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Artículo de Olivier Bault publicado en Remix News. Macron’s bioethics bill promoting abortion up to nine months is watered down but not defeated (rmx.news)

El aborto a demanda hasta los nueve meses de embarazo estuvo peligrosamente cerca de convertirse en una realidad en Francia la semana pasada, pero aún existe la posibilidad de que la ley de “bioética” que contiene esta disposición, y que es respaldada por el presidente francés Emmanuel Macron, se convierta en ley en Francia. Aunque las disposiciones más radicales del proyecto de ley de bioética fueron rechazadas durante su segunda lectura la semana pasada en el Senado francés, es importante señalar que la Asamblea Nacional tiene la última palabra sobre la legislación, y la mayoría en la Asamblea está en manos del partido ultraprogresista de Macron, La República en Marcha (LREM), apoyado por sus aliados socialistas y centristas. Por esa razón, bajo el impulso de Macron, Francia podría tener muy pronto una legislación de bioética digna de la izquierda progresista más radical.

Para subrayar esta posible realidad, merece la pena consultar los párrafos del proyecto de ley Macroniano rechazado la semana pasada por el Senado, dominado por el partido de centroderecha Los Republicanos. Los senadores rechazaron, por ejemplo, un párrafo que ampliaría el plazo legal para el aborto en Francia a nueve meses. Si la Asamblea Nacional restablece este párrafo, la Francia de Macron se unirá al restringido club de países que permiten el aborto a demanda a lo largo de todo el embarazo: China comunista, Vietnam comunista, Corea del Norte comunista, el Canadá de Justin Trudeau y algunos Estados norteamericanos gobernados por los demócratas.

En abril de 2020, el ministro de Sanidad francés, Olivier Véran, se alarmó por la “preocupante reducción en el uso de la interrupción voluntaria del embarazo” debido a los confinamientos por el coronavirus. Por lo tanto, anunció una extensión del límite de tiempo legal para los abortos farmacéuticos de siete a nueve semanas y declaró su intención de permitir los abortos que no pudieran realizarse durante el confinamiento y más allá del límite de tiempo legal de la semana 12 de embarazo, haciéndolos pasar por interrupciones del embarazo por motivos médicos debidos a la “angustia psicosocial” de la embarazada.

En Francia, la interrupción del embarazo por motivos médicos es posible hasta el noveno mes. Normalmente se trata de abortos motivados por una discapacidad grave del niño o por un grave peligro para la salud de la madre. El proyecto de ley de “bioética”, que fue aprobado apresuradamente en segunda lectura por la Asamblea Nacional en la noche del 31 de julio al 1 de agosto de 2020, contenía precisamente esta posibilidad de acceso a la interrupción médica del embarazo por angustia psicosocial, un criterio subjetivo que, como muestra la experiencia de otros países, equivale a autorizar el aborto a demanda. Sería una forma apenas disimulada de abolir cualquier plazo legal para el aborto en Francia, como exigen los elementos más radicales de la izquierda proaborto.

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Aunque el Senado francés ha abolido provisionalmente esa eliminación del límite de tiempo legal para el aborto, si se ha mostrado partidario a eliminar el período de reflexión de siete días antes de la interrupción médica del embarazo previsto en el proyecto de ley solicitado por Macron. El proyecto de ley de “bioética” que se debate en el senado esta semana es más conocido por sus cláusulas que extienden el acceso a la reproducción asistida médicamente a parejas de lesbianas y mujeres solteras, una promesa hecha por Macron. Los senadores respaldaron la procreación con asistencia médica para parejas de lesbianas, pero rechazaron su extensión a las mujeres solteras y su reembolso por parte de la Seguridad Social, prefiriendo reservar dicho reembolso para las parejas que sufren de infertilidad. Se espera que la Asamblea Nacional restablezca la procreación médicamente asistida para mujeres solteras y el reembolso de estos procedimientos tanto para ellas como para las parejas de lesbianas.

El Senado también ha validado la procreación médicamente asistida post-mortem, lo que permitiría, por ejemplo, a una mujer la posibilidad de usar el esperma de su esposo o pareja fallecido para tener un hijo. Por otro lado, rechazó la posibilidad de crear embriones quiméricos animales-humanos, que estaba prevista en el proyecto de ley votado por los amigos de Macron en la Asamblea Nacional. De hecho, el proyecto de ley de bioética que se debate en Francia tiene como objetivo liberalizar en gran medida las posibilidades de investigación y experimentación con embriones humanos. Esta semana, el Senado francés también rechazó la cláusula del proyecto de ley que autorizaría la creación de gametos artificiales a partir de células reprogramadas, pero es probable que la Asamblea Nacional, dominada por LREM y sus aliados francmasones, restablezca estas posibilidades en nombre del progreso científico y la no existencia de Dios.

Otra cláusula rechazada por el Senado francés, dominado por la oposición de centroderecha, es la relativa a la transcripción de la filiación pretendida de los hijos nacidos de maternidad subrogada. La maternidad subrogada todavía está prohibida en Francia, pero la extensión de la procreación asistida médicamente a parejas de lesbianas, la doble filiación materna prevista en el proyecto de ley (que también fue rechazada esta semana por los senadores pero que probablemente será reinstaurada por la Asamblea Nacional), y la transcripción en el registro civil francés de la filiación prevista de los niños nacidos de la maternidad subrogada, son todos preludios de la próxima legalización de la maternidad subrogada en Francia, incluso aunque la mayoría presidencial haya repetido mil veces que esta es una línea roja que Francia nunca cruzará. Después de todo, dijeron lo mismo del “matrimonio gay” cuando presionaron por las uniones civiles homosexuales y sobre la procreación asistida médicamente para las lesbianas cundo defendieron el “matrimonio gay”. 

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En muchos sentidos, el partido LREM de Macron no es la República en Marcha, sino la Revolución en Marcha, y para muchos conservadores y moderados su revolución no tiene fin. Bajo la presidencia de François Hollande, de quien Emmanuel Macron fue asesor especial y luego ministro de Economía, Francia introdujo la aprobación de la ley del “matrimonio para todos” que extiende el matrimonio civil a las parejas del mismo sexo. Durante ese tiempo, el ponente de la ley “matrimonio para todos” en el Senado, el socialista Jean-Pierre Michel, desveló su ideología y la de sus amigos cuando explicó en febrero de 2013 que “lo correcto es lo que dice la ley. Eso es. Y la ley no se refiere a un orden natural. Se refiere a un equilibrio de poder en un momento dado en el tiempo. Y eso es absoluto. Esta es mi opinión, esta es la visión marxista de la ley”.

Uno de los aspectos más preocupantes es que estos neomarxistas quieren imponer ahora estos mismos puntos de vista, rebautizados como “valores europeos”, en países menos descristianizados como Polonia y Hungría, a los que consideran demasiado “reaccionarios”. La realidad es que el aborto ilimitado hasta el último momento antes del nacimiento está en el horizonte para el mundo occidental si se permite que estos radicales cumplan su agenda.

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Álvaro Peñas