22/11/2024 07:31
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El pasado viernes D. Ignacio Garriga diputado nacional de VOX, y candidato a presidir la Generalidad de Cataluña (cuando se convoquen elecciones en dicha comunidad), manifestó (cita no literal) «que la imputación a Podemos sería el detonante para que el PP apoyara la moción de censura». 
 
Mal asunto es que haya personas de su nivel y calidad que realicen comentarios tan cortoplacistas. Si VOX empieza a mirar lo que hacen los demás, si empieza a especular con los apoyos que vaya a recibir, es que se les está inoculando el estúpido postureo político. 
 
Es comprensible que un partido de tan rápido crecimiento adquiera un cierto «mal de altura» que les provoque mareos y confusión. Sin embargo, ello no debe suponer la pérdida de sus referencias fundacionales, ni que se dejen llevar por los malos hábitos del resto de partidos. VOX ha tenido que tirar de épica para llegar hasta donde ha llegado y esa debe seguir siendo su alma. 
 
Es fácil caer en la mediocridad cuando diariamente se tienen micrófonos y televisiones delante. Si no se tiene mucho cuidado y memoria, se empiezan a decir gansadas olvidándose de aquellos días duros en los que tenían que subirse a un banco en la vía pública con un megáfono portátil. 
 
El hábito de decir majaderias es una constante en esos seres unineuronales que pueblan el malgobierno, embriagados en sus burbujas irreales, rodeados de palmeros, asesores y todo tipo de secuaces. También está presente esa perversión en los líderes nacionales de las otras formaciones políticas, por ello es imprescindible que VOX siga en contacto con la calle, con la realidad, para no decaer en tales vicios. 
 
Hasta ahora la aguerrida línea de actuación de VOX les ha permitido ser una opción política apoyada por millones de contribuyentes hastiados de una partitocracia corrupta y felona. Aunque han cometido algún error («hasta el mejor escribano echa un borrón»), esa verdad de su mensaje ha ido filtrandose en nuestra sociedad, creciendo exponencialnente en poco tiempo. Creo que han sido, precisamente, el agotamiento del bipartidismo y la indefension de la sociedad ante la sistemática política de saqueo y botín aplicada por los secesionistas y socialcomunistas los principales factores de su éxito, y esa lucha es su razón de ser. 
 
A mi me es indiferente que en la votación de la moción no reciban más apoyos que los suyos, porque si pervierte VOX la moción para «coleguear», «ser el bárbaro amable de la super ultra fascista extrema derechona» y allanarse a las blandurrias tesis de los partidos socialdemócratas (PP y C’s), sencillamente acabará siendo otra insignificancia más en el paronama político español. 
 
En esta vida la honradez, sea individual o colectiva, define a la persona o al grupo. Esta claro que en la política brilla por una ausencia casi generalizada, siendo este malgobierno el ejemplo máximo de su carencia total. 
 
La moción de censura nace de un «silencioso» clamor popular, encauzado por la única formación valiente que ha tenido arrestos para trasladar al Congreso esa devastación social a la que nos ha conducido este malgobierno. Ya en mayo Abascal invitó a Casado a que la presentarán ellos, por ser el segundo partido con más representantes en la cámara (con su tácita intención de apoyarla). Casado, que al igual que su partido también es un segundón, no hizo nada en mayo, ni en junio y tampoco en julio, debido a esa inacción endémica en el PP heredada de Rajoy, que se manifiesta en ese proceso especulativo por el cual los socialcomunistas les dejaran gobernar unos pocos años después de habérselo llevado «crudo» y convertido el país en un erial. 
 
La moción es un cauce legal para sustituir a un malgobierno corrupto y traidor, y punto. Yo confío que próspere porque el escenario contrario me parece temible. 
 
Espero que VOX no se meta en ningún charco más con este asunto. Humildad y buena disponibilidad sí, pero no deben dejar, ni un solo instante, de focalizar la primera, y única, razón de la moción: los españoles y sus gravisimos problemas.
 
VOX puede perder la moción, pero no debe permitirse el lujo de perder su honradez (aquí cada quién deberá responder luego por sus actos). 
 
Que se acuerden de Maria Pita, esa valerosa mujer, que ante el asalto de las tropas británicas a La Coruña, exhortó a sus conciudadanos con aquello de «Quién tenga honra que me siga» 

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REDACCIÓN
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