22/11/2024 00:43
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El pasado 11 de julio millares de personas protestaron contra la anquilosada tiranía castrista en 50 ciudades de la geografía cubana. Una protesta sin precedentes en los 62 años de existencia de aquel infierno en la Tierra. Cansados del grito apocalíptico de «Patria o Muerte» los manifestantes gritaron a todo pulmón «Patria y Vida». Una prueba de que el pueblo cubano, a pesar de  los maltratos y de las miserias de más de medio siglo, mantiene las esperanzas de labrarse un futuro pletórico de oportunidades y conserva las energías para seguir luchando por su libertad.
Para quienes, como yo, nacimos y nos criamos en aquella isla paradisíaca esto no fue una sorpresa. Como todo pueblo, los cubanos tendremos defectos, pero nuestras virtudes exceden nuestros defectos. Somos gente trabajadora, musical y optimista. Quienes digan lo contrario son desmentidos por una realidad más poderosa que todas sus diatribas. Ya es hora de que los cubanos rompamos la maldición de los tiranos y reclamemos nuestro lugar bajo el sol de la libertad.
Al mismo tiempo, poniendo al descubierto su naturaleza criminal y cobarde, el pato obeso y presidente de dedo Miguel Díaz-Canel respondió con la violencia de los esbirros cuando dijo: «Hago un llamamiento a todos los revolucionarios para que salgan a la calle a defender la revolución. La orden de pelear ya está dada.» Dos meses después el saldo ha sido de 500 manifestantes en prisión en que solamente unas seis docenas han sido condenadas a penas de ocho meses a un año, y unos pocos liberados.
Todo esto indica que la tiranía tiene los días contados porque confronta numerosas crisis al mismo tiempo. El «brujo mayor» anda ya por el infierno, el asesino congénito está preparando las maletas para reunirse con él, el Covid 19 ha colapsado el ya depauperado sistema hospitalario, los regalos de combustible desde su satélite venezolano se han reducido en forma considerable, la escasez de alimentos sigue haciendo de las suyas, los precios andan por las nubes, los extranjeros con un mínimo sentido común no quieren hacer turismo en un lugar que podría convertirse en su tumba, y Joe Biden confronta tantas crisis al unísono que no puede tirarles una tabla de salvación. Como diría un viejo locutor de la radio de Miami: «La cosa está de cuando la mona no carga al mono.»
Por su parte, muchos aliados y defensores internacionales de la tiranía han tomado nota de la situación y se preparan para un cambio que ya saben que será inevitable. Esos son los casos de la Unión Europea, del Parlamento Europeo y de numerosos políticos del México «lindo y corrupto». Una excepción esperada ha sido la del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, integrado por representantes de países que son en sí mismos violadores de los derechos humanos de sus ciudadanos.
De todas maneras, al no condenar la ofensiva de represión desatada por el régimen desde el pasado 11 de julio contra los ciudadanos en general, el Consejo de Derechos Humanos acaba de dar la espalda una vez más al pueblo cubano.
Por otra parte, en una firme declaración a la prensa la semana pasada, el vocero de la Unión Europea, Peter Stano, declaró: «Nosotros pedimos a las autoridades cubanas que pongan en libertad inmediatamente a los ciudadanos que han sido detenidos a causa de sus convicciones políticas y de sus actividades periodísticas.» Como para no dejar lugar a dudas, el diplomático de más alto rango en la Unión Europea, Josep Borrell, declaró: «Nosotros estimulamos al gobierno de Cuba a que respete los derechos humanos y las libertades consagradas en las Convenciones Internacionales sobre Derechos Humanos.» Estas declaraciones se produjeron tres días después que 20 países, incluyendo a muchos miembros de la Unión Europea, condenaron la represión y los arrestos del 11 de julio.
Las mismas constituyen un giro de 180 grados en la política de la Unión Europea con respecto al régimen comunista de Cuba. A partir de 2016, la Unión Europea ha evitado todo tipo de confrontación con la tiranía cubana en el tema de los derechos humanos. Ese fue el momento en que la Unión Europea renunció a todo esfuerzo de conminar a la tiranía comunista a instituir un sistema democrático en la isla. Este acuerdo fue parte de una «detente» más amplia del gobierno de Cuba con otros países.
A su vez, el Parlamento Europeo ha decidido sumarse a la confrontación de la tiranía cubana. Con un total de 426 votos, 29 más que la anterior resolución, el Parlamento Europeo condenó la semana pasada al gobierno cubano por la represión desatada contra su pueblo el pasado 11 de julio. Amenazó al régimen de La Habana con aplicarle castigos similares a los contenidos en las sanciones de Magnitsky, aplicadas por los Estados Unidos. Éstas consisten en congelación de activos y prohibición a los miembros de gobiernos violadores de los derechos humanos de entrar a territorio norteamericano. Y, para despejar toda duda, el vicepresidente del Parlamento Europeo, Dita Charanzová, declaró a través de un tweet que ya había comenzado el proceso de suspender el acuerdo entre Cuba y la Unión Europea.
En marcado contraste, el mismo día en que Europa rechazaba a la tiranía cubana, el zorro comunista Andrés Manuel López Obrador servía de anfitrión al esbirro Miguel Díaz–Canel con motivo de la conmemoración de los 200 años de la independencia de México. Este gesto de López Obrador es una bofetada en la cara de la democracia y los derechos humanos en México y debe de servir de advertencia a los demócratas mexicanos de que la democracia en su país está en peligro de extinción. El apoyo de la tiranía castrista a la Venezuela de Hugo Chávez y a la Nicaragua de Daniel Ortega debe de ser motivo de preocupación para esos mexicanos.
Y así lo han entendido y expresado algunos de ellos. La senadora del Partido Acción Nacional (PAN), Lilly Téllez, en su cuenta de Twitter escribió: «Los ciudadanos de este país rechazamos sus saludos y su presencia….. Usted representa a una sarta de bribones parasitarios que atentan contra la libertad, los derechos humanos y la democracia. Coma y váyase».
Por su parte, el expresidente Felipe Calderón rechazó la presencia de Díaz-Canel en las fiestas patrias mexicanas con estas palabras: «Es inaceptable el protagonismo en las fiestas del bicentenario de la consumación de la independencia de un dictador que encierra a decenas de ciudadanos cubanos. Sería el colmo que en el día de los Niños Héroes, que representa la lucha contra el extranjero, hablara un extranjero».
En el caso de la Unión Europea y del Parlamento Europeo estamos siendo testigos de la duplicidad y la hipocresía que hace de los organismos internacionales instituciones inútiles. Después de años de mantener silencio ante el horrible holocausto del pueblo de Cuba ahora toda esta gente ha experimentado una epifanía. La epifanía que los pone junto a la libertad y la justicia. Pero la verdadera razón es que no se quieren quedar atrás en las relaciones y los beneficios que podrían derivarse de una nueva Cuba.
En cuanto a México es oportuno tener presente que fue el único país latinoamericano que votó en contra de la expulsión de la isla de la Organización de Estados Americanos en 1962. Tampoco debemos olvidar que los once presidentes de México–desde Adolfo López Mateos en 1958 hasta Andres Manuel Lopez Obrador en 2018–han apoyado a la tiranía cubana en su diferendo con los Estados Unidos. La única excepción fue Vicente Fox, quién le dijo a Fidel Castro que «comiera y se fuera» antes de que llegara el Presidente americano George W. Bush.
Los cubanos hemos sido abandonados a nuestra suerte por más de seis décadas y no seremos engañados por unos diablos que han decidido ahora vestirse de ángeles para ganar de nuevo nuestra confianza. Nos han sostenido únicamente nuestra vocación de libertad y el amor a la patria de la que muchos hemos emigrado pero a la que  nunca hemos olvidado ni olvidaremos. Aceptaremos ayudas pero no las que vengan acompañadas de condiciones porque Cuba nunca será de nuevo apéndices de nadie. Un nacionalismo ilustrado y una interdependencia pragmática puestos al servicio de la felicidad del pueblo cubano. Hacia esos nortes apuntará nuestra brújula.

Autor

REDACCIÓN