21/11/2024 18:08
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Artículo de Mariann Őry en The American Conservative sobre la reciente visita del actor y director conservador Mel Gibson a Budapest.

Buenas noticias para Budapest, el nuevo refugio de los conservadores occidentales: Mel Gibson estuvo en la ciudad. A finales de noviembre, los lugareños se alegraron de ver al famoso actor en la ciudad. Todo el mundo conoce a Mel Gibson, y Hungría no es una excepción. La estrella de cine se quedó en la capital húngara para rodar la serie anterior a las películas de John Wick, El Continental.

Mel Gibson como el mejor ejemplo contra la cultura de la cancelación

Sin embargo, al buscar en la prensa estadounidense artículos recientes sobre él, me encontré con algunos titulares muy interesantes. «¿Cómo puede Mel Gibson seguir haciendo carrera?», se preguntaba Variety.

Los defensores de la cultura de la cancelación siempre se sorprenden cuando sus métodos no funcionan. A lo largo de los años, se ha desperdiciado mucho esfuerzo en anular a Mel Gibson, pero para su horror, a la gente le sigue gustando. ¿Cómo se atreven?

La cuestión es que a la gente normal de todo el mundo le gustan los buenos actores y las buenas películas. Y por «buenas» no me refiero a que sean divertidas, sino a algo que realmente se pueda disfrutar. Hubo tiempos en los que el objetivo principal de las películas y las series no era el adoctrinamiento. Ahora, cuando ves cualquier serie o película nueva en las plataformas de streaming, te das cuenta de que todo es secundario cuando lo comparas con el gran mensaje ideológico. Y eso no tiene mucha gracia.

En el artículo de Variety mencionado anteriormente, Howard Bragman, un veterano gestor de crisis en Hollywood, señalaba con razón que «hay que separar a la policía de la Corrección Política del público del cine». Y continuaba: «Mel Gibson no ha tenido una carrera sin controversia, y en todo ello ha demostrado ser increíblemente resistente. Acertados, equivocados o indiferentes, sus fans no le han abandonado, y no creo que vayan a hacerlo ahora».

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Los límites de la corrección política

Pues claro que no. La influencia de la policía de la corrección política es limitada. Es muy poderosa en una determinada burbuja y puede destruir fácilmente carreras y amedrentar a la gente, pero su lógica no llega necesariamente al público del cine. Eso es especialmente cierto si se tiene en cuenta que la cultura pop estadounidense es global: el mundo está lleno de cinéfilos que han visto una docena de películas de Mel Gibson, pero no tienen mucha idea de los escándalos que le rodean. O simplemente no les importa, porque ¿por qué habrían de hacerlo?

La realidad acaba triunfando sobre las falsas narrativas basadas en la ideología y el deseo de manipular a la sociedad. Irónicamente, los que quieren cambiar por completo nuestra sociedad se están equivocando con sus esfuerzos, porque de lo contrario no tendrían que lavarnos el cerebro desde el jardín de infancia. Quieren que nos cuestionemos todo sobre nuestra existencia, nuestro género, nuestra identidad, nuestros orígenes. Aparentemente, se supone que la mayoría de nosotros debemos sentirnos culpables sólo porque ellos existen.

Las estrellas de Hollywood tienden a ser dolorosamente aburridas cuando se trata de política. La mayoría de ellas dicen exactamente lo mismo, y sólo su estatus de celebridad hace que su punto de vista merezca ser escuchado. Hay una inmensa presión de grupo en la industria del entretenimiento. Te pueden despedir si tienes la opinión «equivocada» o si no representas la «correcta» con suficiente fuerza.

Hungría y la sensación de normalidad

He descrito Budapest como un refugio seguro para los conservadores occidentales; pero, por supuesto, sé que no es por eso por lo que se rueda aquí El Continental, sino porque Hungría es un lugar de rodaje muy popular. Sin embargo, cuando Mel Gibson pasea por Budapest, puede experimentar algo que es evidente para los lugareños pero notable para muchos expatriados conservadores: una sensación de normalidad.

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Desde el punto de vista húngaro, el absurdo de la «cultura de la cancelación» y el terror de la corrección politica es fácil de entender. Tenemos las élites de Bruselas, nuestra propia Policía Popular, que cada año está más enfadada y frustrada porque Hungría, a pesar de sus esfuerzos, sigue siendo un país que funciona bien. Viktor Orban ha ganado tres elecciones; la economía va bien. El llamado modelo húngaro ha sido tan criticado que Bruselas no entiende cómo es posible que siga funcionando.

El gobierno húngaro cree que tiene más sentido apoyar a las familias que resolver los problemas demográficos permitiendo la inmigración masiva de otras culturas. No porque odiemos a otros pueblos, sino porque amamos a los nuestros y porque es una verdad muy simple que la inmigración masiva es insostenible. Según nuestra Constitución, «la madre es una mujer y el padre es un hombre». No creo que eso suene controvertido para la mayoría de la gente.

Así que damos la bienvenida a Mel Gibson a Hungría: ni él ni nuestro país pueden ser destruidos por las élites «woke». Pero se esfuerzan, y podemos estar seguros de que no se rendirán pronto

Autor

Álvaro Peñas