23/11/2024 12:02

Querida madre que estás a punto de matar la vida que se gesta en tus entrañas:

Ruego que me disculpes si con estas líneas pretendo espolear e incomodar tu conciencia. Una carta a la madre que va a abortar porque quizá nadie que te quiera va a escribirla. Eres una decisión personal sin vuelta atrás; te llamo madre porque la génesis forma ya parte de tu experiencia; de ti depende que sea experiencia de vida o de muerte, y en esa sencilla disyuntiva, sólo fácil en lo aparente, apuestas más de lo que crees sobre la mesa del despacho donde aguardan documentos que suponen para ti una sentencia trascendente,  tanto como definitiva, sin retorno. La mente te saciará de dolor hasta que te acostumbres a no poder soportarlo si te decantas por encarcelarte en el quirófano que te promete liberarte de un lastre que, sin embargo, llevarás contigo hasta tu propia tumba. Lo peor, es que la muerte no es el final si se yerra. Es sólo un principio de recapitulación. Tu aborto despedazado en una bolsa será intemporalmente enterrado contigo.

 

Antes de que pongas la existencia de otro ser en manos del Diablo y su consejo de aniquilación que enriquece las conciencias desalmadas de seres sin escrúpulos, es necesario que escuches el latido de tu corazón, ahora que íncubos terrenos porfían porque no puedas escuchar el de tu hijo. El negocio de la destrucción lo pagas a otro con una deuda vitalicia hasta que expires. ¿Crees que un prodigio de Dios, o de la Naturaleza si lo prefieres, se basa en una cuestión racional o circunstancial como la que se argumenta para convencerte de que es tu derecho descuartizar el alma que vive de ti ahora?¿Cuáles serán las emociones que arrastrarás hasta la tumba con una conciencia rota y justificada en el asesinato por las razones frías de una conveniencia temporal?¿Cómo podrás distinguirte de la destrucción de los inocentes, siendo la mente ejecutora de un antojo pretextado para extirpar un universo milagroso que se desenvuelve hacia la vida dentro de ti?
Son muchos los interrogantes conceptuales que necesitarás resolver cada noche y al amanecer del primer segundo de tu consciencia. Un segundo bastará cada día para identificarte con la muerte ajena y te acompañará cada instante hasta el momento de la tuya. ¿Eres capaz de asumir la frivolidad infernal del desmembramiento de tu esencia maternal junto a los pedazos desgarrados de tu hijo que nunca será, gracias a las decisiones de un capricho defendido por asesinos que no saben lo que hacen? Porque si lo supieran, sudores fríos a modo de estertor les acometería por las consecuencias desconocidas que el espíritu habrá de soportar con peso intemporal después de la liviana criminalidad terrena. ¿De cuánto cobarde te has rodeado para esquilmarte el núcleo de tu existencia con un contrato de muerte que, conculcando el milagro natural, te convierte en cómplice de una aberración infernal? Antes de acordar el contrato de muerte mira bien las manos que estrechas y también los ojos, acaso veas un guiño complaciente de Satanás.
Escucha por ti misma el pálpito de la existencia que reverbera en tu ser inacabable. Contempla la expectativa del infinito alzando la vista hacia las estrellas y luego intenta adormecerte en la limitada complacencia de la Parca abriendo la puerta de tu interior para violentar un ser de tu ser. ¿Te sientes capaz de matar asistida por una legalidad, aquí donde ni los jueces se libran del juicio en el último suspiro? Escucha la intuición que los bastardos de la existencia intentan silenciar, berreando soflamas con eco en las cavernas de antediluvianos instintos. Y no olvides que te brindan matar porque financias sus vidas a costa de la tuya propia. Eres un puro negocio,  ajeno.
Si los interrogantes del concepto sobre el milagro de la vida te han despertado momentáneamente de la rutina y los preparativos para matarte simultáneamente junto a tu proyecto vivo, pregúntate sobre los aspectos formales que te practicarán con técnicas abortiva espeluznantes dentro de ti. Pide que te muestren, los de mohín risueño que se frotan las manos con tu mal negocio, las herramientas que van a usar y horrorízate hasta el desmayo antes de que te anestesien para que no seas testigo del terror. Utensilios de tortura definitiva introducidos contra un ser indefenso que es despedazado con frialdad psicopática… Brazos y piernas al corte preciso o succionado con salvaje persistencia…y después la cabeza separada del tronco. Técnicas avanzadas de asesinato masivo, cientos de miles en España, y los ojos,  la nariz y la boca esculpidos por tus genes, depositados en una bandeja mientras esperas, ajena a la salvaje formalidad que has permitido, a despertar de tu anestesia de conciencia inhumana, satisfecha y , sin saberlo, condenada.
Querida madre, no todo lo que escuchas es lo que deseas hacer, guiada por sonrientes ejecutores que ideológicamente buscan atenazarte para convertirte en cómplice de un genocidio permitido. Permisos del Demonio tiene la obra humana capaz de condenarse en la ignorancia y la insensibilidad. La existencia posee horizontes que no son las cuatro esquinas del lugar donde matarán al ser que en ti habita. Si quieres reencontrarte con la conciencia después de silenciarte en la reflexión, desoye el ruido confundido del mundo y aligérate del lastre del alma que los ajenos te cargarán para siempre.  Y si no te parece definitiva la conciencia para decidir,  aborta si tienes entrañas para informarte de qué harán. Si aún decides matar al ser de tu ser, no lo pienses más: estaba en tu destino desde que naciste. Dios te perdone si eras inevitable.
Atentamente, con amor por tu vida

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Editor ÑTV ESPAÑA
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