26/12/2024 17:30

Después de muchos años en Alemania la Familia Mateos Hernández se enfrentan a una realidad; la realidad del migrante: extrañar a la tierra que dejaron atrás con sus costumbres, rutinas y tradiciones. — Yo Jose Mateos Mariscal . Creo que es algo común en las familias migrantes. Los hijos suelen adoptar, más rápido y sin reparos, los elementos de su nuevo espacio y de su nueva cultura. Para varios padres y madres migrantes es doloroso descubrir que se ha abierto un abismo cultural entre ellos y sus hijos. Es doloroso para una familia migrante de españoles en Alemania aceptar que su hijo no entiende lo que sus padres intentan trasmitirle o, peor aún, es doloroso aceptar que lo que le ha enseñado en la infancia no tiene valor para él. El hijo ha dejado de creer en acervo cultural de su madre y su padre de origen español y esto crea un abismo que dificulta la comprensión y rompe la transmisión de saber. —”A los que migran”, escribe la familia Mateos Hernández en la dedicatoria. Existe la idea equivocada de que, si migras, sí sales de tu país te va a ir bien cuando, muchas veces, no es así. En el caso de nuestra familia , hay recuerdos de la tierra natal, el querer volver, el hacerlo por los hijos, entre otras cosas, sé que tú ver un cortometraje es parte desde tu mirada para que puedas ver el sufrimiento.

José Blánquez Álvarez (Gastarbeiter) 1962 – 1990

La Familia Mateos Hernández quiere realizar un cortometraje sobre la migración española en Alemania

Pocas palabras tienen tanto significado como “ Gastarbeiter ” para un migrante español en Alemania. Traducido Trabajador invitado como permiso temporal de trabajo, conseguir un permiso era la meta de millones de españoles de 1960 a 1970 que buscaban en Alemania una vida mejor que la que les depara en sus países de origen como en España. La Familia Mateos Hernández que muestra el tedio de la espera, la añoranza de la familia y el desarraigo del exilio en Alemania . La emigración es “una medida que ha posibilitado mejor la vida de muchos españoles en Alemania , salir de un estado de `precariedad absoluta donde no hay derechos civiles básicos, no solo la falta de medicina o de comida, sino también la falta de libertad de expresión, que ha generado estos éxodos masivos en los tiempos de la posguerra civil española El cortometraje «Historia de Migrantes españoles en Alemania» se adentra en la realidad de estas personas, contando historias humanas que representan el dolor, la esperanza y los desafíos de quienes han sido forzados a partir.

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En un español en Alemania aumentamos la familia con Ángelo Ares Mateos nacido en Alemania el 23/12/2023 a las 11: 15 de la noche Bienvenido tesoro

¿Por qué vale la pena ver el cortometraje ?

La migración ha sido un tema recurrente en el cine desde sus inicios, reflejando las realidades sociales y políticas de diversas épocas y lugares de nuestro mundo. En la gran pantalla, esta problemática social a menudo se presenta como un viaje tanto físico como emocional. Los personajes suelen enfrentar desafíos significativos, como la adaptación a nuevas culturas, la separación de sus seres queridos y la búsqueda de una identidad en un entorno desconocido.

El sitio en el que también se está” juega bajo esta premisa social, sin embargo, añadiendo el factor del amor familiar. Este es otro tema del cortometraje, representa una fase de la vida llena de descubrimientos, emociones intensas y conflictos internos. La combinación de estas tramas nos entrega una historia sobre la identidad, la independencia y la transición hacia la adultez.

Cuando la migración y el amor familiar se combinan en el cine, se crea una narrativa poderosa que explora cómo las personas manejan cambios drásticos en sus vidas mientras experimentan transiciones emocionales. “El sitio en el que también se está» nos entrega lo anterior, una historia que resalta la resiliencia y la adaptabilidad de los migrantes , así como las tensiones entre el amor y el miedo al futuro.

No obstante, sin intención de desanimar, pero sí de mostrar la realidad, las imágenes de ambientes decadentes en Alemania, callejones con paredes repletas de grafiti, estaciones de metro grises y gente desamparada, como los vagabundos que deambulan por la ciudad de Dusseldorf, ocupan buena parte del metraje, desacreditando la idea del sueño europeo que muchos migrantes tienen antes de llegar a Alemania . “ las familias de los migrantes piensan que todo en Alemania es fácil, que uno aprieta un botón y todo se consigue. También he querido hablar en el cortometraje de la incomunicación y la vulnerabilidad de los migrantes en un lugar como Alemania con un idioma imposible, de que todo en Alemania no es color de rosa, de que vivo en la ciudad más rica del mundo donde todo el tiempo tengo miedo de terminar en la calle, donde ves donde hay una situación de personas desamparadas que no me explico”.

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La familia Mateos Hernández recomienda participar en la actividad buscando colaboradores para producir cortometrajes que relaten la verdadera historia de la emigración española en Alemania

La Unión Europea que criminaliza y condena, sin ser juzgados previamente, a hombres y mujeres, también a menores, sin ningún tipo de escrúpulos. Estas prácticas me recuerdan a tiempos pasados, relacionados con la esclavitud de seres humanos, donde los esclavos eran poco más que mano de obra. Esto demuestra que Europa sigue perpetuando políticas deconstructivas y no constructivas sobre la emigración.

Por este motivo, el cortometraje debería servir para celebrar y construir el cambio que supone la migración en nuestro entorno socioeconómico y humanitario. En el último año, en España se han levantado diferentes voces que recogen el sentir de las personas inmigrantes como «Migrar Sin Fronteras» programa de televisión en Facebook de Abril Rea, Malú Mariscal da recomendaciones para trabajar en Alemania para españoles recién llegados, en su canal de Facebook y YouTube.

Las historias de los emigrantes necesitan más reportajes y menos gritos.

El cortometraje muestra la realidad de los migrantes españoles en Alemania, extraños en un país y una cultura ajenas, un idioma imposible que añoran su familia y que luchan por El término Migrante es relativamente nuevo y ha venido a sustituir o englobar los siguientes términos (Inmigrante, Emigrante y Migrante), por tanto, usar cualquiera de estas palabras sería correcto. El Día de las Migraciones es sobre todo una ocasión para «ponernos en el lugar del inmigrante»

José Mateos Mariscal

Wuppertal Alemania

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El artículo obvia muchas realidades de esa inmigración de españoles hacia Alemania, aunque saca a la luz otras, como que en Alemania también hay (mucha) pobreza, indigencia, suciedad y miseria (curiosamente los indigentes alemanes no migran hacia España).

1º No se olvide que en los años 60 y 70 del siglo pasado, los migrantes españoles a Alemania eran, casi en su totalidad, personas con bajo nivel de cualificación profesional (personas sin estudios medios o universitarios). Esto es totalmente opuesto a lo que ocurre hoy, donde los migrantes que allí acuden desde España, son altamente cualificados en su mayoría (universitarios).

2º Que los migrantes de entonces, en su inmensa mayoría, volvieron pronto, tras una estancia en Alemania (y otros países como Francia, Bélgica, Suiza, etc.) que no solía superar los dos o tres años a más tardar. Pocos arraigaron allí, aunque los hubo. Se solía ir para trabajar duramente y a destajo y ganar la suficiente cantidad de divisas con las que volver para adquirir una vivienda o abrir un negocio aquí en España a la vuelta, porque allí, incluso las personas con bajo nivel de cualificación, obtenían y obtienen un salario alto en comparación a España, además hay más oportunidades de empleo en Alemania.
Por el contrario, actualmente, los migrantes cualificados españoles, ya suelen arraigar más allí, pues no valoran otra cosa que el nivel de riqueza comparativo, es decir, los migrantes actuales altamente cualificados, son materialistas casi en exclusiva y no sienten, en un alto porcentaje, la «morriña» o añoranza por su patria natal, España, a la que suelen juzgar de modo totalmente negativo, incluso avergonzándose de ser españoles, pues solo consideran las escasas o nulas oportunidades de trabajo cualificado aquí (en España, la guerra entre unos y otros, entre trigo y cizaña, dura siempre, pues aún hay cristianos verdaderos, a diferencia de Alemania). Estos migrantes españoles actuales, muy bien preparados y valorados en Alemania o cualquier otro país de los más avanzados, suelen ganar sueldos muy elevados, alta reputación profesional, tener muchas oportunidades y gozar de vivienda digna y un elevado nivel de vida, pero en su inmensa mayoría han sido educados en una ateísmo cerril, ajeno al amor a Dios y a la familia, que les hace ignorar otro tipo de necesidades más elevadas y profundas en el ser, algo impensable en los migrantes de los sesenta y setenta, mucho más pobres, pero fieles a Cristo.

3º Los migrantes españoles de los sesenta y setenta eran incomparablemente más patriotas que los migrantes actuales, educados unos en el amor a España y otros en el internacionalismo globalista o rechazo a la patria (valor marxista), el amor a Dios unos y el amor al dinero y los placeres otros, el amor a la familia y los seres queridos unos y el radical individualismo, tendencia a la soledad y egolatría o narcisismo los otros. Que hubiese excepciones en uno y otro grupo no desdice del hecho de que la diferencia entre ambos tipos era y es abismal.

4º Con el paso de los años, la asimilación de los que quedaron o se quedan en Alemania, les vuelve mucho más materialistas, encerrados en sí mismos, ególatras, vanidosos y alejados de Dios, como los propios alemanes, algo que no puede tener otro destino que la autodestrucción lenta, gradual, pero inexorable de generaciones en una nación rica, pero atea y vana, como la inmensa mayoría de las situadas al norte de los Pirineos. Alemania, de hecho, ve crecer con impotencia incontestable el porcentaje de población eslava, turca y musulmana frente a los alemanes de pura sangre, bastante degenerados éstos, por cierto, respecto a sus abuelos y bisabuelos, que sí tenían a Dios mucho más presente en sus vidas. Alemania vino a morir de una u otra forma en 1945, por mucho apologista vano del canciller del último período medio «normal» teutón, Konrad Adenauer, el «Kerenski alemán», aunque los herejes traten de beatificarlo.
Los migrantes del pasado constataban ya esta deriva en su tiempo por comparación a España, más pobre (aunque con un futuro prometedor frustrado por la maldita, un millón de veces, democracia), pero más fiel a los valores cristianos (hoy tan desacreditados entre tanta vanidad materialista). Aquellos migrantes presumían de Alemania por puro afán de protagonismo, pero bien sabían, aunque callaban, que allí no se podía vivir, porque de allí fue expulsado Dios mismo (esto es algo que los materialistas ateos no logran comprender). Por eso añoraban volver y volvían, contentos de haber hecho lo noble y correcto. Y no repetían la aventura «uropea». Es por ello que ya entonces muchos españoles constataron aquello de que de nada le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su alma o aquello de vender la gloria por un plato de lentejas, al fin y al cabo. Y es por ello por lo que muchos migrantes de hoy, totalmente confundidos, vacíos, con crisis de sinsentido, perdidos y atribulados aunque aparenten otra cosa, a pesar de sus brillantísimas carreras profesionales en el extranjero (no solo Alemania), no son capaces de hallar la paz interior, la realización personal, la dicha, el sosiego y la alegría sin las cuales la vida no tiene sentido alguno. Eligieron y eligen mal, incapaces por soberbia y egolatría de rectificar. Y luego se sorprenden de que sus logros profesionales y patrimoniales les hayan dejado tan vacíos que se llegan a cuestionar seriamente si realmente mereció la pena tanto sacrificio para tan poca o vana realización. Su pronóstico es pésimo si perseveran en su error, pero tampoco atienden a razones.

Cabría preguntarse si España hubiese podido mantener su fidelidad a la fe en Cristo compatible con un nivel de prosperidad material como el de Alemania, preguntarse de cómo se podría lograr tal objetivo maravilloso. Desgraciadamente no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero. Aquella España de los sesenta y setenta, próspera y con futuro, a pesar de los malos presagios morales que traían los que querían equipararla al extranjero democrático, servía mayoritariamente a Dios. Hoy, habiendo rechazado a Dios mayoritariamente como Alemania y otras naciones democráticas (de la democracia liberal y la de Lenin-Stalin-Mao), no tiene ni siquiera futuro económico. Es el «premio» justo de la generalización de la apostasía, lo que las actuales generaciones descreídas merecen.

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