24/11/2024 20:11
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No piensen ustedes que voy a cometer el desliz de a estas alturas contarles la famosa fábula de los hermanos Grimm, esos cuentistas alemanes que tan acertadamente nos llevaron a la fantasía de los que seguían a un flautista hasta la mismísima muerte. Aunque si lo pensamos fríamente, estamos ante una situación calcada de aquella, con otras formas, con una «caja tonta» en lugar de una flauta y con unos personajillos de traca en lugar de flautista.

 

Muchos compañeros de «la pluma» ya han escrito de este asunto y de lo que pasó el pasado miércoles por la noche. Hay quien dice quién ganó o perdió, quien se expresó peor o mejor, pero yo como buen español, ya se sabe que hay tantos entrenadores-seleccionadores en la Selección Nacional de Fútbol, como españoles a opinar, que no me resisto a una tragicómica perspectiva de lo visto y oído, por supuesto con mi habitual ironía. Bueno eso no lo digo yo, sino mi querido amigo y compañero de esta y otras empresas de comunicación, Álvaro Peñas.

 

Para empezar comentar que a mi no me mueve la acción lucrativa, pues yo escribo por hobby y eso, junto a mí igualdad de aprecio, mejor dicho pónganlo en negativo, por los seis, eran seis y no eran las cinco de la tarde, me faculta para actuar con una imparcialidad manifiesta, pues los devolvería al corral antes de que salieran por chiqueros a la mayoría, por no decir a todos, aunque a alguno le daría una oportunidad, como pedía en tiempos «el Cordobés».

 

Pediría, si ello fuera o fuese posible a: Demóstenes, Cicerón Lincoln, o Castelar, que me diesen su opinión del esperpento mediático de aquella noche singular. Creo que me correrían a gorrazos, lógicamente, tan sólo por decírselo y abrirían las fauces del «Averno» para tragar a tan incompetente cuadrilla. Y no la del gran maestro José Gómez Ortega «Joselito», sino la del Bombero Torero.

 

Me senté frente a la «caja tonta» con ánimo de instruirme y valorar lo que aquellos próceres de la Patria, ¿o se dice proceras?, bueno como se diga, podrían enseñarme y yo con aquel caudal de conocimientos discernir que papeleta de voto introduciría, primero en el sobre, y este en la correspondiente urna del colegio electoral que en suerte me tocase. Pero…, eso ya de inicio y en los prolegómenos se vio venir el evento, sus actores y la presentación, nudo y desenlace de la pésima y tragicómica tontería.

 

Para empezar llegó a lomos de una moto, dicen clásica, y con atuendo tipo James Dean, a quien presume de ser «abogado del estado», que ya me gustaría, visto lo visto, que si tengo un pleito con el Estado, sea este motero el que defendiendo al Estado en descomposición, en que nos hallamos, mi contrincante, porque no es que tenga cuatro ases en la mano, como en el poker, sino que tengo escalera real. Increíble, las cosas que dijo, las posturas que mantuvo y la simplicidad del individuo. Entiendo que «la veleta naranja» no podía caer más bajo después del extinto vicepresidente Aguado o de la bruja avería que ha llevado al desastre a eso que llaman partido político, pero cuando este individuo expuso, yo depuse mi actitud y actué en consecuencia, el motero había logrado dejar atrás a sus predecesores en el llamado Partido de Ciudadanos.

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A continuación vimos a la médica, hasta la llegada de los analfabetos funcionales, médica era la mujer del médico o una especialidad o labor de los médicos, ahora con la cosa de la transversalidad, y otras zarandajas, pues pueden existir: médicos, médicas, médices,…. o lo que sea. En este caso, después de corregir ciertas desinformaciones del cirujano, y por más señas del prestigioso por batallador, antaño hospital Uno de Octubre, de raigambre franquista, hoy Doce de Octubre por arte de la desmemoria histérica. Bueno, pues sin animo de criticar, los hechos son: En tres patadas que esta señora ha sido liberada sindical, ha ido poco a clase, entiendo que un hermano gemelo de Pablete daba clases en el como se llame y que entre lo de «liberado» y lo de las clases, al final llegamos a la conclusión que siempre digo: «Un título universitario sólo significa que el interfecto, interfecta, interfecte ha aprobado, por examen o méritos, un grado o licenciatura y como tal se certifica, nada más. La profesionalidad es otra cosa. Hubo un detalle chusco cuando esta señora, con la misma habilidad que la ex-ministra de trabajo trató de explicar que era un ERTE, ella explicó algo acerca de: un sonido que producen los aparatos de las UVI´s y que molesta a los enfermos. Respecto a sus afanes políticos y de servicio a los ciudadanos, ni me acuerdo, ni quiero acordarme.

 

Lo de la Señora Ayuso es entendible, va de triunfadora, se le ha olvidado de que hasta el rabo todo es toro y que hay que rematar faena. Tuvo varias interesantes ocasiones para rematar de una estocada, quizás bajera, pero estocada a Pablete y al fraile, pero no pudo o no quiso. No obstante, teniendo en cuenta que su jefe de filas es súbdito del «Foro de Davos», quizás esté ahí la cuestión. No estuvo mal, faena justita, sin pretensiones y digna de una plaza de tercera categoría, pero no de Madrid, no dio juego ni para salir a saludar al tercio. Un desastre y eso que según la mayoría de los críticos no adscritos a las subvenciones gubernamentales, ganó el concurso. Yo no la doy ganadora de nada y, me tiene que demostrar, que no solo son parole, parole, parole, como la canción y lo veo difícil, porque está sujeta al Partido y a los grupos de presión de dentro y de fuera. Mal viaje para esta chica que cuando estaba recién puesta de largo no tenía claro si quería ser socialista o de derechas, como ella misma declaró entonces frente a las cámaras de tv.

 

Y entramos en faena con la única candidata, que yo siempre tengo en prevengan, que teniendo un programa muy clarito, muy ajustado a razones, con un partido que mantiene una línea recta y clara, que quiere lo que quiere y que en el fondo solo quiere lo que en definitiva queremos todos, pero no saben calar en el público, quizás por una de las peores políticas de acercamiento a los medios, que ya en general están en contra por obvios motivos de las subvenciones, pues eso, que con una faena de aliños, solo se consigue eso, una faena de aliño, buena eso si, pero de aliño, y con eso no se da ni la vuelta al ruedo. Entiendo que era su postura y que hizo lo que tocaba, pero un poquito más de recrearse en la suerte, hubiese venido muy bien. Lo que decían en ciertos ambientes: «leña al mono hasta que cruja».

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Hablando de monos, de monosabios en concreto y por el atuendo usado en las entrevistas con bilduetarras y asimilados, verán que he dejado para el final a quien sí un buen pucherazo no le salva, va de cabeza al paro. Este ilustre profesor universitario que se cita para revisar exámenes con sus alumnas en los mingitorios, según dice una ex-alumna suya, tiene un pésimo futuro. Él parte de la base de que todos vamos detrás del flautista, ese de Hamelín del que hablamos en el titulo, pero me da la impresión de que el hambre, la desesperación y la muerte están cambiando los pensamientos del pueblo, sobretodo del que todavía usa la cabeza para pensar y no para llevar la gorra u otros adornos taurinos. Este aspirante a Vladímir Ilich Uliánov alias Lenín, aunque en realidad sólo puede hacerlo a Lavrenti Pávlovich Beria, alguien que se asemeja más a su estilo y que, la verdad, puede servirle de ejemplo de principio a fin. No obstante, entiendo que este individuo estará proveyendo fondos a su futuro, lejos, muy lejos, a poder ser en otra galaxia. Y esto se acabó¿….

 

No, no se acabó. Me dice el editor que hay un sexto, como el número de toros en las corridas de ídem, ¿pero que quieren que les diga?, «el fraile» tiene tan poco recorrido, que no pienso malgastar ni una gota de tinta en los sobreros.

 

Dirán ustedes: ¿Qué pinta Hamelín en esta historia?, por desgracia que la inmensa mayoría, sigue a los tuercebotas hasta que caen al precipicio, quizá no sea un símil, que no lo es, pero ustedes que son inteligentes seguro que lo entienden. Y ahí lo dejo.

Autor

Álvaro Peñas