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Según cantan las hemerotecas, aunque la flamante ministra Irene Montero asegurara, prometiera, en plena campaña preelectoral estando el Partido Popular de Mariano Rajoy aún al frente del Gobierno de la nación, que (sic) «con un Gobierno presidido por Pedro Sánchez, por su pareja sentimental Iglesias y resto de podemitas, socialistas, nacionalistas de izquierdas y separatistas benefactores de los pobres, la luz no iba a subir», ¡hala!, de un plumazo sube un 27 por ciento recién iniciado este friolero pero lluvioso 2021.

A esta medida abusivamente injusta, reaccionan los demagogos de la izquierda con sus fatuos topicazos de costumbre: «que si la extrema derecha de Vox que afortunadamente no está en ninguna institución ni ayuntamiento en Canarias, que si el extremista y populista Trump, que si la xenofobia que anida en los corazones de los conservadores…» No se lo creen ni ellos, que esto de veras sea así. Solo que en todo caso lo incontestable es esto, en la lengua de Sancho Panza: a pesar de sus promesas electorales que aseguraban que con ellos en el poder las eléctricas iban a saber lo que vale un peine, digo un recibo de la luz, la mostrenca y palmaria realidad es bien distinta.

Lamentaban entonces -lo acabamos de adelantar- los demagogos de la izquierda mema (el adjetivo se lo debemos al insobornable Enrique de Diego, marca de la casa), que el Partido Popular anunciara una subida de la luz que iba a ser en torno al 4 por ciento. Y montaron toda su artillería progre y callejera: «que si la derecha siempre benefactora de los ricos, que si la extrema derecha de Vox que ya asoma su patita, que si el neofranquismo redivivo, que si el nuevo fascismo xenófobo que recorre Europa poniendo en peligro nuestras democracias y libertades, que si la brecha social producto de las políticas económicas neoliberales del Partido Popular (como si las del PSOE no fuesen también similarmente neoliberales, más allá de un barniz de socialdemocracia descafeinada)…»

Pasteleo, demagogia, ganas de seguir en el poder, en la mamandurria, en la que algunos de estos farsantes amigos de los pobres llevan 40 años o más. Entonces, ante este descarado engaño, uno más protagonizado por toda esta tropa de asaltacapillas, mentirosos compulsivos, aburguesados demagogos y apesebrados con casoplones incluidos en el lote o nuevo estatus de casta, ¿cómo se te queda el cuerpo? ¿Y el ánimo y el espíritu? Y el bolsillo, la cartera, la cuenta corriente, ¿cómo se te van a seguir quedando?

Desde luego, lo tiene meridianamente claro el siempre bien informado José Miguel Pérez, joven colaborador de El Correo de España, en su artículo «Del recibo eléctrico más barato de Europa con Franco, al hachazo de los socialcomunistas» (ibid., 10/1/2021). En su escrito, que no tiene desperdicio, como tantos suyos -no en vano aparece en el top de los más leídos de entre los recientemente publicados en la citada bitácora-, afirma en el párrafo que sigue (cursivas nuestras):

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En las últimas décadas, la imposición del autoritarismo ecologista a favor de las energías ‘renovables’, caras e ineficientes, que subvencionamos en el recibo de la luz, así como el Estado de 17 Autonomías, pesebres feministas, ONGs inmigracionistas, fundaciones u otras mamandurrias, hacen que un 70 por cien de la factura eléctrica sean impuestos y costes regulados, o sea, extracción fiscal burda al ciudadano.

 

Y me late que es más verdad que mentira lo que afirma José Miguel Pérez, que por cierto nada tiene que ver con el sociata canario de nombre homónimo y de infausta memoria, y sí más bien todo lo contrario: polos opuestos. Pero insisto: siendo como soy solo alguien que intenta informarse de la mejor manera que puede y sabe sobre lo que acontece en la rúa (en la vía pública), que dijera el Juan de Mairena machadiano, tengo todos los pálpitos favorables a que en efecto se acerca más a la verdad de los hechos lo que sostiene en su artículo el siempre brillante José Miguel Pérez, que lo que sostienen este Gobierno socialcomunista y todos sus valedores, terminales mediáticas y apoyos nacionalistas.

Con todo, admitido lo hasta aquí dicho adviértase que en este escrito más bien me proponía hacer una valoración del saliente Donald Trump, derrotado por el católico Joe Biden, líder del Partido Demócrata. Para lo cual comienzo con esta certeza mía bien sólida: la trayectoria personal del magnate multimillonario y mandatario norteamericano está tan salpicada de excesos, claroscuros, debilidades humanas y errores de todo tipo como lo está de aciertos (en el orden económico, en la generación de empleo, en lo moral, en el impulso a los valores patrios que identifican al pueblo norteamericano, etcétera) su etapa como presidente de los Estados Unidos de América.

Asimismo, alucinante pero cierto es lo que sigue: el republicano Donald Trump, que es de confesión cristiana presbiteriana, en la práctica ha mostrado estar más cerca del corazón de la doctrina de la fe católica que el recién electo Joe Biden, que se confiesa católico. Amén de que, por cierto, analistas de solvencia a mi juicio muy probada aseguran que han corrido del Gobierno de USA a Donald Trump merced a un descarado pucherazo. Confirma esto mismo el arzobispo Carlo Maria Viganò,

precisamente exnuncio apostólico en USA y actualmente acaso la voz episcopal más crítica para con el pontificado de Jorge Mario Bergoglio, en una carta abierta que en su momento escribiera al ya expresidente de aquel país (es reciente, de hace apenas unos meses). En dicha misiva lo eleva a la categoría de «uno de los últimos bastiones o muros de contención frente al globalismo del Nuevo Orden Mundial».

Para monseñor Viganò, el ciudadano y mandatario Trump representa la opción por el Eje del Bien (la fidelidad a la tradición cristiana, la apuesta por los valores identitarios y patrióticos, la defensa de la vida y la familia tradicional frente al aborto, la paralización de la ideología de género, la contención del laicismo, la crítica al modelo inmigracionista propio del globalismo…), frente al Eje del Mal que respresentaría el Nuevo Orden Mundial empeñado en la vertebración de un gobierno mundial supranacional, en lo que ya se da en llamar el Gran Reseteo: drástica disminución de la población mundial, confinamiento mundial por el coronavirus como oportunidad de oro para la implantación del Nuevo Orden Mundial, entre otras medidas de auténtica ingeniería social, más en todo momento y lugar un control asfixiante sobre las vidas de los ciudadanos en un mundo globalizado.

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Ergo, ni que aclarar o precisar en qué bando, en qué Eje está habría que ubicar a Joe Biden. En definitiva, todo un proyecto planetario diametralmente opuesto a los intereses identitarios de las naciones, y a la intrínseca libertad de las personas, derecho que debiera ser inalienable.

Y entretanto, la izquierda toda y la derecha cobarde y liberal, aplaudiendo este proyecto humanicida, que cuenta además con la bendición urbi et otbi del papa Bergoglio. Es más: monseñor Carlo Maria Viganò sostiene que Francisco-Bergoglio es un agente al servicio del Nuevo Orden Mundial, amén de uno de los máximos valedores de la invasión migratoria que sufre actualmente Europa, en lo cual coincide con analistas del prestigio de César Vidal, Enrique de Diego, Antonio Caponnetto, o las bitácoras Como Vara de Almendro, Arturo Periodista Católico, Adoración y Liberación, Radio Rosa Mística Colombia, Nacionalismo Católico San Juan Bautista, etcétera-. De manera que para el prelado italiano el proyecto político de Donald Trump es exactamente una propuesta con que contrarrestar la deriva contra Dios y contra el hombre auspiciada por los maquiavélicos impulsores del Nuevo Orden Mundial. Ergo: el laicismo que subyace en el proyecto de construir un mundo al margen de Dios, al margen de la ley natural, encontraría su principal adversario político en el mandatario norteamericano.

De manera que yo mismo me pregunto: ¿y si en efecto fuese así como afirma el combativo Carlo Maria Viganò, quien es a todas luces para los católicos un pastor según el corazón de Cristo? Si en verdad es así como proclama nuestro celoso pastor,

¿que Dios nos coja confesados? Sin duda, por asuntos como los que hemos traído sucintamente a esta reflexión nuestra es por lo que la progresía debe odiar a Trump. Y yo mismo me creo que sea así.

 

15 de enero, 2021. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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