Cuando el año acabe no brindaré por el futuro que nos aguarda. No se brinda en las necrópolis, ni siquiera en las que cubren los despojos de los cobardes. Escanciaré y libaré mi vino sobre las cenizas sin rescoldo de lo que fuimos. Alzaré mi cáliz sobre el polvo de la Historia como hicieron los rubios aqueos en las ruinas de Toya. Ellos tardaron diez años en destruirla para construir Europa y edificar la memoria colectiva de Occidente, nosotros hemos tardado cuarenta y ocho en devastar y asolar a esta hija de Esparta y de Atenas, de Roma y del Cristianismo que por inercia y pereza seguimos llamando España, sin saber lo que decimos ni a qué nos referimos al pronunciar su nombre. Y no nos ha hecho falta la cólera de Aquiles y de sus mirmidones para aniquilarla. No, nos ha bastado con nuestra propia desidia colectiva, con la galbana de nuestra voluntad y la acidia de nuestras manos.
España, crucificada entre dos ladrones, el socialcomunismo y el separatismo aldeano, finaliza su gesta y su épica después de haber escrito sobre los mapas del mundo la Historia más grande jamás contada desde las murallas de Troya hasta nuestros días con hechos inverosímiles por verdaderos, legendarios por increíbles y mitológicos por imposibles.
No, no brindaré por el año que codificará el triunfo de la decadencia en la derrota de la Patria. No participaré en la alegría de la diáspora ni festejaré la voluntad popular de los plebiscitos democráticos que nos han traído hasta el osario de las naciones que dejaron de serlo. Levantaré mi copa, colmada con el vino amargo de la derrota, invocando al Valhalla, el Paraíso de los héroes de la Victoria en cuyas plegarias España sigue siendo el árbol de sus laureles y la forja de sus espadas, la letra de sus himnos y el pan de su pólvora, el propósito de sus manos y el alma de su voluntad de vencer o morir por y para ella hasta que las valkirias se los llevaran para vivir eternamente en la camaradería de los valientes en el Valle de los Caídos, que es el Valhalla español. Solo con ellos y por ellos brindo, ya en las fauces de la derrota, por la última Victoria: ¡Feliz 1939!
Autor
- Eduardo García Serrano es un periodista español de origen navarro, hijo del también periodista y escritor Rafael García Serrano. Fue director del programa Buenos días España en Radio Intereconomia, además de tertuliano habitual de El Gato al Agua en Intereconomia Televisión. Desde el 1 de Febrero del 2019 hasta el 20 de septiembre del 2023 fue Director de El Correo de España y de ÑTV España.
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El Valle de los Caídos como el Valhalla español. Nunca lo había pensado. Cuidado con el nibelungo Sánchez!