22/11/2024 04:44
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“Jícara”: Según el diccionario de la Real academia es una “vasija pequeña, generalmente de loza, que suele emplearse para tomar chocolate”. Es un término de origen indio.

Durante muchos años fue costumbre muy española el tomar chocolate en jícara, no solo para deleitar el paladar, sino también como pretexto para reunirse en familia, u organizar tertulia entre amigos.

Y de jícara procede el término “jicarazo”: “Propinación alevosa de veneno”, como subproducto letal de tan placentera y sana costumbre.

Se daba el jicarazo habitualmente a personas ya ancianas, que por tener mermadas sus facultades, no distinguían entre el dulce amargor del cacao y el del tóxico administrado.

Harto frecuente debió ser este procedimiento en nuestro país, cuando en el lenguaje popular la palabra jicarazo llegó a convertirse en sinónimo de despachar a un viejo o una vieja al otro barrio.

¡¡Hoy por fin en España se va a legalizar el jicarazo!! ¡¡Ya era hora!! ¡¡Era ya un clamor popular!! ¡¡Escuchad todos (y todas) las noticias oficiales!!

¡¡Pero no como un acto abyecto y egoísta que hay que disimular!! ¡¡Nunca más!! Eso queda para mentes retrógradas y trasnochadas, para beatos y cristianos rancios, fachas y patrioteros de hojalata!! ¡¡Sino como signo de progreso y modernidad!! ¡¡De la Nueva Era de las luces!!

¡¡Basta ya de hipócritas disimulos!! ¡¡Basta de riesgos penales y reproches!! ¿Para qué gastar en chocolate si el mejor edulcorante consiste en una nueva moral socialmente aceptada? ¡Así todos viviremos felices y sin remordimientos!

¡Pobrecitos nuestros viejos decrépitos o con Alzehimer! ¡Pobrecitos los enfermos terminales obligados a padecer atroces y terroríficos dolores mientras crueles médicos trasnochados los mantienen innecesariamente con vida! ¡Pobrecitos depresivos, discapacitados, deficientes mentales, enfermos crónicos…! ¿Por qué gastar ingentes sumas de dinero en medicamentos, hospitales, cuidados paliativos, sedantes o antidepresivos si resulta muchísimo más barato, rápido, fácil y caritativo proporcionarles dulcemente el sueño de la muerte?

¡Eliminemos el término eutanasia, cargado injustamente de tintes macabros! Sustituyámoslo por el de “muerte digna” mucho más respetable a ojos del ciudadano.

¡¡Que enorme favor les estamos haciendo a ellos y al resto de la sociedad del bienestar!! ¿No veis que ellos mismos lo están pidiendo? ¿No lo anhelan los que padecen tendencias suicidas? ¿Qué viejo, enfermo crónico grave o persona depresiva no lo pide o lo desea en algún momento de su vida? ¿No es la mejor solución para los pacientes en coma irreversible, los dementes peligrosos, los oligofrénicos o los menores con enfermedades incurables?

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Y si no están en condiciones de hacerlo o pretenden egoístamente arrepentirse, decidirá por ellos la propia familia, harta de soportar tan pesada carga, o en el mejor de los casos, un cualificadísimo equipo de asesores, médicos y expertos con mentes abiertas y progresistas, que velarán por el bienestar social. ¿Acaso podemos comparar el valor de una vida humana con el bienestar de toda la sociedad?

¡Recordemos el éxito del aborto! Cuando fue posible convencer a tantas mujeres que la criatura concebida en su vientre no era más que un montón de células de su exclusiva propiedad. Y aceptada esta premisa ¿Cómo puede ser delito eliminar ese puñado de células? ¿Cómo sufrir culpabilidad por ello? ¿Acaso acusamos de crimen al que se opera de apendicitis y permite tirar a la basura el despojo de la intervención? ¿Se puede achacar de inmoral, al que ejerciendo un acto sagrado de libertad

personal, elimina, o mejor aún, vende o cede estos tejidos para investigaciones científicas avaladas por respetadísimas instituciones oficiales? ¡Qué mayor muestra de altruismo que ceder ese puñado de células a científicos progresistas que tratan de combatir tantas enfermedades y salvar vidas humanas! ¡Qué agradecidos debemos estar a todas estos ciudadanos que participan en el aborto e investigan con nuestros embriones! ¡Qué heroínas nuestras feministas, liberadas por fin del macho opresor y dueñas de su cuerpo y su sexualidad sin límite!

¡Y qué felicidad para las madres que abortan, al quitarles el peso de una absurda culpabilidad, contribuyendo además al progreso de la ciencia! Sustituyamos también de una vez por todas el término peyorativo de aborto por el de “interrupción voluntaria del embarazo” mucho más aséptico, o por el de “aborto terapéutico” equiparable a un acto médico bienhechor.

¿Cómo se atreven los defensores de la vida a cuestionar esta ideología? ¿Cómo aceptar fiestas como la de la Inmaculada Concepción en la cual tantas personas retrógradas celebran precisamente la presunta implantación de este puñado de células en el vientre de una muchacha judía que vivió hace dos mil años? Afirmando además que ¡era virgen!

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¿Hasta cuándo vamos a permitir el atrevimiento y la provocación de proclamarla como patrona de la que ellos denominan España?

¡Y para colmo llaman Dios Encarnado a ese pedazo de tejido! Presunto ser anacrónico que tanto esfuerzo nos está costando echar a patadas de escuelas y universidades, organismos oficiales, ayuntamientos, hospitales, foros nacionales e internacionales, plazas y calles, leyes fueros y constituciones, y aún de las mismísimas fiestas de origen religioso!

Y volviendo a la “muerte digna” y si el nuevo edulcorante lo permite, ¿Por qué no incluir también a todos los portadores de enfermedades crónicas incurables? ¡La lista puede ser muy larga! ¿Pero quién se atreverá a fijar un límite y poner freno al progreso?

¡Esterilicemos forzosamente como ya se hizo en el pasado a todos los que presenten enfermedades hereditarias o de conducta, maltratadores, alcohólicos, delincuentes habituales, personas antisociales, indigentes y aún a los que piensen diferente oponiéndose al progreso…! y ¿por qué no? ¡¡También a las inmensas hordas de miserables sin futuro ni esperanza del Tercer Mundo que pretenden invadir nuestros países “civilizados” que con tanto esfuerzo hemos construido!!

¡¡Limpiemos la raza humana de despojos improductivos que nos cuestan un ojo de la cara!! ¡¡Creemos una sociedad perfecta como preconizaban los padres de la eugenesia!! ¡¡VIVA EL NUEVO ORDEN MUNDIAL!!

Y puesto que este es el nuevo orden que nos quieren imponer, me gustaría finalizar con dos preguntas y una cita:

¿Es realmente ésta la sociedad que deseamos tener para nosotros y para nuestros hijos?

¿Vamos a seguir callando indefinidamente ante esta imposición?

“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos.” Martin Lhuter King

Autor

REDACCIÓN