09/05/2024 14:49

Kepa

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¿Van a votar a un partido cuyo fundador justificó ya en su primera intervención parlamentaria el atentado personal a un compañero de hemiciclo (aunque no resultó letal, el ataque se produjo); que durante la Segunda República estaba obsesionado con ir a la confrontación civil (cosa que acabó consiguiendo, para encima perderla); que intentó un golpe de estado durante la misma (mil quinientos muertos); que manipuló chapuceramente las elecciones de febrero; que no movió un dedo contra la Dictadura, por pura cobardía; que organizó un grupo terrorista (veintisiete víctimas mortales, la mitad errores); que nos encerró en nuestras casas durante semanas sin motivo; que se alía con
la peor calaña política por mantenerse en el poder; que miente cada pocas horas; que está convirtiendo al país en un desguace sin perder la sonrisa; que lleva la corrupción en el _adn_?

¿Van a votar a un partido que nació ―supuestamente― para contener las hordas palurdo‑separatistas, y que de buenas a primeras se largó a la capital para evitar incomodidades; al que lo mismo le da ocho que ochenta con tal de parecer medianamente digno (sin conseguirlo en su mínima expresión)?

¿Van a votar a un partido cuyo fundador fue un loco racista y xenófobo ―incluso para la época―; que lo único que mira es la chequera y seguir modelando un pequeño país a su antojo (porque se le da el pábulo necesario cuando toca, quede claro); que hasta ultimísima hora estuvo haciendo cuentas por elegir el bando que le convenía aquel julio
tórrido; que sigue llamando «pacto» a lo que fue una vergonzante «traición»; que flirteó encantado con los _nazis_ por si vencían y les facilitaban su territorio soñado; que donde dije digo digo Diego, pero que le ingresen en la cuenta lo acordado?

¿Van a votar a un partido que en sus inicios gestionó grupos paramilitares, también _checas_, liderado allende los tiempos por un exmilitar español que pretendió invadir la península con cuatro desarrapados, y sucedido en el cargo por otro loco de atar, que se tapó los ojos mientras se cometía un verdadero genocidio entre sus compatriotas; que perpetra gravísimos delitos y todavía subraya que los repetirá, por que ellos lo vales, y sobre todo porque sabe que el
pago será irrisorio, y ni por las alcantariillas trendrán que huir esta vez?

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¿Van a votar a un partido que se presenta como lo que no es, al que le tiemblan las canillas así que oye el vozarrón de su «amo progre»; un partido que se muestra incapaz de barrer la casa común de la cochambre roja ni aun con mayoría absoluta; que mide sus discursos mirando a derecha e izquierda, por ver si consigue ocupar así el tan ansiado como absurdo «centro moderado», tratando de contentar a Dios y al Diablo, y medio lográndolo solo con el cornudo?

¿Van a votar a un partido que defiende sacando pecho de macho ibérico el martirio público de animales inocentes para mero solaz del «respetable», por la nimia razón de que es _arte_, _cultura_ y _tradición_, mientras se opone con decisión a otra forma de _terrorismo_ como el de carácter político?

¿Van a votar a un partido que se niega a condenar el tiro en la nuca o el coche bomba, pero que lloriquea en cuanto le coge de la pechera un agente uniformado (¡socorro, que me torturan!); que aun conociéndolos no ofrece datos sobre los asesinos de cientos de personas; que ha asumido todos los mantras «guays» para no desentonar en el escenario?

¿Van a votar a quienes pretendían «asaltar los cielos» (¡valiente cursilería!) y ahora ronronean restregándose en la moqueta, o haciendo aguadillas en la piscina, o pidiendo lo último en gastronomía _chic_ en el restaurante de moda; al partido que pone en bandeja la automutilación a unos adolescentes que hoy se creen _Superman_ y
mañana _Blancanieves_; que ha condenado a la mitad de la población a una ciudadanía de segunda clase (voladura controlada de la «presunción de inocencia»); que viven en en el mundo de los _teletubbies_, pero con ideas maléficas que ya sufrimos todos?

¿Van a votar a quienes se enriquecen con sus sueldazos, y a la fuerza con algo más, pues de lo contrario las cuentas no salen?

¿Van a votar pagando? Porque por votar se paga, camarada. ¡No me digan que desconocían que por cada voto depositado en la pecera el partido agraciado recibe una cantidad de dinero, pille o no butaca! ¿Y quién cree que paga el _festorrio_ sino usted?

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Nos vienen los vendedores de crecepelo con eso de que _“si no votas, luego no tienes derecho a quejarte”_. ¡Lo penúltimo que me faltaba por oír! Chantaje emocional de baratija para adultos universitarios, pues hasta estos lo compran, y a buen precio, lo dicho.

Yo, por comentarlo… ¡es justamente lo contrario! Claro, hombre: si no la única, la abstención militante y orgullosa es una de las fórmulas políticas más útiles, dignas y demoledoras a la hora de decirles lo que pensamos de esta patraña que nos ofrecen como chuches de colorines, pero que algunos no compran. ¡Quiá! ¿De qué vamos a comprar mercancía caducada hace cuarenta años, que apesta aun envasada?

¿De verdad van a votar?

Autor

Kepa Tamames
Kepa Tamames


Escritor. Creo que, de alguna manera, escribir es no morir. Y ya si los textos se ven publicados, la creencia se convierte en certeza.He dedicado toda mi vida solidaria a la defensa de los animales (no en abstracto, sino de las agresiones humanas gratuitas),y publicado cientos de artículos de opinión, combinando por cuanto a temática animalismo con reflexiones sociopolíticas.La edad me ha moldeado, y hoy es el día que sobre ciertos asuntos no me creo de la media la mitad, mientras que de otros me creo todo y más.

Tengo publicadas tres obras: Tú también eres un animal (primera guía en español para una defensa teórica de los animales), Estigma (colección de veinticinco relatos de todo pelaje y condición) y Expediente Royuela (negrísima crónica de lo que bien pudiera ser la mayor trama mafiosa dirigida por las altas esferas del poder judicial en nuestro país).

 

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1º El católico que vota comete un acto de idolatría y de apostasía, porque para el católico el poder ha de recaer en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo solamente. Votar es aceptar el relativismo moral y la mentira como guía de gobierno y no la Santísima Voluntad de Dios, según la cual el que quiera ser primero entre todos, ha de ser su esclavo y siervo. Los políticos hacen justo lo contrario, servirse del apoyo de los votantes para cometer todo tipo de crímenes y corrupciones. Y no es excusa afirmar que siempre nos engañan. No se puede engañar continuamente. Por eso votar no es de católicos, que siempre han de ser fieles a la Verdad encarnada, Jesucristo Nuestro Señor, que no se presenta a elecciones algunas y que no admite discusión alguna sobre su eterna autoridad. La autoridad ha de estar siempre en la Palabra de Dios, en los Evangelios y en el Nuevo Testamento, no en los políticos.

2º Votar es respaldar todo lo que las votaciones han traído en el pasado, añadiendo más gasolina al fuego. Por ejemplo: aborto, divorcio, eutanasia, métodos abortivos y preservativos, pornografía, escándalo en las aulas de menores, manipulación de embriones, atentados de todo tipo contra el matrimonio, la paternidad, la maternidad, la familia, los niños y niñas, los ancianos, etc. Todas estas calamidades no las han traído los emperadores y reyes del pasado, sino los votantes con sus votos. Y como tal han de pagar por ello ante Dios, pues sin su voto, no hubiesen accedido al poder los políticos que las han traído. Al árbol se le conoce por sus frutos. Y los de la democracia han quedado bien claros. Además, los demócratas han condenado todo otro sistema no democrático, condenado, que no juzgado, luego bien advierte el Señor que con la misma vara de medir con la que se mida, se será medido. Quien vota ha de afrontar ese juicio.

3º Votar es propio de anticristos, hipócritas, aficionados a la mentira y traidores a Cristo. Votar no es un acto de dignidad cristiana, sino justamente lo contrario, pues no hay mentiras mejores que otras mentiras, como no hay aborto menos malo que otro aborto. Quien vota da su respaldo a la mentira. Y quien respalda la mentira, renuncia a Dios.

4º Votar es prostituirse. Votar es adorar a satanás a cambio de lo que éste ofrece si postrándose ante él se le adora, es venderse por un plato de lentejas. El católico sensato, si ha votado previamente, habrá mostrado su arrepentimiento sincero ante el confesionario, donde invisible espera el Señor más allá del confesor. No hay elección moral en política, sino elección material y mundana. Se vota por interés, por dinero. Y no se puede servir a dos señores. Aunque los políticos hayan engañado incluso a los papas, cardenales, arzobispos y obispos, votar es respaldar y aprobar la mentira, cuyo padre es satanás. Y la caridad, principal virtud teologal, es desinteresada.

5º Votar es caer en la herejía que muchos miembros de sectas tratan de imponer a sus seguidores, instrumentalizando interesadamente la Palabra de Dios en beneficio de su partido político: que «para la Salvación eterna hay que ir a votar» (engaño de suplantación del Señor del que ya nos advierte en Mt 24 el Señor, advirtiendo que serán capaces de engañar a los mismos elegidos), que es un «deber moral» votar, incluso al «mal menor» (como si Caifás, por ser menos satánico que satanás, fuera «solución moral» al dilema del potencial votante), que sin votos vendrá el infierno, no saldrá el sol y nada se solucionará (se pretende, infundiendo terror, incluso espiritual bajo amenaza de excomunión y separación de la Iglesia de Cristo, que no de señoritos de un cortijo o de comisarios progresistas, hacer creer que si los otros ganan las elecciones, será un infierno para todos, sin tener en cuenta que solo Dios nos puede ayudar y puede salvarnos del mal que esos mismos votados nos han traído durante décadas y que amplían a cada mandato. Cuanto más se vota, más mal se atrae a la tierra, pues se azuza la Santísima Ira de Dios Todopoderoso, en el cual ningún votante confía ni cree, por lo que demuestra su proceder al ir a votar). No puede haber acto de engaño más mortal en alma. Satanás engañó a Eva y Adán de la misma forma que los políticos llevan almas al infierno con su diluvio universal de mentiras y seducciones.

6º Votar es hacerse responsable de los crímenes y corrupciones que cometan los políticos votados. En un imperio o reino en el pasado, la responsabilidad de los crímenes de emperadores y reyes recaía sobre esos emperadores y reyes, y si acaso, sobre sus consejeros. Hoy, con el voto, se hace partícipe del pecado mortal de perdición eterna a todo el que vota. No hay excusa afirmando que se nos engañó. A Eva y Adán no les valió semejante excusa ante Dios, que es Justo. Y tras la primera muerte ya solo queda la muerte segunda o eterna, la que conduce al infierno, al océano de fuego y azufre que nunca se apaga preparado para el demonio y sus ángeles.

7º El católico no es de Apolo, ni de Cefás, ni de Pablo, luego tampoco de ningún papa, cardenal, arzobispo, obispo, etc. Ya los obispos alemanes amenazan de que sus herejías las respalda la mayoría, que el papa próximo será de los suyos y que los demás seremos expulsados de la Iglesia de Dios. Los católicos, pues, somos de Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, en exclusiva. Ni Benedicto XVI, ni ningún otro papa o suplantador de papas que se expresan en su nombre con todo tipo de mentira, engaño, manipulación y «encíclicas» políticas, nos tiene que amenazar espiritualmente para dar apoyo a su partido político. El católico solo obedece a Dios y a los que Dios da autoridad, a los santos y santas, figura totalmente contraria a los anticristos de la política.

8º Instrumentalizar las Sagradas Escrituras para engañar a los fieles a Jesucristo es difundir levaduras de falsos profetas de las que ya nos previno el Señor mismo y su Apóstol San Pablo en muchas ocasiones. Bien sabe el católico cauto que lo que pretenden muchos es servirse de su voto para afianzar sus riquezas terrenales, sus privilegios, sus prerrogativas, sus puestos de mando, sus placeres y su forma de vida depravada, parasitaria, corrupta y satánica. El deber de todo católico es no votar jamás, a ningún partido político, y sí rezar, rezar mucho, todo cuanto pueda, ofrecer sacrificios y mortificaciones, meditar la Santísima Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, que padeció perseguido y crucificado por los políticos de su época, meditar la Palabra de Dios, especialmente el Evangelio de San Juan en estos tiempos, pues San Juan es el que mejor conocimiento alcanzó del Señor, leer revelaciones de santos y santas, recurrir a los santos sacramentos (especialmente la Sagrada Eucaristía y la confesión regular), recurrir a los sacramentales, rendir una veneración sincera y apasionada a la Santísima Virgen María pidiéndole en oración que su Santísimo Hijo haga triunfar su Inmaculado Corazón como prometió en Fátima, cuando fue miserablemente despreciada por papas y prelados engañados por la política y la diplomacia, en la que creyeron más frente a la amenaza de Rusia y sus errores esparcidos por toda la tierra para condenación de centenares de millones de almas, etc. Es bien sabido que los que votan no aman, ni creen, ni confían en Dios Nuestro Señor, que es el que nos provee en abundancia, el que nos protege de todo mal y el que nos ama de modo inconcebible frente al odio que nos profesan todos los políticos de modo descubierto o encubierto, pues todos los políticos, maestros de la mentira sean del signo que sean, solo sirven al demonio.

9º Es verdaderamente perverso tratar de convencer a los católicos que la conservación del patrimonio de los mercaderes, de los ricos y los opulentos, es la mejor garantía del «bien común» de España y que por eso hay que votar a una opción conservadora. Y resulta perverso porque decenas de miles de católicos dan la vida por su fe cada año en el mundo. ¿Hay algo que un hombre pueda dar de más que su propia vida? Pues los que piden el voto para la derecha, ultrajan a los mártires católicos de todos los tiempos, pues en realidad lo que temen es perder sus patrimonios, demostrando además una cobardía no propia de fieles a Cristo. Sus hechos cuando han alcanzado el poder les han puesto al descubierto en toda nación. Son los ricos de toda la vida como Epulón frente al pobre Lázaro. Intentarán por todos los medios que los pobres no puedan salir de la pobreza. Siempre lo hicieron así, violando el libre albedrío que Dios otorgó a todos, no solo a ellos. Su destino no puede ser otro que el infierno, como así nos lo muestra el Señor en sus Evangelios, concretamente Mt 25, 41-46, pues ellos son los principales responsables de las atrocidades contra los pobres.

10º Y no digamos ya la perversidad de votar a un partido progresista o de izquierdaslos mayores genocidas de la historia de la humanidad con diferencia, enemigos de Dios y de su Santa Iglesia Católica Apostólica, a la que quieren aniquilar en valde, pues ni todo el infierno podrá con ella, enemigos de los fieles consagrados y no consagrados, a los que han perseguido y asesinado en masa, enemigos de la familia, del matrimonio, de la maternidad, de la paternidad, de la inocencia infantil, de los niños y niñas, enemigos de la vida, enemigos de la Verdad que es solamente Jesucristo, enemigos de la salvación eterna, de la Palabra de Dios, enemigos de la castidad, enemigos de la fidelidad conyugal, enemigos de la paz porque incitan continuamente a la división y al odio entre «clases», razas, pueblos, sexos, etc., enemigos de todo lo bueno y santo.

11º Quienes votan deberían saber lo que hacen, no tienen excusa. Allá ellos en su relación con el Señor. Nada les librará de tener que responder ante Dios mismo por haber ido a votar. Más les valdría cortarse la mano si le es ocasión de pecado respaldo a satanás en las urnas.

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