17/05/2024 14:50

A mi amiga Rosa Luque

Hoy, al leer el artículo de mi amiga y admirada Rosa Luque, gran profesional nacida y criada en las páginas del “Diario CÓRDOBA”, se me vino a la cabeza, de inmediato, el hambre y la miseria que vivió España en los años 40 en plena dictadura de Franco. Confieso que leyendo las sencillas palabras de mi amiga Rosa se me vinieron a la cabeza los “asilados” de la posguerra.

Por eso, he tirado de archivo y he recuperado el articulito que escribí para “El Correo de España” hace ya unos años.

Tal como se publicó lo reproduzco:

EL “ASILADO”

POR HAMBRE

Encerrado como estoy, estamos, por este maldito virus y casi encarcelado por los dictatoriales «Estados de Alarma» que nos llevan directos a Venezuela no he podido dejar de «alarmarme» (además de por el virus) por las cifras de la miseria y el hambre que ya están dando «Cáritas», la «Cruz Roja» y muchos párrocos de toda España. Que ya se hable de 10 millones en el umbral de la pobreza, que más de dos millones de familias normales tengan que recoger cada día la comida de la familia, que el paro esté ya en el 16% y que muchos miles de familias, muchísimos, tengan que esconder (¡Dios, la Clase Media que está desapareciendo!) su casi miseria por mantener su imagen, que miles de niños estén teniendo que abandonar sus clases y sus estudios porque los padres ya no pueden pagar la factura del «cole», que -como me dicen algunos comerciantes pequeños- esté volviendo el «fiado»… es para echarse a temblar y, en mi caso, para recordar.

Porque, al ver lo que ya estoy, estamos, viendo, de mi baúl de de los recuerdos han salido dos imágenes de mi infancia que ya creí olvidadas y enterradas en mi memoria (mis nietos dirían en el «disco duro», creo) : el de aquel «Asilado» que las Autoridades del pueblo (Nueva Carteya, de Córdoba) mandaron a mi casa, vía decreto forzoso, para que mis padres le dieran de comer. Fue un acuerdo del Ayuntamiento, dado que había cientos de familias que no tenían para comer y muchos, por supuesto, y a la fuerza, tenían que robar para que los hijos comiesen (con las consiguientes detenciones de la Guardia Civil, al que se cogía con la gallina en las manos, o lo que fuese, aunque a decir verdad los pobres guardias en muchos casos hacían la vista gorda). O sea, que en las casas que sí hubiese comida el Ayuntamiento mandaba «un asilado», al que había que darle de comer dos veces al día.

A mi casa (ojo, que solo era una panadería y allí teníamos que trabajar todos, a mi me dieron un cubo para acarrear agua a los 8 años) enviaron un joven, de unos 14 0 15 años, que se llamaba, lo recuerdo muy bien, Antonio, como recuerdo que comía por cuatro. Llegaba sobre las 2 de la tarde y mi madre le ponía un plato lleno a rebosar de lo que hubiese cocinado ese día (cocido, lentejas, habichuelas, potaje de garbanzos, patatas guisadas con carne, etc) que se lo merendaba antes de respirar…eso el primer plato, el segundo, porque siempre repetía, se lo tomaba con más calma, pero entonces se agarraba al pan (de aquellos redondos y casi negros, de un kilo, como los integrales de ahora, porque no se separaba la harina del salvado) y era capaz de comerse una pieza entera. Así que el pobre hasta engordó y todo, eso sí luego ayudaba en lo que podía a mi padre… y por la noche, sobre las 9, idem de idem ¡Eran los famosos años del hambre de la segunda posguerra, la que vino después de acabar la Segunda Guerra Mundial, 1945-1949!

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Y me acuerdo de aquellos listados de los «fiados» que iban apareciendo y creciendo en las paredes blancas que había detrás del mostrador desde el que se vendía o se distribuía los que pagaban con la cartilla de racionamiento. Y me explico, cuando una familia ya no tenía con qué pagar hasta que finalizara la temporada de la «asituna» o en verano la de los «sereales», entonces se llevaban el pan justo para la familia y mis padres apuntaban en su debe. Lo gracioso es que mi padre, que apenas si sabía leer y escribir (lo justo para leer el «Siete Fechas» que llegaba por correo para un señorito que vivía en el campo) en lugar de anotar en un cuaderno anotaba en la pared con un lápiz negro grueso de arriba abajo, con el nombre de la familia, ella o él, que sobre el blanco saltaba a los ojos como un gato, pero como a veces llegaba la hora del pago y algunos no pagaban y la pared había que encalarla (al menos una vez al año) allí se iban quedando como un borrón los nombres y lo que debían… y eso, real y curioso, podía recordar a los «hombres de negro» de hoy, porque figurar en la lista negra de Julia, mi madre, «Julia la panaera», era como una deshonra de cara al pueblo y, sobre todo para las mujeres, pues eso de verse señaladas por mala «fiadora» era no poder salir a la calle. Así era aquella España, así era mi pueblo, así eran mis padres y en ese ambiente me crié yo y pude estudiar el Bachillerato Menor… ¡Dios, y a aquella España vamos si estos «pequeños dictadores» siguen en el Poder!… y si no que se lo pregunten a esos millones de españoles que ya hacen colas para poder comer en «Cáritas», en la «Cruz Roja» o en los «Bancos de Alimentos» que ya pululan por las parroquias!. Adeu, España”.

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Julio Merino

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Hakenkreuz

Merino en su línea de demagogia y mentira cada vez más descarada.

En la España de Franco de los años 40 del siglo pasado, se heredó, corrigió, subsanó y se superó los estragos que dejaron las colectivizaciones anarquistas y socialistas en la zona roja durante la Cruzada de Liberación (1936/1939), que causó la muerte de un cuarto de millón de muertos por inanición en zona roja, entre otros muchos estragos de muerte, terror, persecución, torturas, saqueos y desgracias que allí perpetraron los que hoy gobiernan. Los muertos de hambre los hubo casi en exclusiva en zona roja, apenas ninguno en zona nacional, durante la propia guerra, aunque esto se silencie miserablemente, y como pudieron constatar no pocos diplomáticos y observadores que valientemente reconocieron la verdad de ambas zonas.

El hambre fue superada en España durante esos años cuarenta, precisamente, por primera vez en la historia de nuestra amada patria, nunca antes. Y en los años 50, la miseria remitía a pasos agigantados, especialmente entre los más pobres. Los muertos por hambre, a partir del segundo semestre de 1939 cayeron en picado. Las cifras no son muy fiables, pero por cada mil españoles que murieron cada mes de dominio rojo, el año de más hambre a partir de abril de 1939, murió, como mucho uno (1000/1). La desproporción entre el holodomor rojo y la recuperación franquista es abismal, eso sí, a los votantes rojos, antiespañoles y derechistas, esto les resbala, como todo lo relacionado con sus antepasados, como a los judíos. También les importa un pimiento que hoy haya 10 millones de pobres en España, salvo para hacer uso de ellos como comparsa electoral (desde 1976 no ha parado de crecer la pobreza, silenciosa, pero implacablemente). Son cosas de la judía hipocresía farisea de demócratas y marxistas. Causan el hambre primero, y culpan después a los demás, como Stalin y su holodomor colectivista, culpa, cómo no, de enemigos del pueblo, de saboteadores, de contrarrevolucionarios, de bulistas, de espías, de agitadores, de propagandistas burgueses, de kulaks, de capitalistas, de extranjeros y….de fascistas, no podían faltar. Y occidente le siguió, como a María Cristina, la corriente, porque Stalin y las democracias van juntitas, juntitas, sin separación posible, al Día del Juicio Final, a la derecha o a la izquierda de Dios, mal que le pese al Vaticano entero, así que ojo a los votantes.

Durante la guerra, los rojos operaron las colectivizaciones, es decir, se privó a los propietarios que no lograron huir (inmensa mayoría pequeños o minifundistas) de sus tierras, herramientas y aperos, ganado, cosechas, casas y hasta «camisas» (palabras de líderes anarquistas que aniquilaron medio Aragón de miseria, hambre y barbarie colectivizadora, la juerga revolucionaria, como decía la ministra ácrata Montseny, la primera genocida abortista de Cataluña, mientras no fueron los propios anarquistas exterminados implacablemente por la 11ª división comunista de Líster allá por 1938). Se crearon colectivizaciones anarquistas y socialistas en distintas zonas de dominio rojo, a modo de koljoses soviéticos. Los jornaleros, que acogieron la medida sin violencia, pues, a diferencia de los rusos, no eran dueños de esas tierras en el sur, dirigidos por comisarios rojos, debían trabajar (por así decirlo, la huelga, los comités, las reuniones, los mítines, los homenajes a los caídos y a los brigadistas, los actos de propaganda roja, etc., fueron la norma, no la labor agrícola o ganadera propiamente dicha, que fue, en el mejor de los casos, descuidada. Además, la indisciplina se disparó hasta lo incontrolable, pues no tiene sentido revelarse contra el señorito y someterse a la esclavitud del comisario de turno. Imbéciles sí, pero no del todo) y entregar el fruto de las cosechas, a esos mismos comisarios rojos, vigilantes de que nadie esconda sacos en su casa, para que estos lo distribuyeran a su modo, es decir, con una corrupción cual no ha conocido España hasta alcanzar la presente basura moral democrática, que la ha superado, por cierto (incluido la socialista y satánica despilfarradora PAC).
Resultado: aniquilación generalizada de la cabaña ganadera (bovino en el norte, ovino, porcino, avícola, etc.) y de los animales de tiro (requisados en buena medida para el ejército), reducción drástica de tierra cultivada (cada vez más hombres eran llamados a filas y cada vez, los que quedaban, producían más para sí mismos y sus trapicheos en capitales de provincia, que para la colectividad, como la mínima lógica natural exige), caída en picado de la producción agrícola y ganadera, además de caída en picado de la productividad por hora trabajada y hectárea, requisa de innumerables cosechas (cítricos, grano, vino y aceite, principalmente) para exportar y obtener divisas con las que comprar armas, no alimentar a la población, aumento descomunal de los eriales (ni la propaganda roja y su terror cada vez más sangriento logró detener esa dinámica) mientras la zona roja languidecía, especialmente en las ciudades, descuido de la tierra con pérdida fuerte de capacidad productiva y fertilidad, descuido del abonado de la tierra, escasez de aperos de labranza, que fueron muchas veces vendidos y robados, deforestación masiva y destrucción de entornos naturales, falta total de fertilizantes y de repuestos, desidia generalizada, sobornos, corrupción, mercado negro, arbitrariedad administrativa y política, robo, racionamiento al más puro estilo soviético (privilegiado según pertenencia a uno u otro partido o sindicato), persecución implacable al que trata de sobrevivir fuera de la tiranía roja vendiendo en mercados negros, política de tierra quemada (matando al ganado que los rojos y antiespañoles no lograron llevar consigo), desaparición de palomas, gorriones, urracas, gatos, perros, conejos, gallinas, ratas, etc. de pueblos y ciudades, supervivencia a base de legumbres (garbanzos, lentejas, judías), vegetales y escasa fruta, huertos muy poco productivos en ciudades para paliar el holodomor, escasez total de pescado y muy acusada de carne, etc. Todo ello agravado por la máxima genocida de los rojos exigiendo resistencia, que ni socialistas ni anarquistas pudieron finalmente respaldar, sublevándose contra ellos en una sangrienta guerra civil dentro del bando rojo que dio fin a la contienda.

Con todo eso tuvo que lidiar la España sana, normal, católica, patriota, trabajadora, honrada y sufrida, hoy totalmente desaparecida. Si se heredó el hambre en España, no fue por Franco, sino por los rojos y antiespañoles vascos y catalanes, mandados no por Largo Caballero, Azaña o Negrín, sino por Stalin y sus agentes, que hicieron y deshicieron aquí lo que quisieron (no nos libraron, eso sí, de los vascos y catalanes antiespañoles, exterminándoles a todos, como hizo Stalin en la URSS con muchas minorías y no tan minorías, y como hizo aquí con trotskistas y anarquistas). Después vendría la «dura» postguerra, la que Franco tuvo que reprimir las fiestas, banquetes y celebraciones que durante meses se dieron especialmente en Cataluña, qué curioso, justo como ahora, y también en otros lugares, por el triunfo nacional católico. Una postguerra que hubo de recurrir a reforestar España, a repoblarla de ganado para que la cabaña fuera recuperándose de como la habían dejado los rojos, a repartir las reservas de trigo que había acumulado el Servicio Nacional del Trigo entre las víctimas del engaño rojo por medio del Auxilio de Invierno español (los rojos salvaron la vida gracias a sus vencedores, paradoja no descrita hoy por los cobardes historiadores, siempre al servicio del demonio y su mentira), que fueron dejados con lentejas como plato exclusivo para alimentarse (las píldoras del gordinflón depravado y putero masón socialista y macro ladrón de España, Juan Negrín, el cobarde que huyó con todos sus jerifaltes habiendo saqueado media España y exigiendo «resistencia» hasta hacer entrar a España en la 2ª GM. No se salvaron ni los cuadros del Museo del Prado. Justo como ahora). Fue con Franco, y a pesar de la autarquía impuesta, cómo salió España del hambre. Por cierto, entonces, las mujeres tenían como media 5 hijos. ¿Acaso entonces se estaba mejor que hoy con 10 millones de pobres? Qué mala es la judía hipocresía farisea. Qué mala.

Aliena

Esta respuesta sí habría merecido figurar como artículo.

Hakenkreuz

En los años cuarenta del siglo pasado (en los 40 eh, que quede claro), durante la primera década del Régimen católico del triunfante Generalísimo Franco:

1) No había aborto. Un horror espantoso de represión democrática. Una bendición católica de los que aman a Dios y a los santos.

2) Nacían muchos niños y niñas sanos como robles de las mujeres casadas. El número medio de hijos por mujer fue hasta 4 veces mayor que hoy día. Y eso que eran más pobres y muchos hogares solo tenían como ingreso la nómina del padre. Un espanto de represión fascista franquista hitleriana para los demócratas, todos abortistas, una bendición para los que aman a Dios, que son los que aman a España.

3) Se casaban muchísimas parejas de novios, no había concubinatos, amancebamientos y cosas raras, salvo contadas excepciones. Algo totalmente odioso para los demócratas de todo signo, faltaría más. Una bendición para los que aman a Dios y sus Santísimos Mandamientos, los que se niegan a sí mismos.

4) Había una alegría en España, que desde que murió Franco, jamás ha vuelto a haber. Odioso para todos los demócratas, que creen que la alegría es que les toque la Lotería Nacional el próximo 22 de diciembre o ser ricos y poderosos. Una bendición para los que aman a Dios, que bien saben que la alegría es un don del Espíritu Santo, que tanto abundó entonces, en una España pobre, como el Señor, pero católica.

5) No se suicidaba apenas nadie, no había apenas enfermedades mentales, ni depresiones. Algo totalmente contrario a lo moderno y democrático, un horror para todo demócrata, propio de regímenes ultra totalitarios represores al máximo. Una bendición para todos los que aman al Señor.

6) No se cometían apenas asesinatos, robos, atracos, asaltos, violaciones y actos delictivos y criminales de todo tipo. Algo propio de regímenes ultra totalitarios hitleriano franquistas, por supuesto, y por tanto odioso en grado sumo para los demócratas de todo signo. Una bendición más para los que aman a Dios y a la Santísima Virgen María.

7) Los seminarios, los monasterios, las abadías estaban llenos y afluían vocaciones como torrentes. Las iglesias estaban bastante concurridas a diario y a rebosar los domingos. Algo totalmente primitivo, carcamal y atrasado, propio de regímenes ultratotalitarios represores según los demócratas de todo signo. Una bendición para los que aman a Dios.

8) Los niños y niñas jugaban en las calles de ciudades y pueblos sin preocupación alguna por parte de sus padres, pues entonces la salud mental, física y espiritual era otra entre toda la ciudadanía, y nadie miraba a un niño como se suele «mirar» en las pervertidas democracias. Algo totalmente anómalo para los demócratas de hoy día, progres o cons, para los que lo normal es lo lgtbi+, lo de género, el feminismo de todo tipo y condición y demás «derechos» a apuñalar al Señor, que consideran represivas tales cosas en los niños, algo propio de un régimen ultra totalitario franquista hitleriano detestable. Una bendición para los que aman a Jesucristo Nuestro Señor.

9) La población crecía a una tasa bastante apreciable. Esto es nefasto para todos los demócratas de todo signo, que defienden que sobra gente en el mundo, sobre todo fascistas, que son todos los que como ellos no piensan. Para estos demócratas esto es intolerable y propio de dictaduras ultrafascistas. Que la población crezca, un horror para los demócratas (que son familia numerosa con dos hijos). Una bendición para los que aman a Dios, que son los que aman a España.

10) Las mujeres solían ser esposas, madres, administradoras del hogar y fieles compañeras de sus maridos, que traían el jornal a casa para salir adelante. Esto es odioso en extremo para los demócratas progres y conservadores, algo propio de ultra dictaduras ultra fascistas nazis y franquistas. Una bendición del Cielo para los y las que aman a Dios.

11) Las mujeres eran amadas y respetadas en la familia, en sus labores, sus trabajos, en los estudios (cada vez mayor presencia en universidad) como nunca jamás, como estableció san Pablo, «esposa te di, que no esclava», se hacían respetar incluso a bofetón limpio con el que las importunaba, cosa poco frecuente. Tenían un carácter del que hoy adolecen totalmente, fruto de la Sección Femenina. Y ¡ay! de aquel que maltratase a una mujer. Entonces, si no le caía una paliza en plena calle, baile o vecindario, le quitaban semejantes violencias intra familiares en los cuarteles de la Guardia Civil pero a vuelo, a la manera que no pocos ignoran. Bueno, esto ya es ultra odioso para los demócratas, tan feministas ellos (es decir, misógenos irredentos), algo propio de hitlerianos, franquistas, mussolinianos y ultra fascistas de todo jaez. Una bendición para todas las mujeres que no son prostitutas, fulanas de muchos, esposas de nadie, no disolutas, sensatas, etc, es decir, para las mujeres que aman a Dios sobre todas las cosas, porque solo Dios las ama más que nadie y lo saben (es decir, mujeres no demócratas).

12) No se insultaba la gente gravísimamente, no había violencias políticas, pasiones violentas (ni en los toros), apenas había peleas multitudinarias con armas, se fueron evaporando los odios y, hasta los perdedores, ganaron más que nadie, pues cayeron en la cuenta de que habían sido miserabilísimamente engañados por los rojos, antiespañoles y demócratas de la democracia de Stalin. Un horror para los demócratas, que ven en esto la más absoluta represión de las masas atenazadas por el régimen ultra totalitario represor de Franco. Una bendición para los que aman a Dios y a España, que son justamente los mismos, qué curioso.

13) Los espectáculos públicos rebosaban alegría, buen humor, risa y hacían pasar un buen rato a la población sin atormentarla, deprimirla o incitarla al más mínimo odio. Algo inaudito en cuanto a totalitarismo según los demócratas de todo signo. Una bendición para los que aman a Dios y a España.

14) En los colegios se obligaba a rezar a niños y niñas, se les enseñaba historia sagrada, AT y NT y se les mostraba el ejemplo de santos, santas y mártires para incentivarles a seguir su ejemplo y motivarles para el estudio y el aprendizaje. Se les enseñaba a leer, escribir y las materias elementales con un rigor que hoy no existe. Todo un horror para los demócratas que odian esta educación ultra totalitaria franquista «casposa». Una bendición para los que aman a Dios y a España, para los normales, para los que aman a sus hijos y quieren lo mejor para ellos, para que de mayores den gloria a Dios y no a sí mismos.

15) El bachillerato entonces, tenía mayor calidad cristiana, formativa en toda asignatura, humana y patriota que buena parte de los «grados» universitarios de hoy día (regalados según adscripción política, sindical, patronal y hasta carcelaria a etarras). Otro horror espantoso del ultra totalitarismo de entonces para los demócratas de todo signo. Una bendición para los que aman la Verdad, que es Cristo, no Lenin o Thatcher.

16) A los niños y niñas se les ofrecía la posibilidad de formarse en organizaciones del régimen sanísimas para su maduración física, mental y espiritual, como las femeninas o las masculinas de Flechas y Pelayos, por ejemplo. Bueno, un espanto aterrador para los demócratas de hoy día y de todo signo, algo, en efecto, propio de regímenes de ultra extrema plus ultra totalitaria derecha franquista hitleriana y demás. Una bendición para los que aman a Dios, a España, a la familia y a todo lo bueno y santo.

17) A los niños y niñas se les enseñaba a amar a España, nuestra amada patria, patria de santos, santas, mártires, misioneros y soldados, hombres y mujeres de Cristo durante siglos desde Santiago hasta hoy. Se les enseñaba las incomparables gestas históricas de la nación que más ha amado a Dios entre todas las naciones de la tierra, de la nación que venció al islam, al turco, al protestante traidor a Cristo, a los pérfidos ingleses, a la barrera del océano Atlántico y el Pacífico, a los paganos tiranos indígenas genocidas, a los infieles de toda latitud, a los que siempre han luchado contra Cristo, etc. Eso es totalmente odioso para los demócratas de todo signo, que reniegan de ese escándalo ultra totalitario franquista del amor a la patria, del amor a la grandísima España, nación más cristiana que ninguna otra y más fiel a Dios que ninguna otra. Una bendición para los que por amor a Dios, aman a España.

18) La industria, la agricultura, los servicios, la administración, las infraestructuras y la economía en general crecía a tasas enormes, con pleno empleo, inflación controlada, reconstrucción rápida, sin apenas deuda pública, recuperando divisas, oro y obras de arte robadas. Restaurando el incomparable tesoro artístico que los rojos intentaron destruir en su totalidad. Construyendo carreteras, puertos, obras hidráulicas, presas, pantanos, etc. España se movía a velocidad no conocida en democracia. Algo totalmente horroroso para los demócratas, que califican eso de «sequía pertinaz» propia de ultra totalitarismos como el de Franco. Una bendición, incluso, para los que todavía no se habían convertido al Sagrado Corazón de Jesús, que también fue reconstruido.

19) La esclavitud que intentaron imponer a España desde el exterior democracias y stalinismos diversos, con autarquía y bloqueo criminal, fue superado por la bravura, la valentía, la tenacidad, el señorío, la nobleza de corazón, el ímpetu patriota y la bondad natural de los españoles, incomparables hijos de Dios. Algo totalmente odioso en extremo por los demócratas, que no pueden soportar que Franco y su España sobreviviesen al hambre heredad e instigada desde fuera contra España incluso desde la criminal y genocida ONU con innumerables naciones de sus dos bloques. Una bendición para los que aman a Dios y a España, que no quisieron ser esclavos de rojos o mercaderes desde 1945, que prefirieron mantener la dignidad e independencia de la patria que más quiere a Dios, y trabajaron como ninguna otra generación lo hizo previamente, que Dios los tenga en la gloria que bien se lo ganaron, aunque hoy les odien o desprecien sus herederos demócratas.

20) No se robaba desde el poder con IRPF, IS, ISD, IVA, y demás mecanismos de expolio fiscal de los más pobres por los que políticos y votantes arderán en el infierno si no los eliminan, porque Dios no ha dado autorización para robar (por mucho que teólogos digan lo contrario), que, entonces ni siquiera existieron. Se financió la mayor parte del gasto público con cargo a beneficios de empresas públicas gestionadas de modo tan excelente y ejemplar en sentido cristiano del término, que hoy ni las del IBEX 35, nido de ladrones socialistas de uno y otro signo, ni multinacional extranjera puede soñar igualar, financiadas con euros y dólares emitidos por RF y BCE sin importar inflación duradera. Con ese gasto público no solo se hicieron carreteras, hospitales, pantanos, presas, puertos, etc., sino que se elevó a España a la categoría de una de las naciones más ricas de todo el mundo ya en los cuarenta (mientras la mayor parte de Europa recogía los escombros de la mundial. En el lado Este de Europa, muchas reconstrucciones se demoraron hasta la caída del bloque soviético, en los años noventa). Eso sí, esto es espantosamente odiado por los demócratas, que lo consideran de regímenes ultra totalitarios, como el de Franco y Hitler. Una bendición para los que aman a Dios y a España.

Aliena

Bien dicho y magníficamente expresado y estructurado.

Aliena

Qué descaro y desvergüenza la del chupatintas con columna. Inútil sería rebatir sus exabruptos con hechos y con argumentos, pues caerían en saco roto aunque Hakenkreuz no hubiera dado una respuesta mucho más extensa y mucho mejor hilvanada de lo que habría estado la mía. Ahora bien, el arriba-firmante no tendrá a partir de ahora autoridad moral para hacerle a Sánchez el más mínimo reproche.

Geppetto

Mire Vd
Los españoles tienen grandes virtudes pero una de ellas NO es, precisamente, la de saber votar para dotarse de un gobierno normal y como hay mayoria de imbeciles el resultado es el actual…y si algun dia cambia vendra otro cretino del partido politico contrario, que es mas de lo mismo

Geppeto

Eres un miserable llamas imbéciles a los que se supone que son tus compatriotas En que cueva habitas tu bicharraco Como te atreves a insultarnos eres un perro Lárgate de mi país desgraciado

Geppeto

Que asco me das

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