25/11/2024 02:13
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En el estado de alarma que nos ha sumido el Estado, llama mucho la atención que el confinamiento humano obligatorio devengue bula a los amos de perros urbanos. Los perros, como lo oyes, tienen más derechos que los humanos. Y no porque sean una suerte de panacea cuadrúpeda que nos librará del congojavirus, a golpe de ladrido, a chorro de micciones y a golpe de deyecciones… sino precisamente TODO LO CONTRARIO.

600 años antes de Cristo, los romanos instauraron el alcantarillado urbano, con fines que no necesito indicar. Que en el siglo XXI todavía no hayamos llegado a lo que los antiguos romanos, es el más fiel indicador de que somos una civilización fracasada. “Pero si tenemos alcantarillados y mejores que en aquella época”–pensaréis–. Correcto, no hace falta ser Marañón para darse cuenta, pero si para protegernos de la lluvia nos ponemos un chubasquero y nos tiramos con él al mar… nula utilidad le estamos dando.

El la ciudad, hay una mayoría de animales que solemos ir al cuarto de baño a hacer aguas. Es lo normal, ¿verdad qué es lo normal? Se trata de una mera cuestión de higiene y sentido común, hasta de pudor e intimidad. ¿Entonces por qué hay cientos de miles (sólo en Madrid capital) de animales que hacen aguas en la calle, por doquier, dónde les salga de la punta del final del aparato excretor? ¿Los cuadrúpedos no pueden hacer sus necesidades en casa? Sin querer buscarle 3 pies al gato, sé que estos felinos de casa, cuadrúpedos también, hacen aguas en ella, por mero instinto, higiene y quien sabe si pudor. ¿Qué ocurre con los perros? ¿Qué ocurre con sus dueños? Donde no llega el instinto y el sentido común, llega la imposición; como fue hace años la de que estos cerdos bípedos tuvieran que recoger las deyecciones de sus canes. ¡Tener que implementar una ley y sanciones para esto!

De todos es sabido que un perro puede ser adiestrado, muy eficientemente, para mil y una cuestiones no instintivas o innatas. ¿Por qué casi nadie les adiestra para hacer aguas dentro de las casas de sus amos? Porque es muy fácil hacerlo. Y si el perro es más torpe de lo habitual, con obligarle o dejarle en casa hasta que lo haya hecho, fin del problema. Pero el egoísmo, la falta de civismo y la decrepitud higiénica de la mayoría de dueños de perros urbanos, se encargan de tirar por los suelos lo que cualquier habitante de la antigua Roma había conseguido, y convierten las calles en cloacas infectas, repletas de cagadas y meadas caninas (si puede ser, en la acera y junto a la puerta del vecino, por favor).

Son estos mismos dueños los que meten a su can en casa, después de haber estado pisando y oliendo excrementos, propios y ajenos, y con los esfínteres manchados. Son estos mismos dueños los que, ya en su casa, meten a su can en el sofá y en la cama , y les dan de comer hasta de su plato o con su propia mano. A mí la higiene de cada cual, de puertas para adentro y siempre que no afecte a la mía y a la comunidad urbana, me la trae al fresco. Respeto hasta que haya más hostelería de comida basura que de la buena… haya cada cual con su vida. Pero cuando un estilo de vida afecta negativamente al resto… hasta ahí podríamos llegar. Lo curioso es que no sólo hemos llegado y vivimos en ese estado de hediondez urbana, sino que lo superamos día a día. Prueba de ello es el congojavirus. Las calles aparecen repletas de perros con dueño, y viceversa. Se saltan –legalmente– el aislamiento domiciliario y los controles de acceso –ilegalmente– en parques y zonas verdes restringidas para el resto; para los humanos de verdad. ¡Precisamente ahora que este Apocalipsis era la escusa perfecta para implementar la prohibición legal de que los canes siguieran infectando y destrozando el ecosistema urbano y la lógica convivencia entre seres humanos pulcros, decorosos y respetables… ¡precisamente ahora es cuando, lejos de hacer esto, se les dan todavía más derechos! ¡más poder!

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Los cochinos bípedos más pulcros, recogen las deyecciones de sus canes pero no se lo llevan a su casa para arrojarlas por el inodoro, qué va… dejan la bolsa donde les place y, como mucho, infectan papeleras y contenedores. ¡Ni siquiera son capaces de llevárselo a casa y hacer que esto sea algo parecido a la Roma de hace 2.600 años! ¡Viven 2.600 años por detrás de la civilización!

Aún así, la mayoría ni siquiera hace esto de la bolsa, ahí están las calles para demostrarlo. Y los que lo hacen es por temor a ser multados. Triste panorama. Pero como ninguna situación es tan mala como parece, ya que puede empeorar (lo decía una “Ley de Murphy”), el tema de los meados es aplicable al 100% de los dueños de perros. En esto no se salva nadie. ¿De dónde creen sacar la legitimación para mearnos? ¡Ni siquiera podemos aplicarles el “nos mean y dicen que llueve”, pues no lo hacen con subterfugios ni disimulo alguno. Lo hacen por doquier y estén donde y con quien estén.

Tristísimo panorama el nuestro. Amén de ser peleles del Estado, somos víctimas inocentes de muchos de nuestros conciudadanos, a los cuales yo señalo con el dedo e interpelo con la voz. Y del maltrato animal, de los ladridos que no dejan dormir ni pensar, de los ataques de perros a humanos, de ir sueltos y sin bozal, de permitir razas peligrosas que son una bomba de relojería y etc. De eso, si eso, ya os hablo otro día, que estamos en estado de alerta y hay que tener los 5 sentidos prestos para esta paranoia… los que los tengan (los 5 sentidos) y los que la tengan (la paranoia).

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¡Venga! a las 20h. todos a aplaudir desde las jaulas y nichos urbanos. Y a insultar a los trabajadores que permitimos que podáis estar en vuestra casa, acojonados y tocándoos las pelotas. ¡Quédate en casa!. Eso es, precisamente el eco que os debería de llegar cuando me lo gritáis a mí, pues es lo que deseo, que os quedéis en casa toda mi vida.

Autor

REDACCIÓN