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La propaganda no se le da mal, pero en la mentira, que es lo suyo, saca un sobresaliente «cum laude», por unanimidad, porque la mentira es la base de su administración para conseguir y detentar el poder. El dictatorzuelo, que nunca llegaría a dictador, no distingue el bien del mal, la verdad de la mentira ni le importa, desprecia todo cuanto ignora, qué diría Antonio Machado. Es una persona sin conciencia. Le da lo mismo, Juana que su hermana, todo menos perder el poder. Por eso no cambia sus malas intenciones, que le mantienen en pie. Es el arma acorazada para seguir en la poltrona y desarrollar el ejercicio de su oscura voluntad. 

Ante él no cabe pensar mal, sino peor. No se le puede  llevar ni a apañar euros sin que te haya engañado antes de empezar. Mal compañero de viaje.

Si toda esta patulea, loca y endemoniada, que vive de la revolución, subvenciones y chiringuitos, subió al poder, merced a sus malas artes, no fue para buscar la Paz, el progreso y el bien común de la sociedad, si no para todo lo contrario, para destruirla y ahí están las pruebas. Activar la división y el odio; revolucionar y envilecer a los españoles en razón a su perversa ideología; enfrentar y fracturar a la familia célula base de la sociedad, invertir el mundo y poner a las víctimas en el lugar de los verdugos. El poder es su negocio y empresa de enriquecimiento. Su guerra subversiva nos inunda el alma de tristeza, porque bien sabemos que esto no es un cuento. 

Si la tristeza no es cristiana, que decía Luis Rosales, confieso que no me provocan odio, a pesar de intentarlo, porque el odio tampoco es cristiano. Entiendo que me podrán quitar la cartera, la Libertad y la vida, pero lo que nunca podrán quitarme es el asco que les tengo.

Esto es un gobierno para la guerra civil, y se afana en tener un ejército mediante la corrupción que es su principal herramienta junto a la mentira, su primer arma política. También se afanan en acaparar a la justicia para que el dictatorzuelo sea el juez supremo. Como buen chulo de playa no puede manchar la toga  ni bajar a la arena, o sea, no puede estar por debajo de la ley, ni por debajo de nadie.

Hay que verlo en el Congreso loando a la republica y diciendo estupideces o riéndose de que le tiren piedras a VOX. No hablará jamás de la parte más decente de su partido entonces, como Besteiro, o del «Ángel Rojo», Melchor Rodríguez García, delegado de prisiones en Madrid al empezar la guerra que libró a miles de presos en cada saca y que llevaban para asesinarlos en Paracuellos.

El resultado de estos matones, está en sus obras. Consiste en derribar las de los demás, como atacar al ejemplar Zendal, hospital más adecuado para la pandemia del virus comunista que los define. Les gusta que hayan muerto miles de personas por su mala praxis al no impedirlo. Son todos lobos de la misma camada. Ante la inutilidad e imposibilidad de hacer nada bien, y corroídos por la envidia de Caín, se dedican a derribar lo construido por los demás. Les encanta pegarle fuego a España. Son destructores por su naturaleza de escorpión; porque la finalidad del demonio es destruir el mundo, y están en ello.

Autor

REDACCIÓN