11/05/2024 17:14

Bendala

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Véanlos ahí, tan tiesos y engalanados. Mírenlos bien y verán que no son lo que aparentan, ni son ciertos, ni son verdad, lo que ven son figuras, pura falsedad. Soldaditos de plomo, de color embadurnados, huecos, fríos y desalmados. Ahí los tienen un año más engañándose y engañándonos. Todo en ellos es apariencia, fachada, postureo, vaciedad. Carecen de consistencia. Sin honor ni dignidad. Entregados a quien más o mejor les pueda beneficiar.

Se dicen soldados, militares, pero nada tienen de ello, sólo la pose y la vestimenta. Son, en realidad, funcionarios de uniforme que igual podrían estar en cualquier otro lugar; por ejemplo en el ministerio de “Igual da”. Lo importante para ellos es cobrar.

Ya no llevan ni fusil ni cañón ni arma en bandolera, ahora usan el extintor y la manguera. Han cambiado la acción por la siesta, el orgullo, si es que lo tuvieron, por un plato de lentejas. Sólo les importa hacer la carrera; el mismo afán que a las rameras.

Cual ratas mercenarias se han vendido a intereses extranjeros. Pelean por un puesto bajo ajenas banderas porque son allí mayores las prebendas. Se implican en conflictos e invasiones torticeras al servicio, no de España, sino de quien los promueve, impulsa y sólo él gana; de las cuales, además, terminan siempre huyendo, de fiasco en fiasco, dejando tras de sí lo mismo que quitar pretendieron; eso sí, les sirve para decirnos que por nosotros lo han hecho, pues no son tontos, sino maestros del fingimiento.

Troncos huecos, podridos y secos se quedaron el día que renegaron de sus ancestros, permitiendo con entusiasmo que de sus mejores y más cercanos antepasados se haga escarnio y vilipendio. Abandonaron a aquellos que lo dieron todo por España y por España también por ellos, pues sin aquellos, ellos, hoy no serían nada. Pero claro, es que a éstos aquel ejemplo les rechina, les hiere, les acusa con el dedo, les pone ante el espejo donde se ven cual son: basura y desechos. Y es que fue tan grande aquello, como pequeños son ellos.

Sus esencias perdieron, esas que fueron de siempre el compañero, el camarada, la unidad de hierro, marchar todos juntos y a una, las filas pietras, sin dobleces, sin fisuras, sin ambiciones, ni envidias, ni codicias, mirando sólo por el otro, por los demás, nunca por uno, sino siempre y sólo por todos ellos. Ya no mandan, no se hacen obedecer, sus órdenes son debatidas, discutidas y no pocas veces hasta denunciadas, pues son mandos de pacotilla. Se asocian, tienen banderías, se vigilan, se mienten y se atizan cual tahúres en las timbas. Se espera la caída para ocupar la silla, y si la espera es muy larga bien vale una zancadilla. Y así, divididos, son vencidos por el interino que cada cuatro años toma posesión y sin desmayo, ni corazón, ni alma, ni asomo de patriotismo, se ríe de ellos en su cara y a sus espaldas, mientras poco a poco, con su silente complicidad entusiasta, desarma a España.

Se han dejado llenar de féminas y afeminados, de extraños de países lejanos, de gentes que no sienten a España, que sólo buscan la paga, dejando abandonados a tantos de los nuestros que servir de verdad quisieran a la Patria, los cuales vagan por esta vida sin orgullo, sin norte, sin saber que son un pueblo, una raza, dispuestos a no hacer por España nada, aunque vean sus tierras olladas por enemigas pisadas. Para ellos la defensa de España, la defensa con la vida y las armas es sólo cosa de éstos tan tiesos, tan vacíos, tan huecos, tan sin alma.

Para ellos neutralidad es pasividad, mirando, cual de piedra convidados, desde la barrera, como torean, mutilan y arrastran a nuestra sagrada España, a su himno y a su bandera, a sus glorias y a su sin par historia. Su otra coartada es haber hecho de la obediencia y disciplina esclava sumisión. Pero no nos engañan. Lo suyo es cobardía y traición. Ni siquiera les importa lo que a ellos y sólo a ellos encarga el inerme pueblo español en su Constitución; que por mala que sea, es lo que hay, y sobra y basta, que sus trampas saduceas pueden tener enmienda, pero sólo si hay España y sólo habrá España si hay quien la defienda, ame y esté dispuesto a dar por ella no la vida, que eso lo hace cualquiera, sino más aún el cargo y sus prebendas.

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A la Patria han perjurado. El deber no les obliga. Les importa un bledo lo que le pasa. ¿Qué es para ellos soberanía, independencia, unidad, grandeza, libertad, gloria, honor y dignidad? Nada. Peor aún: palabras peligrosas para quienes como ellos han vendido a su pueblo y a su Patria, y se ciscan cada día en la tumba de sus muertos, y son cobardes y traidores como nunca otros haya. Y es que por sus mañas, al paso que vamos nadie podrá ya traicionar más a España, porque España, la única y verdadera España, ya no será nada.

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Geppetto

«Troncos huecos, podridos y secos se quedaron el día que renegaron de sus ancestros, permitiendo con entusiasmo que de sus mejores y más cercanos antepasados se haga escarnio y vilipendio. Abandonaron a aquellos que lo dieron todo por España y por España también por ellos, pues sin aquellos, ellos, hoy no serían nada.»
Y esa es en realidad la enfermedad que ha matado al Ejercito español.
Su falta de moralidad, etica y defensa de unos valores que desde siempre se identificaron con el espiritu de la milicia.
Y sin esos valores el Ejercito es NADA

Juanito el iconoclasta

Holladas, del verbo hollar, es con hache. Por lo demás, toda la razón.

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