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¡No se escandalice nadie, por favor!
Pueden estar seguros de que jamás me ha pasado por la mente, dudar del “poder de la Fe” pues, simplemente con hojear el Evangelio veremos claramente la insistencia de Jesús en resaltar y garantizar su eficacia. Para alejar más la posibilidad de escandalizar a mis lectores, he cambiado el título original, “La impotencia de la FE”, por el que encabeza este escrito.
Evidentemente, el hecho de que mi fe sea impotente permitir pensar que es debido a su escasez o a su inexistencia. Dudo de porque, en realidad no creo, sin embargo admitir la impotencia de la Fe no es propio de un verdadero creyente católico. Pues bien, lo que pretendo plantearles es precisamente esta realidad: Nunca— a mi entender—la “noche oscura” ha sido tan negra como la vivida por los católicos en los últimos sesenta años, (especialmente, en los nueve últimos) y cono consecuencia de la misma, la tentación más utilizada por Satanás contra quienes seguimos a Cristo es la sensación de la impotencia de la Fe. Ha logrado tal poder que los verdaderos creyentes nos refugiamos en la promesa de Cristo sobre la indefectibilidad de su Iglesia para no dar por segura su desaparición en las naciones de la otrora llamada “la Cristiandad”
Personalmente, me pregunto con alguna frecuencia: ¿Cómo es posible que apenas medio siglo después de haber dado nuestra Patria al mundo un número de mártires mayor que en las “diez persecuciones de los tres primeros siglos”, la nación católica por antonomasia, la nación que regaló a la Iglesia dos Continentes –más las Islas del Pacífico–, de “los más fieles creyentes”, haya apostado y sea “pionera” en seguir las directrices del Diablo, abriéndoles los propios pastores las puertas al aprisco para facilitar a los lobos la escabechina de ovejas? ( Un paréntesis —de la memoria de un viejo: A los “niños de la guerra” de la zona roja, la palabra “pionero” nos recuerda momentos tristes…”nosotros” éramos “los pioneros”, un equivalente a “los flechas” de la zona nacional. De esto no sé si, ni siquiera los “historiadores, se acuerdan ya, pero a quienes lo vivimos no se nos olvida…)
De ahí que, únicamente por la gracia de Dios y el conocimiento de la doctrina del divino Maestros, no hayamos caído en la trampa de la desesperación ante lo que, evidentemente, parece la IMPOTENCIA DE LA FE, para salir del atolladero. En mí ya muchos años, jamás había experimentado esa sensación aplastante.
En los años sesenta del pasado siglo yo no quería admitir como real lo que veía. No era posible que en el aula de San Pedro se dijesen tales barbaridades que cualquier padre conciliar de los veinte concilios anteriores, las habría fulminado antes de terminar las exposiciones. Los “genios” de la modernidad de la Iglesia, habían impuesto la política de “luz y taquígrafos” y, así, quienes estábamos más cerca de los cuarenta años que de los treinta, habíamos vivido treinta años bajo la Fe, el culto y la moral “de siempre, tenido la posibilidad de estudiar Lógica, Filosofía, Teología y estábamos acostumbrados “a usar el sentido común”, nos decíamos: Pero “¿se han vuelto locos esos pretendidos “padres de la Iglesia”? Leyendo lo publicado diariamente por la prensa y los “envidados especiales”, etc., yo tenía la impresión de que aquello, más que un Concilio era un Circo de herejías, donde faltaban los Osorio y los Belarmino…y abundaban los Lutero y los Calviño…
Pero eso no fue lo peor. Esto, llegó luego con el desbarajuste de la Liturgia, del Dogma y de la Moral. E los años siguientes, lejos de mejorar la situación, el caos se convirtió en endémico hasta el punto de que, hoy, los corruptores de la Fe, el Culto y la Moral son quienes gozan del poder en Roma, mientras los fieles al Magisterio perenne a la fe en la Eucaristía y en la renovación del sacrificio incruento de la Cruz, en la misa tradicional y en latín –lengua bimilenaria de la Iglesia— son perseguidos como criminales y privados hasta de las fuentes de sustento, pues les quitan las parroquias, el sueldo, y los privan de sus derechos, como acaba de denunciarlo en una carta demoledora monseñor Viganó
La adjunto en “pdf”,
, para que puedan consultarla y ver que un ex-Nuncio del Vicario de Cristo en los Estados Unidos –prestigioso y prestigiado – expone con claridad meridiana lo que no se atreven a plantear, quienes deberían pensar más en las ovejas que en sus “ascensos y prebendas”.
Ya sé que lo importante es rezar y no hablar, pero también sé que, hoy más que nunca, los seglares debemos suplir la indolencia o la cobardía de otros. Nos lo exige la sangre de tantos mártires como en la última Cruzada no tuvieron pereza ni miedo a la hora de luchar por la España Católica y Civilizadora de Pueblos sabiendo que les podía costar la vida. Y murieron con el ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! en sus labios, perdonando a sus asesinos y enemigos.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.