El Gral. Varela Salas, antítesis del Varela bilaureado. Por Francisco Bendala Ayuso

Las comparaciones son odiosas, reza un adagio. Pero comparar al Gral. Fco. Javier Varela Salas (R) con aquel bilaureado Gral. Enrique Varela Iglesias es, además, impropio e imposible. La biografía del éste, una de las más brillantes de nuestra historia militar, es de sobra conocida, por lo que ni la reseño. La de aquél hay que citarla en sus justos términos, no limitándose a relacionar su “currículum” militar, sino traduciéndolo y, más aún, dando cuenta de sus hechos, para ver que el Gral. Varela Salas no tiene en su historial nada especial, aunque es comprensible que para los paisanos legos pueda llevarles a confusión su largura. Varela Salas ha sido uno de tantos mandos militares de estas décadas que se dedicó a “hacer la carrera”.

Realizó el curso de Operaciones Especiales que incluye, lógicamente, el resto de los que se nombran (paracaidismo, buceador, etc.). El de carros de combate… se hace en la Academia y lo tiene todo quisqui. Hizo el de Estado Mayor, condición sine qua non para ascender a General, o sea para “hacer la carrera”, imposible sin él. Los “distintivos” que se citan no son nada más que la manera en que el Ejército permite acreditar los destinos por dónde se ha permanecido el tiempo preciso para obtenerlos. Pasó por varios destinos, entre ellos La Legión, con la media standard de tan sólo dos años (en alguno más) para cubrir el expediente y poder ir ascendiendo. Misiones en el exterior, como cualquier otro, en la extinta Yugoeslavia, pero no de combate, sino de interposición una vez que la cosa ya se había pactado. En Kosovo, al servicio de los intereses norteamericanos, porque sepan que lo de Kosovo fue un invento de los yanquis para hacerse con una parte de Serbia, aliada de Rusia, en contra de las resoluciones de la ONU, para… colocar en él, en Kosovo, la que ya es la mayor base militar estadounidense fuera de su país (que incluso está absorbiendo la de Aviano en Italia), porque desde ella se domina de múltiples formas la mitad sur de Rusia y buena parte de Oriente Medio, todo ello de vital interés geoestratégico para… EEUU. Varela también estuvo en Afganistán, donde no hizo la guerra, sino labores de apoyo a la reconstrucción e instrucción de fuerzas aborígenes, léase cuasi pelar guardias, y de donde vino, como todos los que pasaron por allí, con el rabo entre las piernas, eso sí, tras haber invadido un país soberano (remember Rusia con Ucrania) con la excusa de lo de las Torres Gemelas y 20 largos años de intentar imponer a sus habitantes, que para nada querían, nuestra “cultura”, “democracia”, “libertad”… o sea, el degenerado Nuevo Orden Mundial de pensamiento único globalista anglo-estadounidense. En resumen, Varela lo que hizo en dichas misiones, también como todos los que participan en ellas, fue servir a intereses foráneos, no a los de España, tampoco a nuestra defensa y menos aún contra los enemigos internos de todos conocidos, y colaborar en buscarnos enemigos donde no los teníamos; eso sí, con ello siguió “haciendo la carrera” al tiempo que facturando pingües dietas.

Tras conseguir por fin su ascenso a General, lo que como a todos ellos –y a los Almirantes en la Armada exEspañola– les convierte en sospechosos habituales, y tras acreditar que “los militares sólo sirven para obedecer” (Narciso Serra dixit), consiguió que el PP y el PSOE le permitieran ocupar el sillón de JEME de Abril 2017 a Octubre 2021, período durante el cual a pesar de poseer la máxima autoridad y la inherente responsabilidad, guardó silencio ante la intentona revolucionaria separatista catalufa desintegradora de España; ante los ceses ilegales e ilegítimos por parte de Robles del Vicealmirante Fernández de Córdoba, y de los Gral,s Martín Bernardi, Díaz Rodríguez Valdés y Conde Ortiz; ante la apisonadora que para lo mejor de la historia contemporánea del Ejército supone la infame ley de desmemoria antihistórica (y ahora antidemocrática) –antes, aún habiendo sido legionario calló ante el vilipendio de los cofundadores de tal cuerpo abandonando en el campo de batalla histórico, mediático y cultura sus restos–; ante la invasión del Ministerio de Defensa por civiles sectarios y analfabetos de lo militar, y guardó también silencio ante la aplicación de unos “estados de alarma” manifiestamente inconstitucionales, colaborando activamente en el encierro ilegal e ilegítimo del pueblo español cuyas libertades y derechos pisoteó.

La última “hazaña” de su tan patriótico currículum militar fue aceptar que se pusiera su nombre al nuevo invento de supuesta modernización del Ejército –¿ cuántos van ya?–, la nueva base logística S.A.L.M.O.R.E.J.O. (¡!) (Sede de Apoyo Logístico Militar de Operaciones para Regulación Estratégica y Jurisdicción Operativa) en Córdoba –cuyo fin declarado era “crear puestos de trabajo”, nueva misión, al parecer, del Ejército–, lo que le descalifica por completo, porque ningún militar que se precie puede aceptar en vida y más con tan rutinaria hoja de servicios —nunca entró en combate, ni demostró su valía en la guerra, ni mucho menos actuó en defensa de la integridad, soberanía, independencia y ordenamiento constitucional de España como hemos visto– tal distinción. ¡¡Cómo si no hubiera héroes de verdad esperándola desde hace siglos… o décadas!!

¿Y por qué le ha llamado la atención ahora este individuo a alguno? Porque hace unos días uno de esos medios que no tienen otra cosa que hacer, soltó que Varela Salas había amenazado con “una rebelión de Generales para defender la Constitución”. ¿Ustedes se creen que, sabiendo ahora quién fue estando en activo, pueda si quiera pensar y mucho menos decir algo semejante ahora que está retirado? ¡Ni a solas en el excusado de su casa!

Comparar a Varela Salas con Varela Iglesias es no sólo odioso e imposible, sino grotesco, porque sus hechos y hojas de servicios a España están en los antípodas en todos los órdenes.

Autor

Francisco Bendala Ayuso

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