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Lo primero, «enemigo», es un término que según el diccionario de lalengua española, está correctamente empleado por sus acepciones, en el presente titular; lo segundo, “progresistas” en tal contexto, tiene por objeto de conocer para evitar, a los que disfrutan con tanto orgullo de tal título que ellos mismos se otorgaron. Vayan algunos ejemplos recientes: Matan a un joven en La Coruña, cuyo padre pidió que el asunto no se politizara, y cuando la policía determinó que no fuera un delito de homofobia, como le atribuían, pues sus agresores ni le conocían, menos para saber de su condición homosexual, la extrema izquierda así lo atribuye, despreciando al padre, a la policía y a la verdad, y se pone en marcha en varias provincias.

En Madrid fue la Puerta del Sol, su escenario, para pedir la muerte de Isabel Díaz Ayuso. También de Abascal, al que culparon autor de la víctima, aunque VOX no tiene representación en Galicia. La violencia la genera la izquierda, hoy igual que ayer, pero echa la culpa a la derecha. Se inventa como siempre un enemigo para justificar sus delitos.

Los manifestantes quemaron objetos atentando contra el mobiliario urbano, no respetaron nada, hasta hacer intervenir a la policía, que también incluyeron en su lista criminal: «Ayuso, fascista, estás en nuestra lista», fue su principal grito de guerra. Cogieron el caso para promoverla, cuando es un delito común, pero a ellos les da lo mismo.
La izquierda lo lleva a su terreno para culpar a la derecha de homófoba. Había que ver a la “pistolera”. ¿De qué lista hablan? En las vascongadas decían, ETA, mátalos. Y pronto así era. De los miles de vidas que quitó el gobierno con su mala administración de la pandemia no dijeron ni pío; esos deben estar bien muertos. Sólo siguen
existiendo las víctimas de Franco. Las de los rojos, no.

En la guerra se auto nombraron “rojos”, lo mismo que ahora “progresistas”, pero si
les llamas rojos, ya no les gusta, por su gusto de cambiar las palabras, para seguir siendo los mismos perros con distintos collares. Son adelantados de la civilización, que es la incivilización, la desgracia y la muerte. Así es la izquierda que considera enemigos mortales a los que no pertenecen a su ralea criminal, y actúan en
consecuencia.

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Así empezaron la guerra del 36, y la presente. Se metieron en política para enriquecerse y vengarse. Su primera aportación fue el crear la casta política. Entre los más ricos del país, están algunos comunistas y socialistas. Esos que dicen una cosa
y hacen la contraria para confundir y robar. Entraron en política para «progresar» rápidamente. Viven de la revolución, o sea, de destruir España. Y se llaman «progresistas», queriendo hacer invisible su progreso y prometiéndoselo a los demás, para, mediante engaño conseguir su voto.

Así se apoyan en la fuerza del número, no de la calidad. Y en el silencio de la derecha. Resulta imposible saber lo que roban los sindicalistas y toda la panda porque incumpliendo su deber, no lo declaran. «Sólo un sindicato de los cinco grandes a nivel
estatal publica el sueldo de sus dirigentes», es el titular de la noticia. Los mayores son UGT y CCOO. ¿Para qué crearon el portal de transparencia? Hecha la ley, hecha la trampa.

Instalados en la mentira, infunden el miedo y la violencia, quieren que nadie le
moleste para seguir endiosándose pese a no creer en Dios. Todo en ellos es contradictorio, menos su fin que siempre es el mismo: el peor. El robo y el chantaje, y cuando ya no lo consiguen recurren al asesinato. Tienen que ganar siempre, si no es por las buenas, por las malas. Son tan limitados que hasta se creen tener la razón. Lo vemos bien en su comportamiento con sus primos los comunistas que son “progresistas” a ultranza.

En lo económico resulta evidente. Han endeudado como nunca el país, para varias generaciones. Desde la 8ª potencia industrial del mundo que fue España con Franco, hoy está sumida en la crisis, y nos dicen que: será la potencia económica europea que más tiempo tardará en recuperarse, según la OCDE. «Sánchez eleva la deuda pública en 218 millones cada 24 horas». El periódico El Economista, indicando que, «España es ya el único país  europeo en el que cae en picado la confianza», destaca: «Sin rastro de la recuperación que ve el gobierno: los indicadores muestran un colapso sin precedentes». La pérdida del turismo, el colapso del PIB, el desplome del empleo, y una deuda pública disparatada, enterraron la confianza económica europea. Su progreso es el enriquecimiento personal, la prepotencia y el gusto por mangonear. El BOE., publica las declaraciones de 2020, de altos cargos del gobierno, que incluye a
ministros y secretarios de Estado. El ministro de universidades, Manuel Castells destaca como el más rico de los ministros: su patrimonio declarado alcanza los 5.058.219 euros.

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Le sigue el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá… etc., etc., Con su inmoralidad, poco les importan los demás ante su carencia de principios y conciencia, en los que también progresan. Ahora bien: su capacidad de transmutación, es increíble, igual que la de mentir y engañar: te dan clases de moralina en menos que canta un gallo.
Si en los autollamados progresistas fuera verdad lo que dicen, serían los más ejemplares del mundo y conseguirían todas las cosas buenas; pero cuando no consiguen ninguna, vemos que de normales no tienen nada. Eso sí, consiguen el dar siempre la nota, el que se hable de ellos y el estar constantemente en el candelero. Eso desde luego sí que es la única verdad. “El socialismo es la filosofía del fracaso, el
credo de la ignorancia, y la prédica de la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”. (Churchill)

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REDACCIÓN