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Uno de los momentos más importantes de la historia de España, y más concretamente de Navarra y las Provincias Vascongadas fue la batalla de Noáin, de la que en unos meses se van a cumplir 500 años. El 30 de junio de 1521.
Ese día tuvo lugar la batalla más importante de lo que se conoce como «Guerra de Navarra», el enfrentamiento entre España y Francia, a cuenta del dominio del reino de Navarra, que duraba, intermitentemente, desde 1512.
La batalla fue una gran victoria del ejército hispánico sobre el francés, que aseguró para siempre la españolidad de Navarra. En esta batalla jugaron un papel fundamental en el ejército hispánico las milicias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava
El mundo proetarra ha creado alrededor de esta batalla en los últimos años un mito victimista, conmemorando esta derrota, casi como el «1714» abertzale, haciendo gala de una tergiversación total, tal como denuncian los sectores navarros comprometidos con la verdadera historia, foral e hispánica, de Navarra.
En 1512 las fuerzas castellanas, vascas y aragonesas al mando del Duque de Alba, habían conquistado Navarra, por orden de Fernando el Católico, en lo que fue casi un paseo militar de 15 días, dado el apoyo claramente mayoritario de los navarros, a las fuerzas españolas, con las que en muchos casos colaboraron.
Los últimos reyes de Navarra, de la dinastía francesa de los Albret, habían apoyado, contra la voluntad de las Cortes de Navarra, al rey de Francia en su intento de convocar un concilio ilegal en Pisa, para deponer al Papa, razón por la cual habían sido excomulgados. Los Albret se habían convertido en títeres de la monarquía francesa, en su afán por proteger sus amplias posesiones en el sur de Francia.
Por eso, la mayoría de los navarros, apoyaron la unión con Castilla y Aragón, para evitar la que parecía inminente entrega de toda Navarra al rey de Francia. En ese mismo año 1512 y posteriormente en 1516, los reyes de Francia enviaron decenas de miles de soldados, junto con contingentes de navarros agramonteses, partidarios de los Albret, a reconquistar Navarra, pero fueron derrotados por las fuerzas españolas, apoyadas por los navarros beamonteses, partidarios de la unión con España.
Pero el intento francés más importante tuvo lugar en 1521, cuando el rey de Francia, Francisco I, envió un ejército de 20.000 hombres contra España, para conquistar Navarra y penetrar en Castilla, aprovechando que las fuerzas de Carlos I de España y V de Alemania, se hallaban ocupadas en la lucha contra la revuelta de los comuneros en Castilla. ( y de hecho Cataluña también fue atacada por las fuerzas francesas). En el ejército iba el rey navarro Enrique II de Albret.
Aprovechando que las tropas españolas, incluyendo muchos navarros, se hallaban dedicadas a la lucha contra los comuneros, las fuerzas francesas y agramontesas, apoyadas por mercenarios alemanes, conquistaron fácilmente Navarra (en la defensa española de Pamplona fue herido como soldado de Carlos I, el guipuzcoano Ignacio de Loyola, dando origen a su conversión religiosa). Las fuerzas francesas penetraron en Castilla por la Rioja, pero fueron derrotadas en el asedio de Logroño, que desde entonces conmemora está victoria como la mayor gesta de su historia.
Ello cambió el curso de la guerra. Una vez derrotados los comuneros, el corregente de Castilla, Íñigo Fernández de Velasco, IV conde de Haro, organizó un ejército castellano y navarro de 20.000 soldados que volvió a penetrar en Navarra. El ataque francés provocó una reacción patriótica en España, que hizo olvidar la revuelta comunera. También contingentes aragoneses se unieron a su ejército.
En este ejército hispánico jugaban un papel fundamental las milicias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, con más de 5000 hombres, además otros 4000 navarros beamonteses, al mando de don Francés de Beaumont (prohispanico a pesar de su apellido francés) La batalla decisiva tuvo lugar entre Noáin y Salinas de Pamplona, muy cerca del actual aeropuerto de Navarra, en Noáin, el 30 de junio de 1521.
Inicialmente las tropas francesas, gasconas( de las zonas del sur de Francia, propiedad de los Albret) y agramontesas rompieron el frente español, y llegaron a estar cerca de ganar la batalla, pero entró en juego la mayor calidad de la infantería española, entre la que estaban en la vanguardia las milicias vascongadas, que resistió el ataque decisivo. La caballería castellana decidió la batalla con un ataque por el flanco.
Finalmente la batalla fue una gran victoria española y murieron entre 800 y 3000 franceses y agramonteses. El ejército franco agramontés tuvo que repasar los Pirineos. La guerra de Navarra, de hecho, era un frente del enfrentamiento entre Carlos V y Francisco I de Francia, por la hegemonía en Europa. En 1525, tanto Francisco I de Francia, como Enrique II de Albret, convertido en un vasallo de Francia, cayeron prisioneros de las fuerzas de Carlos I, en la batalla de Pavía, en el norte de Italia.
Como señala el historiador Jaime Ignacio del Burgo, uno de los mayores expertos en la historia de Navarra, Navarra quedó integrada en la Monarquía Hispánica en la plenitud de sus Fueros y los siglos XVI- XVIII fueron una edad de oro para Navarra, que en 1800 era la región de mayor renta per cápita de España.
Esta es la realidad histórica, que por supuesto no tiene nada que ver con las tergiversaciones de los «abertzales» de hoy en día, que se consideran herederos de los partidarios de los Albret, ocultando la masiva participación vasca y navarra, en las filas hispánicas. Eso sí, incluso los autores nacionalistas vascos no pueden ocultar la apasionada españolidad de aquellos vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses.
Fuente: 1512. Conquista e incorporación de Navarra. Alfredo Floristan. Editorial Ariel. 2012
Navarra 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico. Pedro Esarte Muniain. Pamela. 2014( a pesar de la ideología «abertzale» de este autor este libro es interesante por los exhaustivos datos que aporta sobre la implicación vascongada en el ejército hispánico)
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