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Uno de los fenómenos más singulares de la historia medieval española son las devastadoras guerras civiles vascas medievales, lo que se conoce como «luchas banderizas». Hoy en día, el nacionalismo vasco suele ocultar esta parte de la historia vasca ( como tantas otras) ya que no concuerda con su relato de la historia vasca donde el Mal siempre procede de Castilla y España.
Entre finales del siglo XIII y mediados del siglo XV Vizcaya, Guipúzcoa y en menor medida Álava, se vieron devastadas por las luchas incesantes entre clanes señoriales. Aunque en teoría en las Provincias vascas no había nobles, en realidad había una multitud de linajes que poseían jurisdicción o influencia sobre miles de personas y luchaban sin parar por obtener el dominio de la mayor cantidad posible de tierras y recursos.
Aunque con frecuencia estas guerras fueron caóticas, de hecho los clanes que luchaban se agruparon básicamente en dos bandos: los Oñacinos, liderados por el clan guipuzcoano de los Oñaz y los Gamboinos, liderados por los Gamboa. Linajes vizcaínos como los Butrón o los Avendaño fueron aliados respectivos de los Oñaz y los Gamboa.
Aunque estas luchas fueron sobretodo por motivos económicos y de ambición señorial, también tuvieron una vertiente política: los Oñacinos eran firmes partidarios de la unión con Castilla, (otro motivo por el que el nacionalismo oculta este tema) mientras los Gamboinos eran partidarios del reino de Navarra. No obstante, muchas veces estos motivos políticos quedaron difuminados por simples luchas por ambiciones propias.
Aunque las luchas banderizas empezaron a finales del siglo XIII, permanecieron latentes durante casi un siglo y se reactivaron a finales del siglo XIV. El momento álgido de estas luchas tuvo lugar en la primera mitad del siglo XV. Afortunadamente conocemos con mucho detalle estas guerras gracias a un cronista ( y banderizo) de la época, Lope García de Salazar, que escribió una gran crónica que detalla estas luchas, titulada «Las Bienandanzas e Fortunas».
En estas luchas murieron miles de combatientes entre ambos bandos, aunque en general los Gamboinos llevaron la peor parte, así como civiles y muchos pueblos y villas fueron arrasadas. Algunos de los momentos más destacados de estas luchas fueron la batalla de Usúrbil, en 1413, la batalla de Lezcano, en 1420, donde murieron 150 gamboinos, la batalla de Bermeo, en 1427 la batalla de Zumárraga, en 1446, la quema de Azcoitia por los Oñacinos y muchos otros enfrentamientos, casi incontables.
Tanto Guipúzcoa como Vizcaya sufrieron grandes estragos. Las propias Hermandades de villas, los Corregidores de los reyes de Castilla y finalmente, los Reyes Católicos tomaron duras medidas contra los banderizos y finalmente las luchas fueron desapareciendo a finales del siglo XV,si bien en general se puede decir que los Oñacinos prevalecieron.
En cualquier caso, fue, sin duda, un fenómeno muy importante en la historia vasca.
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