las formas más inexcusables de una democracia. Pero ya pasó. Como una mala gripe. Nada es para siempre. Y aquí pasar, lo que se dice pasar, no pasa nada.
¿Me quiere, no me quiere?
La quiere. Se ha deshojado la margarita. ¿Pero por qué? O mejor dicho, como diría un coach, ¿para qué?
¿Por qué? Porque el ministro de Justicia en la sombra, Baltasar Garzón y Dolores Delgado, al control de la Fiscalía, tienen planes. Sobra recordar, o no, que el abogado es un ex-juez condenado a 11 años de inhabilitación por el Tribunal Supremo, expulsado de la carrera por prevaricación, por andar espiando y grabando a escondidas. Y este señor, el que así se maneja en la vida, es el que está oficialmente liado con la Fiscal jefe, amiga de confianza de Villarejo y puesta en cloacas, como pudo y puede verse en aquella famosa conversación donde aparecían jueces que se iban con menores y compañeros maricones, según las palabras textuales que hicieron viral a la fiscal jefe.
¿Para qué? Para llevar a cabo compromisos adquiridos con terceros y ejecutar un plan de Estado. Para el que, el secuestro de la Justicia, es imprescindible. Como ya se sabe ha ocurrido en otros regímenes.
Para implantar la Agenda 2030 —impuesta por los globócratas, la Troica y toda esta gente tan civilizada de Europa, la ONU y la OMS que quiere convertir el mundo en su patio trasero, tal como hizo EEUU con Hispano América—.
La Agenda 2030 que, camuflada con valores que funcionan como lobbies —el feminismo, por ejemplo, a nivel mundial, o la memoria histórico/democrática, en España—, no persigue otra cosa que derribar el régimen del 78, y entregarle España en bandeja, hecha trocitos y hecha una ruina, a los fondos buitres de George Soros. Ese filántropo que nos ha visitado en demasiadas ocasiones estos últimos meses. Y que debió de aceptar a Sanchez e Iglesias como animales de compañía, después de que Naranjito le defraudase.
Y no es que el régimen del 78 sea la joya de la corona, ni mucho menos, pero la Open Society de Soros es una traición sin parangón.
Y el coronavirus le ha venido que ni anillo al dedo.
Ya lo dijo Ramiro Ledesma un filósofo, matemático, periodista, escritor y político del siglo XX, demostrando ser un gran visionario:
«Sólo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener Patria»
Los intereses del filántropo psicópata
Ya lo hizo en Cataluña; detrás de cada hilo, cada dólar y cada euro del fallido golpe de Estado estuvo la Open Society. El filántropo sabe más que los ratones coloraos sobre los puntos débiles de España, su casta de gobernantes traidores, pusilánimes y robagallinas. Sabe que puede manejar a este Gobierno como si de un títere se tratase y ha hecho que el Gobierno de Sánchez se sienta protegido para tomar la Justicia con el fin de propiciar un cambio de régimen o lo que otros llaman un golpe de Estado.
Controlando la Justicia, la Educación —presencial por obligación— y pactando con partidos nacionalistas e independentistas que más que romper España, lo que hacen realmente es vivir de ella, crean desesperanza. Alentando el caos y el desconcierto incapacitan para una respuesta legítima de defensa. Somos un país de deprimidos.
Véase a Torra, el inhabilitado, haciéndose el indignado, amenazando desde los micrófonos de ese cotolengo subvencionado al que llaman TV3 pero, eso sí, sin renunciar al sueldo y la jubilación de lujo que le ofrece el Estado fascista Español. Que la pela es la pela—.
Lo que no dijo Torra desde los micrófonos del cotolengo informativo es que en condición de ex presidente de un territorio español, y después de que lo aprobase el Parlamento Catalán, tiene derecho a cobrar una retribución, el 80% de su sueldo actual, esto es 122.000 euros, de los 153.235 euros al año; además de disponer de su propia oficina con tres personas a su servicio; una dotación presupuestaria para gastos; un automóvil de representación con chófer y los servicios de seguridad necesarios.
Y se va el tipejo sin dar las gracias a los españoles, al puñetero pueblo y a los impuestos que pagamos todos para que viva esta gentuza convertida en casta. Un inútil que no ha sumado siquiera para que viva mejor sólo un mendigo.
A Torra le importa España una mierda y Cataluña otra mierda. Desde luego, no hemos visto ningún gesto que nos induzca a pensar que el expresident está dispuesto a morir por Cataluña, todo apunta a que prefiere mil veces vivir de España.
Pensamos que esta confabulación sirve a un propósito último que es desestabilizar el estado nación España, para que una vez que no la conozca ni su p madre, se la quede Soros para alimentar todas esas empresas de burócratas del IBEX, satélites de su Open Society Foundation. O lo que es lo mismo, esos fondos buitres de los que hablamos todos, sin que la mayoría de nosotros sepamos exactamente lo que son.
Y se lo estamos poniendo fácil, con tanto Judas desplegado por territorio nacional.
En fin…, ya se ha discutido por activa y por pasiva y, seguramente, es legal que Dolores Delgado ocupe la Fiscalía del Estado. También es legal la lapidación de mujeres en Arabia Saudita o la silla eléctrica en EEUU. Y entregar inmigrantes a Turquía por dinero y por consenso, por supuesto, para que mueran poco a poco en campos de refugiados, mientras en Occidente consagramos telediarios enteros al Open Arms, el barco del magnate que rescata refugiados por altruismo.
Si por legalidad fuera…
Toda esta chusma trabaja para destruir una forma de Estado que, a día de hoy, es lo que permite que se paguen las pensiones, se cure a los enfermos de cáncer, independientemente de su nivel de ingresos, o se escolarice a los niños, vengan de donde vengan. Coronavirus a parte. Y a espera de lo que quede a salvo de esta debacle.
Y si el Plan «A» no es demasiado halagüeño, con su plan «B», el de los globócratas, no vamos a salir bien parados. Al menos la mayoría de nosotros. Eso que llamamos sociedad civil puede estar dando los últimos estertores.
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