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El cardenal francés Jean Villot, agente de Washington y de la mafia financiera italo-americana en la Santa Sede, declaró públicamente antes del ascenso de Juan Pablo II como pontífice en octubre de 1978: “he encontrado al futuro papa: será el cardenal Karol Józef Wojtyla”. Juan Pablo I hablaba constantemente de la muerte, recordando que su pontificado iba a durar poco y diciendo siempre que le iba a suceder el “extranjero” es decir el cardenal Wojtyla, el candidato papal de la logia secreta del Opus Dei (Opus Judei).

Resulta que, en 1982 Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal mediante la Constitución apostólica “Ut sit”. Le concedió a la Obra lo que le negaron sus antecesores en la cátedra de San Pedro: la posibilidad de convertirse en una diócesis universal sin límites territoriales ni de jurisdicción. El Opus pudo configurarse como nuevo Ejército papal del que Juan Pablo II ocultó los casos de pederastia, así como lo hizo con los del Camino Neocatecumenal, de Comunión y Liberación o de los Legionarios de Cristo, a cuyo líder (el pederasta mexicano Marcial Maciel) llegó a considerar “apóstol de la juventud”. Por añadidura, en diciembre de 1984, nombró como director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y único portavoz papal al periodista español Joaquín Navarro-Valls, miembro numerario del Opus Dei, además de beatificar a Escrivá de Balaguer en 1992.

Su ascenso había sido decidido en la década de los setenta directamente desde Washington, por la Casa Blanca + CIA y fue introducido en este establishment de poder norteamericano (Comisión Trilateral) a través de su “grupo polaco” compuesto por Zbigniew Brzezinski (de ascendencia polaca y ligado al republicano Henry Kissinger) y el secretario privado del pontífice: el arzobispo Stanislaw Dziwisz durante la administración Carter. Brzezinski preconizaba acorralar militarmente a la Unión Soviética, conquistarla ideológicamente, principalmente a través de la fe católica y abrir el camino a sus trasnacionales capitalistas en Europa del Este de la mano de la prédica anticomunista de Wojtyla.

El Vaticano estuvo relacionado con los gobiernos de ultraderecha latinoamericanos y en esta persecución anticomunista fueron asesinados entre otros, el salvadoreño Oscar Romero en 1980. El pontífice nunca escuchó las súplicas de Monseñor Romero para que él intercediera ante sus verdugos y de hecho, lo había despedido (unos meses antes de su muerte) tras una audiencia en torno a las violaciones de los derechos humanos con un: “no me traiga muchas hojas que no tengo tiempo para leerlas y además, procure ir de acuerdo con el gobierno”.El arzobispo salió llorando de la audiencia papal, comentando: “el Papa no me ha entendido”.

Con la llegada de Ronald Reagan al poder, la conexión entre la Casa Blanca y el Vaticano se hizo todavía más estrecha, cuando el ex-actor hollywoodense con 30 años de actuación a sus espaldas, designó entre sus representantes de política exterior a militantes del Opus Dei. Wojtyla, al igual que su homólogo americano, fue actor en su juventud polaca y de hecho nunca dejó el teatro, actuando probablemente hasta durante su propio intento de asesinato el 13 de mayo de 1981 así como lo hizo un mes y medio antes Reagan (30.03.1981), seguramente para victimizarse, desviar la atención de los verdaderos dueños de la Historia y recordar el pedido de la supuesta “Madonna” sobre la conversión de Rusia en esta fecha-aniversario de la “aparición”, justificando de esta manera la guerra emprendida contra el comunismo. El atentado fue una falsa bandera organizada por la red Gladio y la logia masónica P2 quienes fabricaron pruebas falsas para incriminar a la Unión Soviética + KGB mediante la creación de una “pista búlgara” cuya cabeza de turco fue precisamente un turco: Alí Agca.

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Por otro lado, resulta curioso la intensa amistad de Karol mantenida durante 30 años con una mujer casada: la filósofa estadounidense de ascendencia polaca Anna-Teresa Tymieniecka. En una carta (1976), le escribió él : «Buscaba desde el año pasado una respuesta para estas palabras tuyas: ‘te pertenezco’.Te acepto y te siento en todo tipo de situaciones, cuando estás cerca y cuando estás lejos”. En cuanto al marido de Anna, fue nombrado Caballero Papal.

Es indudable que ni una sola reforma propuesta por Juan Pablo I durante su “purga de masones” se hizo realidad. El cardenal Villot volvió a ocupar el cargo de Secretario de Estado que tenía, Marcinkus siguió al frente del Banco Vaticano IOR y Roberto Calvi continuó dedicándose al fraude a gran escala: los mismos que llegaron a envenenar al amadísimo Luciani siguieron haciendo de las suyas. Calvi hizo cuantiosos préstamos a empresas fantasma en Panamá para financiar operaciones de la P2 (el IOR trabajaba de la mano con el Banco Ambrosiano). Juan Pablo II, en pago a sus muchos servicios por la Santa Sede, nombró a Marcinkus presidente de la Comisión Pontificia el 28 de septiembre de 1981, fecha en que se cumplía el tercer aniversario de la muerte de Juan Pablo I, cual guiño post mortem.

Empero, el Banco Ambrosiano estaba quebrando: Calvi había financiado muchas asociaciones político-religiosas de Europa del Este como el sindicato polaco Solidaridad con 100 millones de dólares, escuadrones de la muerte y paramilitares en todo Latinoamérica, además de coordinar la creación de entidades bancarias con el fin de contrarrestar las ideologías filo-marxistas. Acusado, decidió huir del país, no sin antes decir que, desde el extranjero revelaría graves secretos que harían renunciar al Papa. Al poco tiempo, el 17 de junio de 1982, Graziella Corrocher, la secretaría de Calvi fue defenestrada desde el cuarto piso de la sede milanesa del Banco Ambrosiano (Giuseppe Dellacha, ejecutivo del banco murió igualmente asesinado). Unas horas después, el cadáver de Calvi apareció colgado del puente de Blackfriars en Londres. En sus bolsillos: 5 ladrillos (trabajo de albañilería) tal como lo establece el juramento masónico como pena para los traidores. En cualquier caso, el pontífice no pronunció una sola palabra de cristiana congoja por la muerte violenta del banquero que tantos años había negociado en nombre y por cuenta de las finanzas vaticanas. Respecto al banquero Sidona, murió en prisión envenenado por el cianuro contenido en su café matutino en marzo de 1986.

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Se inició entonces una investigación de parte de las autoridades italianas contra Marcinkus. Al arzobispo, le llegaban casi a diario amenazas escritas y telefónicas de parte de la mafia. El Cardenal Casaroli propuso la creación de una comisión de investigación mixta con 3 representantes del gobierno italiano y 3 del Vaticano llegando a pocos resultados ya que el Tratado de Letrán impedía la injerencia de los tribunales italianos en los asuntos financieros vaticanos. Desgraciadamente, fueron las niñas quinceañeras Mirella Gregori y Emmanuela Orlandi las que pagaron los platos rotos en junio de 1983. Marcinkus, pese a haber sido durante 10 años presidente del IOR, afirmó no poder comprender los documentos del banco. Sus lazos personales con el pontífice se habían estrechado hasta tal punto que Juan Pablo II quiso nombrarlo cardenal “in pectore” (no públicamente).

Juan Pablo II manifestó reiteradamente su posición conciliadora con la masonería. En 1983, promulgó el Nuevo Código de derecho canónico en el cual no se mencionaba más a la masonería y autorizó que se pudieran conferir los sacramentos a los masones. Tuvo contactos regulares con la Alta masonería judía del B’nai B’rith.

Es importante mencionar que fue Karol quien celebró en septiembre de 1953 en calidad de obispo, frente a sus fieles de Cracovia la primera misa novus ordo a nivel mundial, misa que sería luego promulgada por Pablo VI a partir de 1969.¿Qué se puede esperar de un pontífice que permitió bajo las bóvedas del Vaticano, bailes de indígenas en topless, que ensalzó al rosacruz y odiador de la misa Martin Lutero, que besó el Corán, que durante el encuentro de Asís en 1986 invitó a brujos vudú amantes de orgías + sacrificios rituales y que recibió en la frente estiércol de vaca sagrada de parte de una sacerdotisa de Shiva?

Para más inri, Wojtyla trabajó durante la segunda guerra mundial para la compañía química alemana I.G Farben donde preparaba los gases venenosos que se utilizaban en los campos de exterminio. Colaborador polaco de los nazis que invadieron su país, ingresó luego a las filas del clero católico para escapar de la justicia.

En Lucifer confían. In Lucy they Trust pero nosotros no.

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Claire Gruie
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Proby

¿¿¿ Por qué no dejan en paz a ese gran Papa que fue San Juan Pablo II ???

¡¡¡ Ya está bien, caramba !!!

Dionisio

Una novela muy interesante

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