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Sin duda el Rey católico D. Fernando, nada o poco tenía que ver con mi Reina Madre  S.A.R., Dª Ysabel de Castilla. A la muerte de mi amada Madre Reina, su esposo Fernando, era exigente y no se fiaba de nadie. Tanto fue así, que llegó al extremo de llamar a Don Gonzalo, para pedirle explicaciones respecto al dinero que gastaba en sus batallas en Italia y no se fiaba de qué estuvieran bien empleadas.

Don Gonzalo regresó a Castilla y se presentó a su rey, para dar las explicaciones oportunas.

Las cuentas del Gran Capitán

 

¡Las cuentas del Gran Capitán!

Aunque puede que no sea más que una leyenda, se cuenta que el rey Fernando el Católico pidió a don Gonzalo cuentas de en qué había gastado el dinero de su reino. Esto habría sido visto por este como un insulto. De la respuesta hay varias versiones, la más común diría:

“Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados

Por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados.

Por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados

Por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados

Y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados”

Cierta la anécdota o no, la expresión las cuentas del Gran Capitán ha quedado como frase hecha para una relación poco pormenorizada, en la que los elementos que la integran parecen exagerados, o para una explicación pedida por algo a la que no se tiene derecho

 

GONZALO FERNANDEZ DE CORDOBA. ¿Que fue de las cuentas del Gran Capitán?

 

La muerte de la Reina Isabel ‘la Católica’ en 1504 marcó el inicio de la caída en desgracia del ‘Gran Capitán’. El poder y la fama alcanzada por Don Gonzalo Fernández de Córdoba le granjeó numerosos enemigos en la corte que, envidiosos de todo lo conseguido por sus propios méritos, envenenaron la cabeza del Rey Fernando ‘el Católico’ desprestigiando al ‘Gran Capitán’ con rumores que lo acusaban de apropiarse de fondos de guerra durante el conflicto italiano.

El Rey Fernando ‘El Católico’ finalmente destituye de su cargo a Don Gonzalo Fernández de Córdoba. Ante esta situación, al ‘Gran Capitán’ no le quedó más remedio que volver a España y establecerse en Granada, lejos de la corte, donde murió aislado el 2 de diciembre de 1515. Un triste final para uno de los grandes héroes de la historia de España.

 

GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, el LEGENDARIO “GRAN CAPITÁN” de los TERCIOS ESPAÑOLES

 

Como en la antigüedad hicieron los hoplitas griegos o las legiones romanas. Primero venció en Ceriñola donde acabó con la flor y nata de la caballería francesa, mandada por el jovencísimo duque de Nemours, que perdió la vida . El Gran Capitán en un gesto de caballerosidad, profusamente recogido por la pintura historicista, rindió honores al enemigo muerto .

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Poco después en las pantanosas riberas del Garellano, donde enfermó de las tercianas que acabarían con su vida, dio el golpe de gracia al ejército francés que, refugiado en la Gaeta se vio obligado a capitular y dar por perdida la guerra . Nápoles pasó a formar parte de la Corona de Aragón y Gonzalo fue nombrado virrey.

Siempre me atrajo su figura de vencedor magnánimo con el vencido. Su perfil de noble caballero, más allá de su cuna aristocrática. Pero sobre todo su lealtad a unos principios y a un monarca que no tuvo la grandeza de pagarle como merecían sus muchos servicios. Fernando el Católico, uno de los reyes más gloriosos de nuestro pasado, no estuvo con él a la altura que requerían las circunstancias.

Fernando, tras la muerte de la Reina Católica, tuvo que abandonar la regencia de Castilla presionado por un sector de la nobleza que apoyó la subida al trono de su hija Juana y su esposo, Felipe de Habsburgo. Temió, sin fundamento, que el Gran Capitán le arrebatase Nápoles. Viajó hasta allí y, cuando rendía viaje, tuvo noticia de la muerte de su yerno. En Castilla se reclamó su presencia para que asumiera, otra vez, la regencia. Antes de regresar, removió a Gonzalo del virreinato, prometiéndole el maestrazgo de Santiago. Nunca cumplió su promesa.

Tuvo que abandonar la corte después de recibir varias humillaciones regias. Entre ellas la destrucción del castillo familiar de Montilla , aprovechando un desafuero del sobrino de Gonzalo, Pedro Fernández de Córdoba, o exigírsele cuentas de las sumas recibidas para sus campañas y que dieron pie a la leyenda de las «Cuentas del Gran Capitán». El monarca lo nombró alcaide de Loja, un cargo menor para quien había sido virrey.

El Gran Capitán obedeció una vez más. Allí, alejado de la corte, en un destierro encubierto, pasaría los últimos años de su vida. En 1512, tras la derrota sufrida por las tropas del rey Católico a manos de los franceses en Rávena , sus aliados exigieron a don Fernando que el mando del ejército recayera en el Gran Capitán. Gonzalo recibió la orden de levantar un ejército con destino a Italia, que embarcaría en Málaga. Sería su tercera campaña , pero no llegó a materializarse. El rey había jugado con él. Su objetivo en aquel momento estaba en Navarra, cuya ocupación había encomendado al duque de Alba. Seguía desconfiando del Gran Capitán y lo sometió a estricta vigilancia, hasta el momento de su muerte, acaecida en 1515 , como consecuencia de las fiebres contraídas en las riberas del Garellano, defendiendo los intereses del rey que tan mal le pagaba.

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Sus restos reposaron en la iglesia de los franciscanos. Más tarde fueron trasladados al monasterio de los jerónimos de Granada, donde su esposa, María Manrique, ordenó decorar el presbiterio con un espléndido programa iconográfico realizado por Jacopo Florentino y cuya interpretación encierra numerosas claves acerca de la vida del soldado.

No era el final del gran estratega que había revolucionado la poliorcética de su tiempo, devolviendo a la infantería el papel que en la antigüedad había tenido y dejaba echados los cimientos de lo que, pocos años después, serían los tercios de infantería española. Su figura ya despertó el interés de los escritores de su tiempo y en los siglos siguientes autores como Cervantes, Quevedo, Góngora o Gracián se refirieron a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, como modelo de caballero, soldado leal y genial estratega.

 

El Gran Capitán. El gran estratega cuya tumba fue profanada por los franceses

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Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.


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