20/05/2024 06:08
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Esta es la parte séptima de la serie de artículos sobre el libro de Jesús Hernández Tomás, Yo fui un ministro de Stalin. Continúa el capítulo V, tras el relato de la tortura y asesinato de Andrés Nin.

Los comunistas soviéticos quieren ahora cobrarse a Prieto, Ministro de Defensa de entonces:

… la sombra siniestra de Orlov comenzó a proyectarse sobre la existencia del ministro de Defensa Nacional, Indalecio Prieto.

Las pistolas comunistas habían acechado más de una vez la silueta de Indalecio Prieto. Siendo yo muy joven también participé en los grupos de insensatos que nos habíamos propuesto arrancar a balazos la vida del batallador líder socialista.

Como si los hados protegieran la vida de Prieto, siempre logró burlar el asedio criminal. La vez que consideré más próxima su muerte fue en el verano de 1923. Tenía yo exactamente 16 años. Una huelga general de mineros dirigida por el incipiente Partido Comunista, huelga a la que se oponían los socialistas (socialfascistas, como los llamábamos)

Nuestra misión era asaltar la redacción de «El Liberal» de Bilbao, periódico de Prieto, colocar el artefacto infernal en la rotativa y hacerla volar, y con ella, todo el pequeño edificio en que estaba enclavada la imprenta. Suponíamos a Prieto en alguna de las dependencias. Si pretendía escapar a la explosión se encontraría con el fuego de nuestras pistolas.

No pudieron hacerme confesar la verdad. «El Liberal» supuso con buen tino, lo que proyectábamos, pero nada pudo probar, pues el cesto con la bomba fue encontrado en los sótanos de la Casa del Pueblo. Tiene, pues, Prieto, pocos motivos para guardarme consideraciones ni en lo personal ni en lo político, aspecto este último al que me referiré en el próximo capítulo; pero lo que Prieto ignora es que yo mismo, el terrorista que en otros tiempos empuñaba impaciente la culata de la pistola para arrancarle la existencia, cosa que hubiera ejecutado sin pestañear considerando que hacía un bien a la revolución, puedo hoy congratularme de haber sido en el verano de 1937 el factor interpuesto para la detención del brazo que iba a asesinarlo.

—Se trata de Prieto. Lo quieren matar —explicó atropelladamente.

 

—¡A Prieto! ¿Quién? —pregunté brincando en la silla.

 

—La GPU

 

—¡No es posible! ¿Quién ha dicho semejante majadería?

—Zubiaurren.

 

Antonio Zubiaurren era un joven que, enviado a Moscú para estudiar en la Escuela Leninista durante los años del bienio negro en España, fue destinado por la Comisión de Cuadros de la I. C. a la Escuela Especial de la GPU. Era natural de Bilbao y, en lo personal, me distinguía con una adhesión entrañable, pues sabía que su candidatura para la Escuela Leninista había sido cosa mía.

Zubiaurren le contó que actuaba de «hombre de confianza» de Orlov y que se le conocía por el nombre de «Miguel»; que sabía muchas cosas respecto a la «desaparición» de Nin, que se las explicaría en otra ocasión, pues lo que le había inducido a romper la «conspiración» era asunto de tremenda importancia. «Orlov ha resuelto liquidar a Prieto —le dijo—. Está en relación con alguien de la escolta personal del ministro; se pretende simular un «accidente» desgraciado; alguno de sus acompañantes deja por «descuido» en el maletero del automóvil unas bombas de mano que, por la trepidación del coche, hacen explosión. Se proyecta el atentado para el primer viaje que haga por carretera».

Vivamente impresionado [José Díaz] resolvió escribir un informe personal a Stalin de carácter privado, encomendando la remisión al embajador soviético en Francia, por no fiarse de ninguno de los representantes de la URSS en España.

Poco después, Moscú renovaba el personal policíaco en España.

Es el testimonio de una persona y no sé si está confirmado. Sería muy necesario en este caso, porque muy locos tenían que estar los consejeros soviéticos para tomar la decisión de eliminar a Prieto sin el visto bueno de Moscú.

Con eso acaba el muy interesante capítulo V. El Capítulo VI tiene estos temas:

El ocaso de los «dioses». Crecimiento y decadencia del Partido Comunista. Las Brigadas Internacionales. La «no intervención». Influencia de los suministros soviéticos. El proselitismo. La URSS se defiende en España. Batalla de Teruel. «¡Fuera Prieto!». Crisis de marzo de 1938.

Se explican la razones de la influencia del PCE en aquella república terminal:

Se ha dicho frecuentemente que la influencia de los comunistas en la España republicana fue principalmente debida a la «ayuda» soviética. Hay mucho de cierto en eso, pero la explicación es incompleta. Además de esto, una serie de factores…

 

… formación del Ejército Regular, mando único, disciplina, depuración de mandos, ordenamiento de la producción de guerra, transformación de la industria civil en militar, política de fortificaciones, creación de reservas…

Por otra parte, el sacrificio y la disciplina que en el frente y en la retaguardia exigíamos de cada uno de nuestros afiliados, la diaria exaltación del heroísmo…

 

Los dos Ministerios regentados por comunistas, el de Agricultura y el de Instrucción Pública…

 

La entrega de tierras a los campesinos…

 

… lucha contra el analfabetismo; la creación de las Milicias de la Cultura…

 

… salvación del tesoro artístico…

 

[Las demás fuerzas políticas] carecían del sentido de la propaganda para hacerse ver, oír y sentir en todas partes y a todas horas. Los comunistas, en cambio, practicábamos bien aquello de «el que no habla ni Dios le oye», dominábamos mejor que nadie el arma de la agitación y sabíamos influir en los sentimientos más vivos de las masas para empujarlas hacia nuestras metas particulares. (…) Alguien ha dicho que una mentira, cuando la enuncia una persona, es simplemente una mentira; cuando la repiten millares de personas, se convierte en verdad dudosa; pero cuando la proclaman millones, adquiere categoría de verdad establecida. Es esto una técnica que Stalin y sus corifeos dominan a las mil maravillas.

Lo de la salvación del tesoro artístico parece de chiste; léase incautación del tesoro en vez de destrucción. Frente a la estrategia organizada de los comunistas, esta era la pobre política del PSOE y de los republicanos:

¿Qué había frente a esta tromba granítica? ¡Helo aquí!: un partido socialista roto, dividido, fraccionado, laborando en tres direcciones divergentes; con tres hombres representativos: Prieto, Caballero y Besteiro, que luchaban entre sí, y a los que poco después se agregaría uno más: Negrín. (…) para aniquilar a Francisco Largo Caballero nos apoyamos principalmente en Negrín y, en cierta medida, en Prieto; para acabar con Prieto utilizamos a Negrín y a otros destacados socialistas; y de haber continuado la guerra, no hubiéramos titubeado en aliarnos con el diablo para exterminar a Negrín cuando éste nos estorbase…

 

Los partidos genéricamente republicanos, aparte de que no eran adversarios de consideración, ni por el número ni por la influencia, (…) se dejaron influir y ganar en gran parte por nuestra política de orden y disciplina. Para nosotros tuvieron más valor representativo que efectivo. En ese sentido los respetábamos y defendíamos, no sin aprovecharnos de su buena fe para utilizarlos a modo de caballo de Troya en algunos momentos de dificultades con las fuerzas del Frente Popular.

Explicación sobre las Brigadas Internacionales y el cínico juego de la URSS:

[Las] actividades [de la Internacional Comunista, obediente al mandato del Partido Bolchevique de la URSS] discurrieron en lo fundamental por la vía de lo más espectacular. Fue una de ellas la movilización de voluntarios para luchar en las trincheras de la libertad de España.

 

… cargadores de Essen… mineros de Hamburgo…

 

Comunistas, socialistas, anarquistas, trotskistas, liberales, antifascistas, católicos, ateos, librepensadores, de todo había entre los voluntarios internacionales. Pero nuestra propaganda los convirtió a todos en comunistas…

Es comprensible que en ellos pesara la otra verdad, verdad relativa, pero verdad al fin, de que la Unión Soviética era el único país que de matute nos suministraba armamento, y este hecho amordazaba sus bocas ante nuestra audacia.

Cuando nos convenía decíamos: «La URSS es la única garantía de que los suministros a Franco no lo sean en escala abrumadora». Débil era el argumento, pero cobraba vigor en el silencio de los demás.

… la presencia de la URSS en el Comité de «No intervención» no impidió … que el «Comando Truppe Voluntarie» reuniese en España 120 000 soldados de Mussolini.

 

La presencia de la URSS en la «No intervención» no impidió que la hitleriana «Legión Cóndor»…

 

La presencia de la URSS en la «No intervención» no impidió que Portugal permitiera el tránsito por su territorio de todo el material alemán e italiano que quisieran mandarle a Franco el «führer» y el «Duce»…

La diferencia estriba en que mientras aquéllos facilitaban a Franco las armas en la cuantía necesaria para derrotar a la República, la URSS nos las suministraba a cuentagotas, a pesar de que disponía de idénticos caminos y rutas que ellos, y de arsenales tan repletos como las dos potencias fascistas juntas… algunos de esos barcos se hallaban anclados esperando carga en los puertos soviéticos cuando terminó nuestra guerra y que, al igual que hicieron con el oro, se incautaron de ellos las autoridades soviéticas sin pago ni indemnización de ninguna clase… Cuando la política de los «tovarich» encontraba resistencias en la República, los suministros se espaciaban; cuando se restablecía la armonía, por la subordinación de contrarias voluntades, los suministros afluían de nuevo.

… ésta: «El temor a quedarnos desprovistos de material incitó a muchos allanamientos».

 

Salvador de Madariaga, en su libro «España», página 662, aludiendo a la política de suministros soviéticos a la República, al referirse a una serie de artículos publicados por mí contra un compañero de Gabinete, Indalecio Prieto, que fueron dientes importantes en el engranaje de la crisis política que determinó su salida del Gobierno, dice lo siguiente: «… y como en tales casos solía suceder, comenzaron a escasear los suministros de municiones y armas soviéticas»… «Azaña se daba cuenta de la gravedad de una situación (se refiere a la solicitud de Negrín de prescindir de Prieto en Defensa) que tan directamente dependía de la llegada de suministros rusos»… «El doctor Negrín formó un Gobierno a satisfacción de los comunistas»… y «Comenzaron otra vez a llegar los suministros de guerra tan esperados…»

La política que se nos impuso fue la política de la deslealtad, por no decir de la traición a nuestros aliados. Al romper con Largo Caballero rompíamos con la fuerza mayoritaria del Partido Socialista, que era para colmo la del ala izquierda, es decir, la más afín a nosotros… El ataque contra Prieto hería directamente a los distintos partidos especialmente republicanos… Inveteradamente los representantes de los movimientos nacionales vasco y catalán, mascaban pero no tragaban fácilmente la colaboración con los comunistas. Frente al POUM estábamos en guerra de aniquilamiento. En el curso de un año habíamos malbaratado y destruido todos los principios y cimientos en que estribaba y se fundaba el Frente Popular… Alguien dijo entonces y no sin razón, que nuestro Frente Popular era como un saco lleno de cangrejos, todos juntos, revueltos, mordiéndonos y devorándonos mutuamente los unos a los otros.

 

La conciencia de la peligrosa situación de aislamiento en que nos debatíamos, nos impelió a la realización de una desenfrenada campaña de proselitismo en el Ejército, estimulados por nuestro conocimiento claro y seguro de que quien tuviera las armas tendría con ellas el control del país en guerra.

 

Todos estos interesantes detalles los conocemos solo por el testimonio de quienes abandonaron la disciplina estalinista.

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