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La radio adquirió gran importancia en la retaguardia durante la guerra civil para transmitir órdenes secretas, sorprender al contrario o lanzar noticias falsas para provocar el desconcierto en el adversario.

José Carreño, Delegado de Prensa y Propaganda, lo dijo así a través de la radio: “… bajo mi control se encuentran sólo Unión Radio, Radio España y Trans-radio…, las demás hacen lo que quieren”.

En 1936 había en España 63 emisoras de radio; al comienzo de la guerra civil sólo 16 quedaron en las manos de los sublevados, siendo la de mayor alcance Radio Sevilla. Todas las emisoras nacionales fueron coordinadas por Radio Castilla de Burgos, en su mayoría emitiendo en onda corta.

La propaganda era símbolo de la resistencia e introdujo una fuerte carga ideológica en la vida cotidiana.  Las noticias del campo de batalla llegaban del diario parte de guerra. Se hizo famosa la voz de Augusto, el locutor de Unión Radio, que leía todas las noches, a las 12,15 el parte: “tan persuasivo y con un poder tan alto de transmisión…, conocía el alcance exacto de cada eufemismo… y algunas noches transmutaba la mala noticia en buena, el pequeño éxito en victoria resonante y decisiva…”.

Los dirigentes republicanos acudían a la radio para mantener la moral de los ciudadanos y de paso censurar al bando contrario. El 8 de agosto de 1936, Indalecio Prieto, después de la primera incursión aérea sobre Madrid habló así en Radio Unión: “Oízme bien ¡No los imitéis! Superadlos en vuestra conducta moral; superadlos en vuestra generosidad. Yo no os pido, conste, que perdáis vigor en la lucha, ardor en la pelea. Pido pechos duros para el combate…, pechos de acero, pero corazones sensibles, capaces de estremecerse ante el dolor humano…”.

En los duros días de noviembre, Santiago Carrillo, a través de Radio Unión, decía: “El pueblo madrileño a una está dispuesto a luchar hasta vencer. Sabe que luchando vencerá y por eso se ha establecido en las márgenes de nuestra ciudad una muralla de hierro contra la cual se abatirán todos los ataques enemigos. Madrid es una fortaleza inexpugnable”.

Las ondas no tenían barreras. Por eso, la victoria de los nacionales en Toledo, con la liberación del Alcázar, se supo mucho antes en Madrid de que lo comunicaran oficialmente.

La vida clandestina en Madrid se apoyaba en la radio clandestina. El control de este medio fue de capital importancia para las autoridades republicanas. Lo confirmaba el propio Carreño: “He podido percatarme de que, al terminar la emisión de Radio Unión, con la misma longitud de onda, una radio facciosa, que presumo es de Salamanca, comienza a funcionar hasta las 12,30 horas y todos la oyen pues Radio Unión es la que escucha todo Madrid; he dispuesto que para evitarlo Radio Unión continue actuando hasta esa hora, para que sea imposible oírla”.

Los nacionales de la capital escuchaban Radio Salamanca, Radio Zaragoza o cualquier otra del exterior, para estar informado del transcurso de la guerra. Estos oyentes clandestinos no se limitaban a escuchar, también transmitían a sus amigos y familiares las informaciones oídas a través de la radio. Benito Tapia, fue detenido el 31 de mayo de 1937 procesado por desafección ante el Jurado de Urgencia nº 2, acusado por sus vecinos; el 26 de julio de ese año fue absuelto.

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Felipe Sáinz fue llevado a los tribunales acusado por el fiscal de escuchar radios facciosas, basándose en que sabía las noticias, concretamente la pérdida de Lérida y Castellón, antes de que las comunicara el gobierno; de ahí su imprudencia.

Vicente Aguirre, detenido y procesado por desafección al encontrar los agentes un papel con el parte de guerra del otro bando: “tomando buena note de los embustes, quizá con el fin de propagarlos”.

Agentes republicanos decidieron apostarse cerca de las ventanas del bajo izquierda del 22 de la calle Almendro y “pudieron oír las noticias que daba el enemigo en la radio de los detenidos”, que fueron el matrimonio de Ángel Palacio y Saturia Morán, acompañados de Félix López y Manuel de la Cera. Los cuatro fueron procesados y el aparato de radio, Kadette, de cinco lámparas, incautado.

Agentes de la Comisaría de Buenavista, descubrieron a Santos Galán, a las 15:30, del 3 de agosto de 1938, escuchando en su casa Radio Zaragoza Requeté, en su aparato Punto Azul; “se excusó diciendo que acababa de traer el aparato del taller y al abrirlo emitían música; al escuchar las informaciones intentó apagarlo sin demora”.

Los casos comentados constituyen ejemplos de persecución a algunos desafectos madrileños cuya actitud era pasiva, pero que no eran miembros activos de la Quinta columna, gente que se limitaban a escuchar la radio.

Fue el caso de Claudio Perdiguero que ingresó en la Cárcel Modelo el 12 de noviembre de 1936 acusado de propalar bulos para que desalojasen las viviendas próximas al Ministerio de la Gobernación porque iba a ser volado por los nacionales.

La radio de la Quinta Columna se dedicaba a emitir noticias desde algunas embajadas o legaciones diplomáticas. El 6 de mayo de 1937 tuvo lugar el asalto al Consulado General de Perú, emplazado en el número 38 de la calle Príncipe de Vergara. Así tituló el hecho la CNT en su página tres: “En edificios del Consulado de Perú anidaba la Quinta Columna, con unos quinientos pájaros de cuenta y un aparato receptor-transmisor para comunicar con los facciosos; un aparato Kerting Radio, un bloc con anotaciones sobre grupos transmisores, cálculos de los mismos y un diseño de instalaciones de antena y tierra con croquis, cálculos de resistencia, etc.”. Tuvo que tener importancia esta acción policial porque hasta el mismo Wenceslao Carrillo, entonces Director General de Seguridad, se trasladó al consulado para inspeccionar la investigación.

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La colaboración de los diplomáticos con la Quinta Columna fue notable El cónsul noruego, Félix Schaler Gratwohl, desarrolló gran actividad en el Madrid de la guerra y tuvo que acabar huyendo: tuvo conocimiento de los ataques de Kleber sobre el Cerro Garabitas antes de que se produjeran y avisó a los nacionales a través de la radio clandestina de Falange.

Otro campo de actividad de la Quinta Columna fue la infiltración en las organizaciones del Frente Popular. El mismo Carreño lo decía el 11 de febrero: “hemos descubierto una red de espionaje por medio de las radios…”. Eran muy usuales las emisoras de radio clandestinas del Hipódromo, escondidas en los domicilios. El aspecto técnico de las emisoras correspondió a la Gestapo y a la OVRA italiana, desde Burgos primero y más tarde desde Sevilla, cerca de Quipo de Llano.

Carlos España Heredia, miembro de la organización que dirigía Manuel Valdés Larrañaga, así lo declaró: “… me ocupaba de una emisora clandestina que había en los altos del Hipódromo, frente a los Nuevos Ministerios de ahora, en una casa absolutamente clandestina y que no pudieron localizarla; íbamos a dar las noticias y en clave eran transmitidas a la zona nacional”.

Las acusaciones más frecuentes fueron por desafección, derrotismo o espionaje de los emboscados. El 15 de noviembre de 1936 fue detenida María Vicente por disponer de una emisoar de radio de antena exterior y papeles con el nombre de los pueblos donde se desarrollaban operaciones militares del Frente de Madrid; el Tribunal Popular nº 1 la absolvió.

La radio clandestina preocupó mucho a las autoridades republicanas. Los partidarios de Franco en Madrid, sumando los que se limitaban a escuchar la radio y los que pasaban información a través de las ondas, tuvieron gran importancia para la Quinta Columna. Los tribunales de justicia madrileños dieron más importancia a los que transmitían información al enemigo, en clara acción de espionaje, que a los meros oyentes o propagandistas de noticias.

 

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