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Hay un concepto relativamente nuevo en medicina son los psicobióticos que son considerados como drogas neuroquímicas naturales que consiguen equilibrar las alteraciones emocionales o mentales.
Realmente los psicobióticos son bacterias que pueden ayudarnos a curar la depresión y otros problemas mentales actuando como psicofármacos. Por tanto, la microbiota o flora bacteriana marca nuestras emociones, ya que cuando esta se altera, se condiciona las emociones y el comportamiento.
La clave en nuestra microbiota son los alimentos que consumimos, de manera que cuando se modifica la composición de la flora bacteriana, se produce también un cambio en los gustos por unos alimentos u otros. Las bacterias nos inducen a comer de una forma o de otra y los cambios en la dieta modifican poco a poco nuestra flora bacteriana.
La forma más eficaz de tener una buena flora bacteriana que equilibre nuestras emociones es tomar alimentos probióticos que son aquellos que contienen microorganismos vivos, como son los pepinillos, las aceitunas aliñadas, el miso, el chucrut, los higos y el kéfir de agua y la kombucha.
Cuando esos probióticos son más abundantes en nuestra flora intestinal, debemos alimentarlos adecuadamente consumiendo cereales integrales, calabacín, coliflor, cebolla, plátano y ciruela.
Cuando nuestra flora ya haya cambiado produce un beneficio en pacientes afectados por alteraciones mentales o emocionales, ya que generan sustancias como la serotonina, con efectos ansiolíticos y antidepresivos.
Por el contrario, hay determinados hábitos dietéticos que al perjudicar la flora intestinal terminan afectando a nuestro equilibrio emocional.
Así es el caso del consumo excesivo de azúcar, que provoca una excesiva fermentación de los hidratos de carbono y causa ansiedad e irritabilidad. También el consumo de alimentos con muchos aditivos alimentarios tiene un efecto “detergente” y alteran la relación entre el moco intestinal y las bacterias, con el riesgo de provocar inflamación y obesidad.
Aunque parezca que las bacterias son inmutables, nuestro stress las altera y lo mismo ocurre con el consumo excesivo de los antiácidos, muchas veces prescritos a todos los pacientes que toman mucha medicación, para evitar que esta les provoque gastritis. Por el contrario, en consumo de jengibre, la canela y el regaliz contribuyen de forma natural a equilibrar esos niveles.
Otro factor que no se relaciona con las alteraciones emocionales es el estreñimiento, ya que a partir del tercer día de no evacuar las heces se produce una disminución en la concentración de lactobacillus y bifidobacterium, y un aumento de la ansiedad y síntomas depresivos.
Por último los antibióticos, ya que al ser bactericidas eliminan no solo a las bacterias que nos están produciendo una bronquitis o una amigdalitis, sino a gran parte de las bacterias intestinales que forman la flora bacteriana. Por ello salvo que tengamos una infección grave que precise el uso de antibióticos, y siempre con el criterio de un médico, podemos usar como bactericidas naturales en infecciones leves el aceite de orégano, la hoja de olivo o el ajo , que no modificarán apenas la flora intestinal.
Pero si no tenemos más remedio que usar antibióticos durante un periodo prolongado debemos tomar una vez terminado el tratamiento probióticos y alimentos prebióticos que los favorecen para recuperar este equilibrio de la microbiota necesario y así evitaremos, multitud de alteraciones emocionales muchas veces inexplicables que a veces asociamos con los cambios de estación o con situaciones familiares y personales que seguramente nada tienen que ver.
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