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Hay que acabar con los lugares comunes respecto a los ancianos. La sociedad secularizada y la cultura de la muerte, que ésta ha producido, se basan en esos estereotipos, para exigir la eutanasia y mirar hacia la tercera edad sólo en términos problemáticos. No se trata sólo de alzar la voz contra las prácticas que buscan abreviar la vida, que se agrupan bajo el nombre de eutanasia, y que constituyen un atentado contra la vida que ninguna autoridad humana puede legitimar. Se trata de llamar la atención del mundo sobre el reto que plantea el envejecimiento de la población mundial. Hay que volver a proyectar la sociedad, replantear la estructura económica, así como la visión del ciclo de la vida y la interacción entre las generaciones. La tercera estación de la existencia es un don de Dios. El anciano tiene mucho que aportar; no todos pueden imitar a John Glenn, el astronauta estadounidense que, a sus 77 años, ha regresado al espacio; pero no se puede ignorar la contribución de inteligencia, madurez, equilibrio y sabiduría de los mayores. Frente a una mentalidad secularizada que no respeta la vida, especialmente la débil, tenemos que afirmar que ésta constituye un don de Dios que debemos salvaguardar. La vida no termina sobre la tierra. Os exhorto a vivir una alegría serena, pues el tiempo madura y se acerca la recompensa que Cristo ha preparado para su siervo fiel¨.[i]

Sor Lucía de Fátima, y el aborto  

                          

¿Cuál es su parecer sobre el actual Papa?

¨Creo que las futuras generaciones lo podrán venerar en los altares. Es un hombre de Dios, con todas las cualidades para el sagrado cargo que ostenta. Y es de notar que, conforme a lo publicado en la revista Chi, el Papa está en el mundo porque su madre se negó a abortar. La revista, que ha salido hace unos meses, dice que los médicos desaconsejaron a Emilia Daczorowska, madre de Karol Vojtyla, que llevara hasta el final su tercer embarazo porque habría puesto en peligro su vida y la integridad del niño. Pero la madre del Papa se negó a abortar, dispuesta a sacrificar su vida por el hijo. El embarazo fue difícil, pero el niño nació sano. Emilia Kaczorowska tuvo complicaciones de corazón y riñón, y murió a los cuarenta y cuatro años, cuando Karol tenía ocho años. Y si esta madre hubiera decidido lo que tantas otras, la pérdida de este hombre sería de repercusión universal. Esto nos hace pensar cuántos seres humanos potencialmente creadores de bien y santos como el Papa habrán sido abortados desde que las leyes inicuas entraron en vigor dando paso libre a crímenes tan horrendos.¨[ii]

Rescatado este artículo de la hemeroteca, esta más de actualidad que nunca después de 21 años. Hoy los ancianos no están en la prioridad de la sanidad, porque no están en la prioridad de la sociedad; ya lo dijo Jesús ¨ si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco? ¨. Hoy no son, como decía San Juan Pablo II, ¨ la contribución de inteligencia, madurez, equilibrio y sabiduría¨, sino que han cercenado su memoria cambiándola por la amnesia de los tiranos que gobiernan, que han perdido la cabeza y no hay nadie al volante. Imponiendo su religión Eugenésica y gnóstica. Hoy hay muchos homó-fobos que tienen miedo del hombre, de su masculinidad y feminidad. Miedo de la humanidad y del sacrificio que implica el Amor Verdadero, de dar a luz la vida y llevarla a plenitud. Es la decadencia de una sociedad estéril de esperanza. Pero en la fragilidad y debilidad de la persona, en una mujer enferma renal crónica y con lesión coronaria, donde los médicos le habían pronosticado muy poco tiempo de vida y le decían que su hijo nacería enfermo ya que su anterior embarazo había nacido muerto… Nacería el que sería llamado el Papa de la esperanza, fruto de una mujer con esperanza que no defrauda, esperanza en la Vida, en Jesucristo.

En el evangelio de hoy se dice que el Mesías cuando naciera nadie sabría de donde vendría, pues bien, aunque estaba profetizado no lo creyeron. Es Dios y Venía de una Madre toda Pura, Santa y llena de Gracia, de una virgen, La siempre Virgen. Si Dios predijo esto y María lo creyó, ya sabemos de dónde vienen los santos y la humanidad, del amparo de una madre protectora llena de esperanza, a la que San Jan Pablo II se entregó por completo con el lema “¡Totus tuus ego sum María!» (soy todo tuyo María). Dios se comparaba con el amor de una madre, hasta que creó a María y nació de ella. Desde entonces si una madre es capaz de abandonar a su hijo, es María quien no lo abandona. En ella ha puesto Dios su solicitud materna por el mundo entero, para llevarnos hacia su hijo.

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Es verdad que no todo el mundo ha tenido unos padres ejemplares, pero lo que hemos recibido bueno de ellos, viene de Dios, empezando por la vida. Y acogiendo el amor de María, podemos realmente ser amados y sentir su presencia, para poder dar lo que de Dios recibimos. A través también de tanta gente que tiene una afinidad con esta familia que vivió en Nazareth. Todo gesto altruista y de fortaleza interior de entrega, también es una acción del Espíritu Santo que nos invita a ello.

Con el problema del coronavirus, hay incluso católicos peguntándose donde esta Dios. Nadie puede preguntarse por quien no conoce, ni puede necesitarlo desde lo más profundo de su ser. En la vida se va avanzando materialmente y se cambia normalmente siempre a algo mejor, un coche, un trabajo, un sueldo, un carisma, tiempo, posición, y lo que no tenían, al perderlo, sufren gravemente y con ansiedad, incluso se traumatizan y amargan. Han conocido las comodidades y los lujos y han visto que son buenos. Es normal traumatizarse y estresarse con la velocidad 2g cuando hemos conocido el 4g, pero antes el 2g nos parecía el no va más y no necesitaríamos el 4g, de no haberlo conocido.

En cambio, a Dios lo hemos conocido desde el principio, al darnos la vida en la concepción. De modo que el niño al nacer busca lo que sin ello se traumatizaría, el amor de una madre, o mejor dicho el amor de Dios en el amor de una madre. Alza los brazos esperando cariño amor y protección, pero ¿quién le ha enseñado que es eso lo que debe recibir? ¿Por qué un niño que no recibe amor se traumatiza? ¿Si no ha conocido el amor porque lo exige?:

¨Y nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es Amor: y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él¨ (1Juan 4,16)

Por amor y con amor hemos sido ¨tejidos dentro del vientre materno¨. En el momento de la concepción, se nos ha dado un alma creada en el amor de Dios, amados antes de darnos la vida. En verdad conocer a Dios es re-conocerle, ver que no nos hemos conformado nunca con menos que con el amor de Dios. Es eso lo que nos hacía y hace esperar siempre algo más de las personas, desear confiarnos a alguien, saber que siempre podemos dar más, que hemos sido amados al dársenos la vida y esa huella indeleble del amor de Dios es la que nos hace buscar su amor en todas las cosas. Por eso vamos detrás de una huella en el alma. Como dice el salmo 130:

 ¨ Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre; como un niño, así está mi alma saciada dentro de mí¨

Como un niño consolado por su madre, así nos quiere consolar Dios, esto es lo que buscamos, el amor de Dios en las realidades concretas. Como cuando de niños se despertaban las ansias egoístas, de querer todo lo que se veía en los escaparates, estas se apaciguaban con la sonrisa y el abrazo de una madre.

Siendo Dios para nosotros un Padre revelado en Cristo, y que nos ha dado una Madre. Recurramos en estos tiempos a ella más que nunca y como decía San Juan Pablo II ¡no tengáis Fobias!, no tengáis miedo en refugiaros en Dios y su Santa Madre, haciéndonos como niños recibamos a María. Aunque se cierren Los templos y se clausure la Semana Santa, pero ¿qué nos impide ver su Pasión? Recomiendo ver ¨La Pasión de Cristo¨ película de Mel Gibson, para reflexionar en lo que ha hecho Jesucristo por nosotros.

Lo que Dios ha puesto en nuestro ser al nacer, como nos lo va a negar si se lo pedimos, ¿cómo nos va a negar la fe, la caridad y la esperanza? Él nos dará su Espíritu Santo y hay que pedirlo con insistencia en este tiempo de debilidad existencial, del que nadie puede escapar de la primera muerte, a la cual el mismo se sometió para darnos vida. Del peor mal del mundo, la muerte del Hijo de Dios, sacó el mayor bien, su Resurrección y de los que se aferran de corazón a Él, como aquel ladrón arrepentido.

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La enfermedad y la muerte no hace más que poner de manifiesto lo que le falta al hombre, el deseo de lo que Dios ha venido a cumplir, lo que ha venido a redimir, la humanidad en Cristo. A darnos vida eterna y consuelo eterno en este mundo y en el único venidero junto a Él y nuestros familiares. Que no se han ido muy lejos, están en la liturgia eucarística, están conociendo el amor que Dios nos tiene y están rezando ya por nosotros y así lo refleja el catecismo de la iglesia católica en el punto 958¨

¨La comunión con los difuntos. «La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones `pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados’ (2M 12, 45)» (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor¨.

Tengo la certeza que los que nos dejan en este tiempo de epidemia como en cualquier otro tiempo, tal vez tenían esos defectos de carácter o no, pero no podemos de ningún modo recordarlos por sus debilidades, sino transformados por el amor de Jesucristo. En el cual, ahora lo saben todo y entienden sus equivocaciones, errores, pecados y sus faltas de caridad. Y nos miran desde las realidades invisibles, con el corazón de Jesucristo deseando que nos dejemos consolar por su Amor traspasado de sus llagas eternas. Ellos no pueden por menos que rezar por nosotros y perdonarnos todo, hagamos nosotros lo mismo, encomendemos sus almas a Dios y dejémonos mirar por su amor trasfigurado en Jesucristo, el único capaz de cambiarnos en esta vida. Si han fallecido hace poco o hace mucho, si crees que te quisieron poco o mucho… Ellos rezan por ti. Por lo más hermoso que les permitió traer Dios al mundo y compartilo, tú. Por eso haces bien, no te conformes nunca con menos que con el Amor de Dios en Cristo, hacia Él avanza la historia, dejate arrastrar por Su Amor. La esencia de la vida es el amor. Solo el Amor saca agua de la piedra del corazón más duro, pues¨ las piedras y los montes más altos se derriten en su presencia¨.

Cada día, cada sacerdote (medico de las almas), unidos en comunión con toda la Iglesia Celeste, intercedemos en la Liturgia Eucarística por todas las almas en el tránsito de esta vida a la eterna. Para que se realice como Dios quiere, en la profundidad de cada corazón y en el último aliento, la conversión hacia Él. Nadie muere solo, a nuestro lado, aunque no lo veamos esta nuestro ángel de la guarda, tratando de salvar los últimos muebles, La Santísima Virgen y Jesucristo mismo. Hagamos más eficaz su oración por nosotros y recemos ave marías y padres nuestros, saquemos de lo malo lo único bueno, un corazón humillado y arrepentido hacia Dios.

Más vale morir eutanasiados e ir al cielo, que aplicar la eutanasia, morir de repente o no, e ir al infierno. Si, ¡al infierno! El medico solo da calidad de vida y un poco de tiempo en el reloj de la conversión, que no es poco, es un grandísimo servicio querido por Dios y que sin duda les pagara por responder a tan caritativa vocación, cuanto más cuando esta es ejercida en algunos casos, altruistamente y sin intereses ideológicos a los más necesitados de otros países. El medico no salva ninguna vida, si no es que esa vida estaba en pecado mortal. Basta ya de los que se han vendido a los poderes de Lucifer. ¿La ley te obliga a eutanasiar? Entonces la ley te ha condenado eternamente si la ejecutas. Esto pasa en Holanda, que no pase en España.

 

[i] https://alfayomega.es/documentos/anteriores/138_07-XI-1998.pdf pág. 21

[ii] Ibid. pág. 23

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