13/05/2024 10:38
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Hace unos días, rebuscando por aquí y por allá, en sitios donde se puede encontrar todavía información libre y fidedigna más allá de los canales oficiales o de aquellos otros que, sin serlo, están comprados por el gobierno, un cuadro comparativo que pone en contraposición datos de la época de la llamada “dictadura” con los de la llamada “democracia” actual.

El primer dato que aparece hace referencia a la Deuda pública que pasó, cuando menos, de un 7 a un 118% (1.502.543 millones de euros), una de las más altas del mundo, una deuda contraída por todos los españolitos y que todos debemos satisfacer tarde o temprano. El segundo, refiere el porcentaje del paro juvenil que pasó de un 3 a un 30,2%, siendo uno de los más altos de Europa. Otro apartado hace mención a los impuestos que pagamos, señalando que pasamos del 0% del IVA (no existía) al 21% actual y que, igualmente, pasamos de no pagar IRPF hasta, en algún caso, satisfacer el 54%, incluso los jubilados siguen abonándolo y, finalmente, el cuadro señala que si antes adquiríamos un piso y lo pagábamos entre 5 y 7 años, ahora lo hacemos entre 35 y 40 años. En resumen, ¿en qué nos hemos beneficiado?

Sí, ya sé. Ganamos en libertad y en democracia, aunque esto sea solo sobre el papel, motivo por el que surge la siguiente pregunta: ¿realmente es cierto esto?

Hemos instaurado un sistema de partidos que, al final, se convierten en auténticos opresores de la libertad y de los derechos de los ciudadanos a base de leyes injustas que logran sacar adelante, mediante Decretos leyes o actos aberrantes, no por el interés de los ciudadanos, sino más bien por el propio, pactando con quien haga falta y vendiendo el alma al diablo en cada oportunidad que se hace necesario.

Hay que considerar que, tanto en los partidos como en los sindicatos la adscripción de las bases es nominal, incluso ficticia, siendo muy pocos los españoles que militan en estas organizaciones y muchos menos los que satisfacen las cuotas correspondientes, en consecuencia, todos ellos viven a cuenta de los presupuestos generales del Estado.

Han diseñado una ley electoral que siempre beneficia a los mismos, merced a la cual jamás gobierna lo que realmente el pueblo ha manifestado en las urnas. En el colmo de la contradicción cabe la posibilidad de que, en un Ayuntamiento con veintisiete escaños, dos partidos obtengan cada uno trece concejales y un tercero el restante y sea ese quien ocupe el puesto de Alcalde al dar su voto a una de las otras formaciones o todavía peor, el pacto entre dos o tres partidos minoritarios pueden desbancar al que ha obtenido un total de trece escaños. Exactamente lo mismo sucede a nivel de las elecciones legislativas nacionales. ¿Realmente eso es democracia?, ¿realmente se están respetando los deseos mayoritarios de los votantes?

Se tolera que tal o cual candidato -lo hemos visto en el gobierno actual- prometa y jure en su campaña electoral que jamás se aliará con tal o cual formación política o no hará tal o cual cosa y, sin embargo, al día siguiente se desdice de lo dicho y se alía con quien le da la gana y lleva adelante las iniciativas que mejor le parecen.

Los altos tribunales, la Fiscalía general de Estado, el Consejo de Cuentas, etc., están en manos del partido de turno que coloca amigos y correligionarios en la seguridad de que resolverán a su antojo, prescindiendo de los intereses de la población. ¿Eso es democracia? Democracia sería que todos esos cargos fuesen elegidos, bien por medio de los profesionales, bien directamente por el electorado.

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Para ello, hay que establecer la dicotomía entre el Estado y el Gobierno y así, tanto los altos tribunales, como la Fiscalía General, las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad se deben, siempre, al Estado, velando estrictamente por el cumplimiento de las Leyes, y jamás a los arbitrarios caprichos del partido de turno.

¿Qué ha traído consigo la democracia más allá de una nueva dictadura, la de los partidos? Eso y que miles de políticos, la mayoría carentes de formación, asesores, amiguetes, chiringuitos, sindicateros liberados, etc. vivan de la sopa boba a cuenta del resto de los españoles. No olvidemos, por ejemplo, que en el tiempo de la llamada “dictadura” los concejales no percibían sueldo alguno al contrario que hoy y que los únicos asesores que existían eran los funcionarios de carrera que para eso ganaron una oposición.

Hablaban de que antes, los medios de comunicación estaban sujetos a la censura, ¿y ahora? Que importa que la censura venga impuesta por unas normas legales que impidan criticar al gobierno o por el pago de cuantiosas subvenciones, extraídas del erario, que les exigen ser “políticamente correctos” y fieles al amo que les paga. ¿Dónde está aquello del cuarto poder del que tanto presumían estos que hoy se han convertido en una prolongación de BOE?

Antes, primaban, y eso nadie puede negarlo, los intereses de España y ahora priman, precisamente, los de la anti-España, esos que, cobrando magníficos sueldos del dinero de todos -socialistas, comunistas, podemitas, independentistas, filoetarras, separatistas, etc.-, solo tienen como objetivo destruirla y encima se jactan de ello.

La corrupción es galopante y no solo se puede entender como corrupción “tocar la caja”, como vulgarmente se dice, que también se hace. ¿Es que no es corrupción conceder indultos a delincuentes condenados a cambio del voto de su partido o simplemente para beneficiar a amigos y correligionarios? ¿No es corrupción acercar a los asesinos de ETA a las cárceles de las vascongadas para poder seguir contando con el apoyo bilduetarra?

Cómo puede alguien atreverse a hablar de dictadura, cuando ahora nos encierran ilegalmente en casa; nos obligan a utilizar pasaporte más allá del que expide la Dirección General de la Policía; otorgan más derechos por decreto a las mujeres que a los hombres; los hombres no son, ante la Ley, iguales a las mujeres; ponen al mismo nivel de derechos a los animales que a los humanos; nos quieren exigir comprar un vehículo eléctrico; no nos permiten circular con coche por nuestras ciudades -la inútil e incompetente de la alcaldesa de mi ciudad dice que el que tenga coche tiene que tener garaje al igual que el que tenga una vaca tiene que tener un establo-; se pretende dar preferencia a determinadas opciones sexuales sobre otras, incluso a la hora de otorgar puestos de trabajo; etc., y todo ello para convertirnos en esclavos de esa oscura elite globalitaria inspiradora de la perniciosa “agenda 2030”.

La actitud permisiva con ilegales venidos de todas partes, especialmente de Marruecos, están provocando que los niveles de seguridad ciudadana en nuestras ciudades se sitúen en niveles de inseguridad alarmantes.

Se está financiando con paguitas a vagos para asegurarse sus votos con el dinero de todos los españoles.

La libertad se tambalea. Solo pueden hablar los llamados “políticamente correctos” y el resto a callarse so pena de ser tildados de “fachas”. Se persigue a todo aquel que no ajuste su ideología al modelo que marca el gobierno. Se pretende distorsionar la historia y reescribirla al gusto de esa colección de sectarios incultos que nos gobiernan.

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Se ha extendido la falaz idea de que todo el mundo tiene que ser universitario para lo que, incluso, han creado carreritas que no deberían pasar de un módulo de formación profesional para que luego el que vale tenga que irse de España ya que es imposible que el mercado absorba esta desaforada fiebre de “titulitis” que no sirven para nada.

¿En que hemos salido ganando entonces con relación a lo anterior?; ¿hay más libertad?, no; ¿hay más seguridad?, no; ¿estamos mejor económicamente?, no; ¿pagamos menos impuestos?, no; ¿nuestra juventud está mejor formada?, no más allá de ser doctos en el uso de las redes sociales; etc. Entonces, ¿en qué nos hemos beneficiado? En nada, absolutamente en nada.

Tal vez, convenga reflexionar sobre estos asuntos.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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Miguel Sánchez Asenjo

Amigo y compaañero articulista D.Eugenio: ¡AMÉN!

Gracias por exponer lo que es un hecho real y contrastable.

La pena es que nosotros con nuestra pluma afilada, escribimos todos los dias, para que ese pueblo adoctrinado, incauto, esclavizado, por un Régimen dictaorial y partitocratico,nos escuchen, pero no lo hacen.

Este pueblo mediocre que ya no lee, ni habla, tan solo escucha y está atento a esas pantallas, que los diferentes gobiernos ponen, para que hablen bien, de la maravillosa y panfletaria Constitución, de la que ellos viven píparamente y de los los logros despreciables, que hacen sus Jefes en el Poder, no en beneficio del ciudadano, sino en el suyo propio.

Recibe, mi abrazo leal, con mi agradecimiento,

Miguel Sánchez

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