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«El Correo de España» inicia hoy la serie que Julio Merino está escribiendo sobre los Discursos de AÑO NUEVO de Franco y de la NOCHEBUENA de los Reyes Don Juan Carlos I y Don Felipe VI, aclarando desde este mismo momento que la costumbre de que el Jefe del Estado se dirigiera a la Nación fue idea personal del Generalísimo, ya en plena guerra y cuando la pelota estaba todavía en el tejado, con la intención de levantar la moral de un pueblo que vivía una verdadera tragedia. Eligió la noche del 31 de diciembre, entre el Año que moría y el Año que nacía (AÑO NUEVO).En total fueron 35, pues no hubo discurso mientras duró la Segunda Guerra Mundial (ya en 1946) y el último lo pronunció el 31 de diciembre de 1974, cuando ya la muerte estaba llamando a su puerta. Naturalmente yo no voy a tocar ni «retocar» aquellos discursos, ni tampoco es mi intención publicarlos todos, aunque sí los de los años decisivos, por la situación política y los acontecimientos internacionales.

                   

También aclaro que la gran novedad que introdujo Don Juan Carlos tras la Coronación fue cambiar la fecha de su emisión, que pasó del 31 de diciembre (AÑO NUEVO) al 24 (NOCHEBUENA) y otra novedad, que los discursos de Don Juan Carlos «El Correo de España»  los dará en audio y video.

                               

Y nada más. Lean, aunque sea por etapas, los de esta primera entrega. los de1937, 1938 y 1939:

                                                      

Primer Mensaje (1937) ¡COMBATIENTES DE ESPAÑA! 

A los que estáis en las trincheras bajo la lluvia y el frío y las balas, yo os envío mi fe ardiente que se une con la vuestra de una próxima y definitiva victoria. A los que en la segunda línea padecéis dolor y sufrimiento -viudas, madres; hijos hermanos- os mando mi piedad y mi gratitud por vuestro esfuerzo que es el combate silencioso de todos los días para que la victoria se alcance en la primera línea, para que sea fecundo y duradero el afán de vuestros combatientes por la instauración de un orden nuevo. A vosotros, trabajadores de España, que dais vuestras fatigas por una España mejor y más justa, yo así os lo prometo. A todos os mando mi aliento y mi cariño.

¡Combatientes de España!, por la victoria de nuestra Causa, que es la Causa del mundo cristiano en la tierra:

¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA SIEMPRE ESPAÑA! 

Segundo Mensaje  (1938)«Lucharemos porque España sea UNA, GRANDE Y LIBRE»

Españoles:

La guerra de liberación ha planteado a España problemas de magnitud sin precedente; ingentes destrucciones materiales, valores espirituales aniquilados, un sistemático despojo de bienes económicos públicos y privados y una unidad amenazada por los residuos de un sistema político, con sus grupos y sus banderías.

La derrota de los marxistas había forzosamente de dejar en el cuerpo nacional fermentos de disolución y rebeldía entre esa masa de enemigos vencidos, de cuya moralidad y patriotismo es exponente aquel acaudalado, cabecilla marxista, que públicamente patrocinó el abandono a los nacionales de una Patria, despojada y en ruinas.

Un imperativo de justicia impone, por otra parte, no dejar sin sanción los horrendos asesinatos cometidos, cuyo número rebasa de cien mil; como sin corrección a quienes, sin ser ejecutores materiales, armaron los brazos e instigaron al crimen, creándosenos, así, el deber de enfrentarnos con el problema de una elevada población penal, ligada con vínculos familiares a un gran sector de nuestra nación.

En contraste con todo ello, se destaca la energía que nuestro pueblo ha revelado en la cruzada y su voluntad de bien patrio, lo que nos permite mirar serenamente el porvenir, augurando el resurgimiento español, de que es piedra básica la realización de la Revolución económico-social que España espera hace más de un siglo.

La guerra, con sus inseparables consecuencias, fue el único camino de redención que a España se ofrecía, si o quería sumirse, por siglos, en el abismo de barbarie y de anarquía en que hoy desgraciadamente, se debaten otros pueblos mártires del noroeste europeo.

La guerra ha causado en todos los tiempos un estado de depresión en la vida económica, a la que no se han substraído ni las naciones más fuertes y poderosas.

Así, España, que sufrió con ella la más terrible de las revoluciones conocidas, tiene hoy que pasar por un periodo de escasez y de limitaciones, en el que la mala fe de los enemigos en cubiertos, encuentra campo favorable para sus enredos.

ALERTA TODOS LOS ESPAÑOLES

Yo vengo previniendo a los buenos españoles, desde el día mismo de la Victoria, se preparen para estas batallas de la paz, mediten todos, cuales son sus deberes hacía un Estado que tantos dolores ha costado crear y cierren sus filas contra el enemigo. Es necesario salir al paso de la insidia y la calumnia; cerrar la boca de los difamadores.

El árbol se conoce por sus frutos, y donde hay un murmurador, un sembrador de alarmas o de insidias, hay siempre un traidor.

¡En guardia todos los españoles! ¡Alerta la Falange!

¡Qué puesto de honor  le corresponde en esta lucha!

No por pequeños hemos de despreciar a nuestros enemigos. A nadie se oculta que vivimos los momentos políticos más interesantes de muestra historia, y en ellos han de unirse para el ataque los enemigos internos de nuestra nación, con la eterna anti-España, entre los que destacan esos pequeños grupos de cretinos que pasean su miseria física y moral, alternando las tertulias frívolas con los lugares de crápula, para verter en ellos las consignas que del extranjero les remiten, y que no vacilan en buscar ambiente hasta en aquellos sectores de población afectados por el área penitenciaría, intentando echar sobre el régimen que parecen patrocinar el baldón de hermanarlo con una monstruosa impunidad para los crímenes de nuestros hermanos.

¿Cabe más miseria física y moral?

Otras veces es la falta eventual de pan en algún pueblo, o la escasez de artículos, el motivo explotado para sus torpes maquinaciones. NO basta salirles al paso con la corrección, es necesario paralelamente divulgar cómo los sacrificios de nuestra nación son ínfimos en relación con los que alcanzaron a otros pueblos que sufrieron la guerra.

Rusia, que pasó una revolución de igual signo que la que  asoló a España, padeció durante muchos años horrendas mortalidades causadas por el hambre; otros pueblos de Europa análogamente conocieron penalidades sin cuanto. ¿Qué son nuestra pequeñas dificultades comparadas con las de ellos?

Jamás Gobierno alguno tuvo que enfrentarse con mayores y más graves problemas.

EL DESEQUILIBRIO ECONÓMICO ES UN MAL ANTIGUO

La mayoría de los españoles ignoran cuál era la vida económica de la nación antes del Movimiento, a qué cifras monta el importe de la alimentación de nuestro pueblo, una muestra tenéis, en que con todo el oro de la nación, el cuantioso robado a los particulares y con crédito abierto en las principales naciones, los rojos no pudieron durante sólo tres años mitigar el hambre del pueblo que sojuzgaban.

Además, es necesario conozcáis, para que os deis cuenta de la magnitud del caso, que las vandálicas destrucciones rojas, con el robo y desaparición del tesoro español y de tantos bienes nacionales, con ser tan graves, no encerrarían tanto daño si nuestra economía anterior hubiera sido fuerte y no sufriésemos las consecuencias de varios lustros de abandono.

Así, nuestra balanza de pagos con el extranjero encuentra un gran desnivel desfavorable en lo que va de siglo, con la única excepción de los cinco años en que los suministros a las naciones en guerra nos ofrecieron un accidental superávit.

Hasta el año 1914, en que tiene lugar la guerra europea, el déficit medio de nuestro comercio exterior alcanzaba la cifra de ciento a ciento cincuenta millones de pesetas, en gran parte compensado por las importaciones invisibles de dinero procedente de los españoles en América.

De los años 1915 al 1919, en que repercute la guerra, tenemos un superávit medio conocido de setecientos millones de pesetas.

Terminada aquella, surge de nuevo el desnivel, para alcanzar un déficit, entre los años del 20 al 30 de unos seiscientos millones de pesetas.

La proclamación de la Republica produce una reducciones de las actividades nacionales y de la producción, y con ellas, una disminución de globo de nuestro comercio a la mitad , aproximadamente, en que los anteriores descendiendo el déficit a unos 300 millones, media de los años 30 al 35.

FACTORES PRINCIPALES DEL DESNIVEL DEL COMERCIO EXTERIOR.

Este desnivel permanente y visible de nuestro comercio encierra tal gravedad para nuestra economía , que el suprimirlo ha debido constituir la directriz principal de nuestra política económica, que evitaría el que la riqueza nacional se agotará en esta sangría suelta de centenares de millones que anualmente marcha a vigorizar la economía de los países exportadores.

Un estudio detenido de los principales productos que componen nuestras importaciones, nos presenta la particularidad de ser en mayoría originarios del campo y capaces de producirse en el área de nuestra nación.

Figura en primera fila el algodón que alcanza una cifra superior a los 200 millones de pesetas y que aumentara al mejorar las condiciones de vida de nuestras clases medias y humildes y su capacidad de consumo.

Otras fibras vegetales, igualmente redimibles exigían hasta hoy una importación superior a 75 millones de pesetas.

La seda y sus tejidos influyen en nuestro desnivel con otros 75 millones por termino medio.

El tabaco en rama y elaborado rebasa la cifra de 200 millones de pesetas.

Para pagar el caucho que necesitamos son 60 millones aproximadamente los que salen anualmente.

En legumbres secas se acerca a 50 millones el valor de su importación.

Las semillas oleaginosas constituyen otro importante renglón, con 50 millones de pesetas.

La madera con 120, la pasta de papel con 30 y el papel con 10, nos dan 160 millones para la madera y sus derivados.

Los cereales, cada tres o cuatro años, registran una cosecha mala, con una notable importación para cubrir el déficit, que en los años de 1927 al 1930 alcanzó una cifra media para el año de 20 millones.

Total de productos de la tierra, 910 millones de pesetas.

Como se ve, el sector más importante de nuestro desnivel lo constituyen productos de la tierra, en su casi totalidad obtenibles en nuestro suelo. La selección e imposición al labrador de semillas de mayor rendimiento ya en vías de hecho y el fomento del empleo del abono reducirá la elevada cifra que hoy importamos.

Existen otros importantes sectores de la importación, que como veremos contribuyen a este estado desfavorable de nuestra balanza y que en todo o en parte pueden reducirse.

En huevos la importación media de los años buenos era de 60 millones de pesetas, cuando una buena política avícola del fomento del gallinero en nuestros medios rurales hubiera podido redimirnos de este elevado gasto.

Hierro y acero. Este importante sector destaca con un gasto anual en importación de maquinaria de 150 millones de pesetas, y de vehículos de atracción automóvil, de otros 150 millones de pesetas, con 60 más de otras manufacturas y 60 de chatarra.

Una acertada política industrial debió hace tiempo haber reducido la primera cifra, fabricando en España parte de la maquinaria; y por cuanto se refiere a los automóviles, no es problema la implantación de su producción.

En lo que respecta a las herramientas y aceros especiales, nuestra guerra ha demostrado que nuestra capacidad técnica está a la altura de resolver estos problemas, que sólo necesitan el impulso económico industrial.

La chatarra, con su importación periódica, hace tiempo exige una racionalización en el empleo del hierro; que nos facilite por envejecimiento la cantidad de chatarra indispensable.

Gasolina y petróleo. La importación se cifra en 150 millones de pesetas, con tendencia a duplicarse esta cifra cada cinco años. Nuestro suelo ofrece pizarras bituminosas y lignitos en cantidad fabulosa aptos para la destilación, que puede asegurar nuestro consumo.

Productos químicos. Destacan entre estos productos, los abonos, con una importación superior a los 160 millones de pesetas anuales, redimibles en casi toda su totalidad con la fabricación en España de los nitratos, y sulfato amónico, sintéticos o derivados de nuestras destilaciones, así como con la explotación al límite de nuestros fosfatos.

Material eléctrico. Sube nuestra importación a más de 65 millones de pesetas, cuando somos productores de las materias primas, indispensables y podrían fabricarse en una gran parte.

Pesca. También es importante la cantidad que recibimos y que lleva camino de reducirse con la creación de nuestra flota bacaladera, que rinde productos que sobrepasan al 25 por 100 del consumo nacional y que trata de liberarse, ampliándola en el plazo más corto y substituyendo en parte al bacalao con la corbina de nuestras costas del Sahara, de peor calidad, pero utilizable y excelente alimento para las clases modestas.

OTROS FACTORES SECUNDARIOS, AUNQUE IMPORTANTES

Si analizamos nuestro comercio con las naciones de quienes importamos estos productos, encontramos: son procedentes de países, que tienen notablemente desnivelada a su favor la balanza comercial y muchos que apenas nos compran.

Existen en nuestra balanza de pagos otros sectores menos visibles, pero muy importantes, que contribuyen a aumentar nuestro desnivel, entre los que se encuentran:

Fletes del comercio exterior efectuado en barcos extraños.

Seguros en compañías extranjeras.

Películas cinematográficas.

Este examen, sin duda harto prolifo, pero necesario, os demostrará nuestra situación y cómo ha existido un campo favorable para atacar el problema de nuestra balanza comercial, ya que España ofrece tierras magníficas para ser regadas, montes para su repoblación, cantidad de materias primas transformables y brazos con exceso para el trabajo.

Si esto fuese poco, nos encontramos al termino de la guerra con deudas oro del Comité de Divisas del año 35 pendiente de pago, de varios millones de libras, no obstante nuestra oportuna indicación a las naciones acreedoras, de que exigiesen el pago de quienes estaban dilapidando el tesoro de nuestra Patria.

LOS DAÑOS CAUSADOS POR LOS ROJOS Y POR LA GUERRA.

Si a esta situación unimos la destrucción sistemática llevada a cabo por los rojos de la cabaña nacional, casi desaparecida casi del territorio que dominaron; la falta de siembra de la zona ocupada, que obligaba a España entera a vivir de las previsiones y cosechas del territorio en poder de los nacionales; la desaparición de los depósitos de materias primas, valorados en muchos centenares de millones de divisas; la voladura sistemática de todos los puentes del área a que afectó la guerra, que se elevan al número de varios millares, muchos de los cuales han sido la ilusión de muchas generaciones, la desaparición de una gran parte del material ferroviario, reducido a chatarra en muchos de los casos, la huida por la frontera pirenaica de todo el material automóvil de la región catalana, del que sólo recuperamos en estado lastimoso, una mísera parte; el robo y entrega a Rusia de una parte importante de nuestra flota mercante, que asciende a 48.000 toneladas, en poder todavía de los bolcheviques; los barcos perdidos en los puertos que fueron rojos, de los que en ocho meses llevamos salvados más de 48.000 toneladas, con un valor actual de 200 millones, obra admirable de nuestra Comisión de Salvamento; ¿puede alguien, en esta situación, extrañarse de que pueda escasear algún día el pan o faltar la leche o que los transportes no funcionen con la regularidad de los tiempos normales?

Un ejemplo os dará una idea de la magnitud de nuestros problemas: el consumo normal de trigo de España es de 41 millones de quintales.

Al ocupar la zona roja y  encontrarla vacía, tuvimos un déficit, hasta empalmar con la cosecha de 4 millones de quintales que importamos del extranjero, con los consiguientes sacrificios económicos.

La falta de siembra en la zona roja nos causó un déficit para el año agrícola en curso de 10 millones de quintales más, que España está importando del extranjero; y esto exige, aparte del enorme sacrificio de 35 millones de dólares, un transporte en barcos que asciende a 160 barcos de 6.000 toneladas, y en trenes de unos 100.000 vagones.

ESPAÑA ESTÁ SALVANDO LAS CRISIS MÁS GRANDES QUE HA SUFRIDO NINGÚN PUEBLO. ESPÍRITU DE SACRIFICIO.

Y en esta situación y con esta penuria de medios, España está salvando la crisis más grande que ha sufrido ningún pueblo, sin hipotecas y sin claudicaciones.

Para coronar esta obra es necesaria la colaboración de todos los buenos españoles, en un espíritu de servicio y de sacrificio. Mas este espíritu de sacrificio es necesario que no pese sobre los menos dotados, sino, al contrario, sobre los que tienen qué sacrificar.

Si el sentido patriótico de nuestro pueblo le ha llevado a consumar el máximo de sacrificio por la Patria, dar la vida y la de sus propios hijos, ¿es mucho pedir el que sacrifiquen unos pocos los excesos de su codicia?

La nueva España no puede aceptar el tipo de comerciante o productor desaprensivo que especula con la miseria ajena. El comerciante serio cumple una función en nuestra sociedad; hace posible, por su capital y por su pericia, la existencia de productos a la mano de las zonas consumidoras, evitando a la familia la formación de su despensa; regula las oscilaciones del mercado con sus compras oportunas; atrae hacia las zonas de consumo los artículos de los productores; orienta a éstos de los gastos y preferencias de la masa consumidora; facilita a las clases modestas los artículos a crédito. Todo ello con un interés moderado al capital que moviliza.

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Es una rueda indispensable en el progreso económico, cuyas deformidades se acusan inmediatamente en el campo de la economía nacional, ocasionando la miseria en nuestros hogares humildes.

Yo invito a los comerciantes honrados a reducir a este sector de tenderos desaprensivos que, explotando la escasez y especulando con los artículos, crean en la sociedad un ambiente desfavorable hacia el comercio, con daño inmediato de sus propios intereses, pues perturbando el restablecimiento de la normalidad y ocasionando un gran desequilibrio en el presupuesto de las clases modestas, acentúan su miseria y retrasan el progreso económico de la nación, del cual el comercio es el principal beneficiario.

Ahora comprenderéis los motivos que han llevado a distintas naciones a combatir y a alejar de sus actividades a aquellas razas en que la codicia y el interés son el estigma que les caracteriza, ya que su predominio en la sociedad es causa de perturbación y de peligro para el logro de su destino histórico.

Nosotros, que por la gracia de Dios y la clara visión de los Reyes Católicos, hace siglos nos liberamos de tan pesada carga, no podemos permanecer indiferentes ante esta nueva floración de espíritus codiciosos y egoístas, tan apegados a los bienes terrenos, que con más gusto sacrifican los hijos que sus turbios intereses.

Tienen que convencerse todos que no cabe trabajo serio ni progreso económico, sin la estabilidad de precios; y en la batalla para lograrlo yo espero la colaboración de todos los españoles, que deben ayudarnos con su valor cívico en la corrección inexorable de cuantos intenten comerciar con la miseria ajena.

EFICACIA DE LA SINCERIDAD

Es tan necesaria esta labor que no vacilo, en este día de balance, en que termina un año de glorias y da comienzo otro de trabajos, en turbar estas horas de meditación y recuerdo por unos, y de esparcimiento y alegría para otros, con la prosa de estas cifras y de estos problemas, que áridos en la forma, encierran, sin embargo, tesoros de poesía, pues pueden trocar en alegría y abundancia muchas lágrimas y miserias.

Estas son las inquietudes de mi espíritu en estos momentos en que quiero sepáis a dónde y por qué vamos.

Yo os dije desde el primer día de la guerra, que luchábamos por una España mejor, y que serían estériles los sacrificios nuestros si no realizábamos la revolución indispensable a nuestro progreso económico y estabilidad política.

Así, desde los primeros meses, la “Gaceta del Estado” va recogiendo en sus páginas los cimientos de esta gran obra que en la vida de las naciones cuesta decenios alcanzar.

LOS AGENTES DE LA ANTIESPAÑA

Mas esta Revolución que tantos quieren, y que ha de ser la base de nuestro progreso, tiene poderosos enemigos; los mismos que a través de los años fueron labrando nuestra decadencia; es la triste herencia del siglo liberal, cuyos restos intentan en la oscuridad revivir y propagarse, fomentados por los eternos agentes de la anti-España.

Son los que bajo Carlos III introdujeron en nuestra nación la Masonería a caballo de la Enciclopedia; los afrancesados, cuando la invasión napoleónica; los que con Riego dieron el golpe de gracia a nuestro Imperio de ultramar; los que rodeaban a la Reina gobernadora, cuando decretaba la extinción de las Ordenes religiosas y la expoliación de sus bienes, bajo la inspiración del judío Mendizábal; los que en el 98 firmaron el torpe tratado de París, que a la pérdida de nuestras Antillas unía graciosamente nuestro archipiélago filipino, a muchas millas del teatro de la guerra; los que en un siglo escaso hicieron sucumbir al más grandioso de los Imperios, bajo el signo de la monarquía liberal y parlamentaria; los mismos que en nuestra Cruzada, sirviendo intereses extraños, lanzaban las consignas de mediación y en nuestra retaguardia intentaron verter el descontento.

Esta es la ejecutoria de una época y el estigma de un sistema, que tiene que grabarse en el ánimo de los españoles.

Viven todavía las generaciones que al correr de estos últimos años sufrieron sus consecuencias con las miserias y la limitación de horizonte de la vida  española, en la que sólo el breve paréntesis de mando del general Primo de Rivera pone en el panorama albores de esperanza, pero los mismos que en la vida contemporánea habían sido autores de nuestra decadencia, se encargaron de derribarle, con sus intrigas, y de que se perdiera la coyuntura que España tuvo para su renacimiento.

¿No veis en nuestros días análogos designios?

Quisieran que se malograse nuestra Revolución; muchos de dentro y fuera están interesados en que no se realice.

¡A unos duele nuestra grandeza! … ¡A otros les ciega sus torpes pasiones!

LA INSIDIOSA LABOR DE LOS ENEMIGOS

¿No os apercibís cómo insidiosa y malévolamente se intentan sembrar dudas y fomentar desconfianzas dentro y fuera, contra nuestro Movimiento, al tiempo que se lanzan especies de anacrónicas dictaduras militares o de restauración de viejos poderes, intentando hacer ambiente al sistema bicéfalo que esterilizó la obra y facilitó la caída del general Primo de Rivera?

¿No os apercibís cómo quisieran convertir nuestra Revolución en paréntesis que, traicionando los sacrificios hechos, les permitiera volver al tinglado de la farsa política, para siempre caída?

¿Creen los autores de esas especies que España sigue siendo un país de siervos, en el que unas murmuraciones de café o el propósito de unos logreros pueden torcer el rumbo de una Revolución histórica por la que  han muerto tantos de los mejores, sin que los que tantísimo sacrificaron defendieran con uñas y con dientes esta herencia sagrada?

NADA PODRÁ TORCER NUESTRO DESTINO

Nada ni nadie puede torcer nuestro camino, que el tesón que pusimos en las duras batallas de la guerra hemos de superar en las que impongan la realización de nuestra Revolución, nacional.

Como lo lograremos es lo que hoy me interesa participaros; que lo mismo que ayer vivisteis en los partes de guerra el glorioso marchar de nuestras tropas, podáis seguir mañana los avances del resurgimiento de nuestra Patria, sintiéndoos participes de esta obra común, que hizo posible la sangre generosa de nuestro héroes, y que será el más hermoso fruto de vuestras privaciones y de vuestro trabajo.

Vosotros conocéis cómo es la España que recibimos: con los grupos en lucha, con sus burgos tristes y sus viviendas míseras, sus funcionarios hambrientos y sus obreros sin trabajo, la que entregaba a la muerte sin defensa millares de vidas de tuberculosos por año; la que registra la más alta mortalidad infantil; la que ofrece el irritante contraste de los palacios suntuosos y de las viviendas míseras.

Necesitamos una España unida, una España consciente. Es preciso liquidar los odios y las pasiones de nuestra pasada guerra, pero no al estilo liberal con sus monstruosas y suicidas amnistías, que encierran más de estafa que de perdón; sino con la redención de la pena por el trabajo, con el arrepentimiento y con la penitencia; quién otra cosa piensa, o peca de inconsciencia o de traición.

JUSTICIA SERENA Y GENEROSA

Son tantos los daños ocasionados a la Patria, tan graves los estragos causados en las familias y en la moral, tantas las víctimas que demandan justicia, que ningún español honrado, ningún ser consciente, puede apartarse de estos penosos deberes.

Pero una cosa es la justicia y otra es la pasión; la justicia ha de ser serena y generosa. No debe rebasar los límites que la corrección demanda y la ejemplaridad exige, y esto es incompatible con la satisfacción en el castigo ajeno, con el rencor y el odio, con el encono hacía los vencidos, que si no lo admite la caridad cristiana, lo repugna también un imperativo patriótico.

En este sentido os anuncio medias que evitarán que la pasión o la envidia puedan ser motor que empuje a la justicia.

Ha habido enormes delincuencias, desviaciones punibles; pero, ¿cuántos otro no fueron empujados a organizaciones y a partidos por una necesidad del trabajo o un humano anhelo de mejora?

¿Es que pueden sentir fidelidad a un sistema quienes sufren en él una situación perpetua de injusticia y de miseria?  Este ha sido el gran motor explotado por nuestros enemigos; y, sin embargo, en la zona nacional, este pueblo, que no es distinto del otro, pues sólo la suerte de las armas en los primeros días decidió la situación entre los bandos, ¡qué ejemplos no dió de patriotismo!

DISTRIBUCIÓN EQUITATIVA DEL BIENESTAR

Los que hayáis analizado la historia económica de los tiempos contemporáneos, no os pasará desapercibido que España, dió en las últimas décadas un salto de gigante en la multiplicación de sus riquezas.

A las viejas fortunas, que se valoraban a principios del siglo por miles, dieron las que hoy se evalúan en decenas de millones de pesetas.

Sin embargo, este crecimiento de los bienes nacionales sólo benefició a un reducidísimo, sector de nuestra sociedad, con detrimento de los otros sectores, que vieron retroceder su bienestar.

Faltó el Estado, previsor y justo, que aprovechase este fenómeno de multiplicación de bienes, para lograr con una más justa y equitativa distribución de la riqueza, que se elevase el bajo nivel de vida en que la mayor parte de la nación aparecía sumida. Pudo y debió realizarse, así nos atrevemos a afirmarlo, en el momento en que nos disponemos a acometer la gran obra de resurgimiento, con el trabajo serio y en silencio, que con ritmo casi matemático encontraréis cada día en las páginas de nuestra “Gaceta”.

Yo sé que cuando salgan a la luz nuestros futuros presupuestos, cuando en el próximo mes de enero se hagan públicos nuestros proyectos, no han de faltar los eternos agoreros, intentando sorprender la buena fe de los capitalistas timoratos.

Yo les digo a esos espíritus apegados a los bienes, que el mejor seguro de sus caudales es la obra de redención que realizamos.

Así lo sentimos y lo anunciamos cuando salían nuestros voluntarios para los frentes, así lo afirmamos sobre la sangre caliente de nuestros Caídos y así lo exige el sentido profundamente católico de nuestro Movimiento.

TAREA A FAVOR DE LOS HUMILDES

¿Es que puede algún español permanecer indiferente ante los grandes problemas de la miseria ajena, de la tuberculosis y de tantos males como afectan a nuestras clases humildes?

Hemos iniciado esta labor en plena guerra y hemos de continuarla; en el campo sanitario, creamos más de siete mil camas en Sanatorios que son una quinta parte de las necesarias para la lucha antituberculosa. ¿Qué para ello se imponen sacrificios mayores a la España sana? Cierto, pero no debe importarnos el legar a nuestros hijos una carga mayor, no cabe medida más justa; no dudemos que el juicio que en un mañana merezcamos será muy distinto del que dolorosamente formamos de los que nos precedieron y no quisieron o no supieron resolver este problema. ¿Cuál ha de ser el tiempo necesario para realizar esta obra? El mínimo que impongan los estudios de emplazamiento y la materialidad de las construcciones.

Es la enorme mortalidad infantil otra causa de pérdidas humanas; son espantosas las cifras que hasta hoy alcanzaba por descuidos y abandonos evitables; su remedio es mucho menos costoso y está en la propaganda, los pequeños auxilios y el admirable y amoroso cuidado ya iniciado de nuestra Falange Femenina. Esta tiene que ser una de las grandes obras de nuestro Movimiento: llegar a los últimos lugares a donde el Estado no llega para con celo mantener nuestras consignas.

La cuestión de la vivienda constituye otra de las grandes lacras nacionales y está intensamente ligada a la sanitaria. Más del 30 por 100 de las viviendas españolas son insalubles, según la estadística formulada por nuestra Fiscalía de la Vivienda, su substitución por otras en excelentes condiciones no presenta dificultades, por cuanto su construcción significa la creación de una riqueza movilizable que compensa con creces los pequeños sacrificios estatales.

Nuestra Fiscalía de la Vivienda, registrando el mal y destacando el remedio, ha hecho mucho ya en este camino, y el Instituto de la Vivienda multiplica sus actividades para realizar su programa de ejecutar en diez años más de 200.000 casas allí dónde las necesidades son mayores.

Estas tres grandes obras, instituciones antituberculosa, de puericultura y viviendas, tienen en sí tal fortaleza, que cuanto pueda decirse en su favor es corto ante las realidades. Su ejecución ha de tener el más grande poder de captación entre nuestros adversarios.

A estos golpes hemos de forjar la unidad de España. Las obras públicas, creando riqueza o revalorizando la existente, son para una nación un excelente regulador que a la par impulsa y estimula su prosperidad. Aun aquellas obras en que parece que el Estado no recibe un directo provecho, le ofrecen un dilatado campo de ingresos y beneficios; percibiendo el Erario  público un impuesto en toda transacción u operación mercantil o de transporte que se realice, toda cantidad lanzada al mercado acaba, al término de un determinado tiempo, en las arcas del Tesoro, perdiéndose sólo el tanto por ciento pequeño que representa el ahorro, que a su vez el Estado absorbe por medio de los empresarios o que los particulares recoger par nuevas creaciones de riqueza.

SE COMBATIRÁ CON EFICACIA EL PARO OBRERO

Una masa trabajadora crea siempre riqueza; es un capital rindiendo; un obrero parado es un capital inactivo que vive a costa de la producción que otros realizan. Ha de ser, pues, objetivo a perseguir por nuestro Estado el evitar la acción ruinosa de las masas de parados.

Las obras públicas, completando la iniciativa particular, vienen a resolver este problema, y a la vez que multiplican la riqueza, crean con ella, nuevas canteras de trabajo, aumenta la capacidad de consumo de los españoles a quienes afecta, con la consiguiente demanda de productos, que es también mayor trabajo para los que los producen.

En orden a la economía nacional, las obras públicas permiten la realización de los más vastos programas. Las de colonización, los nuevos regadíos y la repoblación forestal son forjadores de tal grado de riqueza, que sólo su enumeración tiene suficiente elocuencia. Cuanto en ello se gasta se recoge con creces en plazos más o menos cortos.

La multiplicación de nuestra industria, la explotación de nuestra industria, la explotación de nuestra minería, mientras lo permitan los mercados interiores y exteriores, sin llegar a la saturación, es crear riqueza y favorecer la economía, proporcionando al Estado pingües ingresos directos e indirectos; la Marina mercante, costosa en principio, es una obra pública más, constituyendo una faceta de nuestra economía al redimirnos del renglón importante de los fletes en buques extranjeros, y aun en casos de pérdidas, es fuente de trabajo y obra muy superior en rendimientos a los de una carretera, que nadie, naturalmente discute…

LABOR DE APOYO A LA JUVENTUD

Siendo la juventud la esperanza de nuestra España, no puede aplazarse cuanto a su formación concierne, y por ello se requiere transformar nuestras Universidades e Institutos, atendiendo a la educación moral, patriótica y física de nuestros jóvenes, creando residencias, comedores y campos de deporte. Cualquier retraso en ellos seria el perder promociones de jóvenes que quedarían abandonados a una instrucción como la pasada, con una ausencia completa de formación.

No cabe resurgimiento sin una fortaleza militar. No olvidemos que nuestra grandeza duele a poderosas naciones. El logro, pues, de nuestro resurgimiento descansa en un Ejército de tierra, mar y aire que avale nuestra situación geográfica y respalde nuestras libertades y nuestro derecho.

Los gastos militares, que maliciosamente tantos han considerado como gastos muertos, participan de las características de algunos sectores de las obras públicas: el dinero que el Estado dedica a su dotación, se reparte en el país como en aquellas y es recogido a través de los impuestos.

LA SITUACIÓN DE LOS FUNCIONARIOS.

Otro problema que no puede abandonarse es el de la situación de nuestros funcionarios, honrados y modestos, que ven transcurrir la vida en un ambiente de necesidad y de miseria. ¿Qué ideas grandes pueden caber en cuerpos míseros?

Yo os aseguro que en esas recepciones que a mí presencia han tenido efecto en las provincias, cuando desfilaban con los trajes raídos, su aire cansino y sus rostros macilentos por el trabajo y la vigilia, tantos honrados de España y el ansia de esta Revolución de que tanto se asustan los timoratos.

Nuestra nación nos ofrece la necesaria riqueza para que todos vivan con máxima holgura, pero para lograrlo es necesario que todos, a su vez, tengan fe en nuestros futuros destinos y que no sientan impaciencia, que ese bienestar es posible creando multiplicando la riqueza, aumentando las fuentes de producción y de trabajo, pero no sepultándolas anticipadamente con pesadas cargas.

En los nuevos presupuestos se ha encarado el Estado con estos problemas, y en la ley acordad el día de ayer en Consejo de ministros se inicia la mejora de nuestros funcionarios en los términos discretos que los momentos aconsejan, y que asciende entre un 40 por 100 para los sueldos más modestos hasta el 16 por 100 a los jefes superiores de Administración, aumentos que tendrán efectividad el primero de febrero.

Esta preocupación y solicitud del Estado hacia sus servidores es necesario sea correspondida con una mayor asiduidad del trabajo y un mayor rendimiento. La época exige nuevo ritmo y no es posible aquel aire cansino de antaño que llegó a caracterizar las oficinas del Estado. Yo aspiro a que, elevando y dignificando a nuestros funcionarios, volvamos a los otros tiempos anteriores en que el haber servido al Estado era constitutivo de un timbre de honradez y laboriosidad.

LOS MEDIOS PARA REALIZAR EL RESURGIMIENTO ESPAÑOL

¿Con qué medios contamos para coronar esta labor?

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Con la movilización de nuestras riquezas naturales bajo un régimen de paz, de colaboración nacional de cuantos elementos integran el proceso económico. En el levantamiento, o mejor dicho, en la creación de nuestra economía; que creación de nuestra economía; que creación tenemos que llamar a lo que sin cimientos encontramos con la subordinación de todo interés particular al supremo de la nación, con la racionalización de nuestras producciones y la labor protectora del Estado, con el estímulo de la iniciativa privada, savia y vigor de las actividades nacionales y con el aumento progresivo de la capacidad consumidora de nuestro pueblo.

El bienestar económico de la colectividad nacional está íntimamente ligado a esta labor, que si se hubiera orientado y estimulado a tiempo hoy podríamos mejorar la base al acelerar el ritmo.

ESPAÑA POSEE ORO EN SUS YACIMIENTOS

El robo y exportación por los rojos de la gran cantidad de oro de nuestro Banco de emisión ha dificultado en el orden exterior la rápida resolución de nuestros problemas de comercio.

Mientras el oro sea en el exterior el módulo de estimación de las monedas y un metal confiado por los pueblos, no podemos prescindir para nuestras relaciones comerciales de su existencia y de contar con una masa de dinero o de oro con que cubrir el déficit de nuestra balanza de pagos.

En este orden, tengo la satisfacción de anunciaros que España posee en sus yacimientos oro en cantidades enormes muy superiores a aquellas que los rojos, en combinación con el extranjero, nos despojaron, lo que nos presenta un porvenir lleno de agradables presagios.

En el orden interior, ya no se nos hace necesario. La política económica de la España nacional, en tres años de guerra, sin oro, sosteniendo al mismo tiempo una costosa lucha, nos demuestra lo artificioso del papel del oro en las actividades interiores de la nación.

Alemania, arruinada, sojuzgada, a través de la Gran Guerra, resurgió sin oro y en las condiciones más desfavorables, por carencia de materias primas.

Cuanto más se estudia la economía, más se aprecia el papel artificial, que del adorno de los cuellos de los bárbaros a imponerse como dueño y señor de los metales útiles y de todos los bienes de la tierra; constituido como símbolo monetario, es, sin embargo, reemplazado en su ficción a la aparición de las Artes Gráficas por los cheques, billetes de banco, las acciones, las obligaciones, descendiendo de su trono para encerrarse en las arcas de los Bancos emisores, donde reposa, desempeñando una ficción que celosamente defienden los países productores de oro o que han alcanzado las más grandes reservas.

LAS RIQUEZAS NACIONALES TIENEN UN VALOR MÁS POSITIVO QUE EL DEL ORO.

El oro, que constituía un medio para el intercambio, no puede ser un fin, y al encontrar en su poder mediador más hábiles competidores, se vislumbra su ocaso en un plazo que no puede dilatarse.

Hemos visto en nuestra guerra cómo nuestra capacidad de producción y nuestras reservas de trigo, hierro, lana y bienes  nacionales desempeñaron el papel de oro en nuestra economía. Si esto es una realidad, tenemos que pensar en volver a los tiempos en que la riqueza se media no sólo por el oro, sino con los depósitos de estos bienes fácilmente almacenados. ¿No vemos como las tierras y las vicisitudes del mundo, incluso, los revaloriza y les otorga un aprecio muy superior?

Si unas toneladas de oro almacenadas en los sótanos de un Banco ofrecen a la moneda fortaleza y garantía, ¿cuánto no le ofrecerá el almacenaje de materias primas y productos comparables al oro más necesario que él para la vida y que permitiría por otra parte regularizar nuestra producción? ¡Magnífica cantera para nuestra economía!

LA POTENCIA CREADORA Y PRODUCTORA, FUENTE DE RIQUEZA

Un país como el nuestro, débilmente industrializado, con grandes posibilidades de mejorar en el orden agrícola, ganadero, con una riqueza minera muy estimable y un nivel medio de los restantes países europeos, posee un vasto campo de resurgimiento, impulsando en forma armónica las fuentes de producción y la capacidad de consumo.

La riqueza de la nación no descansa sólo en sus bienes materiales; oro, materias primas y producción agrícola; la riqueza no  es completa si no existe debida armonía de estos medios con la potencia consumidora. El ajuste de estos factores, racionándolos, es objeto perseguido por las naciones que liberadas de los torpes prejuicios liberales se encaminan a realizar sus progresos económicos.

Esta gran obra no es posible bajo los regímenes liberales con su libre  concurrencia, envilecimiento de precios, crisis periódicas de que tanto provecho sacan prestamistas y especuladores, que comercian con las miserias nacionales y crean un ambiente favorable para la lucha y la revolución.

Así ocurre también en el orden internacional. No basta que el mundo produzca; no hace falta paralelamente una potencia de absorción, y aunque esa capacidad consumidora existe, las poderosas naciones, con sus sistemas plenos de competencia y rivalidades, especulan con la miseria de esa masa de población que asciende a una mitad del mundo y que, incapaces, hurtan al consumo mundial y a su progreso económico.

INCAPACIDAD POLÍTICA DEL LIBERALISMO

Si examinamos las causas profundas de la lucha que ensangrienta a Europa, no podemos dejar de considerar la gran parte que en provocarla han tenido los especuladores internacionales, dueños y señores del régimen liberal y de la injusticia imperante en el mundo.

Régimen que vemos en profunda crisis hasta en los propios países que lo crearon y lo propagaron.

Así, al encontrarse con la dura realidad, desaparece el patrón oro y la estabilidad de las monedas surge del encadenamiento de la economía con la racionalización de la producción de las más seculares libertades y hasta de aquellos derechos consagrados por la revolución, sucumben y se encierran entre los cascos y bajo el imperio de las bayonetas por los propios voceros de las libertades.

No es la España calumniada la que milita y vigila los abusos de la libertad en la cátedra; no son loas naciones llamadas totalitarias las que coartan las libertades políticas en holocausto del bien patrio, es la propia cuna del liberalismo y las naciones paladinas de las libertades las que niegan la libertad de pensamiento y su libre expresión al perseguir y exterminar a cuantos militan en el credo comunista.

EL ABSURDO CONFLICTO EUROPEO

Cuanto más avanza el conflicto menos se justifica su continuación.

Ya no pueden ser las concepciones ideológicas contrapuestas y los intereses económicos en pugna los que justifiquen la guerra entre estos pueblos cuando todos se orientan por un solo camino y la ruina económica no les permite elección. No puede ser la salvación de una nación de hecho vencida, el motivo de la prolongación de una lucha que amenaza destruir otros Estados.

No puede fundamentarse la continuación de la guerra en el desequilibrio que ocasiona la potencia bélica de una nación cuando surge un potente enemigo que precisamente exige se contrapesa, ya que por su masa y sus doctrinas es la máxima amenaza para la civilización que necesitamos defender.

Para nadie en un secreto las pugnas que en los Balcanes tratan de encender la guerra y entender el conflicto a países que desean mantener la paz.

Cualquiera que sea el resultado que los bandos en lucha, el resultado será igual de catastrófico. Rotos los diques de la disciplina, sin autoridad los Gobiernos y los partidos que los condujeron a una lucha estéril, se recogerá la siembra de tantos años de demagogia y conocerán otros pueblos lo que fueron los sufrimientos de la España mártir.

Nuestra nación, que luchó con heroísmo durante tres años por salvar a la Civilización Cristiana de su desaparición en Occidente, vive en estos momentos los dolores de los otros pueblos de Europa, y una su voz a la suprema autoridad de la Iglesia Católica, de nuestra dilecta hermana Italia Imperial y de tantos Estados que propugnan el cese de una lucha que, de llevarse hasta el final abrirá el paso hacia Occidente de la barbarie asiática.

Ante la triste posibilidad de que la guerra siga, mantengámonos los españoles en el espíritu tenso de los días heroicos, unidos, preparados para enfrentarnos con la situación que cada día de la guerra vaya creándose en el porvenir de Europa.

EL ORGULLO DE NUESTRA HISPANIDAD

Sintamos hoy más que nunca el orgullo de nuestra hispanidad civilizadora de pueblos y defensora de la Fe que da impulso y contenido a nuestro grito de

¡Arriba España! 

TERCER MENSAJE (1939)«TERMINADA LA GUERRA, CON LA DERROTA DEL COMUNISMO, AHORA NOS TOCA LEVANTAR A ESPAÑA»

 

Españoles:

Una vez más acudo a la cita tradicional de estos días para enviaros, con especial recuerdo para quienes se encuentran lejos de nosotros, mi más cordial mensaje de felicitación navideña y mis mejores deseos de paz, prosperidad y ventura, para el año que va a comenzar.

CONFIANZA EN LAS INSTITUCIONES

Al término de 1974, difícil para todos y para toda la Humanidad, hemos podido comprobar cómo las instituciones han continuado ganando solidez y confianza, al ajustarse en su correcto funcionamiento a las distintas situaciones que han ido surgiendo en nuestra vida política.

Los hechos han venido a confirmar que la gran esperanza confiada por el pueblo español al votar clamorosamente la Ley Orgánica del Estado, no ha sido defraudada, en el gran propósito que la inspiró, de dar una conciencia política estable a la comunidad española que superase los crónicos y a veces inexplicables antagonismos de la vida nacional.

EL PRÍNCIPE DE ESPAÑA Y LA SERENA MADUREZ DEL PUEBLO

La enfermedad que me afectó el pasado verano dio providencial mente motivo para poner a prueba la serena madurez del pueblo español y el seguro funcionamiento de la mecánica previsora de nuestras Leyes Fundamentales. He de agradecer a Dios la completa recuperación de esa enfermedad, que me dio, por otra parte, la oportunidad de recibir tantas pruebas de interés por mi salud, adhesión y afecto, que el pueblo español manifestó de forma inolvidable y que mucho le agradezco.

Con este motivo deseo hacer una mención especial del Príncipe de España, que en ese juego simple de las instituciones asumió durante mi enfermedad la Jefatura del Estado. Sus cualidades personales, su prudencia política, su preparación y sobre todo, su alto sentido del deber, confirmaron, una vez más, las esperanzas en él depositadas.

EL DESARROLLO POLÍTICO, LAS ASOCIACIONES Y EL MOVIMIENTO

La España que entre todos hemos ido forjando en estas casi cuatro décadas es, desde hace muchos años, un Estado de derecho, en el que todos los españoles encuentran iguales oportunidades de realización personal y cauce amplio para todas sus legítimas aspiraciones. Somos conscientes de que el acontecer diario y el pulso del país reflejan la existencia de una sociedad dinámica, que pide en cada momento y situación la respuesta adecuada a sus necesidades. Respondiendo a ello las Cortes de la Nación trabajan a pleno rendimiento y todos los años incorporan a la vida pública nuevas leyes trascendentales que demuestran su dinamismo y su espíritu de perfeccionamiento.

Las soluciones para las nuevas inquietudes también están atendidas en nuestras leyes y es la prudencia del gobernante la que aquilata y mide cada nuevo paso a dar, sin permitir que la división, el egoísmo, las ambiciones, lleguen de nuevo a adueñarse de la sociedad española. El desarrollo político de nuestras Leyes Fundamentales no sólo no puede significar una ruptura, sino, por el contrario, ha de ser la más rotunda afirmación de la vivencia y fecundidad de nuestro Movimiento Nacional, alumbrando con el heroísmo y el sacrificio de tantos españoles, que hicieron posible el rescate de unos supremos valores que, asistidos por todos los españoles, hemos de conservar y transmitir a las generaciones que nos suceden.

Nuestro Movimiento y nuestras instituciones no son sistemas estáticos, sino, como he dicho tantas veces, un orden político, abierto y dinámico, con capacidad innovadora, basada en la vivienda creadora de su propia doctrina.

En esa línea que, desde el respeto al pasado, pretende potenciar nuestro sistema político, hay que enmarcar la nueva e ilusionada expectativa que va a ofrecer a todos los españoles, de buena y limpia intención, la oportunidad de una más activa participación política a través de las asociaciones, cuyo estatuto jurídico acaba de ser promulgado.

ACTITUD ESPAÑOLA ANTE LA CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL

La nueva situación económica, que ha afectado profunda- mente al mundo occidental, ha puesto de manifiesto el talón de Aquiles de muchos países de alto nivel de desarrollo, y la escasa solidaridad internacional, a la hora de buscar soluciones a los problemas comunes.

La crisis económica acelerada por la crisis energética, es la más .grave que el mundo ha sufrido en los tiempos modernos. Seguramente será larga y profunda. Nunca ha estado el mundo más amenazado por el peligro de la inseguridad política. Frente a todo ello acrecienta su valor la política económica desarrollada durante estos treinta y cinco años, que nos permite que los problemas se diluyan en la gran extensión de nuestra economía y desarrollo, facilitando la previsión de nuestras reservas el tiempo y espacio necesarios para atenderlo.

En este orden, nuestro Gobierno ha venido dictando las medidas pertinentes para hacer frente a los efectos de esa dura crisis, prestando una especial atención a los sectores más necesitados. Hemos mantenido prácticamente el pleno empleo y aun a costa de soportar una inflación que, aun inferior a la de otros países de Europa, ha alcanzado cotas muy superiores a las deseables, se ha conseguido mantener un nivel más que aceptable de crecimiento económico.

Han sido necesarios muchos sacrificios, pero hemos de reconocer que, a pesar de los conflictos sociales, que fomentados por los agentes de la subversión comunista, se han producido, la Nación se ha comportado con un espíritu ejemplar. Tenemos que seguir ayudándonos a nosotros mismos, imponiéndonos voluntariamente unos límites racionales en el consumo de lo necesario, con un talante de austeridad que contribuya a paliar los efectos de la actual coyuntura. A vuestro sentido de responsabilidad apelo, una vez más.

LA ESCALADA DEL TERRORISMO Y LA DEFENSA DE NUESTRA PAZ

Una característica del año que termina es la escalada del terrorismo en todo el mundo; y nuestra Patria, siquiera sea en mínima proporción, no ha podido sustraerse a esta ola de violencias. Vaya nuestro recuerdo y nuestra oración, en estos días, por quienes cayeron víctimas de la más irracional de las conductas humanas. Y nuestra emocionada gratitud a las Fuerzas de Orden Público, que con su sacrificio y permanente vigilia, hacen posible que los españoles sigamos disfrutando de ese gran tesoro que es nuestra paz interior; que estamos empeñados en preservar, evitando a toda costa que pequeños grupos de agentes profesionales de la subversión puedan alterarla.

Quisiera referirme finalmente a la enorme trascendencia que para el futuro desarrollo de nuestra convivencia nacional tiene la necesidad de mantenernos unidos. Yo sé que seguimos sufriendo todavía, aun cuando, poco a poco, se vaya imponiendo nuestra verdad y nuestras razones, los efectos de una secular hostilidad exterior, alimentada por quienes se niegan sistemáticamente a aceptar lo que ven, y por quienes no perdonan nuestro progreso y nuestra paz; pero ese enfoque negativo, al que ya estamos acostumbrados, hemos de transformarlo en un positivo ejercicio, individual y colectivo, de sana autocrítica, conscientes todos del reto de los nuevos tiempos, que la propia evolución de la sociedad española nos va a ir demandando.

MANTENER LA UNIDAD

Hemos caminado juntos en momentos mucho más críticos que los actuales y los hemos superado siempre con voluntad integradora, con confianza y, sobre todo, con esa fe y amor a la Patria que nos hacía olvidamos de todo para mantener a toda-costa la unidad. Unidad que significa sentir la convicción de que nada trascendente nos separa, unidad en el propio convencimiento de que todo lo que es importante en la vida de un español o en la Historia de nuestro pueblo nos es vitalmente común. Una misma fe en los destinos de una Patria unida en la riqueza de su diversidad regional, en el afán de perfeccionamiento, sin necesidad de ayudas que no hemos pedido ni vamos a aceptar, de nuestro desarrollo político y en el afán de un desarrollo económico, cultural y, sobre todo, social, que asegure el bienestar de los españoles y afirme su decisión de superar cualquier tipo de tensión que atente contra su propia convivencia.

A vosotros, españoles de buena voluntad, me dirijo pidiendo vuestra ayuda, vuestra cooperación y vuestro esfuerzo al servicio de ese apasionante quehacer que asegure la más amplia convivencia nacional. A vosotros, jóvenes de España, os pido que mantengáis vivo vuestro ímpetu generoso y vuestro razonable inconformismo, canalizándolos al mejor servicio de la Patria. Porque a esta juventud, que no conoció las horas amargas del pasado y que ha vivido en el despertar y el resurgir de una Patria nueva, es a la que cabe ahora el honor y la responsabilidad de continuar sin rupturas la labor emprendida.

Españoles todos, a los que vivís bajo nuestro cielo, a los que, impulsados por otros estímulos o vocaciones, estáis más allá de nuestras fronteras, yo os deseo un feliz año nuevo, y que Dios nos conceda en él a España y a todos nosotros todo lo que honestamente se pueda desear, unidad, convivencia y paz.

¡Arriba España! 

Por la transcripción

Julio MERINO

Autor

REDACCIÓN