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Las mujeres ya fueron animadas hace tiempo a dejarse crecer los pelos de las axilas. Ahora parece que le siguen los del bigote. ¿Qué tal si hacen lo mismo con las piernas? Quedarán monísimas en la oficina con pelos, medias y tacones. Algunas ya lo hacían antes de que el feminismo las animara, pero si vamos a verlo como algo habitual, va a ser muy divertido.
Quizá los hombres deberían afeitarse los huevos, de esa forma, contribuirían a mantener abiertos los centros de estética, ya que al paso que va el feminismo, es probable que terminen con ese mercado. Ni qué hablar de visitar peluquerías, teñirse el pelo o depilarse las ingles, por no mencionar las operaciones de estética o los brackets para lograr una sonrisa perfecta.
Si las feministas radicales aborrecen tanto a los hombres, ¿por qué pretenden parecerse a ellos? ¿Acaso intentan masculinizarse? Ellas sí que entienden de belleza interior, porque será donde haya que buscarla. ¿Imaginan el espectáculo de bikinis y bañadores con ingles peludas?
Ya se defendió en 2019 que la mujer no debía actuar contra la biología; quizá de ahí la ocurrencia de dejarse bigote y aunque cada cual puede hacer lo que le venga en gana, resulta insultante que algún que otro medio utilice a la biología para ello. Habría que preguntar a las feministas por qué se tiñen el pelo de colorines, se agujerean la cara y se tatúan el cuerpo. ¿O es que nacieron así? ¿Acaso no es eso igual de «antinatural» que depilarse unos cuantos pelitos de la cara?
No hablemos de operarse los pechos, quitarse la celulitis o esos kilitos de más. ¿Cuánto tardarán en ventosear en reuniones de trabajo o eructar durante las comidas de empresa? Y ya puestos, que sorban la sopa de forma sonora y remuevan el azúcar del café golpeando la cuchara contra las paredes de la taza, a ver si se entera todo el restaurante de que allí, hay una feminista comiendo y bebiendo.
Este feminismo, que a muchas personas les está haciendo auténtico daño, ya no se trata de igualdad, sino de competencia. Compiten con el hombre incluso biológicamente y eso sí que va contra natura.
La feminista, activista y comunista Shulamith Firestone, escribió: «La meta definitiva de la revolución feminista debe ser, a diferencia del primer movimiento feminista, no simplemente acabar con el privilegio masculino, sino con la distinción de sexos: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente».
Después de esto, suerte tienen los hombres de ser tenidos por «humanos».
Esta mujer, consideraba «bárbaros” el embarazo y el parto. ¿Existe algo más natural e intrínseco a la mujer? ¡El milagro de la vida! Una frase que sin duda, muchas verán como una atrocidad hacia su cuerpo. La naturaleza ofrece a la mujer el enorme privilegio de ser madre, y algunas lo califican de barbaridad. ¿Quién tendrá razón, la naturaleza o las radicales?
Esto se les empieza a ir de las manos a algunas.
Ahora que por fin los hombres empiezan a depilarse, sobre todo los deportistas, las feministas aplauden a las mujeres velludas. Observen las axilas de Irene Montero. ¡Ahhhh Irene Montero! Ejemplo de mujer a seguir por su sinceridad, prudencia y discreción, tal y como se demuestra en el polémico vídeo acerca del 8M tan visto en los últimos días. ¡Claro que si después de esto todavía hay quien la defienda, es que parte de la sociedad ya no tiene remedio!
La CEO de PepsiCo, Indra Nooyi, ha declarado que su marca está creando snacks para que las mujeres coman de manera más femenina… ¡Tronchante! Podrán mover el bigote mientras se comen los snacks diseñados exclusivamente para ellas.
Beatriz Gimeno, Directora del Instituto de la Mujer, ha afirmado que «la heterosexualidad no es la manera habitual de vivir la sexualidad, sino que es una herramienta política y social». Aboga por «la penetración anal de mujeres a hombres» para conseguir la igualdad. Ha asegurado que la «lactancia materna oprime a las mujeres» y ha tachado a los hombres de «opresores violentos y promiscuos». Sin olvidar su frase de: «Situarse en el espacio físico del lesbianismo, puede resultar liberador».
María Dolores (Boti) García Rodrigo, ex cónyuge de Beatriz Gimeno, Directora General de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, confesó que había mantenido una relación con una menor alumna suya.
¡Ay Irene Montero! ¿Qué criterio seguirá para elegir a ciertas «responsablas»?
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