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Cuando la izquierda fue capaz de organizar el 11M para tomar el poder, y no soltarlo nunca, cumplió con los primeros mandamientos de su credo. Y así ocurrió en 2004, hasta ahora que no lo quiere soltar y teme perderlo. Antes del 11M se olió que si España iba bien como así era, no iba a pillar el poder nunca. Y se tiró a la piscina tras llenarla. Con su política embustera y falsaria es imposible que pueda salirle nada bien, y así lo ha demostrado, hasta llegar a este extremo de degradación social por su causa, donde hasta el más tonto puede ver que los «progresistas» en el mal solo nos llevan a lo peor.

Al PP, ya por tradición cuentan con que lo seguirán engañando, pero llega VOX al que saben que no engañarán. Y por eso rabian como bestias salvajes. Todo porque ven que perderán el poder y después no le servirá ni recurrir a otro gran atentado como el dicho, o a una diablura criminal semejante, porque ya todos les conocen. Algo se ha avanzado en el conocimiento del mal y sus estrategias propagandísticas para conseguir cambiar las voluntades, corromper y ganar las masas, perseverando en su desgracia social de vivir convencidos que el poder es suyo para siempre.

No se entiende que Felipe González haya roto con el marxismo y sus seguidores no hayan querido enterarse y sigan con su sectarismo reivindicando a Largo Caballero, Indalecio Prieto o la Pasionaria que dijo a la muerte de Franco que la venganza duraría cuarenta años cuarenta veces. Sus dictados los creen y cumplen al pie de la letra. Las estatuas de los tres citados no les da la gana de quitarlas ni cumpliendo su propia ley de memoria histérica ni la legislación europea que les obliga a ello. Una buena prueba de lo que son. Sin principios, valores ni virtudes, límites ni escrúpulos en su depravación, el cáncer de España cuya metástasis está en todos los intersticios del cuerpo social. No respetan la ley si no les beneficia, como dicen sus maestros, ni aceptan el juego democrático que conlleva la oposición y la derrota si no les votan, porque no soporta ni uno ni lo otro, como está en el ADN de su ideología criminal. Son los mayores dictadores y acusan a los demás de todo lo que son. Cuando su dictadura trae el comunismo, entonces asesinan a la oposición y a los pobres que tanto engañaron, multiplicándolos. De aquí salen las matanzas masivas y millones de muertos a sus espaldas que ocultan con sus delitos.

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La mentira sigue siendo su principal arma de lucha política como manda su catecismo, y lo vimos hoy con la ministra Calviño: Lo que era una pregunta de carácter económico durante la sesión de control al Gobierno de este miércoles en el Congreso ha acabado convirtiéndose en un debate sobre la legalización de las armas. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, en respuesta al portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, lamentó que la formación de Santiago Abascal «proponga repartir armas el día que estamos llorando por una matanza de niños en EE UU».

Nada más alejado de la realidad que está falsa afirmación, pero predica que algo queda. ¡Qué mente más calenturienta! Los que mandan ejercer la violencia contra VOX lo acusan de violencia y todo lo que ellos hacen. A VOX no queda cosa mala que no le hayan hecho, mandado desde el gobierno. Vemos a Pedro Sánchez decir que la derecha cuando está en la oposición no lo soporta porque cree que el poder es suyo. Los psicópatas todo lo invierten. No se conoce otro ejemplar más ególatra que lo único que le importa sea ser presidente. Todas sus tribulaciones las arrojan contra los demás en sus ataques. Así es la izquierda.

En el subconsciente llevan la liquidación física de quien se oponga en su camino totalitario de pensamiento único. Y lo creen así como algo normal a lo que son. Vimos a la Mema, «médica y madre» como ella se llama, Mónica García, disparar con la mano en forma de pistola en su discusión en la Asamblea de Madrid, contra Javier Fernández-Lasquetty. Reprodujo con toda fidelidad su subconsciente y se quedó tan fresca, que ya es bastante.

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El consejero de Hacienda y Función Pública de la Comunidad de Madrid, Lasquetty  afeó a la diputada y líder regional de Más Madrid Mónica García su gesto de que «desearía veros muertos» en el pleno de la Asamblea de Madrid. Desde entonces la susodicha se quedó con el sobrenombre de la Pistolera. Es una bruja incontrolable, aunque nadie más la fustiga que Isabel Díaz Ayuso. A ver si la echara como echó Rocío Monasterio al comunista Pablo Iglesias. Para otra vez que no dejen meterse en política a toda esta chusma que no está en ningún país de Europa.

Les sale el odio y la maldad por los poros porque no son más que eso: odio y maldad. Tienen la obsesión de matar lo mismo que las comadrejas que son asesinas en serie. Aunque su naturaleza es la del escorpión, su actividad oscila entre los animales más peligrosos y depredadores del planeta. Con su crisis están todos al borde de un ataque de nervios que no les aguanta ni la madre que los parió.

A la meiga ministra Calviño no le hizo falta simular que le disparaba a Espinosa de los Monteros, que quedó cortado con la actitud explosiva de la bruja; con lo pequeñina que es había que verla, más mala que un avispón asiático. Le cambió el tema radical para escupirle toda su toxicidad. La meiga se explayó a su estilo poniendo a VOX un punto por encima del diablo en el que no cree al no darse cuenta que lo lleva dentro como toda su jarca.

Autor

REDACCIÓN