17/05/2024 08:01
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Pasada ya la polémica que rodeaba al aborto en Castilla y León (desde la ignorancia deduzco que por alguna genuflexa actuación de Vox, como suele suceder), es momento de hacer un análisis pausado. El gobierno leonés apostaba por hacer escuchar a las madres los latidos del corazón del hijo al que iban a asesinar, y consiguió el aplauso de sectores conservadores que, quiero pensar, únicamente se aferran a un clavo ardiendo. Porque, además de suponer ir a la guerra con una pistola de agua, lo cual tiene un peligro relativo, evita enfrentar la cuestión a la realidad del crimen del aborto. Y esto es lo grave; filosóficamente, es un aberración.

Son muchos los problemas que salen a la luz en este asunto concreto. Uno de ellos, es que aparece un grupo de gente confiando en un partido político para solucionar la podredumbre que, precisamente, genera la política. Luchar contra el sistema con las armas del sistema viene a ser aliarse con el que te rompe la pierna pero te ofrece una muleta con descuento del 50%. Y le duela a quien le duela, Vox es un partido que forma parte de un sistema esencialmente podrido, lo cual jamás podrá ser una solución.

Sobre la cuestión concreta del aborto, por mucho que una madre escuche latidos a todo volumen, no deja de quedar como dueña de la vida de su hijo. Lo cual también es aberrante. ¿Se dejaría a un madre impunemente descuartizar a su hijo de tres años por el hecho de haberle oído ya incluso hablar? La respuesta es lógica, tan así que da luz a todo el crimen del aborto. En definitiva, que una madre se lleve por delante a su hijo siempre será un crimen, con latidos y sin ellos.

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Pero este genocidio del siglo XXI tiene mucho más por decir. Aquí, mientras unos proponen un aborto más duro, otros lo disfrazan y hablan de momentos puntuales. Si el PSOE quiere un aborto en cualquier circunstancia, Vox quiere retroceder a la ley de hace décadas. Pues bien, si Vox llegase al poder, cambiase la ley del aborto a la más restrictiva de la democracia, hiciese escuchar 100 veces los latidos de un niño antes de morir y, después de ello, le dejase masacrarlo, serían unos criminales. Un crimen no puede ser moderado.

En definitiva, la cuestión del aborto es de raíz. El aborto es y será siempre un crimen, porque nadie puede jugar a ser Dios y decidir si vive o no un niño. Y mientras ciertos sectores no partan de esa base, seguirán creyendo quien te da la muleta a mitad de precio después de partirte una pierna es el mejor aliado.

Autor

Luis Maria Palomar
Luis Maria Palomar
Joven periodista zaragozano nacido en 1996 y profesional desde 2019.

Defensor de lo bueno, lo bello y lo justo; de Dios y de la auténtica España.

Solo la verdad puede hacer libre a la persona, y para ello escribo.

No te preocupes por el mañana, que mañana seguirá reinando Dios.
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