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Querría difundir ciertos hechos no muy conocidos y de gran interés. Primero, la Universidad de Palencia, la primera de España, y personajes tan célebres que allí estuvieron, como Gonzalo de Berceo, o nada menos que Santo Domingo de Guzmán; de los 14 a los 28 años fue este alumno y después profesor allí. Lo recordamos aún en la Plaza de San Pablo. Este hito de la Universidad, creada sobre 1210, se lo debemos en gran parte al Rey Alfonso VIII. Pienso que su vinculación con Europa a través de su mujer y de la madre de esta, tuvo también importancia. Y pienso que Blanca de Castilla, hija del Monarca, desde París, gran impulsora (como buena palentina) de la cultura en Francia, estuvo en contacto con el desarrollo de los Studium Generale. Tuvo protagonismo asimismo el obispo Tello Téllez de Meneses, otro palentino ilustre. Alfonso VIII de Castilla favoreció enormemente la universidad palentina, dotándola de importantes recursos económicos y contribuyendo a elevar el nivel de la enseñanza impartida en sus aulas con la llegada de maestros extranjeros, sobre todo de Francia e Italia. Ahí tenemos ya las claves de la cultura posterior.

            Interesa destacar Íñigo López de Mendoza y de la Vega, más conocido como el marqués de Santillana (nacido en Carrión de los Condes, 1398). Fue una persona apasionada por la cultura (tenía una de las mejores bibliotecas de su época) y fue un humanista prerrenacentista. Es un exponente de una familia de importantes personalidades tanto por línea ascendente como descendente. El propio Jorge Manrique emparenta con el Marqués de Santillana, pero también por ejemplo el gran poeta Gómez Manrique o el propio Garcilaso de la Vega. Su abuelo, Pedro González de Mendoza, y su padre, el almirante de Castilla Diego Hurtado de Mendoza, fueron también poetas. Asimismo, sus hijos continuaron este hacer literario y el mecenazgo cultural, sobre todo el cardenal Pedro González de Mendoza. Su madre fue la señora de la Casa de la VegaLeonor Lasso de la Vega, la cual estuvo casada en primeras nupcias con Juan Téllez de Castilla, II señor de Aguilar de Campoo e hijo del infante Tello de Castilla y por este lado materno estuvo emparentado con grandes figuras literarias de su tiempo, como el canciller Pedro López de Ayala o Fernán Pérez de Guzmán. La propia María Pacheco, “reina” de los comuneros (aunque ya ubicada en Granada y, a través de su marido, en Toledo) emparenta con esta nobleza culta. Tuvo el Marqués de Santillana 10 hijos, todos personas relevantes. Recordemos a Diego Hurtado de Mendoza y Suárez de Figueroa, I duque del Infantado o a​ Íñigo López de Mendoza y Figueroa (1418-1458), I conde de Tendilla.

En realidad, Castilla no era al comienzo tan extensa y por eso atribuir a Palencia un lugar  esencial en el origen y desarrollo de España no es descabellado, ya que se vio favorecida por el éxito militar de Castilla, cobrando así especial protagonismo las personas del territorio palentino. En el propio testamento de Isabel la Católica se hacen menciones a Palencia. Su obispado fue especialmente activo. Palencia fue una cuna de poetas, gobernantes y militares.

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Quiero aludir también al cancionero musical de Astudillo (me remito al libro con ese título del ilustre catedrático de la Universidad de Salamanca Pedro M. Cátedra: liturgia, poesía y teatro en la Edad Media). O hacer una breve alusión a Fernán Sánchez de Tovar, Señor de Astudillo, vinculado al rey Enrique II (sucesor de Pedro I), de quien se recuerdan sus exitosas campañas en las ciudades del Támesis en Inglaterra. Como almirante mayor de Castilla, Fernán Sánchez de Tovar fue el artífice de los grandes éxitos de la Marina castellana en Flandes y en las costas británicas, provocando duros reveses al Reino de Inglaterra en sus puertos y en el Canal de la Mancha. En 1380, muerto ya su gran benefactor el rey Enrique II, llegaría incluso a remontar el Támesis, poniendo fuego a Gravesend, uno de los barrios de Londres. Le sucedió como señor de Astudillo y Gelves su hijo Juan Fernández de Tovar.

También querría mencionar las Mocedades de Rodrigo que es el nombre con el que se conoce al cantar de gesta castellano más tardío, donde se nos cuentan las hazañas de juventud del legendario héroe castellano Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Nuevamente, surge así esa estrecha conexión que aprecio en el medioevo, entre Palencia y Paris (también, por cierto, la propia leyenda de San Antolín guarda estrecha relación con Francia). Y es que el único códice que queda de la obra es un manuscrito del año 1400 que se encuentra en la Biblioteca Nacional de París. Alan Deyermond sitúa su redacción alrededor de 1360 en la región de Palencia, a cargo de un autor culto, probablemente clérigo, que, según Deyermond y Samuel G. Armistead, estaría reelaborando un texto hipotético de la segunda mitad del siglo XIII, hoy perdido, y que es conocido con el nombre de Gesta de las Mocedades de Rodrigo.​ La obra podría haber sido compuesta para publicitar esta demarcación eclesial en un momento en el que esta atravesaba una crisis económica y política. Asociar la figura ya muy legendaria del Cid a la historia de esta demarcación religiosa perseguía atraer feligreses y recursos para el obispado.

Asimismo, la primera obra de teatro (Representación del Nacimiento de Nuestro Señor), se debe a Gómez Manrique, nacido en Amusco, representada por primera vez en Calabazanos en presencia de la reina Isabel la Católica, se sigue representando cada año en Villamuriel del Cerrato cada mes de diciembre, llegando las fechas navideñas.

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            Llegados al siglo XVI es asombrosa la cantidad de personajes que sirven al imperio. Podemos citar a Juan Pablo de Carrión (nacido en Carrión de los Condes, en 1513), típico hombre de su tiempo. Ahora bien, en 1582, a la edad de 69 años, le fue encargada la misión, como capitán, de expulsar a los piratas japoneses de la isla de Luzón, en Filipinas, combate que libró de manera exitosa con solamente siete barcos bien dirigidos y cuarenta soldados de los tercios de la armada -antecedente de la actual Infantería de Marina Española– en los Combates de Cagayán.

            Con él se relaciona Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón (nacido asimismo en Carrión de los Condes1511 y muerto en Ciudad de MéxicoVirreinato de la Nueva España, en 1564), que fue el segundo virrey de Nueva España, entre 1550 y 1564, tras haber sido virrey de Navarra entre 1547 y 1549, pariente de los Condestables de Castilla. Sucedió en el virreinato de Nueva España a Antonio de Mendoza. Pero es que también Antonio de Mendoza y Pacheco se relaciona con Palencia. En concreto, Antonio de Mendoza fue hijo de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, II conde de Tendilla y I marqués de Mondéjar (a la vez nieto de Íñigo López de Mendoza, el gran poeta), y de su segunda esposa, Francisca Pacheco Portocarrero (hija de Juan Pacheco, I duque de Escalona y de su esposa María Portocarrero Enríquez, VI señora de Moguer y Villanueva del Fresno). Nacido en 1490 fue primer virrey de la Nueva España, desde 1535 hasta 1550, y segundo virrey del Perú, desde 1551 hasta 1552.

            La localidad de Carrión de los Condes rivaliza, por cierto, con León, como primeras Cortes democráticas del mundo en 1188.

            Interesante es asimismo la figura de Gabriel de Castilla y de la Mata (Palencia, c. 1577 Lima, c. 1620) navegante y explorador palentino, considerado como el primer avistador de la Antártida en el año 1603 y primo hermano de don Luís de Velasco y Castilla, virrey del Perú.

            La lista sería interminable, pero no está en el ánimo de este artículo seguir con un relato histórico, sino simplemente informar de la contribución de este territorio al mundo de las armas y de las letras.

 

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