24/11/2024 01:18
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Conocí el libro por la mención en la biografía de Julio Aróstegui que comentamos aquí. Se decía que este libro de memorias causó consternación entre la socialistada, y que a quien más perjudicó el libro fue al propio Caballero… Esta forma de tratar de desacreditar el libro escurriendo la sustancia del asunto recuerda al clásico “Nos llaman fascistas, racistas, sexistas, etc, pero nunca nos llaman mentirosos…”. Así que si los barandas socialistas solo pueden alegar que el libro es “inoportuno” y está escrito desde el resentimiento peor nunca trataron de desmentirlo y prefirieron no echar más leña al fuego, cabe concluir que dice la verdad. Es una verdad de parte, cierto, pero no ha sido contradicha, y molesta mucho al enemigo… esto es un argumento más que suficiente para leer el testimonio con interés y regodeo en el mal causado al enemigo socialista.

Leemos en la introducción:

Este libro se publicó en México, en 1954, con el título Mis recuerdos: cartas a un amigo, y puede ser considerado unas memorias sui generis, que, aunque llenas de errores de detalle, debido a que Largo Caballero escribía confiado sólo a su memoria, son un documento auténtico y sincero.

Auténtico y sincero… Muy bien. Como siempre, haremos un repaso con comentarios de este libro, que se puede leer aquí: Mis recuerdos – Telegraph

Carta primera: Infancia e iniciación

 

Este es un capítulo muy interesante porque Largo Caballero era muy reservado sobre su vida privada. En el libro de Aróstegui se recogían informaciones procedentes de estas memorias (ver la segunda parte).

Así explica Largo Caballero la motivación de las memorias:

… con objeto de fijar los hechos como han sido y analizar acontecimientos cuyos detalles no llegaron a conocimiento de la opinión pública, me decido a dejar de ellos constancia.

La infancia “dickensiana” de Largo Caballero:

Discordias en el matrimonio obligaron a los cónyuges a separarse, quedando yo con mi madre, a la edad de cuatro años. Mediante una recomendación para que mi madre pudiera trabajar en la Fonda «Los Cuatro Suelos» en las proximidades de la Alhambra de Granada, salimos de Madrid en una galera, carro de cuatro mulas dedicado a servir encargos en todo el trayecto, por cuya razón se daba el nombre de demandadero a su conductor.

La experiencia no salió como se esperaba, así que vuelven a Madrid y se instalan con unos familiares. Tras dos años de escuela Largo Caballero empieza a trabajar de niño en lo que saliera:

fábrica de cajas de cartón; allí comencé a trabajar ganando un real —veinticinco céntimos— todos los días que trabajaba. Mi obligación consistía en dar engrudo al papel para forrar las cajas, y llevarlas a los comercios de Madrid, esto es, a los clientes. Este trabajo no era muy agradable porque se me cubrían las manos de sabañones ulcerados.

aprendiz de encuadernador en un taller situado en la calle de la Aduana, donde no entraba más luz ni ventilación que la que permitía la puerta de entrada.

Después entré en un taller de fabricar cuerdas en el barrio de las Peñuelas, barrio famoso entonces, porque en él se albergaba la gente maleante de Madrid.

No recuerdo el jornal que me daban. Lo inolvidable para mí ha sido el trato bestial y grosero que recibía de palabra y de obra, al igual que otros aprendices… El ambiente canallesco respirado en el taller me asfixiaba.

Un encuentro fortuito cambia su rumbo y le encarrila a un oficio estable, en el que progresa como obrero especialista:

… dijo: «¿Quieres ser estuquista?» Nunca había oído esa palabra, ni sabía por tanto su significación, pero mi contestación fue rápida y terminante: —Sí, señor.

Desde el primer día, el oficio me fue simpático. Se le consideraba como la aristocracia del ramo de Edificación. El estuco era un lujo; se estucaba sólo en las casas de los ricos. El obrero estuquista disfrutaba de consideraciones no tenidas con otros. La brillantez del paramento, las incrustaciones de adornos de diferentes colores e imitaciones a mármoles de todas clases me agradaban, dándome la sensación de que no era un oficio como otro cualquiera, sino un arte.

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En las horas de descanso me dedicaba —aprovechando material sobrante— a hacer muestras de diferentes clases: fileteados, incrustaciones, imitaciones, etc. De esa forma, de aprendiz ascendí a ayudante de primera categoría sin pasar por la de peón de mano, como era costumbre. De ayudante he trabajado con los oficiales más calificados. A los diecisiete años de edad era oficial con dos ayudantes, circunstancia exclusiva que sólo tenían los de capacidad de trabajo elevada.

He trabajado de estuquista treinta y dos años; muchos de ellos, simultaneando con el desempeño gratuito de cargos de responsabilidad en la organización obrera y en el Partido Socialista.

Comienza su carrera sindical y política:

Fue trabajando en la carretera de Tetuán de las Victorias a Fuencarral donde oí por primera vez hablar de la Fiesta del Trabajo, del Primero de Mayo y de su significación. Era el año de 1890 y se había celebrado en Madrid un mitin y una manifestación. En el primero hablaron Pablo Iglesias y otros…

Lo que oí se me grabó con tal fuerza en mi espíritu, que consideré un deber inaplazable su realización. Teniendo en cuenta la inexistencia de una sociedad de mi oficio solicité el ingreso en la de Albañiles «El Trabajo»

Había firmado voluntariamente el compromiso de defender y trabajar por unas ideas: por la emancipación de mi clase, la trabajadora, y me dispuse a cumplirlo.

La referencia a la “emancipación” muestra hasta qué punto se tragó toda la farfolla comunista. Ni ellos sabían de qué se trataba. Ojo al dato:

La asamblea de constitución de la Sociedad de Estuquistas se celebró en el local cedido por las Escuelas Pías de San Antón, en un aula donde yo comencé a deletrear el Catón. Pablo Iglesias pronunció un discurso exponiendo las ventajas de la organización obrera. Era la primera vez que oía al fundador del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores. Excuso decir con el interés y atención que escuché la palabra sencilla, pero de una lógica y una dialéctica irresistibles del apóstol de las ideas marxistas en nuestro país.

Ya dijimos cuando repasamos el libro de Aróstegui que CCOO fue también constituido en unos salones parroquiales. La ETA también tuvo una amplia cobertura clerical; hasta la complicidad criminal.

Una huelga declarada por la Sociedad de Estuquistas, fue la primera que la U. G. de T. declaró reglamentaria. Se reclamaba la jornada de ocho horas y se obtuvo un triunfo completo. Las consecuencias del éxito fueron importantísimas. Todos los estuquistas se asociaron…

Las luchas de socialistas y anarquistas:

Constituyó además un triunfo de la táctica defendida por los socialistas, frente a la preconizada por los anarquistas, enemigos, entonces, de las cajas de resistencia con cotización permanente. Los anarquistas defendían la lucha espontánea contra la clase capitalista, sin organización previa y con ayuda económica voluntaria y, en todo caso, la acción directa. Después rectificaron creando la Confederación Nacional del Trabajo para contrarrestar la influencia sobre la clase trabajadora de la U. G. de T.

La lucha entre las dos organizaciones nacionales fue encarnizada. Ha sido necesario el transcurso de mucho tiempo para llegar a un desarme relativo de los odios.

 

Lo de “Ni paz entre las clases ni guerra entre los pueblos” no se lo aplican ni siquiera entre ellos. Cuando no tienen a “la derecha” enfrente se eliminan entre ellos, y a veces incluso teniéndola.

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Su formación socialista fue autodidacta y ramplona:

El deseo de saber me obligó a estudiar en folletos, libros, periódicos, etc., especialmente en EL SOCIALISTA, el problema de la lucha de clases.

… saqué el convencimiento de que los trabajadores debíamos actuar activamente en la lucha política si queríamos consolidar lo conquistado en la lucha económica contra la clase patronal y abrir brecha en las fortificaciones del Poder capitalista, a fin de llegar a la completa emancipación económica del proletariado.

Más emancipación…

Una estampa costumbrista del obrero de entonces:

En el oficio existían vicios tradicionales, y me consideré obligado a trabajar todo lo posible hasta extirparlos. Los principales eran trabajar a destajo; pagar los salarios en las tabernas, y no trabajar los lunes para irse a divertir a las afueras de Madrid.

Lo sorprendente era trabajar los domingos, y pasarse los lunes comiendo y bebiendo en el Puente de Vallecas, Ventas del Espíritu Santo, Tetuán de las Victorias o la Puerta de Hierro, puntos de reunión esos días, de zapateros, estuquistas y otros. Esta costumbre desapareció como el destajo, negándonos algunos a tomar parte en tales cuchipandas; lo cual nos valía la crítica de los más recalcitrantes; pero el buen ejemplo se impuso.

Empezar la semana divirtiéndose es una costumbre muy curiosa de la que no tenía noticia.

La larga y rápida carrera sindical de Largo Caballero:

Vocal, Secretario y Presidente de la sociedad de mi oficio.

Presidente dos veces, y luego Gerente, de la Mutualidad Obrera

Presidente de la Institución Cesáreo del Cerro. Su fin era la creación de escuelas para niños de ambos sexos, hijos de trabajadores asociados, facilitándoles alimentación y vestido, además de la enseñanza. Se sostenía económicamente con la renta de una importante donación hecha por la persona cuyo nombre se dio a la Institución.

Consejero del Banco de España, en representación de la Institución Cesáreo del Cerro que poseía más de cien acciones.

Vocal obrero del Instituto de Reformas Sociales

Presidente de la Agrupación Socialista Madrileña, tres veces.

Vocal primeramente, después Vicepresidente y, por último, Presidente del Partido Socialista Obrero Español, elegido en el Congreso de 1932. Dimití en 1935 a causa de intrigas de Indalecio Prieto.

En 1919 asistí a la Conferencia Internacional celebrada en Berna, en representación de la Unión General, para la preparación del Congreso constituyente de la Federación Sindical Internacional.

Congreso en Amsterdam

miembro del Consejo de Administración de la Oficina Internacional del Trabajo

El pueblo de Madrid me ha elegido cinco veces concejal de su Ayuntamiento y una vez diputado provincial.

Presidencia de la Minoría Parlamentaria Socialista

parte del Comité revolucionario que el 14 de abril de 1932 se apoderó del poder político proclamando la República. Fui Ministro de Trabajo durante dos años y medio.

Se le olvidó hablar de su participación en la revolución del 34…

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés
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Geppetto

Un mal recuerdo de una nefasta epoca de España que deberia haber sido reducida a su justa dimension.
Un fulano que destrozo España

Aliena

Es decir, otras memorias desmemoriadas, de ésas que hacen sonreír cuando el autor y tema nos es simpático y que indignan en caso contrario. Y, aun así, causaron consternación y desasosiego… Lo que hay que ver, así, con esos ojitos claros, me recuerda a uno de mis abuelos a punto de recoger a su nietecita en el colegio. Por cierto, ha sido una agradabilísima sorpresa el comprobar que no se siente usted impelido a expurgar ligeramente las citas, eliminando tildes según la moderna usanza, tal como hacen otros.

Carlos Andres

Aliena, en estos casos simplemente copio y pego el texto de la version electrónica del libro.

Creo que son unas memorias de parte, pero sinceras aunque escritas desde el rencor. Solo en esos casos tenemos acceso a los trapos sucios de la banda de criminales.

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