21/11/2024 11:56
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En el primero de los “porqué” abordé el más clamoroso: “¿Por qué los enemigos de Franco no lo olvidan?” mientras que quienes parecían sus amigos y, sobre todo,  quienes más beneficios recibieron  de la Victoria –entre ellos “todo el pueblo español”-  y muy especialmente  los olvidados de todos los gobiernos anteriores, aquellos que siempre habían recibido palos. Ninguno de ellos recuerda que bajo el franquismo vivieron el mejor clima político de su existencia, el más alegre, el más libre, el más feliz.

Hoy quisiera poder encontrar el motivo, la razón, el pretexto justificador del vergonzoso proceder  de la Iglesia Católica que desde la gratitud romana (con los papas Pío XI y Pío XII y de la Iglesia española con el Cardenal Gomá y toda la Jerarquía que escribió la “Carta colectiva” a los obispos del mundo,  para defender el Alzamiento Nacional, a Franco y el Ejército español) han pasado, primero al distanciamiento,  a  la ingratitud , luego, y, finalmente, a  la enemistad, al ataque, y al odio,  tanto al Caudillo como al Régimen del 18 de julio.

Llegar a muy viejo tiene ciertas ventajas como es “haber vivido la historia de las traiciones”. Y en mi caso,  no recuerdo ninguna pérfida deslealtad  más asquerosa y despreciable  que la exhibida por  los Tarancón y sus secuaces, continuada, luego,  por los sucesores.

Lamento que el inevitable “prímum vívere” me haya impedido escribir  tantos libros como hubiera deseado, especialmente  uno  sobre esa miserable conducta, vergüenza imborrable de la Historia mientras la Tierra exista. No creo posible  que las generaciones  futuras consigan entender semejante comportamiento de la Iglesia con el Generalísimo Franco.

La “República del Crimen”—así bautizada con precisión insuperable, por un escritor- estaba asesinando obispos (13), sacerdotes y religiosos (más seis mil), decenas de miles de seglares por el solo hecho de ser católicos, quemando y  derribando iglesias, conventos y seminarios; quemando archivos milenarios, bibliotecas y documentos de incalculable valor, o sea, resumiendo, aniquilando la Obra de Cristo en España, como aún podemos atestiguar quienes lo vivimos y lo demuestran infinitos documentos históricos,

Y a  nuestros Jerarcas  -tanto a los del Vaticano como a los de España—se les ha olvidado que  fueron Franco y el Ejército a sus órdenes quienes liquidaron a los enemigos de España y de su Religión,  devolviendo a la Iglesia la Libertad perdida.  También se les borró de la memoria que fue el Régimen franquista que reconstruyó, parroquias, conventos, seminarios…  Pero aún encontramos más olvidos: que los vencedores decidieron que “todas las LEYES que saliesen de las Cortes” debían ajustarse a Ley de Dios y las doctrinas de la Iglesia Católica y,  para que los procuradores lo hicieron correctamente,   ese Régimen -nacido de la Victoria más aplastante—decidió que entre los procuradores habría unos cuantos obispos que  asesoraran  en la redacción de las mismas.

Brota espontánea una pregunta: ¿tienen los papas, los cardenales y obispos -que ningunean, detestan u odian a Franco y al “Régimen del 18 de julio”-  algún estado democrático liberal, en “mundo libre”,  que trate o haya tratado mejor a nuestra Santa Madre la Iglesia Católica? ¿No es verdad que ninguna otra nación se acerca en eso,  a la España “franquista” a menos  quinientas  millas?

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Por lo tanto,  no se extrañen de que no logre entender  a esos responsables de que la Verdad, la Belleza y el Bien -que debe sobreabundar en la barca de Pedro- tengan un alma tan rastrera, que odian a su benefactor mientras se abrazan  y colaboran con los enemigos de España y de su Dios, Por eso no me extraña que tantos españoles hayan dejado de pisar las iglesias para no toparse con ellos. Otros  de buena formación religiosa y humana,  prescinden de ellos totalmente  y su Fe ha salido reforzada a pesar del cretinismo, deslealtad y traición de sus pastores.  ¡Gracias a Dios, la Iglesia Católica no es su “Jerarquía”, ni la FE se fundamenta en ellos! Los necesitamos como distribuidores de los sacramentos pero,  por lo demás pasamos de ellos.

Me gustaría hallar una explicación a esta conducta asquerosa y absolutamente irracional que los mueva a caer tan bajo en la escala de la dignidad del ser racional.

¿Cómo se puede llegar a odiar al “benefactor”?

Recuerdo haber leído que, en cierta ocasión, le dijeron al político y aristócrata Romanones: –“Señor Conde: sepa que Don Fulano, le odia y habla mal de usted”. Don Álvaro de Figueroa,  con su conocida sorna le respondió: “¡Pues no lo entiendo, porque a ese señor, no le hecho nunca ningún favor…!”

El curtido político proclamaba con pocas palabras una realidad frecuente y realmente inexplicable: que los favores recibidos “provocan más a menudo de lo previsible, sentimientos de ingratitud y hasta de  odio en quienes los reciben”.

Lo que parece cumplirse en el caso de la Iglesia gobernada por Modernistas en relación al Generalísimo… La amó, protegió y benefició tanto que debemos preguntar ¿por cuál de esos sentimientos su Jerarquía le ignora, le desprecia y hasta –algunos—le odian? ¿Pudo, Franco,  hacer por la Iglesia Católica algo más de lo qué hizo? Pues, entonces,  expliquen al pueblo español su postura frente al Salvador de España y de su Fe, y, luego,  cúbranse de ceniza, vistan sacos de penitencia como ordenó el rey de Nínive a sus súbditos y peregrinen por todos los santuarios marianos pidiendo perdón por su indignidad e ingratitud.

Los porqué sobre Franco. Por Gil De la Pisa Antolín

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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Geppetto

La memoria historica que domina en el Vaticano y en la Conferencia Episcopal española, del resto de conferencias episcopales ni idea, es tan descarada en su manipulación de la historia de España que uno se pregunta donde fue aquello de «NO MENTIRAS».
Mira que la eleccion que tuvo la Blanca Paloma, tenia una buena cantidad de hombros en los que posarse para dar el papado…y tuvo que posarse en un jesuita argentino defensor de la «Pachamama» y de la teologia de la liberacion comunista, que nefasta eleccion

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