22/11/2024 18:13
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De eso presume (¡cómo no ¡) nuestro Presidente: ha cumplido su palabra, y para corroborarlo ha sido evaluado por un Comité de (supuestos) expertos en cuyo Informe se concluye que ya ha cumplido un 25,5% de los compromisos asumidos. Bonita forma de acreditarlo… Claro que en un Anexo al Informe -supongo que para salvar, algo, su propio prestigio- los “expertos” también advierten acerca de la diversidad de compromisos asumidos y cumplidos (muchos de los cuales son meros “flatus vocis”) así como de la inclusión como “compromisos cumplidos” de meras declaraciones públicas del Presidente y sus Ministros. O sea, se trata de otra loa de autobombo por parte de quien no ha cumplido, desde el comienzo mismo, con los compromisos asumidos antes de llegar a la Presidencia, como pueda ser la negativa a pactar con Podemos o con los partidos separatistas (caso de ERC y Bildu). A partir de ahí nada o casi nada puede ser creíble y, por tanto, cabe preguntar ¿Quo vadis Petrus?

Es, además, la primera vez (que yo sepa) que un Presidente recurre a tan artificioso procedimiento, consistente en designar a los miembros de un Comité para ser evaluado. Especialmente, teniendo en cuenta que tenemos órganos muy cualificados para hacerlo, como puedan ser el Consejo de Estado o el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno. Y es que Sánchez está dispuesto a instaurar la anormalidad como norma y a pasarse la Constitución misma por el forro, acaparando mayores cuotas de poder e inmunidad, a costa de todos nosotros de quienes se está riendo un día sí y otro también. ¿Quo vadis Petrus?

Resulta, además, realmente insultante que ahora pretenda poner en marcha una Ley (con retoques en la Constitución, si es preciso) para exigir trasparencia a la Monarquía cuando él mismo se está refugiando continuamente en la Ley de Secretos Oficiales para calificar como reservado cualquier gasto en el que pueda haber incurrido o cualquier actuación poco trasparente. Y, ojo, que no digo que semejante proyecto respecto a la Monarquía no sea deseable (siempre que no se toque un ápice la Constitución), sino que quien lo promueve carece de toda legitimación para hacerlo, puesto que su Gobierno no se distingue precisamente por la trasparencia, sino todo lo contrario. ¿Quo vadis Petrus?

Nada se nos ha dicho (ni reconocido) acerca del momento en el que se tuvo conocimiento oficial de la pandemia … Nada se nos dice acerca del número real de fallecidos y contagiados. Nada se nos dice acerca del supuesto Plan de vacunación y de los criterios científicos que lo avalan. Nada se nos dice de los posibles efectos secundarios de las vacunas (ni en qué se diferencian). Y nada se nos dice acerca de la forma en que van a repartirse los Fondos europeos. Nada de nada, solo silencio y oscurantismo, pero, eso sí, caminando a pasos agigantados hacia un poder omnímodo que conduce a una República comunista bolivariana. ¿De verdad se encuentra legitimado este Gobierno para pedir cuentas al Rey? 

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¿Adónde vas Pedro? ¿Eres realmente tú o son otros quienes guían realmente tus desafortunados pasos? Porque en el último discurso (absolutamente plúmbeo) ha quedado claro que a Sánchez no le gusta llamar a las cosas por su nombre. Todo es susceptible de calificarse de cualquier manera novedosa para que parezca más importante y decisivo de lo que realmente es. Y en el colmo de la tergiversación anuncia, alude al Informe de sus expertos como el «Primer informe metódico en la historia del Gobierno de España», apostillando «Más transparencia que nunca«. Hipocresía en estado puro que, por desgracia, muchos ciudadanos escuchan y creen como si fuesen palabras dichas por el nuevo Mesías. ¿Quo vadis Petrus?

Porque hay algo especialmente preocupante (muy preocupante, diría yo) que son los auténticos “delirios de grandeza” (megalomanía, se llama) que parecen haberse instalado en La Moncloa, acompañados de unas buenas dosis de mitomanía (mentira compulsiva) para acabar de arreglar el asunto. Todo ello, bien mezclado, está dando como resultado que quien debiera ser un Presidente del Gobierno demócrata vaya adoptando, de forma progresiva, una conducta propia de los auténticos dictadores. Ocultamiento de la verdad, mentiras y acaparamiento de las instituciones, son síntomas bastante claros de lo anterior, porque ya resulta el colmo que se eche en cara a la oposición estar en su papel que consiste, precisamente, en oponerse a todo aquello que no consideren razonable o justificado. ¿O acaso quien ostenta la Presidencia del Gobierno está dotado de la infalibilidad? ¿Quo vadis Petrus?

Dicho lo anterior, también resulta necesario intentar encontrar explicación a este disparatado rumbo al que ya parece acostumbrado nuestro Presidente, y buena parte se encuentra en los continuos empujones de quien se encuentra agazapado en la sombra. Me refiero a un tal Pablo Iglesias que se sabe en la cuerda floja en caso de elecciones y que constituye el nexo de unión con los partidos separatistas que prestan apoyo parlamentario al Gobierno cuando éste lo necesita. Otro que se cree inmune frente al control judicial al que se encuentra sometido y que no hace sino poner palos en las ruedas (aunque Sánchez se niegue a reconocerlo públicamente). ¿Quo vadis Petrus?

Lanza el inoportuno llamamiento a la independencia del Sahara cuando nuestras relaciones con Marruecos no son ciertamente las mejores. Lanza soflamas contra la Monarquía pretendiendo instalar una República bananera en la que pueda hacer y deshacer a su gusto (o sea, como Maduro). Y lanza a los grupos independistas para reclamar la independencia de sus territorios de forma claramente contraria a nuestra Constitución. O sea, todo un poema de amor incomprendido que tiene a Sanchez contra las cuerdas porque si pierde su apoyo se queda sin Gobierno (que es a lo que más apego tiene). ¿Quo vadis Petrus?

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Eso sí, entre el uno (Sanchez) y el otro (Iglesias) están dispuestos a acabar con las clases medias en España, porque no hay ni una miserable ayuda para todos los empresarios en quiebra y, en consecuencia, para sus empleados, que irán directos a engrosar las cifras del paro. Sobre esto, claro está, ni una palabra en el largo mensaje de Sanchez, porque es miseria que debe ser escondida bajo las alfombras. Una miseria que, gradual pero en “crescendo” va haciendo que en nuestra sociedad el sector público prevalezca (en peso específico) sobre el privado, sin caer en la cuenta de que es precisamente este último el que permite el sostenimiento del primero. Y cuando esta prevalencia llegue a un estado insostenible, de ahí al Estado comunista bolivariano ya no habrá más que un paso, de modo que, atentos a la maniobra porque avisados ya estamos. 

Así están las cosas, mientras los ciudadanos nos devanamos los sesos entre una maraña de normas que harían que el propio Kelsen volviese a su tumba, y mientras andamos a ciegas con el asunto de la vacuna y el Registro de quienes se nieguen a ponérsela. Los nazis, al menos, ponían la señal a los judíos de forma visible y no mediante registros secretos que, de eso, también sabía un rato el propio Stalin, pero eso …es otra historia (Kipling dixit). El aparato ideológico de Podemos sabe bien de esto y a fe mía que lo está aplicando aunque si bien es cierto que no se puede borrar el pasado, si podemos empezar a escribir un mejor futuro. ¿O no? 

De todas formas y sin perder la fe en que todo esto cambiará (aunque me llamen iluso), me despido de todos, con una inmensa sonrisa etrusca porque cuando nos encontramos en la dirección correcta, lo único que debemos hacer es seguir caminando …. Buen comienzo de año, por tanto, aunque empecemos con mal pie ¡¡¡

Autor

REDACCIÓN