22/11/2024 06:28
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He visto llorar a la Ministra mientras hablaba, y daba pena. Lloraba de fanatismo y llegó a decir que estaba «por la vida». En ese punto y momento dejó de darme pena y mi mente se revolucionó a mil.

Yo estoy por la vida, y millones de españoles estamos por la vida; pero no con fanatismo selectivo. Toda vida, todas las vidas humanas son iguales, aunque no somos las personas iguales. Ahí es donde entra la TOTAL CONTRADICCIÓN de la Sra. Ministra.

Para ella cuenta la vida de 41 mujeres asesinadas, a la vez que le es indiferente la vida segada de miles y miles de seres humanos que a muchos millones de españoles nos duelen igual que las vidas segadas a esas 41 mujeres. Nos duelen las más de 80.000 vidas segadas este año en el vientre de sus madres y las vidas de niños y niñas segadas por sus madres o padres y otras vidas segadas por otros fanatismos igual de repugnantes.

Y nos duelen las vidas auto-segadas que este año se han multiplicado por efecto de secuelas de la pandemia, secuelas incrementadas desde el propio gobierno del que la Sra. Ministra forma parte.

Tenemos en España un ministerio de la «desigualdad» que pretende promocionar el que las niñas aborten sin que los padres de esas niñas tengan nada que decir, ni siquiera enterarse.  Se trata de añadir un poco más a esa promoción de segar las vidas de esos miles y miles, que ya mencionamos, desde instancias gubernativas.

Es lo que tienen las ideologías fanáticas, según quién sea la víctima es lamentable o indiferente. Según quién, la víctima cuenta o se fomenta que haya más de esas víctimas. Según quien y para quién, se legisla protección o se legisla condena. ¿Hablamos del Ministerio de Igualdad? Jamás se habían visto más diferencias.

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Pobre Sra. Ministra, le correspondería llorar las 24 horas del día, los 7 días de cada semana. No se lo deseo en absoluto, pero creo que no puede haber tantísima diferencia vital y social en la igualdad esencial.

¿Cómo se puede entender la igualdad si unos importan y otros NO? Y el NO significa descartarlos por principio, a la puerta, para que no entren al terreno de la igualdad siendo personas humanas, tan humanas como todas «las iguales».

Creeré algo a la Sra. Ministra y sus lágrimas (de cocodrilo?) cuando la igualdad sea para TODOS lo que tiene que ser: iguales derechos y deberes. El primero y esencial derecho es el derecho a la vida y el primero y esencial deber es el deber de respetar la vida. Mientras tanto, su fanatismo igualitario es parte de esa injusticia que consiste en buscar y pagar a un sicario para resolver un problema (parafraseando al Papa Francisco refiriéndose al aborto). Se hace al amparo de las leyes y, además, como si fuese un derecho el resolver problemas de ese modo, segando vidas.

Lamento y culpo, en concordancia con millones de españoles, a los verdugos de esas 41 víctimas, del mismo modo que lamentamos y culpamos también a los sicarios de los otros miles de víctimas. Las vidas de unos y otros son vidas humanas, como tales son iguales y deben tener la misma protección, el mismo valor y la misma consideración para la sociedad y su legislativo y su ejecutivo. Las diferencias solo pueden estar en el entorno próximo de cada víctima, jamás, de ningún modo en las leyes si estas quieren ser justas.

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El ministerio de la igualdad no puede estar para establecer diferencias en las bases, en las esencias.

Tampoco, por cierto, en sus pretensiones fallidas de contratar desde la diferencia personal para atender a la igualdad. Sra. Ministra, ¿entiende Vd. algo sobre igualdad y diferencia? Le recomendamos consultar el diccionario de la RAE.

Y, ya que su ministerio de igualdad no tiene razón alguna de existir, mientras Vd. esté ahí, al menos busque la forma de que no sirva para establecer tantas diferencias y sí las esenciales: mujeres-hombres. Busque también la igualdad en la eutanasia que Vds. promocionan a la carta y hasta servida a domicilio, incluso para niños; ¡no van a ser diferentes!

Si la ideología se lo permite, aparte los fanatismos que tanto daño están haciendo.

Autor

REDACCIÓN